martes, 24 de enero de 2012

Manuel Fraga Iribarne: Un enemigo del Pueblo. Un articulo de R. Manzanares.


Falangista, ministro de Franco y de Juan Carlos de Borbón

MANUEL FRAGA IRIBARNE: UN ENEMIGO DEL PUEBLO

Por R. Manzanares



   El pasado 15 de enero murió en Madrid a los 89 años de edad Manuel Fraga Iribarne. A las alabanzas de sus reaccionarios correligionarios de partido (“un hombre ejemplar” (!!) -según el comunicado del P”P”-, se sumaron, entre otras,  las expresiones de “profundo respeto”(!!) por la figura de Fraga por parte de  la Comisión Ejecutiva del P”SO”E, sin olvidar las declaraciones del renegado Santiago Carrillo que calificó a Fraga de “liberal” (!!), además de la asistencia a su entierro en San Pedro de Pernes, en Miño (A Coruña) de los secretarios de las centrales sindicales colaboracionistas amarillas CC”OO” y UG”T” de Galicia. En el homenaje en la Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela organizado por la Xunta de Galicia el día 21, el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, destacó la religiosidad (!) de Fraga al que definió como “una persona de bien”(!). En resumen,  que en el último adiós a este archirreaccionario, todos los sectores de la burguesía se han unido como una piña poniendo por las nubes a Manuel Fraga Iribarne.

   Pero los comunistas y revolucionarios, el proletariado con conciencia de clase, las masas populares y todos cuántos sufrieron la represión de la dictadura fascista de Franco y los primeros años de monarquía juancarlista, nunca podrán olvidar ni perdonar a este fascista, ministro del asesino Franco, ministro del carnicero de Málaga, Arias Navarro, en el primer gobierno de la restaurada monarquía y un reaccionario hasta la médula.

   A la burguesía, a los desmemoriados, a quienes tratan ahora de embellecer la figura de Manuel Fraga Iribarne y ocultar su pasado negro y fascista, les recordaremos que, nacido en 1922, en su juventud, tras unos ejercicios espirituales en el Monasterio de Samos, se planteó seguir la carrera eclesiástica, incluso la militar, aunque finalmente optó por los estudios de Derecho, completando su formación en el fascista Instituto de Estudios Políticos (una de las principales entidades generadoras de la ideología del Estado franquista) y en la Congregación Mariana de San Luis Gonzaga. Su contacto con los jesuitas acabaría forjando su carácter e intereses intelectuales.

   En 1951 Fraga Iribarne entra en el mundo político del régimen dictatorial fascista de Franco como Secretario General del Instituto de Cultura Hispánica y, tras afiliarse a Falange en esa misma década, en 1957 el ministro franquista José Solís Ruiz le nombra Delegado Nacional de Asociaciones del Movimiento Nacional (nombre del partido fascista bajo el cual Franco en 1937 unificó a los asesinos falangistas y carlistas y que sería el ente que rigiera la política de la dictadura franquista a los largo de sus casi 40 años de existencia). Es entonces cuando Manuel Fraga Iribarne inicia su meteórica carrera en el régimen fascista de Franco, desde su designación en 1961 como  director del fascista Instituto de Estudios Políticos hasta el verano de 1962 en que Franco le nombra Ministro de Información y Turismo jurando los principios del Movimiento Nacional.

      Será un año después, en 1963,  cuando Manuel Fraga Iribarne al frente de dicho Ministerio dirija la campaña de difamación pública contra el dirigente del Partido Comunista de España (PCE) Julián Grimau, detenido por la policía política franquista en Madrid el 7 de noviembre de 1962, condenado a muerte por un tribunal militar y fusilado, con la aprobación del propio Fraga Iribarne, el 20 de abril de 1963.

    En marzo de 1966 Manuel Fraga Iribarne presenta ante las Cortes franquistas su proyecto de Ley de Prensa. En su discurso de defensa del proyecto, Fraga Iribarne afirmó que la nueva ley significaría “una libertad real, sin partidas de la porra, sin duelos ni desafíos, sin trusts o monopolios, sin libertinaje y sin abusos. Será una libertad para mantener limpia a España, no para mancharla ni menos destruirla”.  La ley -aprobada el 15 de marzo por las Cortes franquistas-,  que en la letra significaba una liberalización importante respecto a la situación anterior a la que se enfrentaba la prensa bajo la dictadura fascista,  promueve un nuevo control de los periodistas y de la ínfima libertad de expresión, llegándose a aplicar una larga sucesión de expedientes administrativos a las empresas periodísticas de la época. Además la ley “se vio muy endurecida por sus desarrollos reglamentarios, que significaron la instrumentación de las amplias facultades administrativas del régimen en cuanto a secuestro, denuncia, querella criminal, expediente administrativo y multa. Así el decreto 752/1966 de 31 de marzo estableció los casos concretos de secuestro de publicaciones periódicas por el director general de prensa o por los delegados provinciales de Información, un recurso que fue desde entonces intensamente utilizado. (…)

   Pero además de por su propio desarrollo reglamentario, que permitió todo un amplio despliegue disciplinario desde el ministerio de información y turismo, las posibilidades de expresión dentro del margen de la Ley de prensa se vieron muy coartadas por disposiciones generales y resoluciones no directamente conectadas con el ministerio de información, aunque sí inscritas en una política de restricciones al libre acceso a la informaciones sobre cuestiones públicas. Entre las primeras, las más importantes, con mucho, fue la Ley 9/1968 de 5 de abril sobre secretos oficiales. Con ella, se estableció una normativa acerca de materias “clasificadas” o reservadas que cerraban a la información pública asuntos importantes de interés general. (…)

   Otro caso de dificultades crecientes en el acceso a la información fue el que generó el propio Tribunal Supremo. Ante el interés de la prensa por los procesos que de forma cada vez más numerosa se venían desarrollando en el Tribunal del Orden Público, el presidente del Tribunal Supremo, en reunión sostenida con los informadores de Tribunales el 1 de julio de 1968, les anunció que habiendo un tanto de parcialidad y una “cierta obsesión” por las sentencias del TOP (que hasta entonces venía facilitando la secretaría técnica del Tribunal Supremo) en lo sucesivo no se facilitarían aquellas que, a juicio de la propia secretaría, “tengan verdadero interés”

   Cabría reseñar otros aspectos importantes sobre el control, de la información como el de las agencias de información. Efe-Cifra, de propiedad estatal, canaliza la mayor parte de la información exterior e interior. Incluso en relación con esta última, y ante el incremento que se venían produciendo en la información sobre conflictos laborales por la agencia Fiel, de propiedad particular, en 1968 se produjo su absorción por parte de Efe-Cifra”. (1)

   Pocos meses después, se convoca el Referéndum Nacional sobre la Ley Orgánica del Estado con el objetivo de asegurar la continuación del franquismo sin Franco (primer paso para la posterior designación en 1969 de Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco “a titulo de Rey”). Fraga es designado como máxima autoridad política del régimen para organizar el referéndum del 14 de diciembre de 1966 de aprobación de la ley y de hacer que la consulta se convierta también en una muestra de confianza y adhesión del pueblo español a su “Caudillo”. Fraga interviene en Televisión Española el 24 de noviembre y afirma: “Franco, el héroe hecho padre, que vela día y noche sobre la paz de su pueblo. ¿Quiénes se oponen? ¿a quiénes disgusta? La respuesta se puede oír en la rabieta que han pillado todas las emisoras comunistas: hay que boicotear la ley y el referéndum. Ya lo sabéis: Moscú, Praga, Budapest os piden que no votéis o que votéis en contra”. Y exhortando a los ciudadanos a votar sí añade: “La respuesta es Francisco Franco, nuestro Caudillo, con una vida entera al servicio de la patria y 30 años de buen gobierno”.

    En la noche del 17  de enero de 1969, cuatro estudiantes antifranquistas fueron detenidos en Madrid. Tres días después, uno de ellos, Enrique Ruano Casanova, estudiante quinto curso de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid y militante del Frente de Liberación Popular (FLP) era asesinado por la policía política de la siniestra Brigada Político Social (BPS) al arrojarlo por la ventana desde un séptimo piso en el transcurso del registro efectuado en la calle General Mola (hoy Príncipe de Vergara) número 60. El intento de justificar la muerte del joven estudiante presentándolo como un suicidio, con la colaboración del diario monárquico ABC, produce una oleada de potentes movilizaciones que unen en asambleas y manifestaciones en las calles de Madrid y otras ciudades a estudiantes y obreros al grito de “¡A Enrique Ruano lo han asesinado!”. Manifestaciones que son reprimidas por la policía con detenciones preventivas y disparos al aire y, ante su incremento, el régimen franquista decreta el estado de excepción en toda España durante tres meses y la consiguiente suspensión de varios artículos del “Fuero de los Españoles” relacionados con unas supuestas “libertades” de expresión, reunión, residencia y asociación y unas supuestas “garantías” en cuanto a registros domiciliarios y detenciones policiales, que, por supuesto, eran inexistentes bajo la dictadura franquista pero de esta manera serían aún más limitadas. “Los motivos alegados públicamente por el ministro [Manuel Fraga Iribarne] para la adopción de tal decisión fueron atribuidos a unas acciones minoritarias pero sistemáticamente dirigidas a turbar la paz de España. Una estrategia en la que, también según Fraga, se utilizaba la generosidad ingenua de la juventud para llevarla a una orgía de nihilismo, de anarquismo y de desobediencia. (Informaciones, 25-I-1969).

   A la luz de lo escrito en sus memorias no parece que el ministro [Manuel Fraga Iribarne] viviese la muerte de Enrique Ruano con especial indignación, como han sostenido algunos autores, ni que pueda eximírsele de responsabilidades en lo sucedido alrededor del anuncio de su desaparición. Así lo denunciaron Leguina y Ubierna: Ejercía entonces de ministro de Información y Turismo Manuel Fraga Iribarne, y Manuel Jiménez Quílez, a las órdenes de Fraga, era el director general de Prensa, quien, junto con el director de ABC, Torcuato Luca de Tena y el periodista de los Tribunales, Alfredo Semprún, prepararon la ofensiva periodística, intentando por todos los medios intoxicar en torno a la muerte de Enrique Ruano.” (2)

   En diciembre de ese mismo año de 1969, Franco reorganiza su gobierno nombrando a varios nuevos ministros vinculados a la secta del Opus Dei y cesa a Manuel Fraga Iribarne en su cargo de Ministro de Información y Turismo. Manuel Fraga Iribarne pide su reingreso en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Madrid. En su primer día de clase los estudiantes provocan un sonoro pateo de protesta. Manuel Fraga Iribarne, que ordenaba a un conserje retirar todos los carteles antifascistas y reivindicativos que colocaban los estudiantes en su clase, fue declarado por sus alumnos de segundo curso de  Políticas  persona non grata. En otra ocasión al subirse Manuel Fraga Iribarne a un autobús de la línea P que hacía su recorrido entre Moncloa y la Facultad de Políticas en Somosaguas, todos los demás ocupantes, profesores y estudiantes, se bajaron del mismo como señal de protesta contra él.

   Junto a su actividad docente, Manuel Fraga compatibilizó distintos cargos en diferentes empresas: presidente  de Cervezas “El Águila” (vinculada al Banco Urquijo); presidente de La Unión Resinera Española SA; consejero de Atlántida de Inversiones SA; consejero de la Rank Xerox, sin dejar sus cargos como procurador en Cortes y miembro del Consejo Nacional del Movimiento. El nombre de Manuel Fraga Iribarne formó parte de la terna que el Consejo del Reino entregó a Franco cuando el dictador decidió separar las funciones de Jefe del Estado y Jefe del Gobierno, quedando en segundo lugar por detrás del almirante Luis Carrero Blanco.

   En 1973 Manuel Fraga Iribarne acepta el cargo de embajador del régimen franquista en Londres. Desde su cargo en la capital británica desarrolló una febril actividad política cuando elementos del régimen franquista y la oposición domesticada -compuesta principalmente por los revisionistas carrillistas del P”C”E y los jerarcas socialdemócratas del minúsculo P”SO”E- movían sus fichas para asegurarse un espacio en el tablero del poder en el marco de la transición al postfranquismo que ya estaba en marcha.

   Tras la muerte del asesino Franco en noviembre de 1975, Fraga vuelve a España siendo nombrado Vicepresidente y Ministro de  la Gobernación (tal y como se denominaba entonces el actual Ministerio del Interior) que formó el carnicero de Málaga, Carlos Arias Navarro, dentro del primer gobierno de la monarquía. Mientras Fraga Iribarne ocupó dicho cargo, entre diciembre de 1975 y julio de 1976 las fuerzas represivas a sus órdenes no cesaron en las detenciones y torturas de hombres y mujeres antifascistas, en la represión de huelgas y manifestaciones en las calles de toda España. Esta violencia represiva culminó el día 3 de marzo de 1976 en Vitoria.

    Desde hacia dos meses, en la capital alavesa,  6.000 obreros de Forjas Alavesas y Mevosa de Alava, estaban en huelga ininterrumpida demandando un aumento salarial acorde con la continua elevación del coste de vida y por la readmisión de los despedidos Ante la actitud cerril de la patronal, que había cerrado las fábricas, la Comisión de Representantes formada por delegados obreros elegidos en asambleas de todas las empresas, declaró la huelga general para el miércoles día 3. Ese día la ciudad quedó paralizada por completo. Después de manifestarse en la calle, los trabajadores en huelga fueron a  celebrar una asamblea en la iglesia de San Francisco de Asís. Una vez allí, la policía arremetió contra ellos, incendió el interior de la iglesia lanzando artefactos a través de las ventanas y cuando salían los huelguistas fueron ametrallados vilmente. Cinco obreros caían asesinados por las balas de la policía. Sus nombres jamás los olvidaremos: Pedro María Martínez Ocio, Francisco Aznar Clemente, Romualdo Barroso Chaparro, José Castillo y Bienvenido Pereda. Otro centenar más de trabajadores resultaron heridos. La respuesta popular fue una auténtica insurrección. El pueblo llegó a pedir armas para responder a la violencia policial.

   “La visita de Fraga.

   El ministro de la Gobernación estaba en Alemania, en Bonn. La masacre de Vitoria ponía totalmente en entredicho sus cínicas manifestaciones democráticas… Allí no pintaba nada y sus entrevistas quedaron discretamente desaconsejadas e incluso anuladas. Tuvo que volver rápidamente a Madrid y de Madrid, en helicóptero, a Vitoria. Acompañado de otro profesional del disimulo y de la comedia aperturista, Martin Villa, ministro de “relaciones sindicales” (un cargo de auténtica opereta), se presentaba el sábado día 6 para intentar dar el golpe sicológico. Su orgullo inaudito le hacía creer que podía contentar al pueblo con cuatro gestos y frases hábiles. No contaba con el “recibimiento”. Como primer gesto demagógico se presentó en el hospital de Arana donde estaba el grueso mayor de heridos. Fue recibido con abierta hostilidad. Insultos por los pasillos… “¡Asesino!”

   (…) Fraga había venido como redentor, pero tuvo que volver como gato escaldado sin llegar a tener el más mínimo contacto con la población. Incluso hubo grupos de personas que, acercándose a las erizadas y tupidas guardias con metralletas del Gobierno civil, se atrevieron a gritarle “asesino” al ministro, como anteriormente lo habían hecho por los pasillos de la residencia Arana.” (3)

    En 1976 Manuel Fraga Iribarne fundó el neofranquista partido Alianza Popular (AP) con un grupo de exministros del asesino Franco  y cómplices por tanto,  como Fraga, de los crímenes de la dictadura franquista (Laureano López Rodó, Licinio de la Fuente, Silva Muñoz, Cruz Martínez Esteruelas, Enrique Fernández de la Mora y Enrique Thomas de Carranza). En las elecciones de 1977  Fraga fue elegido diputado por Madrid de AP y designado portavoz parlamentario.

   Entre 1977 y 1978 formó parte de la ponencia que redactó la actual Constitución Española  la cual  “culminaba así una de las etapas de la “transición” y España iniciaba un nuevo rumbo, dejando atrás los años de dictadura fascista para unirse a los estados de dictadura democráticoburguesa. (…) La Constitución de 1978 restablecía el régimen monárquico en la persona de Juan Carlos de Borbón, conforme al pacto sellado años atrás entre Franco y Juan de Borbón padre del nuevo rey (….) Una ojeada a  esta Constitución, que tanto alaban los neofranquistas del PP como el P”SO”E, IU, etc., demuestra su carácter reaccionario. Establece “la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles” (artículo 2), negando el derecho de autodeterminación a las distintas nacionalidades. La Constitución instituye el capitalismo como sistema al reconocer “la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado” (artículo 38). La Constitución defiende la ocupación colonial de Ceuta y Melilla. Según esta Constitución, derechos como el de manifestación está limitado y puede ser prohibido por las autoridades “cuando existan fundadas razones de alteración del orden público” (artículo21) y así un largo etcétera.

 (….) Y así podríamos seguir analizando artículo por artículo el engañoso documento que es la Constitución monárquica de 1978. ¿Democracia? Burguesa, por supuesto.

   La Constitución monárquica de 1978 representa, por tanto, el punto de vista y los intereses políticos y económicos de la burguesía y la oligarquía en el poder y sus administradores (…) y está en oposición frontal a los intereses políticos, económicos y sociales del proletariado y las masas populares que no deben descansar en su lucha contra el actual sistema capitalista –hoy bajo el régimen monárquico y su Constitución- que les oprime y explota. (….)” (4)

   En Galicia, a partir de 1990, Manuel Fraga Iribarne se construyó su pequeño estado,  plagado de caciquismo y corrupción, tras ocupar la presidencia de la Xunta de Galicia, cargo que ostentó hasta 2005 y en 2006 pasó a ocupar el puesto de senador vitalicio por el Parlamento gallego.

    En resumen, más de medio siglo de actuación política de Manuel Fraga Iribarne al servicio de los intereses de la oligarquía española en el poder - tanto con Franco como con Juan Carlos de Borbón- y, en consecuencia, un acérrimo enemigo del proletariado y del pueblo. Uno de aquellos asesinos a los que el cantor Manuel Gerena retrató en su poema Son ex ministros de Franco:



Son hijos del mismo Dios,

Son ex ministros de Franco;

Son hijos de un mismo Dios,

Mataban junto al tirano,

Como el Pueblo ya lo vio,

Luego siguieron matando.



Hoy me vienen a decir

Que son nobles y soberanos,

Hoy me vienen a decir

Cuando con sus propias manos

Firmaron lo que yo ví,

La muerte de mis hermanos.



Llaman a otro asesino,

Están buscando otro Franco;

Llaman a otro asesino

Los que se engordan robando;

Les preocupa su destino,

¡¡el mundo ya está cambiando!!

Notas
1. Ramón Tamames. La República. La Era de Franco. Historia de España Alfaguara VII.  Ediciones Alfaguara /Alianza  Editorial. Madrid 1973, pp. 594, 595.
2. Ana Domínguez Rama (ed.) Enrique Ruano. Memoria viva de la impunidad del franquismo. Editorial Complutense. Madrid 2011, pp. 45, 46.
3. Gasteiz. Vitoria. De la huelga la matanza. Ruedo Ibérico. 1976,  pp. 146, 147.
4. Gran Marcha Hacia el Comunismo. La Constitución monárquica de 1978: un documento al servicio de la oligarquía y contra los intereses del proletariado y el pueblo. Madrid, diciembre de 2010.




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