sábado, 5 de mayo de 2012

Carne de Cañón. Un articulo de M. Alonso para Correo Vermello.-




CARNE DE CAÑÓN
M.Alonso.
El origen la frase "carne de cañón" es muy antigua, probablemente de la época de los primeros cañones como armas de destrucción masiva (creo que se invento en China después de la pólvora) y aunque a sido utilizado también para definir otras situaciones sociales, es un termino intrínsecamente militar.
No hay nada nuevo en que déspotas o generales sacrifiquen inútilmente a las tropas a su mando. Es la visión reaccionaria de la guerra, en la que los soldados, provinientes de las clases populares, son mercancía desechable. Eso si, previamente les llenan la cabeza de patriotería, de arengas sobre el honor o el valor, ya que nunca deben de tomar conciencia de su verdadera condición.

Testimonios de la guerra de las Malvinas, de la que se cumplieron el mes pasado 20 años, dan cuenta que los oficiales, criminales como el capitán Astiz o el inutil general Menendez, comían suculentos manjares en sus calientes refugios mientras los soldados morían de frio y hambre en las heladas trincheras, cuando no torturados por sus mandos. Estas evidentes humillaciones a los soldados no provocaron, inesplicablemente, un motín y la ejecución de los oficiales al mando, ya que ciegos de patrioterismo nunca vieron su verdadera condición de carne de cañón.

Algo semejante ha ocurrido el pasado mes en el Perú.
Toda la "operación de rescate" de los trabajadores retenidos por la guerrilla en las obras de Camisea puso en evidencia lo que le importa al viejo estado peruano sus soldados o policías. No solo fueron golpeados contundentemente por el destacamento guerrillero del camarada Gabriel, que derribo un helicóptero dando muerte a una piloto de élite de la DEA, sino que cobardemente dejaron abandonados a dos de sus efectivos en la zona de combate cuando, presos del pánico, los pilotos escaparon en el  helicóptero que los transportaba. Mas el ridículo no termino, pues Humala y sus generales afirmaron haber rescatado a los trabajadores retenidos, cuando los mismos declararon a los medios de prensa que fueron liberados por los guerrilleros y no rescatados por ninguna fuerza policial o militar. A lo que se sumó la información de que los chalecos anti-balas de los efectivos gubernamentales, los guerrilleros no los usan, no sirven ante disparos de fusiles de asalto o el suministro a la tropa de raciones de comida podrida.

Pero donde mejor se ejemplifica la consideración de carne de cañón de los soldados y policías del viejo estado burgués es el rescate del cuerpo, destrozado, de uno de los policías abandonados a su suerte, por su propio padre 20 días después.

¿Se habrán dado cuenta, ahora, los soldados y policías cual es su verdadera condición?

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