RICCARDO GUALINO: “EL FRAP
ESTABA NECESARIAMENTE DESTINADO A LA LUCHA ARMADA ”
Aunque en el prólogo del libro Riccardo Gualino muestra una actitud
pesimista en cuanto a su reflexión sobre la situación de los comunistas en la
actualidad al escribir frases como “nuestra
generación de comunistas es una generación de vencidos...todos hemos sido
derrotados. Ninguno de nosotros ha alcanzado ni siquiera en mínima medida, los
objetivos que se había prefijado... podemos decir que somos unos derrotados” (2),
no obstante Gualino, al final de la obra, imprime una bocanada de aire más
optimista para afirmar que hoy “la lucha
asume formas diferentes pero no desaparece. Tengo que decir que me siento parte
del mundo actual y de sus luchas---teníamos grandes ideales y objetivos y que, contrariamente a lo que
hoy se sostiene, esos ideales eran realizables. (...) Existía una alternativa y
ha sido aplastada. Hay que hacerla revivir y que sea posible. Es tarea de las
futuras generaciones y, quizás, de la joven generación de hoy, el abrir el
camino” (3)
Nacido en la capital italiana, Riccardo
Gualino a la edad de 20 años llegó a España en 1961 en plena dictadura fascista.
Un país, en el que, según el autor “ existían
grandes contrastes y diferencias sociales... aquí dichos contrastes adquirían
forma de laceraciones, de heridas muy concretas, porque no se trataba,
simplemente, de la herencia de un pasado lejano, de la cristalización de
antiguas estratificaciones o del peso de una tradición opresiva y momificada.
Aquí constaba un dato histórico y puntual: una violencia infligida a la
sociedad, una guerra combatida por los ricos en contra de los pobres, una atroz
masacre de un sector que se impuso con las fuerza de las armas. El fantasma de
aquel gran evento, de las grandes esperanzas que agitaron al país y de cómo
fueron sofocadas en sangre, estaba presente y se sentía por todas partes, a
pesar de los esfuerzos para exorcizarlo” (4).
Un año después inicia estudios en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid.
Toma conciencia política y se integra en la Federación Universitaria
Democrática Española (FUDE) y en el Partido Comunista de España (PCE), partido
en el que entonces ya comenzaban a gestarse discrepancias por parte de un
sector de militantes con la política de reconciliación nacional que la
dirección del equipo Carrillo-Ibárruri venía implementando desde los años 50. A estas discrepancias se
sumaban las simpatías de dichos militantes comunistas con las posiciones
marxistas-leninistas que defendían el Partido Comunista de China encabezado por
Mao Tsetung y el Partido del Trabajo de Albania frente a las tesis revisionistas en el seno del Movimiento
Comunista Internacional que preconizaban los renegados dirigentes soviéticos
con Jruschov al frente. Gualino abandona el PCE y se incorpora junto con otros
camaradas a Proletario, grupo escindido del PCE surgido a principios de 1964 y
que, junto con otros tres grupos marxistas-leninistas nacidos por aquellas
mismas fechas como respuesta a la línea revisionista de Carrillo-Ibárruri, y
que eran conocidos por los nombre de sus órganos de expresión (”La Chispa ”, “Mundo Obrero
Revolucionario” y “España Democrática”) constituirán en octubre de 1964 el
Partido Comunista de España (marxista-leninista) [PCE (m-l)], cuyos militantes
serán calificados como “prochinos” dada su afinidad político-ideológica con el
Partido Comunista de China y con Mao Tsetung.
Pocos meses después, en marzo de 1965 Riccardo
Gualino es detenido tras recibir un disparo en la cara por un guardia civil
cuando repartía octavillas entre los obreros de la fábrica de Construcciones
Aeronáuticas de Villaverde-Getafe en las que se convocaba a una manifestación
antifascista en Madrid. Condenado por el fascista Tribunal de Orden Público
(TOP) a 3 años y 3 meses de prisión y 25.000 pesetas de multa por los “delitos”
de “asociación ilícita”, “propaganda ilegal” y “conducción de vehículo con
matrícula falsa”, estuvo encarcelado hasta finales de 1968, años en prisión que
relata extensamente en su libro.
Al salir en libertad, con una
orden de expulsión de España, regresa a Italia donde vuelve a tomar contacto
con sus camaradas del PCE (m-l). Poco después será el PCE (m-l) -partido que se
orientaba ideológicamente por el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung-
quien promoverá la creación junto con otras organizaciones antifascistas de un
frente de lucha revolucionario para agrupar a
la clase obrera y a amplios sectores de las masas populares contra el
fascismo y rechazando la alternativa conciliadora y pactista promovida por el
grupo de Carrillo-Ibárruri.
“En las primeras elaboraciones del
PCE (m-l), en el momento de su fundación, -escribe Riccardo Gualino en su
libro- había un punto muy significativo:
la creación de un frente democrático revolucionario. Se trataba de una cuestión
de principio que indicaba que nuestro objetivo era formar una amplia coalición
de fuerzas políticas para derrocar al fascismo. Álvarez del Vayo, por su parte,
dio vida a un Frente Español de Liberación Nacional, FELN, que aglutinaba
fuerzas de la izquierda socialista.
Las movilizaciones en contra
de las penas de muerte del proceso de Burgos crearon las condiciones para que
estas fuerzas se dieran el objetivo de la formación del FRAP. El PCE (m-l)
contribuía con una serie de organizaciones de masas, que en parte ya existían
antes de su fundación.” (5) “El FRAP era una organización, una
estructura, construida sobre el modelo de los frentes de liberación nacional...
Era la unidad contra el fascismo, la unidad, el espíritu unitario antifascista,
la unidad contra la represión y por las libertades democráticas, lo que lo
justificaba... El FRAP, además, aún siendo la política su razón de ser, estaba
destinado necesariamente a la lucha armada. La acción armada, la lucha armada
contra el fascismo, era la salida necesaria del FRAP.” (6)
Surgió
así en enero de 1971 el Comité
pro-Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) en torno a seis puntos
programáticos:
1. Derrocar la dictadura fascista
y expulsar al imperialismo yanqui mediante la lucha revolucionaria
2. Establecimiento de una
República Popular y Federativa que garantice las libertades democráticas y los
derechos para las minorías nacionales.
3. Nacionalización de los bienes
monopolísticos y confiscación de los bienes de la oligarquía.
4. Profunda reforma agraria,
sobre la base de la confiscación de los grandes latifundios.
5. Liquidación de los restos del
colonialismo español.
6. Formación de un Ejército al servicio
del pueblo.
Comenzaba así la historia del FRAP, en el cual Ricardo Gualino, al ser
designado poco después miembro del
Comité Central del PCE (m-l), trabaja intensamente para desarrollar el trabajo
en Europa de apoyo y solidaridad con el PCE (m-l) y los distintos Comités y
Juntas pro-FRAP que en España van surgiendo a lo largo y ancho de su geografía
no sólo en las grandes capitales de provincia (como Madrid, Barcelona Valencia,
Bilbao, Málaga, Valladolid, Zaragoza, Las Palmas de Gran Canaria, etc.) sino
también en localidades pequeñas (como Elche, Aranjuez, Motril, Talavera de la Reina , etc.) al igual que entre
los emigrantes en diversos países (Francia, Alemania, Italia, Suiza, Holanda,
Suecia, Inglaterra, Canadá, etc.).
El FRAP, además del PCE (m-l), estuvo
integrado por varias organizaciones, en total más de una docena a lo largo de
su ocho años historia, como fueron el
FELN dirigido por Julio Álvarez del Vayo, los Comités Antiimperialistas (CAI), la Juventud Comunista
de España (marxista-leninista) [JCE (m-l)], la Oposición Sindical Obrera (OSO),
la Unión Popular
del Campo (UPC), la Federación
Universitaria Democrática Española (FUDE), la Federación de
Estudiantes Demócratas de Enseñanza Media (FEDEM), la Unión Popular de
Mujeres (UPM), la Unión
Popular de Artistas (UPA), la Unión Popular de
Profesores Demócratas (UPPD), Nova Germanía, la Agencia de Prensa España
Popular (APEP), el Fondo Unido de Solidaridad (FUS) y otras.
En el libro Riccardo Gualino relata sus
experiencias y vivencias dentro del PCE (m-l) y del FRAP cuyos militantes y
simpatizantes luchaban por unos ideales revolucionarios en unas dificilísimas
condiciones de clandestinidad a causa de la feroz represión de la dictadura
yanqui-franquista. “Infinitas noches
insomnes, -describe Ricardo Gualino-
acumuladas unas sobre otras y transcurridas con dificultad para hacer funcionar
una decrépita y destartalada multicopista o para escribir con tinta simpática
largos y detallados informes. A reunirse o a buscar lugares para la reunión, a
convencer a las personas más diversas y a veces impensables, para colaborar de
alguna manera con nuestra causa. Muchas eran las satisfacciones, pero también
muchas las desilusiones, y no me refiero aquí a los abandonos o a las
traiciones, que no faltaban, sino sobre todo a las dificultades que
encontrábamos continuamente, que derivaban de la pobreza de nuestros medios con
respecto a los de nuestros adversarios. Que los tenían con abundancia y con
ellos nos bombardeaba por todos lados y despiadadamente nos combatía. Digo esto
sin exageraciones.” (7). “Éramos
conscientes de las dificultades de nuestra lucha. Conocíamos bien a Franco.
Sabíamos que era un hombre sin sentimientos y capaz de cualquier cosa en contra
nuestra”. (8) “No nos echábamos para
atrás frente a las dificultades”. (9)
A través de las páginas del libro, Riccardo Gualino hace un perfil de un extenso número de sus camaradas de
lucha, en su mayoría jóvenes. “Nuestro
partido y el FRAP siempre fueron organizaciones muy jóvenes. La edad media de los
militantes era inferior a los treinta años, la de los cuadros dirigentes de treinta
y algo, con alguna excepción pocas. El hecho de que Álvarez del Vayo estuviera
en el FRAP y asumiera su presidencia fue una bellísima excepción. Álvarez del
Vayo tenía ochenta y cuatro años cuando murió [en 1975]”. (10) “En
realidad éramos unos jóvenes muy serios y sensatos, mucho más de lo que pudiera
parecer a primera vista”. (11)
Riccardo Gualino aporta una
extensa información de su actividad política como dirigente del PCE (m-l) y el
FRAP, su responsabilidad en la preparación clandestina del I Congreso del PCE
(m-l) en la primavera de 1973; su actividad al frente del boletín en lengua
italiana de la APEP
(Agencia de Prensa España Popular); los sucesos del 1º de Mayo de 1973 en
Madrid cuando en la manifestación convocada por el FRAP en Antón Martín un
grupo de manifestantes acuchillaron a un inspector de policía de la siniestra Brigada Político-Social (BPS) -la policía
política de la dictadura- que resultó
muerto y varios más heridos, hecho que desató una brutal represión policial sobre el FRAP por
parte de la policía política del régimen yanqui-franquista.
Los hombres y mujeres del PCE (m-l) y del
FRAP que retrata en su libro Riccardo Gualiano, tanto en puestos de dirección como
militantes de la base, muchos de los cuales fueron detenidos y torturados por
policías de la feroz Brigada Político-Social (BPS) que dirigían Conesa, Creix, González Pacheco (“Billy el Niño”),
Yagüe etc. Algunos no podrán narrar sus
experiencias como lo ha hecho Riccardo Gualino porque fueron asesinados, como el camarada Cipriano Martos al obligarle
la Guardia Civil ,
tras ser detenido en Reus, a beber el
contenido de un cóctel molotov. Incluso tres de ellos, tras el inicio de las
acciones armadas del FRAP contra la dictadura fascista en el verano de 1975, los
inolvidables y siempre recordados camaradas José Luís Sánchez Bravo, Ramón
García Sanz y Xose Humberto Baena Alonso, fueron fusilados por pelotones de
policías armados y guardias civiles el 27 de septiembre de 1975.
Riccardo Gualino regresará a
España clandestinamente en 1976 y será nuevamente detenido en 1977 y 1978. Será
precisamente en 1978 cuando los dirigentes del PCE (m-l) liquidarán y
disolverán el FRAP al tiempo que el PCE (m-l) se unirá a las posiciones
dogmato-revisionistas del dirigente albanés Hoxha y a sus ataques
injustificados contra Mao Tsetung y el maoísmo. Riccardo Gualino
permanecerá en el PCE (m-l) hasta 1981.
Un interesante libro, -un grano
de arena según escribe Riccardo Gualino en el último párrafo de la obra- que
sirve para conocer más de la historia del FRAP y de las organizaciones
revolucionarias que lo conformaron y que se suma a algunos otros ya publicados también
sobre el FRAP. (12)
“El mundo actual es un
desarrollo del mundo de ayer. Las luchas contemporáneas de los pueblos del
mundo contra el imperialismo y sus
lacayos son una continuación y desarrollo de sus pasadas y largas luchas contra
la opresión de clase, la opresión de los invasores extranjeros y el dominio
colonial. Estudiar la historia mundial nos permitirá, al adquirir un
conocimiento de todo el proceso de la historia mundial y haciendo uso de la
experiencia histórica, comprender mejor los rasgos especiales de la situación
mundial actual, prever la tendencia general, fortalecer nuestra confianza en la
victoria del proletariado y el pueblo revolucionario y elevar nuestra
conciencia de patriotismo e internacionalismo proletario” (13)
2. Ibid.,
p. 20.
3. Ibid., p. 469, 470.
4. Ibid., p. 39.
5. Ibid., p. 289.
6. Ibíd., p. 389.
7. Ibid., p. 65.
8. Ibid., p. 313.
9. Ibid., p. 66.
10. Ibid., p. 287.
11. Ibid., p. 66.
12. Ver, por ejemplo, Equipo Adelvec, F.R.A.P. 27 de Septiembre de 1975, Ediciones
Vanguardia
Obrera, Madrid 1985; Tomás Pellicer, Grupo Armado, edición del
autor, abril
2009; Luís Puicercús Vázquez, Propaganda
ilegal. Itinerario de
prisiones 1972 – 1975, El Garaje
Ediciones, Madrid, diciembre 2009.
13. Shih Chun “Por qué es necesario estudiar la historia
mundial”. Pekín Informa,
núm. 21, 26
Mayo 1972.
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