domingo, 6 de noviembre de 2011

Panamá: Declaración del Partido Comunista (marxista-leninista) de Panamá


Adelante por el camino de octubre*
| Partido Comunista (Marxista-Leninista) de Panamá


Este 7 de noviembre conmemoramos el 94º aniversario de la Gran Revolución Proletaria Socialista de Rusia. Los comunistas marxistas-leninistas de Panamá, con motivo de esta gloriosa fecha queremos confirmar y reafirmar delante de la clase obrera, de las fuerzas democráticas y progresistas del país, nuestro compromiso de llevar adelante la Gran Bandera Roja por la vía del Octubre de Lenin y Stalin y de los bolcheviques rusos.
El Octubre Rojo de 1917 es la más rica fuente de experiencias revolucionarias del proletariado mundial, ya que indica a los trabajadores y pueblo de Panamá como de todo el mundo el camino concreto y victorioso para derrocar la dictadura del capital e instaurar la dictadura del proletariado.
Lo que significa que sólo con ella, en su realización y victoria, se ha demostrado la justa valorización de Carlos Marx sobre el papel liberador de la acción revolucionaria. “Las revoluciones –ha remarcado- son las locomotoras de la historia”. Por su parte Lenin, artífice de la revolución de octubre, ha agregado: “En la historia de los pueblos los grandes problemas son resueltos exclusivamente con la fuerza… Las revoluciones son las fiestas de los oprimidos y de los explotados”.
Extrayendo las lecciones históricas emanadas del Octubre ruso, de 1917, el camarada Mao nos ha dejado establecido que “en la sociedad dividida en clases, las revoluciones y las guerras revolucionarias son inevitable; in ellas es imposible cualquier salto en el desarrollo social, es imposible derrocar a las clases dominantes reaccionarias y permitir de ahí al pueblo tomar el poder”.
Ellos nos están indicando que, esto frente a lo que pregonan los ideólogos de la burguesía burocrática seguidos por los demócratas pequeñoburgueses de una vía electoral de la toma del poder y de una supuesta revolución desde “arriba”, desde el viejo Estado, sólo la insurrección y la guerra civil por el socialismo en los países del capitalismo maduro, o la guerra popular en aquellos semifeudales, neocoloniales y de capitalismo burocrático son el camino victorioso y único. Como es demostrable, hoy en día, cuando el imperialismo se ha fascistizado totalmente y declarado su guerra contrarrevolucionaria global contra la clase obrera, los pueblos y naciones de todo el mundo. Por lo que a estos últimos le cabe responder sólo empuñando el fusil; enfrentar la guerra contrarrevolucionaria neocolonialista en acto con la guerra popular y la revolución por la conquista del comunismo en todo el planeta.
La Revolución de Octubre ha significado un viraje radical en la historia de la humanidad, ya que marcó el fin del poder de las clases explotadoras y opresoras, que allí en Rusia el poder de burgueses y terratenientes se ha quebrado, histórica y políticamente, adviniendo al mundo un nuevo poder, el poder de los obreros y campesinos.
Ella ha confirmado brillantemente las palabras de Carlos Marx cuando taxativamente ha escrito que “El Estado es una máquina de guerra nacional del capital contra el trabajo”. Esto quiere decir, que sí el capital monopolista comprador-burocrático y el capital monopolista terrateniente han organizado su violencia permanente contra la clase obrera y la clase campesina, y utilizan su Estado, su concreción armada, para reprimir y aplastar sangrientamente la lucha de clase de los proletarios y todos los oprimidos por la “conquista de la democracia” (Marx y Engels, el Manifiesto del Partido Comunista, 1848); estos últimos, los explotados y oprimidos, para emanciparse de la moderna esclavitud capitalista, también deben, en el transcurso de su lucha de clase, forjar y estructurar su propia violencia revolucionaria de clase.
Esto quiere decir, que si los sometidos por la violencia del Estado burgués y los esclavos asalariados del capital, no se deciden, se preparar y organizan su propio poder armado nunca tendrán nada. Para conquistar y gozar una real democracia volcada hacia el pueblo trabajador, éste debe su propio poder real antes, en el transcurso y después de la revolución. Con el consciente convencimiento de que, como lo señalase el camarada Mao, el auténtico poder popular revolucionario “nace del cañón de un fusil”.
Esta es una gran verdad objetiva, concreta y revolucionaria. Es una lección histórica confirmada por el asalto armado del pueblo ruso ese 25 de Octubre de 1917. Equipos de combate, Guardia Roja, Ejército de Liberación Popular han sido las armas que han portado a los proletarios rusos y a los obreros y campesinos chinos, respectivamente, a lograr imponer su autoridad política e iniciar desde allí la edificación del nuevo orden social, el socialismo camino al comunismo. Sí ellos no hubiesen recurrido a la violencia revolucionaria, en respuesta a aquella reaccionaria, contrarrevolucionaria, jamás habrían podido legarnos tan trascendental experiencia histórica.
Que la violencia entre las clases, como unidad y lucha entre violencia reaccionaria y violencia revolucionaria, es la esencia misma de la lucha de clases. Con violencia conquistó la feudoburguesía castellana América y con violencia revolucionaria los americanos conquistaron la independencia de España; con guerra civil revolucionaria prolongada respondieron los bolcheviques rusos a la guerra entre naciones imperialistas y a la guerra contrarrevolucionaria de las fuerzas negras del zarismo y la burguesía rusa. En consecuencia, indica Mao a todo aquel que escoge irrumpir en las olas de la lucha de clases como revolucionario en la imperante sociedad capitalista o semifeudal y neocolonial, forzosamente a de asumir que “la conquista del poder con la lucha armada, la solución del problema con la guerra es la tarea central y la más alta forma de la revolución. Este principio revolucionario marxista-leninista es válido dónde sea, en China como en todos los otros países”.
Esto lejos de ser subjetivismo aventurero o absolutización de la violencia revolucionaria resulta ser cónsono con el reflejo científico de la realidad social, con los postulados esenciales del Materialismo Histórico. Dado que la violencia social y política, en sociedad de clase, es una ley universal, objetiva y, por ende, de obligatorio cumplimiento. No es el que la queramos o no, ella se realiza independientemente de la voluntad de una clase o de un conjunto de clases sociales. Ella recorre toda la historia de las formaciones económicas y políticas, es el contenido esencial del desenvolvimiento histórico de la lucha de clases.
De ahí que toda esa zarandaja de “ganar la mayoría en unas elecciones”, “tomar el poder electoramente, para desde allí ‘administrar bien el Estado’ (burgués-terrateniente)”, deba ser tiradas a la basura como falsedades contrarrevolucionarias y sus propugnadores desenmascarados como provocadores agentes diversionista de la burguesía y del imperialismo. Como reformistas con el disfraz de “ultraizquierda”.
Contrariamente a lo que propalan los reformistas, los revisionistas y los neorevisionistas, para invalidar la revolución soviética y las lecciones de ella dimanantes, la violencia revolucionaria es una senda inevitable, un paso forzoso de la lucha entre las clases sociales, no una cuestión opcional del tipo de ¿vía armada o vía pacífica? ¿Guerra popular o “revolución electoral”, dicha “democrática”? Sostener eso es renunciar a la revolución proletaria, en cuales quiera de la etapa de que se trate. Apostatar, en fin, de las enseñanzas y del significado internacional de la Gloriosa Revolución Proletaria Socialista de Octubre de 1917.
Ciertamente, la violencia revolucionaria casi nunca es escogida a priori por las masas trabajadoras, las que en su gran mayoría, influida por la propaganda de la burguesía y sus clérigos militantes, se dejan adormecer por su buena fe y los sentimientos que les animan, evitando comprometerse previamente a un agudizamiento de la lucha de clases, haciéndose proclives a los cantos de sirena de la no-violencia, del pacifismo y el legalismo; prefiriendo ligarse a través de genéricos “movimientos sociales”, “civilistas”, en vez de a los movimientos políticos de clases definidas, revolucionarios. De ahí, anuladas en su acción política consciente que le corresponde y el ser presas fáciles de los prejuicios anticomunistas y del concertacionismo con el reaccionario Estado, con el orden constitucional, político e institucional. Por qué sorprendernos, pues, de que llevadas a situaciones que escapan a su conciencia de clase y acicateadas por la violencia reaccionaria de las clases gobernantes y dominantes opten por retirarse del conflicto social e inclinarse pasivamente a la opresión, y duden rebelarse y responder con la violencia revolucionaria de masas.
¿Cómo hacer y con qué medio se puede lograr ellas rompan esa mentalidad quietista y conformista? ¿Cómo ellas pueden ser conducidas a la senda dela revolución?
La Revolución de Octubre nos ha enseñado qué para que las masas viren hacia la revolución, osen tomar el poder es necesario que en su seno actúe y se desenvuelva un núcleo de dirigentes, un partido revolucionario intransigentemente clasista, proletario y con raíces sólidas en las otras clases revolucionarias, y consecuentemente revolucionario, tal y como el partido bolchevique de Lenin y Stalin, tal y como el partido comunista de China de Mao Tse-tung.
¿Qué es un partido revolucionario? No es sólo el que proclama que desea hacer la revolución –algo literario- , sino aquel que organiza e impulsa la acción de las masas convirtiéndolas fuerza material y agente directo de los cambios revolucionarios profundos que exige el parto de la nueva sociedad. Aquel que basado en los principios medulares del Marxismo-Leninismo, genere conciencia de clase comunista, rupturista, en las masas.
Partidos revolucionarios hay muchos en esta sociedad, inclusive algunos proclamados “obreros”, por una relativa clientela obrera que han logrado captar. Autoproclamados, si les oímos, “socialistas” o “comunistas”, hasta “marxistas” y “marxista-leninistas” sólo que sin apellido (anti-Maoístas). ¿Qué comunismo es éste? ¿Qué “marxismo-leninismo” es éste? Cuando se dedican con lenguaje de doble sentido a negar postulados esenciales y vitales del Marxismo-Leninismo como son la necesidad de un partido Comunista que vanguardice la lucha de la clase obrera por la conquista y construcción socialista, la inevitabilidad de la Dictadura del Proletariado, de la Dictadura Democrática Popular, la renuncia a la violencia revolucionaria, rebajando la experiencia histórica de la Revolución bolchevique y enlodando aquella de la construcción de la sociedad socialista soviética de Lenin y Stalin, principalmente la conducción titánica de Stalin; rebajando la lucha contra el revisionismo moderno y negando la restauración capitalista. Finalmente, berreando de que hay que hacer diferente a como lo hicieron los rusos ese amanecer del 25 de octubre de 1917. Un Partido “revolucionario” así es lo que no necesitan los proletarios para lograr su emancipación social.
El partido revolucionario que necesitan los proletarios para poder realizar su misión histórica universal, “asaltar e cielo” y establecer el comunismo aquí en la Tierra, inevitablemente ha de ser el partido del leninismo, un Partido Comunista que aprenda y sepa guiar a las amplias masas trabajadoras, a los explotados y oprimidos, por los vericuetos de las tres formas fundamentales de la lucha de clases –la lucha económica de clase, la lucha ideológica de clase y la lucha política de clase- victoriosamente a la culminación de la revolución y construcción comunista.
Actualmente, con esta entrada del Siglo XXI, resulta más necesario que nunca un tal partido político proletario revolucionario. De la existencia o no de un tal partido dependerá el gran dilema del mundo de hoy, o se conquista el socialismo o los capitalistas nos hunden en un mundo de tenebrosa barbarie. Por lo que, dictaminado por la historia actual del Movimiento obrero y el Movimiento Comunista –el desborde del revisionismo, la traición de los comunofascistas kruschevistas y Tengxiaopinistas, el transitorio respiro del imperialismo y su hundimiento en una crisis estructural nunca vista hasta ahora, la implantación de la dictadura fascista internacional del Capital financiero y la guerra contrarrevolucionaria global desatada por el imperialismo agonizante, así como otros indicios han terminado por generar una crisis revolucionaria global-, nos impone a los marxistas-leninistas de todo el mundo nos impone, objetiva y subjetivamente, la asunción de la tarea toda nueva de la construcción del Partido Comunista de Nuevo Tipo.
Y no es que nos la inventemos, porque sí. A partir de la experiencia soviética, sus grandes aciertos y logros y sus déficits, sus lecciones nunca agotadas, fuente que son del salto cualitativo del marxismo-leninismo a una nueva y superior etapa, al Marxismo-Leninismo-Maoísmo es que se han sentado las bases teóricas y políticas para que en diversas partes del mundo surjan, existan y se desarrollen estos partidos comunistas de nuevo tipo. Partidos armados y basados en el Marxismo-Leninismo, hoy Maoísmo, en el centralismo-democrático M-L-M, en la crítica y la autocrítica marxista-leninista-maoísta y una férrea disciplina conscientemente aceptada. Los que poniéndose a la altura de estos críticos tiempos se forjan al calor del desatamiento de la guerra popular o se han comprometidos en desatarlas cuando maduren las condiciones políticas, ideológicas y organizativas.
Cuando los comunotraidores (comunistas de palabra y traidores a los interese de la clase obrera en los hechos), revisionistas, neorevisionistas y reformistas creían haberse librado de la bandera roja de la revolución de octubre, he aquí que sus herederos directos, los comunistas (marxistas-leninistas) se han puesto de pie y la empuñan con renovadas fuerzas proletarias. Justa y orgullosamente lo ha dicho con voz estentórea el camarada Mao Tse-tung, “Agradezcamos a Marx, Engels, Lenin y Stalin que nos han dado un arma. Esta arma no es una ametralladora, sino el marxismo-leninismo”.
Y es cierto, dado que “sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario”, ni partido comunista revolucionario ni consecuente revolución proletaria victoriosa. Eso nos lo han enseñado los comunistas (bolcheviques) rusos y ellos mismos con su sangre y sacrificios, a través de la revolución y construcción socialista, la han confirmado.
El Octubre Rojo de 1917 ha realizado por primera vez en la historia de la humanidad una nueva democracia, de una efectiva, real y directa democracia para las masas trabajadoras. Las cuales han tomado en sus manos todo el poder del Estado, en la economía y en la sociedad.
Sólo la dictadura de clase de los obreros y campesinos, con la indiscutida dirección del proletariado comunista, puede asegurar el derrocamiento del antiguo régimen burgués-terrateniente y el éxito en la revolución y construcción socialista. La dictadura contra los enemigos de clase y la más completa democracia para los proletarios, para el pueblo. Los reformistas, revisionistas y neorevisionistas niegan la inevitabilidad de la implantación de la Dictadura del proletariado –la “tiranía” del proletariado berreaba en Panamá liberal-burgués y semifeudal en los años 20 del siglo pasado- presentándola como algo innecesario y “viejo dogma” de tirar a un lado. Si niegas la Dictadura del Proletariado, entonces propugnas por la continuidad de la dictadura capitalista. La cosa es así o así. Lo que le quitas a uno se lo das al otro, y eso otro es siempre el mortal enemigo de la clase obrera y del socialismo.
En realidad, gimoteen cuanto quieran los adoradores de la paz entre las clases y de un socialismo construido sobre las bases del viejo Estado oligárquico y sobre la vieja estructura material, basada en la propiedad privada de compradores y latifundistas, la única vía para demoler la máquina estatal de la burguesía y sustituirla por una nueva donde el pueblo trabajador tenga en sus manos toda la autoridad política, así como para vencer a los capitalistas e imperialistas complotadores irrendentistas la instauración de la dictadura de la clase trabajadora y del pueblo revolucionario.
Sólo quién ha renegado de la revolución, quién ha renegado del Marxismo-Leninismo- Maoísmo, puede aparentar creer que se puede construir la sociedad socialista sin la Dictadura del Proletariado. Sólo imbéciles y bellacos, vale decir la izquierda de la burguesía fascista, pueden pensar y propalar que el socialismo puede ser construido desde el viejo aparato estatal burgués o apenas pintarrajeándolo de “modernizado”.
El Octubre Rojo de 1917 al elevar a los trabajadores a las alturas del poder ha creado condiciones nuevas, las que han permitido a los obreros y campesinos generar un nuevo modo de pensar y de ver el mundo, de organizar la lucha de clases por la emancipación de la humanidad explotada. Así como hicieron los revolucionarios proletarios rusos, conquistar el poder y embarcarse en la construcción de la nueva sociedad, batir a sus enemigos internos y externos, los comunistas marxistas-leninistas, hoy maoístas, de todos los países promoviendo en el seno del pueblo la justa y científica Concepción General del Mundo irán barriendo y ajustando cuentas con las viejas concepciones de los explotadores, las viejas ideas revisionistas y reformistas. Con las viejas clases y los viejos partidos revisionistas y reformistas. Sólo así y únicamente así, encaminados al socialismo y al comunismo, se apadrinarán de la ciencia de la revolución y forjarán una sólida conciencia comunista de clase, naciendo así el auténtico hombre nuevo
La Revolución de Octubre Rojo representa la gran victoria del Marxismo-Leninismo sobre el revisionismo, el reformismo, el pacifismo y el parlamentarismo. Que sí se quiere llegar al socialismo se debe abandonar toda ilusión sobre el pasaje pacífico, electoral, para ello es necesario desenmascarar, denunciar y derrotar las manifestaciones concretas del oportunismo en el seno del movimiento revolucionario el revisionismo hoy en vías de reciclarse, al neorevisionismo con máscara de “ultraizquierda” pero derechista en su actividad, y el socialreformismo burgués del siglo XXI; como así hacer con el centrismo, ayuda de cámara de aquellos, infiltrado en el proceso revolucionario mundial como en cada país concreto.
La Revolución de Octubre ha significado un viraje en la época histórica (como la del “el imperialismo”), aperturando aquella del imperialismo y de las revoluciones proletarias, tanto las socialistas como las de nueva democracia en los países oprimidos nacionalmente. Sobretodo demostrado que el “imperialismo es un tigre de papel” y que cualquiera país, por pequeño que sea, si se dispone puede enfrentarlo y derrotarlo.
La Revolución de Octubre no sólo ha tenido una importancia histórica para Rusia, sino que posee un valor internacional, mundial. Ella nos señala, lo que se hizo en Rusia lo pueden hacer todos los explotados de cualquier país.
Nosotros comunistas (marxistas-leninistas) de Panamá al conmemorar este 94º Aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre de Rusia, rendimos homenaje al pensamiento de Lenin y Stalin sus guías y realizadores, así como a todos los pueblos que han llevado a la gloriosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hasta más allá del cielo.
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Notas:
(*) En cuanto al mes y día me atengo lo que ya es tradicional usar. Según el viejo calendario ruso, la Revolución bolchevique fue en Octubre, 25, pero luego de adoptado el nuevo correspondió al 7 de noviembre.

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