sábado, 14 de abril de 2012
Estado español: Documento sobre las influencias del nacionalismo en el Partido proletario. GMHC.
¡Proletarios y pueblos oprimidos del mundo, uníos!
FORJEMOS LA UNIDAD DE LA LUCHA DEL PROLETARIADO CON UN PARTIDO REVOLUCIONARIO DE NUEVO TIPO
MARXISTA-LENINISTA-MAOISTA REPELIENDO LAS INFLUENCIAS BURGUESAS DEL NACIONALISMO
Somos enemigos de acomodar el socialismo al nacionalismo.
V. I. Lenin. “Los problemas espinosos de nuestro Partido” (1912)
Dado que España es un país capitalista desarrollado e imperialista de segunda categoría y que la contradicción principal que enfrenta a la sociedad española es la que existe entre la oligarquía financiera y la gran burguesía de un lado, y la clase obrera y el resto del pueblo de otro, sólo con un partido proletario revolucionario de nuevo tipo marxista-leninista-maoísta podrá realizarse la revolución proletaria a través de la guerra popular e instaurarse un Estado de dictadura del proletariado que exprese y defienda los intereses de todos los trabajadores, construyéndose el socialismo y, a través de sucesivas revoluciones culturales proletarias, asegurarse la victoria definitiva de la vía socialista sobre la vía capitalista, hasta alcanzar la sociedad sin clases, el comunismo.
El proletariado defiende el internacionalismo pues constituye una clase única a nivel mundial con unos intereses idénticos por encima de las diferencias nacionales. Su objetivo final es la superación de las naciones para crear una sociedad comunista mundial.
En la actualidad, España constituye una unidad nacional-estatal bien definida. Stalin define claramente la nación de la forma siguiente:
“Nación es una comunidad humana estable, históricamente formada y surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología, manifestada ésta en la comunidad de cultura”. (J. Stalin. El Marxismo y la cuestión nacional. Obras, t. II. Ediciones Vanguardia Obrera. Madrid 1984, pág. 316).
De acuerdo con este criterio justo y científico, España constituye en la actualidad una nación y no una pluralidad de naciones unidas tan sólo por la existencia de un aparato estatal único y centralizado, como erróneamente consideran algunos. Esto, por supuesto, no excluye la existencia de una serie de pueblos con determinadas particularidades nacionales más o menos acentuadas que no constituyen naciones propiamente dichas, denominadas nacionalidades. Dentro de España las tres regiones con particularidades nacionales más significativas –o nacionalidades- son Cataluña, Euzkadi y Galicia.
Pero es significativo que hoy día la influencia del nacionalismo burgués está muy presente entre quienes se reclaman marxistas-leninistas-maoístas y esta influencia se refleje de muy diversas formas.
Así, por ejemplo, el emblema nacionalista conocido como “lábaro cántabro” se superpone sobre la bandera roja con la hoz y el martillo, casi tapándola, en el blog de Odio de Clase que se define como “cumunista revolucionariu cántabru”.
Por otra parte, existe la posición política errónea altamente extendida entre los destacamentos marxistas-leninistas-maoístas de España en cuanto, por ejemplo, a referirse a ésta con el término “Estado español”. Esto es un claro reflejo de inmadurez política y falta de dominio del marxismo-leninismo-maoísmo; es un reflejo también del peso de la ideología nacionalista en las filas del proletariado y, en consecuencia, una actitud que supone ir a remolque del nacionalismo burgués. No es correcto que los comunistas nos refiramos a España como “Estado español” pues con ello lo único que hacemos es negar que España es una nación y, por tanto, expresar la ideología y política de la pequeña y mediana burguesía. Gran Marcha Hacia el Comunismo mantuvo dicha posición errónea desde su origen hasta 2011, habiendo ya rectificado como consecuencia del análisis y estudio de esta cuestión en base a los principios del marxismo-leninismo-maoísmo.
El término “Estado español” hace referencia al Estado –al aparato de dominación hoy de la burguesía, a esa máquina actualmente en manos de los capitalistas para el sojuzgamiento de la clase obrera y el pueblo- pero no aborda el problema esencial que es la comunidad existente entre los diferentes pueblos que conviven bajo el mismo yugo de ese Estado y a la relación que existe entre los diferentes pueblos que conforman España y que sufren la misma opresión y explotación por parte de los mismos enemigos capitalistas, que hablan todos el mismo idioma castellano (al igual que otras lenguas), participan de la misma vida económica, son partícipes de la misma cultura (sin dejar de lado manifestaciones culturales propias), etc. Las características que hacen que España sea una nación hace que resulte fuera de lugar pretender que lo que únicamente une a los diversos pueblos de España es la existencia de un aparato estatal único y centralizado.
Tras la restauración monárquica después de la muerte del asesino Franco, la Constitución burguesa de 1978 elaborada por los distintos clanes políticos de la burguesía e impuesta en una farsa de referéndum a la clase obrera y al pueblo, establece “la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”, negando así el derecho de autodeterminación a las distintas nacionalidades.
Los comunistas, los marxistas-leninistas-maoístas al abordar el problema de las nacionalidades, defendemos el derecho a la libre autodeterminación de las nacionalidades existentes en España, que permita a la población de las mismas decidir la futura forma de vincularse con las otras nacionalidades y pueblos de España ya sea en un mismo Estado o bien su separación como Estado independiente.
Sin embargo, dado que es la misma oligarquía la que oprime y explota a la clase obrera y a las masas populares de toda España, incluidas las de las nacionalidades y regiones que la conforman, los comunistas consideramos que la clase obrera y las masas populares de las distintas nacionalidades de España tienen una causa común y un mismo enemigo común. Llamar a una lucha por separado del proletariado y el pueblo de una nacionalidad es una actitud liquidacionista, principalmente para el pueblo de esa nacionalidad, y favorece a los intereses de la burguesía y la oligarquía dominante al dividir las fuerzas que pueden y desean aplastarlos. El deber de los comunistas, tal y como nos han enseñado los maestros del proletariado, es preservar la unidad política y organizativa de la clase obrera y las masas populares en la lucha contra la oligarquía que detenta el poder hasta su derrocamiento y la instauración del socialismo.
Frente a quienes propugnan el separatismo y la “independencia” estatal para determinadas regiones y nacionalidades dentro de España, los marxistas-leninistas-maoístas debemos demostrar a la clase obrera y a las masas populares el carácter reaccionario que implica la alternativa separatista, y tal como señalaba Lenin: “Las masas de la población saben perfectamente, por la experiencia cotidiana, lo que significan los lazos geográficos y económicos, las ventajas de un gran mercado y de un gran Estado y sólo se decidirán a la separación cuando la opresión nacional y los roces nacionales hagan la vida en común absolutamente insoportable.” (V. I. Lenin. El derecho de las naciones a la autodeterminación. Obras Escogidas, t. V, Editorial Progreso, Moscú 1976, p.127).
La historia de la construcción del Partido Comunista (Bolchevique) de la U.R.S.S. con Lenin y Stalin a su cabeza, es un vivo ejemplo que los marxistas-leninistas-maoístas no debemos pasar por alto y estudiar con ahínco a la hora de construir el partido proletario revolucionario de nuevo tipo marxista-leninista-maoísta en España.
En la Rusia zarista, un Estado que abarcaba a diversas naciones totalmente diversas unas de otras:
“(…) a pesar de haberse celebrado en 1898 el primer Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, en el que se había proclamado la creación del Partido, la realidad era que éste no estaba formado aún. No tenía programa ni estatutos. El Comité Central del Partido elegido en el primer Congreso, fue detenido y no volvió ya a reconstituirse, pues no hubo quien lo reconstituyera. Más aún; después del primer Congreso, la dispersión ideológica y la desarticulación orgánica del partido, lejos de disminuir, fueron en aumento.
(…) La marcha ascendente, cada vez más acentuada, del movimiento obrero y la clara inminencia de la revolución, reclamaban la creación de un partido único y centralizado de la clase obrera, capaz de ponerse al frente del movimiento revolucionario. Pero el estado en que se encontraban los órganos locales del Partido, los comités locales, los grupos y los círculos era tan poco halagüeño, su desarticulación orgánica y su falta de unidad ideológica tan grandes, que la creación de semejante partido ofrecía dificultades increíbles.
Estas dificultades no estribaban solamente en el hecho de tener que organizarse bajo el fuego de las crueles persecuciones del zarismo, que con frecuencia arrebataba de las filas de las organizaciones a los mejores militantes, para mandarlos a la deportación, a la cárcel o al presidio. Había además otra dificultad, y era que una parte considerable de los comités locales no quería saber nada que no fuese su pequeña labor práctica local, no comprendía el daño que hacía la falta de una unidad orgánica e ideológica del Partido, estaba acostumbrada al fraccionamiento de éste y al caos ideológico dentro de él, y se imaginaba que era posible prescindir de un partido único y centralizado.
Para crear un partido centralizado, había que acabar con este atraso, con este rutinarismo y este mezquino empirismo de los órganos locales.
(…) Lenin tomó en su mano esta tarea y la organización del Partido de la clase obrera.
Existían diversos criterios acerca del problema de por dónde debía comenzarse a organizar el Partido único de la clase obrera.
(…) El triunfo de los principios de Lenin (…) fueron, pues, preparado todas las condiciones fundamentales necesarias para crear el Partido, o como se decía por aquel entonces, un partido efectivo. La tendencia de la “Iskra” triunfó entre las organizaciones socialdemócratas de Rusia. Ahora ya se podía convocar el II Congreso del Partido.
Este Congreso inició sus tareas el 17 (30) de julio de 1903. Tuvo que reunirse clandestinamente en el extranjero. Las primeras sesiones se celebraron en Bruselas. Pero la policía obligó a los delegados a salir de Bélgica, y el Congreso se trasladó a Londres.
Asistieron a él 43 delegados, representando a 26 organizaciones. Cada Comité tenía derecho a enviar al Congreso 2 delgados, pero algunos sólo enviaron uno. Así se explica que los 43 delegados representasen 51 votos.
La tarea fundamental de este Congreso consistía “en crear un partido efectivo sobre aquellas bases orgánicas y de principio que habían sido propugnadas y elaboradas por la “Iskra” (Lenin, t.VI, pág. 164, ed. rusa)
La composición del Congreso era heterogénea.
(…) Por tanto, en este Congreso no tomaron parte solamente los adeptos de la “Iskra” sino también sus adversarios. (…) En relación con los estatutos, el Congreso hubo de tratar del “Bund”. Este pretendía ocupar una situación especial dentro del Partido. Exigía que se le reconociese como la única representación de los obreros judíos de Rusia. Acceder a esta petición equivalía a escindir a los obreros, dentro de las organizaciones del Partido, con arreglo a su nacionalidad, renunciando a la existencia de organizaciones únicas de clase del proletariado según el principio territorial. El Congreso rechazó el nacionalismo del “Bund” en materia de organización. En vista de esto, los “bundistas” se retiraron. (…)” . (Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la U.R.S.S. Ediciones Nuestro Pueblo. Paris 1948, pp.36, 37,38 46, 47, 50).
En cuanto a la organización de la vanguardia revolucionaria, los camaradas del Comité de Loita Popular “Manolo Bello” defienden la escisión de la clase obrera española en varias organizaciones o partidos regionales, están a favor de la formación de partidos comunistas en las diversas nacionalidades sin centralización a escala nacional, y así afirman “que la organización del proletariado en el Estado español deberá tener en cuenta el carácter multinacional del estado, conformando destacamentos en las diversas nacionalidades históricas”, y que , por tanto, trabajan “por la reconstitución del Partido Comunista en Galicia”.
Gran Marcha Hacia el Comunismo considera un grave error las posiciones de estos camaradas y que entran en grave contradicción con las enseñanzas de los maestros del proletariado en cuanto al problema de la construcción del partido proletario revolucionario de nuevo tipo marxista-leninista-maoísta. El Comité de Loita Popular “Manolo Bello” difícilmente puede proceder, como afirma, a un “deslinde coa burguesía e suas ideas, mesmo radicais, asumindo la ideoloxia revolucionaria do proletariado, o Marxismo-Leninismo-Maoísmo” si su objetivo es el de “a construcción do partido proletario na Galiza”.
A estos camaradas, Gran Marcha Hacia el Comunismo les pregunta, ¿qué queréis, educar al proletariado y a las masas populares de Galicia y de las distintas regiones y nacionalidades que conforman España en la unidad de intereses contra el enemigo común, o bien abogar por la separación orgánica de los comunistas y no construir un partido único centralizado, siendo este el primer paso hacia la disgregación ideológica y política?
Gran Marcha Hacia el Comunismo no puede dejar de preguntar a estos camaradas: ¿qué queréis, que los marxistas-leninistas-maoístas adecuemos el socialismo al nacionalismo o que defendamos los intereses del proletariado y las masas populares de las nacionalidades oprimidas como parte integrante de la revolución socialista y la implantación de la dictadura del proletariado en España?
Camaradas, los maestros del proletariado han sido inequívocos al respecto.
En su magistral obra “El marxismo y la cuestión nacional”, Stalin demostró la necesidad de un Partido único y centralizado de la clase obrera dentro de un mismo Estado, y escribió: “Sabemos a qué conduce el deslindamiento de los obreros por nacionalidades. Desintegración del Partido obrero único, división de los sindicatos por nacionalidades, exacerbación de las fricciones nacionales, rompehuelgas nacionales, completa desmoralización dentro de las filas de la socialdemocracia: he ahí los frutos del federalismo en materia de la organización. La historia de la socialdemocracia en Austria y la actuación del Bund en Rusia lo atestiguan elocuentemente.
El único medio contra todo esto es la organización basada en los principios del internacionalismo.
La unión de los obreros de todas las nacionalidades de Rusia en colectividades únicas e ÍNTEGRAS en cada localidad y la unión de estas colectividades en un Partido único: he ahí la tarea.
De suyo se comprende que esta estructura del Partido no excluye, sino que presupone una amplia autonomía de las regiones dentro del Partido como un todo único.
(…) Organizados sobre la base de la nacionalidad, los obreros se encierran en sus cascarones nacionales, separándose unos de otros con barreras en el terreno de la organización (…) No es de extrañar que el federalismo nacional en la organización inculque a los obreros el espíritu de aislamiento nacional.l” (J. Stalin. El marxismo y la cuestión nacional. Obras, t. II, Ediciones Vanguardia Obrera, Madrid 1984, pp.887, 888, 889)
De la importancia que Lenin concedió a los trabajos de Stalin sobre la cuestión nacional, leemos que: “En el artículo “Sobre el programa nacional del P.O.S.D.R.”, Lenin, señalando las causas de que la cuestión nacional fuese destacada en aquel periodo, escribía: “En la literatura teórica marxista, dicha situación y las bases del programa nacional de la socialdemocracia han sido ya analizadas últimamente (aquí destaca, en primer término, el artículo de Stalin”). En febrero (nuevo cómputo) de 1913, Vladimir Ilich escribía a A.M. Gorki: “Entre nosotros se halla ahora un maravilloso georgiano que está escribiendo un extenso artículo para “Prosveschenie”. A este fin ha reunido todos los materiales austríacos y otros”. Al saber que se pensaba estimar el artículo de J. V. Stalin como artículo de discusión, Lenin se opuso de manera resuelta: “Como es natural, nosotros estamos absolutamente en contra. El artículo es muy bueno. La cuestión es batallona y no cederemos ni una pulgada de nuestras posiciones de principio frente a la canalla bundista. (Archivo del Instituto Marx-Engels-Lenin). Al poco de la detención de J. V. Stalin, en marzo de 1913, V. I. Lenin escribía a la redacción de “Sotsial-Demokrat”: “…Hemos sufrido detenciones dolorosas. Han detenido a Koba (nombre de Stalin en la clandestinidad)… Antes de su detención ha podido escribir un extenso artículo (para tres números del “Prosveschenie”) sobre la cuestión nacional. ¡Muy bien! Hay que combatir por la verdad contra los separatistas y oportunistas del Bund y de los liquidadores” (Archivo del Instituto Marx-Engels-.Lenin)”. (Nota explicativa del Instituto-Marx-Engels-Lenin, anejo al C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. respecto a “El marxismo y la cuestión nacional”, en J. Stalin, Obras, t. II, Ediciones Vanguardia Obrera, Madrid 1984, p. 429)
V. I. Lenin, ahondando en las tesis de Stalin, escribió poco después al respecto: “El proletariado no puede luchar por el socialismo y defender sus intereses económicos cotidianos sin la unidad más estrecha y completa de los obreros de todas las naciones en todas las organizaciones obreras sin excepción.
El proletariado únicamente podrá alcanzar la libertad mediante la lucha revolucionaria por derrocar la monarquía zarista y por sustituirla con una República democrática. La monarquía zarista excluye la libertad y la igualdad de derechos de las nacionalidades y es, además, el baluarte principal de la barbarie, del salvajismo y de la reacción tanto en Europa como en Asia. Y a esa monarquía sólo podrá derrocarla el proletariado unido de todas las naciones de Rusia, que arrastra tras de sí a los elementos de las masas trabajadoras de todas las naciones consecuentemente democráticos y capaces de librar la lucha revolucionaria.
Por eso el obrero, que coloca la unidad política con la burguesía de “su” nación por encima de la unidad completa con los proletarios de todas las naciones, procede en contra de sus intereses, en contra de los intereses del socialismo y de los intereses de la democracia”. (V.I. Lenin. Tesis sobre la cuestión nacional. Sobre el internacionalismo proletario. Akal Editor. Madrid 1975, p. 57).
Y reiterando su posición a este mismo respecto escribió Lenin: “A los enconos nacionales de los distintos partidos burgueses en torno a las cuestiones del idioma, etc., la democracia obrera opone la reivindicación de unidad incondicional y fusión completa de los obreros de todas las nacionalidades en todas las organizaciones obreras: profesionales, cooperativistas, de consumo, culturales y demás, como contrapeso a todo nacionalismo burgués”. Y añadía además: “Los obreros gran rusos y ucranianos deben defender juntos, estrechamente unidos y fundidos (mientras vivan en el mismo Estado) en una sola organización, la cultura general o internacional del movimiento proletario, mostrando absoluta tolerancia en cuanto a la cuestión del idioma en que ha de realizarse la propaganda y en cuanto a la necesidad de tener presentes en esta propaganda las particularidades puramente locales o puramente nacionales. Tal es la exigencia incondicional del marxismo. Cualquier prédica a favor de la separación de los obreros... cualquier ataque contra la “asimilación” marxista… es nacionalismo burgués contra el que se debe llevar va cabo una lucha implacable. (V.I. Lenin. Notas crítica sobre la cuestión nacional. Problemas de política nacional e internacionalismo proletario. Akal Editor. Madrid 1975, pp. 13, 14, 24, 25).
Derrocado el régimen zarista y en vísperas de la Gran Revolución Socialista de Octubre, Stalin presentó el 29 de abril de 1917 un “Informe sobre el Problema Nacional” en la Conferencia de Abril del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (bolchevique) donde nuevamente reiteraba las tesis desarrolladas pocos años atrás a este respecto: “Debemos, además, resolver la cuestión de cómo organizar al proletariado de las distintas naciones en un solo partido común. Un plan propone que los obreros se organicen por nacionalidades: tantas naciones, tantos partidos. Este plan ha sido rechazado por la socialdemocracia. La práctica ha mostrado que la organización del proletariado de un Estado por nacionalidades únicamente conduce a destruir la idea de la solidaridad de clase. Todos los proletarios de todas las naciones de un Estado deben organizarse en una colectividad proletaria indivisible.
Así, pues, nuestro punto de vista en la cuestión nacional se reduce a las siguientes tesis:
a) Reconocimiento del derecho de los pueblos a la separación;
b) Para los pueblos que permanezcan dentro de un mismo Estado: la autonomía regional;
c) Para las minorías nacionales: una legislación especial que les garantice el libre desarrollo;
d) Para los proletarios de todas las nacionalidades de un mismo Estado: una colectividad proletaria única e indivisible, un partido único.”
(J. Stalin. Informe sobre el Problema Nacional. La VII Conferencia (Conferencia de Abril) del P.S.O.D.R. (bolchevique). 24-29 de abril de 1917. Obras, t. III. Ediciones Vanguardia Obrera, Madrid 1984, p. 58).
Años después, en 1957, también Mao Tsetung llamaba a superar las manifestaciones de nacionalismo local en la joven República Popular China: “El número de personas que, en nuestro país, pertenecen a las minorías nacionales excede los treinta millones. Aunque sólo representan el 6% de la población de China, habitan una superficie del 50 al 60% del área total del país. Por eso es de necesidad imperiosa fomentar las buenas relaciones entre la nacionalidad jan y las minorías nacionales. El quid de este problema está en liquidar la patriotería del gran-janismo. Al mismo tiempo, hay que superar también el nacionalismo local en aquellas minorías nacionales en donde existe. Tanto el gran-janismo como el nacionalismo local desfavorecen la unidad entre las nacionalidades (…).” (Mao Tsetung. Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo. Ediciones en Lenguas Extranjeras. Pekín 1961, pp. 41,42).
Y como pusieron de relieve los comunistas chinos dirigidos por Mao Tsetung en su polémica con los revisionistas jruchovistas: “La concepción del mundo del partido proletario en relación con el problema nacional es el internacionalismo, y no el nacionalismo. (…) Debe siempre deslindar los campos con el nacionalismo burgués, y jamás debe dejarse cautivar por éste”. (Proposición acerca de la línea general del Movimiento Comunista Internacional. Respuesta del Comité Central del Partido Comunista de China a la Carta del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética del 30 de Marzo de 1963. Ediciones en Lenguas Extranjeras. Pekín 1973, p.18)
Hay que comprender que la burguesía hace cuanto puede por dividir a los trabajadores de mil y una formas, por impedir que se junten firmemente en un único puño, que constituyan una misma fuerza de combate por encima de cualquier barrera nacional y levanten la misma bandera, su bandera, la bandera roja de la revolución y de la unidad de todo el proletariado, en Cataluña, Euzkadi, Galicia, Castilla, Andalucía, etc., en definitiva, en toda España.
Como escribía Lenin: “Hagamos el balance. (…) La tarea consiste en salvaguardar la unidad de la lucha del proletariado por el socialismo, repeler todas las influencias burguesas y ultrarreaccionarias del nacionalismo”. (V.I. Lenin. Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación. Problemas de política nacional e internacionalismo proletario. Akal Editor. Madrid 1975, p. 104)
La unidad de la clase obrera por encima de las diferencias nacionales se concreta en el caso de España, principalmente, en la construcción de un Partido Comunista único multinacional, como miembro de una nueva Internacional Comunista.
En resumen, la posición de Gran Marcha Hacia el Comunismo es que la clase obrera y los pueblos de España tienen un enemigo común: la oligarquía financiera y la gran burguesía. Como es una misma oligarquía y clase burguesa la formada por las burguesías de todas las nacionalidades, la que oprime y explota al proletariado de toda España, los intereses del proletariado radican en marchar unidos en los frentes político, ideológico y organizativo para derrocar a la burguesía y establecer la dictadura del proletariado, que permita la más amplia democracia para la clase obrera y las masas trabajadoras y la autodeterminación de las nacionalidades, y para ello es necesario un partido único, que dirija a la clase obrera y a los pueblos de España en su lucha.
Gran Marcha Hacia el Comunismo considera erróneo, a la luz de las enseñanzas del marxismo-leninismo-maoísmo, crear distintos partidos comunistas en las distintas nacionalidades, y defiende la creación del Partido único del proletariado, con un órgano de dirección central y una sola línea política; que funcione en base a los principios organizativos del centralismo democrático y que cuente con secciones en las distintas nacionalidades y regiones, a fin de aplicar la línea política del Partido a las condiciones concretas de cada nacionalidad.
Por ello hoy más que nunca, en el camino de la construcción del partido proletario de nuevo tipo marxista-leninista-maoísta, los comunistas debemos estudiar y aprender las enseñanzas de los maestros del proletariado, de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tsetung; debemos dominar y poner en práctica el marxismo-leninismo-maoísmo y barrer y extirpar todas las influencias políticas e ideológicas del nacionalismo burgués de entre las filas de los marxistas-leninistas-maoístas.
Sólo así, con un Partido Comunista firmemente cimentado en la ideología marxista-leninista-maoísta, libre de residuos ideológicos nacionalistas burgueses y ligado al proletariado y a las masas de los pueblos de España, la victoria sobre la burguesía estará garantizada y el luminoso horizonte del socialismo y comunismo más próximo.
Madrid, Abril de 2012
Gran Marcha Hacia el Comunismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario