Falangista,
ministro de Franco y de Juan Carlos de Borbón
MANUEL
FRAGA IRIBARNE: UN ENEMIGO DEL PUEBLO
Por
R. Manzanares
El pasado 15 de enero murió en Madrid a los
89 años de edad Manuel Fraga Iribarne. A las alabanzas de sus reaccionarios correligionarios
de partido (“un hombre ejemplar” (!!) -según el comunicado del P”P”-, se
sumaron, entre otras, las expresiones de
“profundo respeto”(!!) por la figura de Fraga por parte de la Comisión Ejecutiva del P”SO”E, sin olvidar
las declaraciones del renegado Santiago Carrillo que calificó a Fraga de
“liberal” (!!), además de la asistencia a su entierro en San Pedro de Pernes,
en Miño (A Coruña) de los secretarios de las centrales sindicales
colaboracionistas amarillas CC”OO” y UG”T” de Galicia. En el homenaje en la Plaza
del Obradoiro de Santiago de Compostela organizado por la Xunta de Galicia el día
21, el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, destacó la religiosidad (!) de
Fraga al que definió como “una persona de bien”(!). En resumen, que en el último adiós a este archirreaccionario,
todos los sectores de la burguesía se han unido como una piña poniendo por las
nubes a Manuel Fraga Iribarne.
Pero los comunistas y revolucionarios, el proletariado
con conciencia de clase, las masas populares y todos cuántos sufrieron la
represión de la dictadura fascista de Franco y los primeros años de monarquía
juancarlista, nunca podrán olvidar ni perdonar a este fascista, ministro del
asesino Franco, ministro del carnicero de Málaga, Arias Navarro, en el primer
gobierno de la restaurada monarquía y un reaccionario hasta la médula.
A la burguesía, a los desmemoriados, a
quienes tratan ahora de embellecer la figura de Manuel Fraga Iribarne y ocultar
su pasado negro y fascista, les recordaremos que, nacido en 1922, en su
juventud, tras unos ejercicios espirituales en el Monasterio de Samos, se
planteó seguir la carrera eclesiástica, incluso la militar, aunque finalmente
optó por los estudios de Derecho, completando su formación en el fascista
Instituto de Estudios Políticos (una de las principales entidades generadoras
de la ideología del Estado franquista) y en la Congregación Mariana de San Luis
Gonzaga. Su contacto con los jesuitas acabaría forjando su carácter e intereses
intelectuales.
En 1951 Fraga Iribarne entra en el mundo
político del régimen dictatorial fascista de Franco como Secretario General del
Instituto de Cultura Hispánica y, tras afiliarse a Falange en esa misma década,
en 1957 el ministro franquista José Solís Ruiz le nombra Delegado Nacional de Asociaciones
del Movimiento Nacional (nombre del partido fascista bajo el cual Franco en
1937 unificó a los asesinos falangistas y carlistas y que sería el ente que
rigiera la política de la dictadura franquista a los largo de sus casi 40 años
de existencia). Es entonces cuando Manuel Fraga Iribarne inicia su meteórica
carrera en el régimen fascista de Franco, desde su designación en 1961 como director del fascista Instituto de Estudios
Políticos hasta el verano de 1962 en que Franco le nombra Ministro de Información
y Turismo jurando los principios del Movimiento Nacional.
Será
un año después, en 1963, cuando Manuel
Fraga Iribarne al frente de dicho Ministerio dirija la campaña de difamación
pública contra el dirigente del Partido Comunista de España (PCE) Julián
Grimau, detenido por la policía política franquista en Madrid el 7 de noviembre
de 1962, condenado a muerte por un tribunal militar y fusilado, con la
aprobación del propio Fraga Iribarne, el 20 de abril de 1963.
En
marzo de 1966 Manuel Fraga Iribarne presenta ante las Cortes franquistas su
proyecto de Ley de Prensa. En su discurso de defensa del proyecto, Fraga
Iribarne afirmó que la nueva ley significaría “una libertad real, sin partidas
de la porra, sin duelos ni desafíos, sin trusts o monopolios, sin libertinaje y
sin abusos. Será una libertad para mantener limpia a España, no para mancharla
ni menos destruirla”. La ley -aprobada
el 15 de marzo por las Cortes franquistas-, que en la letra significaba una liberalización
importante respecto a la situación anterior a la que se enfrentaba la prensa
bajo la dictadura fascista, promueve un
nuevo control de los periodistas y de la ínfima libertad de expresión,
llegándose a aplicar una larga sucesión de expedientes administrativos a las
empresas periodísticas de la época. Además la ley “se vio muy endurecida por sus desarrollos reglamentarios, que
significaron la instrumentación de las amplias facultades administrativas del
régimen en cuanto a secuestro, denuncia, querella criminal, expediente
administrativo y multa. Así el decreto 752/1966 de 31 de marzo estableció los
casos concretos de secuestro de publicaciones periódicas por el director
general de prensa o por los delegados provinciales de Información, un recurso
que fue desde entonces intensamente utilizado. (…)
Pero además de por su propio desarrollo
reglamentario, que permitió todo un amplio despliegue disciplinario desde el
ministerio de información y turismo, las posibilidades de expresión dentro del
margen de la Ley de prensa se vieron muy coartadas por disposiciones generales
y resoluciones no directamente conectadas con el ministerio de información,
aunque sí inscritas en una política de restricciones al libre acceso a la
informaciones sobre cuestiones públicas. Entre las primeras, las más
importantes, con mucho, fue la Ley 9/1968 de 5 de abril sobre secretos
oficiales. Con ella, se estableció una normativa acerca de materias
“clasificadas” o reservadas que cerraban a la información pública asuntos
importantes de interés general. (…)
Otro caso de dificultades crecientes en el
acceso a la información fue el que generó el propio Tribunal Supremo. Ante el
interés de la prensa por los procesos que de forma cada vez más numerosa se
venían desarrollando en el Tribunal del Orden Público, el presidente del
Tribunal Supremo, en reunión sostenida con los informadores de Tribunales el 1
de julio de 1968, les anunció que habiendo un tanto de parcialidad y una
“cierta obsesión” por las sentencias del TOP (que hasta entonces venía
facilitando la secretaría técnica del Tribunal Supremo) en lo sucesivo no se
facilitarían aquellas que, a juicio de la propia secretaría, “tengan verdadero
interés”
Cabría reseñar otros aspectos importantes
sobre el control, de la información como el de las agencias de información.
Efe-Cifra, de propiedad estatal, canaliza la mayor parte de la información
exterior e interior. Incluso en relación con esta última, y ante el incremento
que se venían produciendo en la información sobre conflictos laborales por la
agencia Fiel, de propiedad particular, en 1968 se produjo su absorción por
parte de Efe-Cifra”. (1)
Pocos meses después, se convoca el
Referéndum Nacional sobre la Ley Orgánica del Estado con el objetivo de
asegurar la continuación del franquismo sin Franco (primer paso para la
posterior designación en 1969 de Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco
“a titulo de Rey”). Fraga es designado como máxima autoridad política del
régimen para organizar el referéndum del 14 de diciembre de 1966 de aprobación
de la ley y de hacer que la consulta se convierta también en una muestra de
confianza y adhesión del pueblo español a su “Caudillo”. Fraga interviene en
Televisión Española el 24 de noviembre y afirma: “Franco, el héroe hecho padre,
que vela día y noche sobre la paz de su pueblo. ¿Quiénes se oponen? ¿a quiénes disgusta?
La respuesta se puede oír en la rabieta que han pillado todas las emisoras
comunistas: hay que boicotear la ley y el referéndum. Ya lo sabéis: Moscú,
Praga, Budapest os piden que no votéis o que votéis en contra”. Y exhortando a
los ciudadanos a votar sí añade: “La respuesta es Francisco Franco, nuestro
Caudillo, con una vida entera al servicio de la patria y 30 años de buen
gobierno”.
En la
noche del 17 de enero de 1969, cuatro
estudiantes antifranquistas fueron detenidos en Madrid. Tres días después, uno
de ellos, Enrique Ruano Casanova, estudiante quinto curso de Derecho en la
Universidad Complutense de Madrid y militante del Frente de Liberación Popular
(FLP) era asesinado por la policía política de la siniestra Brigada Político
Social (BPS) al arrojarlo por la ventana desde un séptimo piso en el transcurso
del registro efectuado en la calle General Mola (hoy Príncipe de Vergara)
número 60. El intento de justificar la muerte del joven estudiante
presentándolo como un suicidio, con la colaboración del diario monárquico ABC, produce una oleada de potentes
movilizaciones que unen en asambleas y manifestaciones en las calles de Madrid
y otras ciudades a estudiantes y obreros al grito de “¡A Enrique Ruano lo han
asesinado!”. Manifestaciones que son reprimidas por la policía con detenciones
preventivas y disparos al aire y, ante su incremento, el régimen franquista
decreta el estado de excepción en toda España durante tres meses y la
consiguiente suspensión de varios artículos del “Fuero de los Españoles”
relacionados con unas supuestas “libertades” de expresión, reunión, residencia
y asociación y unas supuestas “garantías” en cuanto a registros domiciliarios y
detenciones policiales, que, por supuesto, eran inexistentes bajo la dictadura
franquista pero de esta manera serían aún más limitadas. “Los motivos alegados públicamente por el ministro [Manuel Fraga
Iribarne] para la adopción de tal
decisión fueron atribuidos a unas acciones minoritarias pero sistemáticamente
dirigidas a turbar la paz de España. Una estrategia en la que, también según
Fraga, se utilizaba la generosidad ingenua de la juventud para llevarla a una
orgía de nihilismo, de anarquismo y de desobediencia. (Informaciones,
25-I-1969).
A la
luz de lo escrito en sus memorias no parece que el ministro [Manuel Fraga
Iribarne] viviese la muerte de Enrique
Ruano con especial indignación, como han sostenido algunos autores, ni que
pueda eximírsele de responsabilidades en lo sucedido alrededor del anuncio de
su desaparición. Así lo denunciaron Leguina y Ubierna: Ejercía entonces de
ministro de Información y Turismo Manuel Fraga Iribarne, y Manuel Jiménez
Quílez, a las órdenes de Fraga, era el director general de Prensa, quien, junto
con el director de ABC, Torcuato Luca de Tena y el periodista de los
Tribunales, Alfredo Semprún, prepararon la ofensiva periodística, intentando
por todos los medios intoxicar en torno a la muerte de Enrique Ruano.” (2)
En diciembre de ese mismo año de 1969,
Franco reorganiza su gobierno nombrando a varios nuevos ministros vinculados a
la secta del Opus Dei y cesa a Manuel Fraga Iribarne en su cargo de Ministro de
Información y Turismo. Manuel Fraga Iribarne pide su reingreso en la Facultad
de Ciencias Políticas de la Universidad de Madrid. En su primer día de clase
los estudiantes provocan un sonoro pateo de protesta. Manuel Fraga Iribarne,
que ordenaba a un conserje retirar todos los carteles antifascistas y reivindicativos
que colocaban los estudiantes en su clase, fue declarado por sus alumnos de
segundo curso de Políticas persona
non grata. En otra ocasión al subirse Manuel Fraga Iribarne a un autobús de
la línea P que hacía su recorrido entre Moncloa y la Facultad de Políticas en
Somosaguas, todos los demás ocupantes, profesores y estudiantes, se bajaron del
mismo como señal de protesta contra él.
Junto a su actividad docente, Manuel Fraga
compatibilizó distintos cargos en diferentes empresas: presidente de Cervezas “El Águila” (vinculada al Banco Urquijo);
presidente de La Unión Resinera Española SA; consejero de Atlántida de
Inversiones SA; consejero de la Rank Xerox, sin dejar sus cargos como
procurador en Cortes y miembro del Consejo Nacional del Movimiento. El nombre
de Manuel Fraga Iribarne formó parte de la terna que el Consejo del Reino
entregó a Franco cuando el dictador decidió separar las funciones de Jefe del Estado
y Jefe del Gobierno, quedando en segundo lugar por detrás del almirante Luis
Carrero Blanco.
En 1973 Manuel Fraga Iribarne acepta el
cargo de embajador del régimen franquista en Londres. Desde su cargo en la
capital británica desarrolló una febril actividad política cuando elementos del
régimen franquista y la oposición domesticada -compuesta principalmente por los
revisionistas carrillistas del P”C”E y los jerarcas socialdemócratas del
minúsculo P”SO”E- movían sus fichas para asegurarse un espacio en el tablero
del poder en el marco de la transición al postfranquismo que ya estaba en
marcha.
Tras la muerte del asesino Franco en
noviembre de 1975, Fraga vuelve a España siendo nombrado Vicepresidente y Ministro
de la Gobernación (tal y como se
denominaba entonces el actual Ministerio del Interior) que formó el carnicero
de Málaga, Carlos Arias Navarro, dentro del primer gobierno de la monarquía.
Mientras Fraga Iribarne ocupó dicho cargo, entre diciembre de 1975 y julio de
1976 las fuerzas represivas a sus órdenes no cesaron en las detenciones y
torturas de hombres y mujeres antifascistas, en la represión de huelgas y
manifestaciones en las calles de toda España. Esta violencia represiva culminó
el día 3 de marzo de 1976 en Vitoria.
Desde
hacia dos meses, en la capital alavesa,
6.000 obreros de Forjas Alavesas y Mevosa de Alava, estaban en huelga
ininterrumpida demandando un aumento salarial acorde con la continua elevación
del coste de vida y por la readmisión de los despedidos Ante la actitud cerril
de la patronal, que había cerrado las fábricas, la Comisión de Representantes
formada por delegados obreros elegidos en asambleas de todas las empresas,
declaró la huelga general para el miércoles día 3. Ese día la ciudad quedó
paralizada por completo. Después de manifestarse en la calle, los trabajadores
en huelga fueron a celebrar una asamblea
en la iglesia de San Francisco de Asís. Una vez allí, la policía arremetió
contra ellos, incendió el interior de la iglesia lanzando artefactos a través
de las ventanas y cuando salían los huelguistas fueron ametrallados vilmente.
Cinco obreros caían asesinados por las balas de la policía. Sus nombres jamás
los olvidaremos: Pedro María Martínez Ocio, Francisco Aznar Clemente, Romualdo
Barroso Chaparro, José Castillo y Bienvenido Pereda. Otro centenar más de
trabajadores resultaron heridos. La respuesta popular fue una auténtica
insurrección. El pueblo llegó a pedir armas para responder a la violencia policial.
“La
visita de Fraga.
El ministro de la Gobernación estaba en
Alemania, en Bonn. La masacre de Vitoria ponía totalmente en entredicho sus
cínicas manifestaciones democráticas… Allí no pintaba nada y sus entrevistas
quedaron discretamente desaconsejadas e incluso anuladas. Tuvo que volver
rápidamente a Madrid y de Madrid, en helicóptero, a Vitoria. Acompañado de otro
profesional del disimulo y de la comedia aperturista, Martin Villa, ministro de
“relaciones sindicales” (un cargo de auténtica opereta), se presentaba el
sábado día 6 para intentar dar el golpe sicológico. Su orgullo inaudito le hacía
creer que podía contentar al pueblo con cuatro gestos y frases hábiles. No contaba
con el “recibimiento”. Como primer gesto demagógico se presentó en el hospital
de Arana donde estaba el grueso mayor de heridos. Fue recibido con abierta hostilidad.
Insultos por los pasillos… “¡Asesino!”
(…) Fraga había venido como redentor, pero
tuvo que volver como gato escaldado sin llegar a tener el más mínimo contacto
con la población. Incluso hubo grupos de personas que, acercándose a las
erizadas y tupidas guardias con metralletas del Gobierno civil, se atrevieron a
gritarle “asesino” al ministro, como anteriormente lo habían hecho por los
pasillos de la residencia Arana.” (3)
En 1976 Manuel Fraga Iribarne fundó el
neofranquista partido Alianza Popular (AP) con un grupo de exministros del
asesino Franco y cómplices por
tanto, como Fraga, de los crímenes de la
dictadura franquista (Laureano López Rodó, Licinio de la Fuente, Silva Muñoz,
Cruz Martínez Esteruelas, Enrique Fernández de la Mora y Enrique Thomas de
Carranza). En las elecciones de 1977 Fraga
fue elegido diputado por Madrid de AP y designado portavoz parlamentario.
Entre 1977 y 1978 formó parte de la ponencia
que redactó la actual Constitución Española
la cual “culminaba así una de las etapas de la
“transición” y España iniciaba un nuevo rumbo, dejando atrás los años de dictadura
fascista para unirse a los estados de dictadura democráticoburguesa. (…) La
Constitución de 1978 restablecía el régimen monárquico en la persona de Juan Carlos
de Borbón, conforme al pacto sellado años atrás entre Franco y Juan de Borbón
padre del nuevo rey (….) Una ojeada a
esta Constitución, que tanto alaban los neofranquistas del PP como el
P”SO”E, IU, etc., demuestra su carácter reaccionario. Establece “la indisoluble
unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los
españoles” (artículo 2), negando el derecho de autodeterminación a las
distintas nacionalidades. La Constitución instituye el capitalismo como sistema
al reconocer “la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado”
(artículo 38). La Constitución defiende la ocupación colonial de Ceuta y Melilla.
Según esta Constitución, derechos como el de manifestación está limitado y
puede ser prohibido por las autoridades “cuando existan fundadas razones de
alteración del orden público” (artículo21) y así un largo etcétera.
(….) Y así podríamos seguir analizando
artículo por artículo el engañoso documento que es la Constitución monárquica
de 1978. ¿Democracia? Burguesa, por supuesto.
La Constitución monárquica de 1978
representa, por tanto, el punto de vista y los intereses políticos y económicos
de la burguesía y la oligarquía en el poder y sus administradores (…) y está en
oposición frontal a los intereses políticos, económicos y sociales del proletariado
y las masas populares que no deben descansar en su lucha contra el actual
sistema capitalista –hoy bajo el régimen monárquico y su Constitución- que les
oprime y explota. (….)” (4)
En Galicia, a partir de 1990, Manuel Fraga
Iribarne se construyó su pequeño estado,
plagado de caciquismo y corrupción, tras ocupar la presidencia de la
Xunta de Galicia, cargo que ostentó hasta 2005 y en 2006 pasó a ocupar el
puesto de senador vitalicio por el Parlamento gallego.
En resumen, más de medio siglo de actuación
política de Manuel Fraga Iribarne al servicio de los intereses de la oligarquía
española en el poder - tanto con Franco como con Juan Carlos de Borbón- y, en
consecuencia, un acérrimo enemigo del proletariado y del pueblo. Uno de
aquellos asesinos a los que el cantor Manuel Gerena retrató en su poema Son ex ministros de Franco:
Son hijos del
mismo Dios,
Son ex ministros
de Franco;
Son hijos de un
mismo Dios,
Mataban junto al
tirano,
Como el Pueblo
ya lo vio,
Luego siguieron
matando.
Hoy me vienen a
decir
Que son nobles y
soberanos,
Hoy me vienen a
decir
Cuando con sus
propias manos
Firmaron lo que
yo ví,
La muerte de mis
hermanos.
Llaman a otro
asesino,
Están buscando
otro Franco;
Llaman a otro
asesino
Los que se
engordan robando;
Les preocupa su
destino,
¡¡el mundo ya
está cambiando!!
Notas
1. Ramón
Tamames. La República. La Era de Franco.
Historia de España Alfaguara VII. Ediciones Alfaguara /Alianza Editorial. Madrid 1973, pp. 594, 595.2. Ana Domínguez Rama (ed.) Enrique Ruano. Memoria viva de la impunidad del franquismo. Editorial Complutense. Madrid 2011, pp. 45, 46.
3. Gasteiz. Vitoria. De la huelga la matanza. Ruedo Ibérico. 1976, pp. 146, 147.
4. Gran Marcha Hacia el Comunismo. La Constitución monárquica de 1978: un documento al servicio de la oligarquía y contra los intereses del proletariado y el pueblo. Madrid, diciembre de 2010.
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