viernes, 28 de octubre de 2011

Brasil: Editorial do jornal A Nova Democracia.



El fantasma de la revolución ronda el mundo

Verdaderos levantamientos de masa ocurrieron en Grecia, España, Inglaterra, además de grandes manifestaciones en Francia, Italia, Portugal, Irlanda, Alemania, etc. Grandes protestas contra el desempleo y el empobrecimiento de la población ocurren también en USA. Miles de israelíes exigen mejores condiciones de vida en las calles de Tel Aviv.

La revuelta popular que barrió el norte de África y Oriente Medio ha provocado la caída de viejos tiranos y dificultado la entronización de nuevos. Miles de prisioneros palestinos hacen huelga de hambre y se solidarizan con los prisioneros estadounidenses, en la misma condición. Los estudiantes chilenos trabaron batallas campales contra el viejo Estado, en un conmovedor movimiento, a pesar del revisionismo que lo parasita.

En América Latina, las masas progresivamente dejan de eludirse con la falacia del “proceso de cambio” de regímenes caudillescos, populistas y demagógicos y también se lanzan en protestas masivas, y siempre, duramente reprimidos. Ejemplo de esto son los últimos acontecimientos en la Bolivia de Evo Morales.

En  países como India, Turquía, Perú y Filipinas, en que ha décadas sus pueblos oponen heroica guerra popular a los viejos Estados, la lucha gana nuevos impulsos y encorajamientos.

El Brasil asiste también a un crecimiento de la ola de protestas y huelgas. Fueron 112 días de la mayor huelga de la historia de los profesores de Minas Gerais. En el Ceará, un profesor fue herido gravemente por la policía en protesta en la Asamblea Legislativa del estado, los alumnos pararon en apoyo a la huelga. Profesores de varias redes estaduales y municipales; operarios, estudiantes y profesores de las universidades federales; bancarios; trabajadores de los Correos; metalúrgicos; obreros de las obras del PAC y de la Copa y Olimpíadas; todos en huelga.

Siguen las protestas contra los altos precios y la pésima calidad del transporte y salud públicos y se amplían las denuncias y la revuelta contra la militarización en las favelas y barrios pobres por el Brasil. El día 7 de septiembre, día en que las clases dominantes se regocijan en aborrecedores desfiles militares, una manifestación contra la corrupción en el viejo Estado llegó a rivalizar con el desfile militar en varias localidades.

A todas esas manifestaciones, protestas, levantes y huelgas, el imperialismo o los Estados semicoloniales lacayos opusieron y oponen su poderío militar, sea de las fuerzas armadas o de la policía, en intervenciones internas o guerras de agresión y rapiña, siempre con la misma brutalidad hedionda.

En apuros frente al ocaso de la vieja democracia burguesa, los ideólogos de la dominación y los ventrílocuos del monopolio de los medios de comunicación, sin embargo, a todo momento pretenden descaracterizar esos mismos eventos. Intentan cortar los hilos que los unen y esconder la causa esencial de toda esa efervescencia que ocurre en el mundo: la lucha de clases.

Si los levantes ocurren en el Norte de África, en Oriente Medio (excepto en Israel), son “revoluciones” para la deposición de “dictadores” y lucha por democracia. Si ocurren en la Inglaterra u otra potencia imperialista, se trata de actos de vándalos y pendencieros que quieren la “anarquía”.

Si las protestas en el Egipto o en el Irán, (el probable próximo blanco de la rapiña yanqui) son convocadas por la internet, eso forma parte de la “revolución digital” de una “juventud tecnológica” y otros gansadas. Pero en Londres no es la misma cosa, internet y las “redes sociales” fueron instrumentos para “organizar saqueos y depredaciones”, nada tienen que ver con lucha por democracia y blablablá.

De la misma forma las huelgas en el Brasil “son cosa de gente ingrata”, que no percibe “el gran momento que vive el país” o el “bien que el actual gobierno hace al país” y es manipulada por la “derecha”, que no tolera ver los “trabajadores en el poder”. Y se esfuerzan aún en pintar de otro color, con su enmohecida “democracia” corrupta, el rojo que emerge de las olas de masas rebeladas.

Sin embargo, aquellos que manejan las cuerdas del imperialismo nunca se eludirán y, si emiten órdenes para que los loros repitan esas y otras historias hasta el cansancio, nunca pensaron en confiarse en ellas.

Ejemplo esclarecedor es una declaración de un alto dirigente de la Otan, en un seminario sobre estrategia realizado en 1998, en el cual alertaba para décadas de insurrecciones populares: “Esto no es necesariamente lo que preveíamos, pero un siglo de insurrecciones que ya iniciaron. Los treinta primeros años del siglo 21 serán un periodo de sublevaciones revolucionarias”. ¿Una visión profética? ¡No! ¡Ya desde entonces era algo muy fácil de predecirse!

Ocurre que ha décadas, la crisis general de superproducción relativa del capitalismo, ahora agravada formidablemente, impone a los Estados imperialistas que preparen una nueva conflagración militar de grandes proporciones para una nueva repartición del mundo y una nueva acomodación temporal de los intereses de los monopolios. Los recientes colapsos financieros y crisis “de la deuda” que acometen con mayor gravedad a USA y la periferia de Europa muestran que está cada vez más cerca ese momento. Si la crisis del capitalismo, por mayor que sea, no puede poner fin al sistema, el desorden que engendra crea tempestades revolucionarias.

A su vez, los pueblos agredidos militarmente y/u oprimidos económica, política y culturalmente, sofocados por el peso insoportable de las sangrías imperiales, del terrorismo de los Estados policiales, de la pérdida de derechos y miseria creciente, explotan en levantes y revueltas, protestas y huelgas cada vez más radicalizadas, además de asestar derrotas cada vez más vergonzosas a las tropas invasoras. ¡Un gran desorden se desarrolla bajo los cielos!

El contrapunto a ese agravamiento de la crisis y de la política de agresión imperialista es la elevación de las protestas y levantamientos, la radicalización cada vez mayor de la lucha de clases, el aumento de las guerras de resistencia y luchas de liberación nacional, la profundización y probable expansión de las guerras populares, todo eso como parte de un sólo y gran movimiento, una nueva ola de la revolución proletaria mundial.

Si a muchos de esos movimientos les falta una verdadera vanguardia capaz de dirigir los procesos revolucionarios hasta la victoria; si otros padecen de direcciones oportunistas y revisionistas, que cabalgan las revueltas en beneficio propio; si otros tantos son atomizados y se desvanecen tan rápido como aparecen; y si hay aún los que tienen la dirección usurpada por gente de confianza del imperialismo: es decir un problema de gran importancia, sin embargo se sabe que es derivado de las derrotas que el proletariado sufrió en las últimas décadas. Pero no pueden zafarse fácilmente, existen en curso procesos con firme dirección proletaria. ¡El fantasma de la revolución ronda el mundo!

Son combates. Combates que van elevando la conciencia de las clases revolucionarias de esos pueblos, que cada vez más serán capaces de forjar su destacamento avanzado. Mientras la reacción imperialista y burocrática reprime brutalmente las masas, sus escribas y emisarios se esfuerzan en descalificar los hechos, diferenciando rebeliones “del bien” de las “del mal”. En realidad, no tienen más que su desvencijada democracia parlamentaria para apuntar y aconsejar a los rebelados. Mientras accionan su feroz brazo represivo, con sus balas de goma y de estaño, por otro lado pretenden  esconder, ilegitimar, criminalizar y satanizar la justa violencia revolucionaria de las masas.

La disfunción de regímenes enteros denota la quiebra de un sistema que sólo podrá, cada vez más, mantenerse por el fascismo y por la guerra. Los pueblos del mundo todo deben unirse para derrotar el imperialismo y los reaccionarios de todos los matices, aunque sea de país en país, continente por continente. Y sólo hay un camino: rechazar el cretinismo parlamentario y ejercer su derecho a la rebelión. ¡Esta es la gran tarea histórica que está imponiéndose en la orden del día!

Temblad Señores, la crisis del imperialismo es profunda. ¡Viva la Revolución!

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