SOBRE LA CONTRADICCIÓN
Agosto de 1937
[Trabajo filosófico escrito por el camarada Mao Tse-tung a continuación de su
obra "Sobre la práctica" y destinado, como ella, a vencer el pensamiento
dogmático, grave error que existía entonces en el Partido. Originalmente dado a
conocer en Forma de conferencias en el Instituto Político y Militar Antijaponés
de Yenán, este escrito fue revisado por el autor para incluirlo en sus Obras
Escogidas.]
La ley de la contradicción en las cosas, es decir, la ley de la unidad de los
contrarios, es la ley más fundamental de la dialéctica materialista. Lenin dijo:
"La dialéctica, en sentido estricto, es el estudio de la contradicción en la
esencia misma de los objetos [ . . . ]"[1] Lenin solía calificar esta ley de esencia de la dialéctica y
también de núcleo de la dialéctica[2]. Por
consiguiente, al estudiar esta ley, no podemos dejar de abordar una gran
variedad de temas, un buen número de problemas filosóficos. Si obtenemos una
clara noción de todos estos problemas, comprenderemos en su esencia misma la
dialéctica materialista. Estos problemas son: las dos concepciones del mundo, la
universalidad de la contradicción, la particularidad de la contradicción, la
contradicción principal y el aspecto principal de la contradicción, la identidad
y la lucha entre los aspectos de la contradicción, y el papel del antagonismo en
la contradicción.
Ha suscitado vivo interés entre nosotros la crítica a que los círculos
filosóficos soviéticos han sometido al idealismo de la escuela de Deborin
durante los últimos años. El idealismo de Deborin ha ejercido muy mala
influencia en el Partido Comunista de China, y no se puede decir que el
pensamiento dogmático en nuestro Partido nada tenga que ver con dicha escuela.
Por tanto, nuestro estudio de la filosofía, en la hora actual, debe tener como
objetivo principal extirpar el pensamiento dogmático.
I. LAS DOS CONCEPCIONES DEL MUNDO
A lo largo de la historia del conocimiento humano, siempre han existido dos
concepciones acerca de las leyes del desarrollo del universo: la concepción
metafísica y la concepción dialéctica, que constituyen dos concepciones del
mundo opuestas. Lenin dice:
"Las dos concepciones fundamentales (¿o las dos posibles? ¿o las dos que se observan en la historia?) del desarrollo (evolución) son: el desarrollo como disminución y aumento, como repetición, y el desarrollo como unidad de los contrarios (la división del todo único en dos contrarios mutuamente excluyentes y su relación recíproca)."[3]
Lenin se refiere aquí precisamente a estas dos diferentes concepciones del
mundo.
Durante largo tiempo en la historia, tanto en China como en Europa, el modo
de pensar metafísico formó parte de la concepción idealista del mundo y ocupó
una posición dominante en el pensamiento humano. En Europa, el materialismo de
la burguesía en sus primeros tiempos fue también metafísico. Debido a que una
serie de países europeos entraron, en el curso de su desarrollo
económico-social, en una etapa de capitalismo altamente desarrollado, a que las
fuerzas productivas, la lucha de clases y las ciencias alcanzaron en esos países
un nivel sin precedentes en la historia y a que allí el proletariado industrial
llegó a ser la más grande fuerza motriz de la historia, surgió la concepción
marxista, dialéctica materialista, del mundo. Entonces, junto al idealismo
reaccionario, abierto y sin disimulo, apareció en el seno de la burguesía el
evolucionismo vulgar para oponerse a la dialéctica materialista.
La concepción metafísica del mundo, o concepción del mundo del evolucionismo
vulgar, ve las cosas como aisladas, estáticas y unilaterales. Considera todas
las cosas del universo, sus formas y sus especies, como eternamente aisladas
unas de otras y eternamente inmutables. Si reconoce los cambios, los considera
sólo como aumento o disminución cuantitativos o corno simple desplazamiento.
Además, para ella, la causa de tal aumento, disminución o desplazamiento no está
dentro de las cosas mismas, sino fuera de ellas, es decir, en el impulso de
fuerzas externas. Los metafísicos sostienen que las diversas clases de cosas del
mundo y sus características han permanecido iguales desde que comenzaron a
existir, y que cualquier cambio posterior no ha sido más que un aumento o
disminución cuantitativos. Consideran que las cosas de una determinada especie
sólo pueden dar origen a cosas de la misma especie, y así indefinidamente, y
jamás pueden transformarse en cosas de una especie distinta. Según ellos, la
explotación capitalista, la competencia capitalista, la ideología individualista
de la sociedad capitalista, etc., pueden ser halladas igualmente en la sociedad
esclavista de la antigüedad, y aun en la sociedad primitiva, y existirán sin
cambio para siempre. En cuanto al desarrollo social, lo atribuyen a factores
exteriores a la sociedad, tales como el medio geográfico y el clima. De manera
simplista, tratan de encontrar las causas del desarrollo de las cosas fuera de
ellas mismas, y rechazan la tesis de la dialéctica materialista según la cual el
desarrollo de las cosas se debe a sus contradicciones internas. En consecuencia,
no pueden explicar ni la diversidad cualitativa de las cosas, ni el fenómeno de
la transformación de una calidad en otra. En Europa, este modo de pensar se
manifestó como materialismo mecanicista en los siglos XVII y XVIII y como
evolucionismo vulgar a fines del siglo XIX y comienzos del XX. En China, el modo
metafísico de pensar expresado en el dicho "El cielo no cambia y el Tao
tampoco"[4], ha sido durante largo tiempo
sostenido por la decadente clase dominante feudal. En cuanto al materialismo
mecanicista y al evolucionismo vulgar, importados de Europa en los últimos cien
años, son sostenidos por la burguesía.
En oposición a la concepción metafísica del mundo, la concepción dialéctica
materialista del mundo sostiene que, a fin de comprender el desarrollo de una
cosa, debemos estudiarla por dentro y en sus relaciones con otras cosas; dicho
de otro modo, debemos considerar que el desarrollo de las cosas es un
automovimiento, interno y necesario, y que, en su movimiento, cada cosa se
encuentra en interconexión e interacción con las cosas que la rodean. La causa
fundamental del desarrollo de las cosas no es externa sino interna; reside en su
carácter contradictorio interno. Todas las cosas entrañan este carácter
contradictorio; de ahí su movimiento, su desarrollo. El carácter contradictorio
interno de una cosa es la causa fundamental de su desarrollo, en tanto que su
interconexión y su interacción con otras cosas son causas secundarias. Así,
pues, la dialéctica materialista refuta categóricamente la teoría metafísica de
la causalidad externa o del impulso externo, teoría sostenida por el
materialismo mecanicista y el evolucionismo vulgar. Es evidente que las causas
puramente externas sólo pueden provocar el movimiento mecánico de las cosas,
esto es, sus cambios de dimensión o cantidad, pero no pueden explicar la
infinita diversidad cualitativa de las cosas ni la transformación de una cosa en
otra. De hecho, hasta el movimiento mecánico, impulsado por una fuerza externa,
tiene lugar también a través del carácter contradictorio interno de las cosas.
El simple crecimiento de las plantas y los animales, su desarrollo cuantitativo,
también se debe principalmente a sus contradicciones internas. De la misma
manera, el desarrollo de la sociedad no obedece principalmente a causas
externas, sino internas. Países de condiciones geográficas y climáticas casi
idénticas se desarrollan de un modo muy distinto y desigual. Más aún, en un
mismo país se producen enormes cambios sociales sin que haya cambiado su
geografía ni su clima. La Rusia imperialista se transformó en la Unión Soviética
socialista, y el Japón feudal, cerrado al mundo exterior, se transformó en el
Japón imperialista, sin que se hubieran producido cambios en el medio geográfico
ni el clima de ninguno de los dos países. China, dominada durante largo tiempo
por el feudalismo, ha experimentado enormes cambios en los últimos cien años y
ahora está avanzando hacia su transformación en una nueva China, emancipada y
libre; sin embargo, no han ocurrido cambios ni en su geografía ni en su clima.
Por cierto, se operan cambios en la geografía y el clima de la Tierra en su
conjunto y de cada una de sus zonas, pero son insignificantes en comparación con
los cambios en la sociedad; los primeros se manifiestan en términos de decenas
de miles de años, en tanto que los segundos lo hacen en términos de miles,
cientos o decenas de arios, e incluso en pocos años o meses (en períodos de
revolución). Según la dialéctica materialista, los cambios en la naturaleza son
ocasionados principalmente por el desarrollo de las contradicciones internas de
ésta, y los cambios en la sociedad se deben principalmente al desarrollo de las
contradicciones internas de la sociedad, o sea, las contradicciones entre las
fuerzas productivas y las relaciones de producción, entre las clases y entre lo
viejo y lo nuevo. Es el desarrollo de estas contradicciones lo que hace avanzar
la sociedad e impulsa la sustitución de la vieja sociedad por la nueva. ¿Excluye
la dialéctica materialista las causas externas? No. La dialéctica materialista
considera que las causas externas constituyen la condición del cambio, y las
causas internas, su base, y que aquéllas actúan a través de éstas. A una
temperatura adecuada, un huevo se transforma en pollo, pero ninguna temperatura
puede transformar una piedra en pollo, porque sus bases son diferentes. Existe
constante influencia mutua entre los pueblos de los diferentes países. En la
época del capitalismo, especialmente en la época del imperialismo y de la
revolución proletaria, son extremadamente grandes la influencia mutua y la
interacción entre los diversos países en los terrenos político, económico y
cultural. La Revolución Socialista de Octubre inauguró una nueva era no sólo en
la historia de Rusia, sino también en la historia mundial. Ha ejercido
influencia en los cambios internos de los demás países del mundo y también, con
especial profundidad, en los cambios internos de China. Tales cambios, sin
embargo, han tenido lugar a través de las respectivas leyes internas de dichos
países, incluida China. Cuando dos ejércitos traban combate y uno resulta
vencedor y el otro, vencido, tanto la victoria del uno como la derrota del otro
son determinadas por causas internas. Uno es el vencedor gracias a su poderío o
a la corrección de su mando, y el otro sale derrotado sea por su debilidad o por
los errores de su mando; las causas externas actúan a través de las causas
internas. En China, la derrota que la gran burguesía infligió al proletariado en
1927 se produjo por obra del oportunismo que existía entonces en el seno del
proletariado chino (dentro del Partido Comunista de China). Cuando liquidamos
ese oportunismo, la revolución china volvió a desarrollarse. El que más tarde la
revolución china haya sufrido de nuevo serios golpes de sus enemigos es
consecuencia del aventurerismo que surgió en nuestro Partido. Cuando liquidamos
el aventurerismo, nuestra causa reanudó su avance. De esto se desprende que si
un partido quiere conducir la revolución a la victoria, ha de basarse en la
justeza de su línea política y en la solidez de su organización.
La concepción dialéctica del mundo surgió ya en la antigüedad, tanto en China
como en Europa. Sin embargo, la antigua dialéctica tenía un carácter espontáneo
e ingenuo; en razón de las condiciones sociales e históricas de entonces, no le
era posible constituirse en teoría sistemática, y por eso no podía dar una
explicación completa del universo y fue reemplazada más tarde por la metafísica.
Hegel, célebre filósofo alemán de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX,
hizo importantísimas contribuciones a la dialéctica, pero su dialéctica era
idealista. Sólo cuando Marx y Engels, los grandes protagonistas del movimiento
proletario, crearon la gran teoría del materialismo dialéctico y del
materialismo histórico sintetizando todo lo positivo conquistado en la historia
del conocimiento humano y, en particular, asimilando críticamente los elementos
racionales de la dialéctica hegeliana, se produjo en la historia del
conocimiento humano una gran revolución sin precedentes. Esta gran teoría ha
sido desarrollada posteriormente por Lenin y Stalin. Al ser introducida en
nuestro país, provocó enormes cambios en el pensamiento chino.
Esta concepción dialéctica del mundo nos enseña principalmente a observar y
analizar el movimiento de los contrarios en las distintas cosas, y a determinar,
sobre la base de tal análisis, los métodos para resolver las contradicciones.
Por consiguiente, es para nosotros de singular importancia comprender
concretamente la ley de la contradicción en las cosas.
II. LA UNIVERSALIDAD DE LA CONTRADICCIÓN
Para facilitar mi exposición, comenzaré por la universalidad de la
contradicción y luego continuaré con la particularidad de la contradicción. Lo
haré así porque la universalidad de la contradicción puede ser explicada en
pocas palabras, pues ha sido ampliamente reconocida desde que Marx, Engels,
Lenin y Stalin, los grandes creadores y continuadores del marxismo, descubrieron
la concepción dialéctica materialista del mundo y aplicaron con notables éxitos
la dialéctica materialista al análisis de numerosas cuestiones de la historia
humana y de la historia de la naturaleza y a la transformación, en muchos
terrenos, de la sociedad y la naturaleza (en la Unión Soviética, por ejemplo);
en cambio, muchos camaradas, especialmente los dogmáticos, todavía no comprenden
claramente la particularidad de la contradicción. No entienden que es
precisamente en la particularidad de la contradicción donde reside la
universalidad de la contradicción. Tampoco comprenden cuán importante es, para
dirigir el curso de la práctica revolucionaria, el estudio de la particularidad
de la contradicción en las cosas concretas que tenemos ante nosotros. Es
necesario, entonces, estudiar con detenimiento la particularidad de la
contradicción y dedicar suficiente espacio a explicarla. Por esta razón, en
nuestro análisis de la ley de la contradicción en las cosas, comenzaremos por la
universalidad de la contradicción, luego dedicaremos especial atención al
análisis de la particularidad de la contradicción, y volveremos finalmente a la
primera.
La universalidad o carácter absoluto de la contradicción significa, primero,
que la contradicción existe en el proceso de desarrollo de toda cosa, y,
segundo, que el movimiento de los contrarios se presenta desde el comienzo hasta
el fin del proceso de desarrollo de cada cosa.
Engels dijo: "El movimiento mismo es una contradicción"[5]. Lenin definió la ley de la unidad de los contrarios como
"el reconocimiento (descubrimiento) de las tendencias contradictorias,
mutuamente excluyentes, opuestas, en todos los fenómenos y
procesos de la naturaleza (incluso del espíritu y de la
sociedad)"[6]. ¿Son correctas estas ideas?
Sí lo son. La interdependencia y la lucha entre los contrarios
existentes en cada una de las cosas determinan su vida e impulsan su desarrollo.
No hay cosa que no contenga contradicción; sin contradicción no existiría el
mundo.
La contradicción es la base de las formas simples del movimiento (por
ejemplo, el movimiento mecánico) y tanto más lo es de las formas complejas del
movimiento.
Engels explicó la universalidad de la contradicción en los siguientes
términos:
"Si ya el simple cambio mecánico de lugar encierra una contradicción, tanto más la encierran las formas superiores del movimiento de la materia y muy especialmente la vida orgánica y su desarrollo. [. . .] la vida consiste precisamente, ante todo, en que un ser es en cada instante el mismo y a la vez otro. La vida, pues, es también una contradicción que, presente en las cosas y los procesos mismos, se está planteando y resolviendo incesantemente; al cesar la contradicción, cesa la vida y sobreviene la muerte. Vimos igualmente cómo tampoco en el mundo del pensamiento podemos librarnos de las contradicciones, y cómo, por ejemplo, la contradicción entre la interiormente ilimitada capacidad cognoscitiva humana y su existencia real sólo en hombres exteriormente limitados y que conocen limitadamente, se resuelve en la sucesión, para nosotros al menos prácticamente infinita, de las generaciones, en un progreso ilimitado.""[. . .] una de las bases fundamentales de las matemáticas superiores es precisamente la contradicción [. . .]."Pero ya en las matemáticas inferiores hormiguean las contradicciones."[7]
A su vez, Lenin ilustró la universalidad de la contradicción como sigue:
"En matemáticas: + y -. Diferencial e integral.En mecánica: acción y reacción.En física: electricidad positiva y negativa.En química: combinación y disociación de los átomos.En ciencias sociales: lucha de clases."[8]
En la guerra, la ofensiva y la defensiva, el avance y la retirada, la
victoria y la derrota, son todas parejas de fenómenos contradictorios. El uno no
puede existir sin el otro. La lucha y la interconexión entre ambos aspectos
constituyen el conjunto de la guerra, impulsan su desarrollo y resuelven sus
problemas.
Toda diferencia entre los conceptos de los hombres debe ser considerada como
reflejo de las contradicciones objetivas. El reflejo de las contradicciones
objetivas en el pensamiento subjetivo forma el movimiento contradictorio de los
conceptos, impulsa el desarrollo del pensamiento y va resolviendo sin cesar los
problemas planteados al pensamiento humano.
La oposición y la lucha entre ideas diferentes tienen lugar constantemente
dentro del Partido. Este es el reflejo en su seno de las contradicciones entre
las clases y entre lo nuevo y lo viejo en la sociedad. Si en el Partido no
hubiera contradicciones ni luchas ideológicas para resolverlas, la vida del
Partido tocaría a su fin.
Así, pues, queda claro que la contradicción existe universalmente, en todos
los procesos, tanto en las formas simples del movimiento como en las complejas,
tanto en los fenómenos objetivos como en los fenómenos del pensamiento. Pero
¿existe la contradicción también en la etapa inicial de cada proceso? ¿Existe el
movimiento de los contrarios desde el comienzo hasta el fin del proceso de
desarrollo de cada cosa?
La escuela de Deborin, a juzgar por los artículos en que la critican los
filósofos soviéticos, sostiene que la contradicción no aparece en el comienzo de
un proceso, sino sólo cuando éste ha alcanzado determinada etapa. Si así fuera,
el desarrollo del proceso hasta ese momento no obedecería a causas internas sino
externas. De esta manera, Deborin retrocede a la teoría metafísica de la
causalidad externa y al mecanismo. Aplicando este criterio al análisis de
problemas concretos, la escuela de Deborin estima que, en las condiciones de la
Unión Soviética, sólo existen diferencias, pero no contradicción, entre los
kulaks y las masas campesinas, y así coincide por entero con la opinión de
Bujarin. Al analizar la Revolución Francesa, sostiene que antes dé la Revolución
existían asimismo sólo diferencias, pero no contradicciones, dentro del Tercer
Estado, integrado por los obreros, los campesinos y la burguesía. Tal punto de
vista de la escuela de Deborin es antimarxista. Esta escuela ignora que toda
diferencia entraña ya una contradicción, y que la diferencia en sí es
contradicción. Trabajadores y capitalistas han estado en contradicción desde el
nacimiento mismo de estas dos clases, sólo que la contradicción no se agudizó al
comienzo. Aun en las condiciones sociales de la Unión Soviética, existen
diferencias entre los obreros y los campesinos, y estas diferencias en sí mismas
constituyen una contradicción, sólo que ésta no se intensificará hasta el punto
de transformarse en antagónica ni tornará la forma de lucha de clases, como es
el caso de la contradicción entre trabajadores y capitalistas; los obreros y los
campesinos han formando una sólida alianza en el curso de la construcción
socialista y van resolviendo gradualmente esa contradicción en el proceso de
desarrollo del socialismo al comunismo. De lo que aquí se trata es de
contradicciones de distinto carácter, y no de la presencia o ausencia de
contradicciones. La contradicción es universal, absoluta; existe en los procesos
de desarrollo de todas las cosas y recorre cada proceso desde el comienzo hasta
el fin.
¿Qué es la aparición de un nuevo proceso? La vieja unidad y los contrarios
que la constituyen, dejan lugar a una nueva unidad y sus correspondientes
contrarios; así nace un nuevo proceso en reemplazo del viejo. Termina el viejo
proceso y comienza el nuevo. El nuevo proceso contiene una nueva contradicción e
inicia su propia historia, la historia del desarrollo de su contradicción.
Como señaló Lenin, Marx dio en El Capital un modelo de análisis del
movimiento de los contrarios, que recorre todo el proceso de desarrollo de una
cosa desde el comienzo hasta el fin. Este es el método que ha de emplearse al
estudiar el proceso de desarrollo de cualquier cosa. El propio Lenin también
empleó correctamente este método, que impregna todas sus obras.
"En El Capital, Marx comienza por analizar la relación más simple, ordinaria
y fundamental, más común, más cotidiana de la sociedad burguesa (mercantil), una
relación miles de millones de veces presente: el intercambio de mercancías. El
análisis revela en este fenómeno sencillísimo (en esa 'célula' de la sociedad
burguesa) todas las contradicciones (o los gérmenes de todas las
contradicciones) de la sociedad contemporánea. La posterior exposición nos
muestra el desarrollo (a la vez crecimiento y movimiento) de dichas
contradicciones y de esa sociedad en la õ [suma] de sus partes individuales,
desde su comienzo hasta su fin."
Lenin agregó: "Tal debe ser el método de exposición (o de estudio) de la
dialéctica en general [. . .]"[9]
Los comunistas chinos deben asimilar este método, pues sólo así podrán
analizar correctamente la historia y la situación actual de la revolución china
y deducir sus perspectivas futuras.
III. LA PARTICULARIDAD DE LA CONTRADICCIÓN
La contradicción existe en el proceso de desarrollo de cada cosa y lo recorre
desde el comienzo hasta el fin; tal es la universalidad o carácter absoluto de
la contradicción. A esto ya nos hemos referido más arriba. Detengámonos ahora en
la particularidad o carácter relativo de la contradicción.
Hay que estudiar este problema en varios planos.
Ante todo, las contradicciones de las diversas formas del movimiento de la
materia poseen, cada una, un carácter particular. El conocimiento que el hombre
tiene de la materia es el conocimiento de las formas de su movimiento, pues en
el mundo no hay más que materia en movimiento, y el movimiento de la materia
reviste necesariamente formas determinadas. Al abordar una forma dada del
movimiento de la materia, debemos tomar en consideración lo que tiene de común
con otras formas del movimiento. Pero aquello que encierra especial importancia,
pues sirve de base a nuestro conocimiento de una cosa, es atender a lo que esa
forma del movimiento de la materia tiene de particular, o sea, a lo que la
distingue cualitativamente de otras formas del movimiento. Sólo así podemos
distinguir una cosa de otra. Toda forma del movimiento contiene su propia
contradicción particular. Esta contradicción particular constituye la esencia
particular que diferencia a una cosa de las demás. He aquí la causa interna o,
por decirlo así, la base de la infinita variedad de las cosas del mundo. Hay
muchas formas del movimiento en la naturaleza: movimiento mecánico, sonido, luz,
calor, electricidad, disociación, combinación, etc. Todas estas formas del
movimiento de la materia son interdependientes, pero, en su esencia, cada una es
diferente de las otras. La esencia particular de cada forma del movimiento de la
materia es determinada por la contradicción particular de dicha forma. Esto
ocurre no sólo en la naturaleza, sino también en los fenómenos de la sociedad y
del pensamiento. Todas las formas sociales y todas las formas del pensamiento
tienen, cada una, su propia contradicción particular y su esencia particular.
La delimitación entre las diferentes ciencias se funda precisamente en las
contradicciones particulares inherentes a sus respectivos objetos de estudio.
Así, es la contradicción peculiar de un determinado sector de fenómenos lo que
constituye el objeto de estudio de una rama dada de la ciencia. Por ejemplo: los
números positivos y los negativos en matemáticas; la acción y la reacción en
mecánica; la electricidad positiva y la negativa en física; la disociación y la
combinación en química; las fuerzas productivas y las relaciones de producción,
y la lucha entre una clase y otra en las ciencias sociales; la ofensiva y la
defensiva en la ciencia militar; el idealismo y el materialismo, la concepción
metafísica y la concepción dialéctica en filosofía, etc., - cada una de estas
parejas de fenómenos constituye una contradicción particular y tiene una esencia
particular y, precisamente por eso, ellas son objetos de estudio de ramas
distintas de la ciencia. Cierto es que si no se comprende la universalidad de la
contradicción, no hay manera de descubrir la causa universal o base universal
del movimiento o desarrollo de las cosas; pero, si no se estudia la
particularidad de la contradicción, no hay manera de determinar la esencia
particular que diferencia a una cosa de las demás, ni de descubrir la causa
particular o base particular del movimiento o desarrollo de cada cosa, ni de
distinguir una cosa de otra, ni de delimitar los diversos dominios de la
ciencia.
En cuanto al orden que sigue el movimiento del conocimiento humano, el hombre
parte siempre del conocimiento de lo individual y particular para llegar
gradualmente a conocer lo general. Únicamente después de conocer la esencia
particular de multitud de cosas distintas, el hombre puede pasar a la
generalización y conocer la esencia común a las diversas cosas. Luego de haber
llegado a conocer dicha esencia común, el hombre se sirve de este conocimiento
como guía para seguir adelante y estudiar distintas cosas concretas que no han
sido estudiadas todavía o que no lo han sido en profundidad, a fin de descubrir
la esencia particular de cada una de ellas; sólo así puede acrecentar,
enriquecer y desarrollar su conocimiento de dicha esencia común y evitar que
este conocimiento se marchite o fosilice. Estos son los dos procesos del
conocimiento: uno, de lo particular a lo general, y el otro, de lo general a lo
particular. El conocimiento humano siempre avanza en forma cíclica y cada ciclo
(si se observa estrictamente el método científico) puede elevar el conocimiento
humano a una etapa más alta y hacerlo más profundo. El error de nuestros
dogmáticos a este respecto consiste en que, por una parte, no comprenden que es
imperativo estudiar la particularidad de la contradicción y conocer la esencia
particular de las cosas individuales para poder conocer plenamente la
universalidad de la contradicción y la esencia común a las diversas cosas, y,
por otra parte, no comprenden que aun después de conocer la esencia
común a las cosas hay que seguir adelante y estudiar las cosas concretas todavía
no estudiadas profundamente o aquéllas recién surgidas. Nuestros dogmáticos son
perezosos y rehusan dedicar el menor esfuerzo al estudio de las cosas concretas;
consideran las verdades generales como surgidas de la nada y las convierten en
fórmulas puramente abstractas, ininteligibles, y, de este modo, niegan por
completo e invierten el orden normal que sigue el hombre para llegar a conocer
la verdad. Tampoco comprenden la interconexión entre los dos procesos del
conocimiento humano: de lo particular a lo general y, luego, de lo general a lo
particular. Los dogmáticos no entienden nada de la teoría marxista del
conocimiento.
Es preciso estudiar no sólo la contradicción particular y la esencia, por
ella determinada, de cada gran sistema de formas del movimiento de la materia,
sino también la contradicción particular y la esencia de cada proceso en el
largo curso del desarrollo de cada forma del movimiento de la materia. En toda
forma del movimiento, cada proceso de desarrollo, real y no imaginario, es
cualitativamente diferente. En nuestro estudio debemos poner énfasis en este
punto y comenzar por él.
Contradicciones cualitativamente diferentes sólo pueden resolverse por
métodos cualitativamente diferentes. Por ejemplo: la contradicción entre el
proletariado y la burguesía se resuelve por el método de la revolución
socialista; la contradicción entre las grandes masas populares y el sistema
feudal, por el método de la revolución democrática; la contradicción entre las
colonias y el imperialismo, por el método de la guerra revolucionaria nacional;
la contradicción entre la clase obrera y el campesinado en la sociedad
socialista, por el método de la colectivización y la mecanización de la
agricultura; las contradicciones en el seno del Partido Comunista, por el método
de la crítica y la autocrítica; la contradicción entre la sociedad y la
naturaleza, por el método del desarrollo de las fuerzas productivas. Los
procesos cambian, desaparecen viejos procesos y contradicciones y surgen nuevos
procesos y contradicciones, y, en consecuencia, varían los métodos para resolver
las contradicciones. En Rusia fueron radicalmente diferentes tanto la
contradicción resuelta por la Revolución de Febrero y la resuelta por la
Revolución de Octubre, como los métodos empleados para resolverlas. Resolver
contradicciones diferentes por métodos diferentes es un principio que los
marxista-leninistas deben observar rigurosamente. Los dogmáticos no observan
este principio, no comprenden las diferencias entre las condiciones de los
distintos tipos de revolución y, por eso, tampoco comprenden la necesidad de
usar métodos diferentes para resolver contradicciones diferentes; antes al
contrario, siguen invariablemente una fórmula que suponen inalterable y la
aplican mecánicamente y en todas partes, lo cual sólo puede causar reveses a la
revolución o llevar a hacer muy mal lo que podría hacerse bien.
Para descubrir la particularidad de las contradicciones en el proceso de
desarrollo de una cosa, consideradas en su conjunto, en sus interconexiones, es
decir, para descubrir la esencia del proceso de desarrollo de una cosa, hay que
descubrir la particularidad de cada uno de los aspectos de cada contradicción de
ese proceso; de otro modo, será imposible descubrir la esencia del proceso. En
nuestro estudio también debemos prestar mucha atención a esto.
En el proceso de desarrollo de toda cosa grande existen numerosas
contradicciones. Por ejemplo, en el proceso de la revolución
democrático-burguesa de China, existen la contradicción entre todas las clases
oprimidas de la sociedad china y el imperialismo, la contradicción entre las
amplias masas populares y el feudalismo, la contradicción entre el proletariado
y la burguesía, la contradicción entre el campesinado y la pequeña burguesía
urbana, por un lado, y la burguesía, por el otro, las contradicciones entre los
distintos grupos dominantes reaccionarios, etc.; la situación es sumamente
compleja. Estas contradicciones no pueden ser tratadas de una misma manera, ya
que cada una tiene su propia particularidad; además, los dos aspectos de cada
contradicción tampoco pueden ser tratados de una misma manera, puesto que cada
uno tiene sus propias características. Los que nos dedicamos a la revolución
china no sólo debemos comprender la particularidad de las contradicciones en su
conjunto, es decir, en sus interconexiones, sino también estudiar los dos
aspectos de cada contradicción, único medio para llegar a comprender el
conjunto. Comprender cada uno de los aspectos de una contradicción significa
comprender qué posición específica ocupa cada uno de ellos, qué formas concretas
asumen sus relaciones de interdependencia y contradicción con su contrario, y
qué medios concretos emplea en la lucha con su contrario tanto mientras ambos
aspectos están en interdependencia y contradicción como después de la ruptura de
la interdependencia. Estudiar estos problemas es de suma importancia. A esto se
refería Lenin al decir que la esencia misma del marxismo, el alma viva del
marxismo, es el análisis concreto de la situación concreta[10]. En contra de las enseñanzas de Lenin, nuestros
dogmáticos nunca usan su cerebro para analizar ninguna cosa concretamente, y en
sus escritos y discursos recurren siempre a frases vacías y estereotipadas,
introduciendo de esta manera una pésima práctica en nuestro Partido.
Al estudiar un problema, debemos guardarnos del subjetivismo, la
unilateralidad y la superficialidad. Por subjetivismo se entiende no saber
abordar los problemas objetivamente, es decir, no saber abordarlos desde el
punto de vista materialista. De esto ya he hablado en m trabajo "Sobre la
práctica". Por unilateralidad se entiende no saber abordar los problemas en
todas sus facetas. Por ejemplo, comprender sólo a China y no al Japón, sólo al
Partido Comunista y no al Kuomintang, sólo al proletariado y no a la burguesía,
sólo a los campesinos y no a los terratenientes, sólo las condiciones favorables
y no las difíciles, sólo el pasado y no el futuro, sólo las partes y no el todo,
sólo los defectos y no los éxitos, sólo al acusador y no al acusado, sólo el
trabajo revolucionario secreto y no el trabajo revolucionario abierto, y así por
el estilo. En una palabra, significa no comprender las características de cada
uno de los aspectos de una contradicción. A esto se llama enfocar un problema
unilateralmente; o puede llamarse ver la parte y no el todo, ver los árboles y
no el bosque. De esta manera no es posible encontrar el método para resolver las
contradicciones, ni cumplir las tareas de la revolución, ni llevar a buen
término el trabajo encomendado, ni desarrollar correctamente la lucha ideológica
en el seno del Partido. Cuando Sun Tsi decía en su exposición del arte de la
guerra: "Conoce a tu adversario y conócete a ti mismo, y podrás librar cien
batallas sin correr ningún riesgo de derrota"[11], se refería a las dos partes beligerantes. Wei Cheng, de la
dinastía Tang, también comprendía lo errónea que es la unilateralidad cuando
decía: "Si escuchas a ambas partes, se hará en ti la luz; si escuchas a una
sola, permanecerás en tinieblas."[12]
Pero nuestros camaradas a menudo examinan los problemas de manera unilateral y,
por eso, dan con la cabeza en un muro. En la novela A la orilla del agua, Sung
Chiang lanza tres ataques contra la aldea de Chu[13]. Dos veces es derrotado porque no conoce las condiciones locales y
no emplea métodos correctos. Más tarde cambia de métodos; comienza por
investigar la situación y llega a conocer el laberinto de senderos, después
logra deshacer la alianza entre las aldeas de Li, Ju y Chu y, empleando una
estratagema similar a la del caballo de Troya de que habla una leyenda
extranjera, envía a sus hombres disfrazados a mantenerse a la espera en el campo
enemigo. Y en el tercer ataque obtiene la victoria. Hay muchos ejemplos de
dialéctica materialista en A la orilla del agua, de los cuales el episodio de
los tres ataques a la aldea de Chu es el mejor. Lenin dijo:
"Para conocer realmente un objeto hay que abarcar y estudiar todos sus
aspectos, todos sus vínculos y 'mediaciones'. Esto jamás lo conseguiremos por
completo, pero la exigencia de estudiar las cosas en todos sus aspectos nos
prevendrá contra los errores y la rigidez."[14]
Debemos tener presentes sus palabras. Por superficialidad se entiende no
considerar ni las características de la contradicción en su conjunto ni las
características de cada uno de sus aspectos, no reconocer la necesidad de ir al
fondo de las cosas para estudiar minuciosamente las características de la
contradicción, sino limitarse a mirar de lejos y, después de una ojeada a los
contornos generales de la contradicción, tratar inmediatamente de resolverla
(responder a una pregunta, zanjar una disputa, manejar un asunto o dirigir una
operación militar). Esta forma de proceder lleva inevitablemente a consecuencias
funestas. La razón por la cual los camaradas dogmáticos y empíricos chinos han
cometido errores reside precisamente en que su modo de examinar las cosas es
subjetivista, unilateral y superficial. La unilateralidad y la superficialidad
son también subjetivismo, porque todas las cosas objetivas se hallan en realidad
ligadas unas con otras y se rigen por leyes internas; sin embargo, hay personas
que, en lugar de reflejar las cosas tal como son, las consideran de modo
unilateral o superficial ignorando sus relaciones recíprocas y sus leyes
internas; por tanto, el método que siguen es subjetivista.
No sólo el proceso total del movimiento de las contradicciones en el
desarrollo de una cosa, consideradas en sus interconexiones, y cada uno de los
aspectos de cada contradicción tienen rasgos particulares, a los que debemos
prestar atención, sino que cada etapa del proceso tiene también sus rasgos
particulares, que deben ser igualmente atendidos.
La contradicción fundamental del proceso de desarrollo de una cosa y la
esencia de éste, determinada por dicha contradicción, no desaparecen mientras el
proceso no termina; sin embargo, en un proceso de desarrollo prolongado, la
situación generalmente varía de etapa a etapa. La razón es que, si bien no
cambia ni la naturaleza de la contradicción fundamental del proceso de
desarrollo de la cosa ni la esencia del proceso, la contradicción fundamental se
va agudizando a medida que pasa de una etapa a otra en este proceso prolongado.
Además, de las numerosas contradicciones, grandes y pequeñas, determinadas por
la contradicción fundamental o sujetas a su influencia, unas se agudizan y otras
son temporal o parcialmente resueltas o atenuadas, y surgen algunas nuevas; es
por esto que hay etapas en el proceso. Si no se presta atención a las etapas del
proceso de desarrollo de una cosa, no se puede tratar apropiadamente sus
contradicciones.
Por ejemplo, cuando el capitalismo de la época de la libre competencia se
desarrolló y convirtió en imperialismo, no cambió ni la naturaleza de las dos
clases radicalmente contradictorias, el proletariado y la burguesía, ni tampoco
la esencia capitalista de la sociedad; pero se agudizó la contradicción entre
estas dos clases, surgió la contradicción entre el capital monopolista y el no
monopolista, se agudizó la contradicción entre las metrópolis y las colonias, y
se manifestaron con especial intensidad las contradicciones entre los distintos
países capitalistas, originadas en la desigualdad de su desarrollo; así surgió
una fase especial del capitalismo: el imperialismo. El leninismo es el marxismo
de la era del imperialismo y de la revolución proletaria precisamente porque
Lenin y Stalin han explicado correctamente estas contradicciones y han formulado
la teoría y las tácticas correctas de la revolución proletaria para resolverlas.
Veamos el proceso de la revolución democrático-burguesa de China, iniciada
con la Revolución de 1911. Ha tenido varias etapas distintas. Constituyen, en
particular, dos etapas históricas sumamente diferentes el período en que la
revolución fue dirigida por la burguesía y el período en que la dirige el
proletariado. En otras palabras, la dirección del proletariado ha provocado un
cambio radical en la fisonomía de la revolución, ha conducido a un nuevo
alineamiento de las clases, ha hecho desencadenarse en gran escala la revolución
campesina, ha impreso un carácter consecuente a la revolución antiimperialista y
antifeudal, ha abierto la posibilidad de la transformación de la revolución
democrática en revolución socialista, etc. Nada de esto era posible en el
período en que la revolución se hallaba bajo la dirección de la burguesía.
Aunque no ha cambiado la naturaleza de la contradicción fundamental del proceso
considerado en su conjunto, ni la naturaleza del proceso en cuanto revolución
democrática, antiimperialista y antifeudal (cuyo contrario es la naturaleza
semicolonial y semifeudal del país), este proceso ha pasado por varias etapas de
desarrollo en el curso de más de veinte años, durante los cuales se produjeron
muchos acontecimientos importantes: la derrota de la Revolución de 1911 y la
implantación del régimen de los caudillos militares del Norte, la formación del
primer frente único nacional y la revolución de 1924-1927, la ruptura del frente
único y el paso de la burguesía al campo de la contrarrevolución, las guerras
entre los nuevos caudillos militares, la Guerra Revolucionaria Agraria, el
establecimiento del segundo frente único nacional y la Guerra de Resistencia
contra el Japón. Caracterizan a las mencionadas etapas la agudización de algunas
contradicciones (por ejemplo, la Guerra Revolucionaria Agraria y la invasión
japonesa de las cuatro provincias del Nordeste), la solución parcial o temporal
de otras contradicciones (por ejemplo, la eliminación de los caudillos militares
del Norte y nuestra confiscación de las tierras de los terratenientes), o la
reaparición de ciertas contradicciones (por ejemplo, la lucha entre los nuevos
caudillos militares y la recuperación de las tierras por los terratenientes
después de que perdimos las bases de apoyo revolucionarias en el Sur).
Al estudiar la particularidad de las contradicciones en cada etapa del
proceso de desarrollo de una cosa, debemos no sólo considerar las
contradicciones en sus interconexiones, en su conjunto, sino también examinar
cada uno de los aspectos de cada contradicción.
Tomemos por ejemplo al Kuomintang y al Partido Comunista. Veamos un aspecto,
el Kuomintang. En el período del primer frente único, el Kuomintang aplicaba las
Tres Grandes Políticas de Sun Yat-sen: alianza con Rusia, alianza con el Partido
Comunista y ayuda a los obreros y campesinos; por eso era revolucionario y
vigoroso y constituía una alianza de diversas clases para la revolución
democrática. En 1927, sin embargo, el Kuomintang se transformó en su reverso, en
un bloque reaccionario de los terratenientes y de la gran burguesía. Después del
Incidente de Sían en diciembre de 1936, comenzó a cambiar, orientándose a cesar
la guerra civil y a cooperar con el Partido Comunista para luchar juntos contra
el imperialismo japonés. Tales son las características del Kuomintang en estas
tres etapas. Dichas características obedecen, por supuesto, a diversas causas.
Veamos ahora el otro aspecto, el Partido Comunista de China. En el período del
primer frente único, estaba en su infancia; dirigió valerosamente la revolución
de 1924-1927, pero se mostró inmaduro en su comprensión del carácter, las tareas
y los métodos de la revolución y, en consecuencia, el chentusiuísmo[15], surgido en el último tiempo de esa
revolución, pudo imponerse y conducirla a la derrota. A partir de 1927, el
Partido Comunista dirigió con valentía la Guerra Revolucionaria Agraria y creó
el ejército revolucionario y las bases de apoyo revolucionarias; sin embargo,
cometió errores de aventurerismo, que causaron serias pérdidas tanto al ejército
como a las bases de apoyo. Desde 1935 el Partido ha corregido estos errores y ha
asumido la dirección de un nuevo frente único, el de resistencia al Japón; esta
gran lucha está desarrollándose ahora. En la presente etapa, el Partido
Comunista es un partido probado en dos revoluciones y poseedor de una rica
experiencia. Tales son las características del Partido Comunista de China en las
tres etapas. Y también ellas obedecen a diversas causas. Si no estudiamos estas
características de los dos partidos, no podremos comprender sus mutuas
relaciones particulares en las diferentes etapas: formación de un frente único,
ruptura del mismo y creación de otro nuevo. Pero, al estudiar las distintas
características de los dos partidos, es aún más fundamental examinar la base de
clase de uno y otro y las contradicciones, surgidas de ella en los diferentes
períodos, entre cada partido y las demás fuerzas. Por ejemplo, en el período de
su primera alianza con el Partido Comunista, el Kuomintang, por una parte, se
hallaba en contradicción con el imperialismo extranjero y, consiguientemente, se
le oponía; por la otra, estaba en contradicción con las vastas masas populares
en el interior, y, si bien prometió muchos beneficios al pueblo trabajador, de
hecho le dio muy pocos o ninguno. En el período en que llevó adelante la guerra
anticomunista, el Kuomintang, colaborando con el imperialismo y el feudalismo,
se opuso a las grandes masas populares y suprimió de una plumada todos los
beneficios que éstas habían conquistado en la revolución, de manera que agudizó
su contradicción con ellas. Actualmente, en el período de la resistencia
antijaponesa, el Kuomintang se encuentra en contradicción con el imperialismo
japonés; por una parte, está interesado en cooperar con el Partido Comunista, en
tanto que, por la otra, no atenúa su lucha contra éste y el pueblo ni la
opresión que ejerce sobre ellos. En cuanto al Partido Comunista, ha estado
siempre, en cada período, al lado de las grandes masas populares contra el
imperialismo y el feudalismo; sin embargo, en el presente período, el de la
resistencia antijaponesa, ha adoptado una política de moderación respecto al
Kuomintang y a las fuerzas feudales del país, porque el Kuomintang se ha
manifestado a favor de la resistencia al Japón. Todas estas condiciones han
llevado ya a la alianza, ya a la lucha, entre los dos partidos; incluso durante
los períodos de alianza se presenta un complejo estado de alianza y lucha
simultáneas. Si no estudiamos las características de los aspectos de las
mencionadas contradicciones, no podremos comprender ni las relaciones de cada
uno de los dos partidos con las demás fuerzas, ni sus propias relaciones mutuas.
Así se ve que al estudiar la particularidad de la contradicción en cualquier
plano - trátese de la contradicción en cada forma del movimiento de la materia,
la contradicción en cada uno de los procesos de desarrollo de cada forma del
movimiento de la materia, los dos aspectos de la contradicción en cada proceso,
la contradicción en cada etapa de desarrollo de un proceso, o los dos aspectos
de la contradicción en cada etapa -, al estudiar la particularidad de la
contradicción en cualquiera de estos planos, no debemos ser subjetivos ni
arbitrarios, sino que debemos hacer un análisis concreto. Sin un análisis
concreto no se puede llegar a conocer la particularidad de la contradicción en
ningún plano. Tengamos siempre presentes las palabras de Lenin: análisis
concreto de la situación concreta.
Marx y Engels fueron los primeros en ofrecernos excelentes modelos de
semejante análisis concreto.
Al aplicar la ley de la contradicción en las cosas al estudio del proceso
socio-histórico, Marx y Engels descubrieron la contradicción entre las
fuerzas productivas y las relaciones de producción, la contradicción entre las
clases explotadoras y las explotadas, así como la contradicción, originada por
las anteriores, entre la base económica y su superestructura (política,
ideología, etc.), y descubrieron también cómo estas contradicciones conducen
inevitablemente, en los diferentes tipos de sociedades de clases, a diferentes
tipos de revoluciones sociales.
Al aplicar esta ley al estudio de la estructura económica de la sociedad
capitalista, Marx descubrió que la contradicción fundamental de esta sociedad es
la contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter privado
de la propiedad. Esta contradicción se manifiesta en la contradicción entre el
carácter organizado de la producción en las empresas individuales y el carácter
anárquico de la producción en la sociedad en su conjunto. En términos de
relaciones de clase, se manifiesta en la contradicción entre la burguesía y el
proletariado.
Dado que la variedad de las cosas es inconmensurable y su desarrollo no tiene
límites, lo que es universal en un contexto determinado se hace particular en
otro contexto, y viceversa. La contradicción, inherente al sistema capitalista,
entre el carácter social de la producción y la propiedad privada de los medios
de producción, es común a todos los países donde existe y se desarrolla el
capitalismo, y, por tanto, es universal con respecto a éste. Sin embargo, la
contradicción propia del capitalismo corresponde sólo a una determinada etapa
histórica en el desarrollo de la sociedad de clases en general, y, por
consiguiente, tiene carácter particular respecto a la contradicción entre las
fuerzas productivas y las relaciones de producción dentro de la sociedad de
clases en general. Ahora bien, al disecar la particularidad de las
contradicciones arriba mencionadas de la sociedad capitalista, Marx elucidó en
forma aún más profunda, exhaustiva y completa el carácter universal de la
contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción
dentro de la sociedad de clases en general.
Lo particular y lo universal están unidos, y no solamente la particularidad
sino también la universalidad de la contradicción son inherentes a toda cosa: la
universalidad reside en la particularidad; por eso, al estudiar una cosa
determinada, debemos tratar de descubrir estos dos lados y su interconexión, lo
particular y lo universal dentro de la cosa misma y su interconexión, y de
descubrir las interconexiones entre dicha cosa y las numerosas cosas exteriores
a ella. Stalin, al explicar las raíces históricas del leninismo en su famosa
obra "Los fundamentos del leninismo", analizó la situación internacional en que
nació el leninismo, analizó las distintas contradicciones del capitalismo,
llegadas a su grado extremo bajo las condiciones del imperialismo, y mostró cómo
ellas hicieron de la revolución proletaria una cuestión práctica inmediata y
crearon condiciones favorables para el asalto directo al capitalismo. Además,
analizó por qué Rusia fue la patria del leninismo, por qué la Rusia zarista
constituía el punto de convergencia de todas las contradicciones del
imperialismo y por qué el proletariado ruso se convirtió en la vanguardia del
proletariado revolucionario internacional. De esta manera, Stalin analizó lo
universal de las contradicciones del imperialismo, demostrando que el leninismo
es el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria, y, al
mismo tiempo, analizó lo que de particular tenían estas contradicciones
generales en el caso del imperialismo de la Rusia zarista, explicando por qué
Rusia llegó a ser la cuna de la teoría y las tácticas de la revolución
proletaria y cómo dicha particularidad encerraba la universalidad de la
contradicción. Este análisis de Stalin nos ofrece un modelo para comprender la
particularidad y la universalidad de la contradicción y su interconexión.
Al referirse a la aplicación de la dialéctica al estudio de los fenómenos
objetivos, Marx y Engels, así como Lenin y Stalin, han enseñado siempre que es
preciso deshacerse de todo subjetivismo y arbitrariedad y partir de las
condiciones concretas del movimiento objetivo real para descubrir las
contradicciones concretas de estos fenómenos, la posición concreta de cada uno
de los aspectos de cada contradicción y las interrelaciones concretas de las
contradicciones. A nuestros dogmáticos les falta esta actitud en el estudio y,
por lo tanto, yerran en todo. Debemos sacar lecciones de sus fracasos y aprender
a estudiar con esta actitud, la única correcta.
La relación entre la universalidad y la particularidad de la contradicción es
la relación entre el carácter general y el carácter individual de la
contradicción. Por carácter general de la contradicción entendemos que ésta
existe en todos los procesos y los recorre desde el comienzo hasta el fin:
movimiento, cosas, procesos y pensamiento, todo es contradicción. Negar la
contradicción es negarlo todo. Esta es una verdad universal para todos los
tiempos y todos los países, sin excepción. Tal es el carácter general, el
carácter absoluto de la contradicción. Sin embargo, lo general está contenido en
todo ser individual; sin carácter individual no puede haber carácter general. Si
todo lo individual fuera excluido, ¿qué sería de lo general? Cada contradicción
es particular y de ahí lo individual. Lo individual existe condicional y
temporalmente y es, por tanto, relativo.
Esta verdad referente a lo general y lo individual, a lo absoluto y lo
relativo, es la quintaesencia del problema de la contradicción en las cosas; no
comprenderla equivale a abandonar la dialéctica.
IV. LA CONTRADICCIÓN PRINCIPAL Y EL ASPECTO PRINCIPAL DE LA CONTRADICCIÓN
En lo tocante a la particularidad de la contradicción, quedan dos cuestiones
que requieren un análisis especial: la contradicción principal y el aspecto
principal de la contradicción.
En el proceso de desarrollo de una cosa compleja hay muchas
contradicciones y, de ellas, una es necesariamente la principal, cuya
existencia y desarrollo determina o influye en la existencia y desarrollo de las
demás contradicciones.
Por ejemplo: en la sociedad capitalista, las dos fuerzas contradictorias, el
proletariado y la burguesía, constituyen la contradicción principal. Las otras
contradicciones, como las que existen entre los remanentes de la clase feudal y
la burguesía, entre la pequeña burguesía campesina y la burguesía, entre el
proletariado y la pequeña burguesía campesina, entre la burguesía no monopolista
y la monopolista, entre la democracia y el fascismo en el seno de la burguesía,
entre los diversos países capitalistas, entre el imperialismo y las colonias,
etc., son todas determinadas por esta contradicción principal o sujetas a su
influencia.
En un país semicolonial como China, la relación entre la contradicción
principal y las contradicciones no principales ofrece un cuadro complejo.
Cuando el imperialismo desata una guerra de agresión contra un país así, las
diferentes clases de éste, excepto un pequeño número de traidores, pueden unirse
temporalmente en una guerra nacional contra el imperialismo. Entonces, la
contradicción entre el imperialismo y el país en cuestión pasa a ser la
contradicción principal, mientras todas las contradicciones entre las diferentes
clases dentro del país (incluida la contradicción, que era la principal, entre
el sistema feudal y las grandes masas populares) quedan relegadas temporalmente
a una posición secundaria y subordinada. Tal fue el caso en China durante la
Guerra del Opio de 1840, la Guerra Chino-Japonesa de 1894, la Guerra del
Yijetuan de 1900, y tal es también el caso de la actual guerra chino-japonesa.
En otras circunstancias, sin embargo, las contradicciones cambian de
posición. Cuando el imperialismo no recurre a la guerra, sino a medios
relativamente moderados, medios políticos, económicos y culturales, para llevar
adelante su opresión, la clase dominante del país semicolonial en cuestión
capitula ante el imperialismo y forma con él una alianza para oprimir
conjuntamente a las masas populares. En esas circunstancias, las masas populares
suelen recurrir a la guerra civil contra la alianza del imperialismo y la clase
feudal, en tanto que el imperialismo emplea a menudo métodos indirectos, y no la
acción directa, para ayudar a los reaccionarios de dicho país a oprimir al
pueblo, y así las contradicciones internas se vuelven particularmente agudas.
Esto sucedió en China durante la Guerra Revolucionaria de 1911, la guerra
revolucionaria de 1924-1927 y los diez años de la Guerra Revolucionaria Agraria,
iniciada en 1927. También entran en esta categoría las guerras intestinas entre
los diversos grupos dominantes reaccionarios de los países semicoloniales, como
por ejemplo las guerras entre los caudillos militares de China.
Cuando la guerra civil revolucionaria se desarrolla hasta el punto en que
amenaza la existencia misma del imperialismo y de sus lacayos, los reaccionarios
internos, suele aquél adoptar otros métodos para mantener su dominación: o bien
trata de dividir el frente revolucionario, o bien envía fuerzas armadas para
ayudar directamente a los reaccionarios internos. En tal caso, el imperialismo
extranjero y la reacción interna se colocan, sin el menor disimulo, en un polo,
y las amplias masas populares se agrupan en el otro, y así se forma la
contradicción principal, que determina o influye en el desarrollo de las demás
contradicciones. La ayuda prestada por diversos países capitalistas a los
reaccionarios rusos luego de la Revolución de Octubre, es un ejemplo de
intervención armada. La traición de Chiang Kai-shek en 1927 es un ejemplo de
división del frente revolucionario.
Pero, ocurra lo que ocurra, no cabe ninguna duda de que en cada etapa de
desarrollo de un proceso hay sólo una contradicción principal, que desempeña el
papel dirigente.
De este modo, si en un proceso hay varias contradicciones, necesariamente una
de ellas es la principal, la que desempeña el papel dirigente y decisivo,
mientras las demás ocupan una posición secundaria y subordinada. Por lo tanto,
al estudiar cualquier proceso complejo en el que existan dos o más
contradicciones, debernos esforzarnos al máximo por descubrir la contradicción
principal. Una vez aprehendida la contradicción principal, todos los problemas
pueden resolverse con facilidad. Tal es el método que nos enseñó Marx en su
estudio de la sociedad capitalista. Lo mismo nos enseñaron Lenin y Stalin al
estudiar el imperialismo y la crisis general del capitalismo y al estudiar la
economía soviética. Miles de estudiosos y hombres de acción no comprenden este
método, y el resultado es que, perdidos en un mar de humo, no son capaces de
llegar a la médula de los problemas y, por consiguiente, no logran encontrar la
manera de resolver las contradicciones.
Como queda dicho, no hay que tratar de un mismo modo todas las
contradicciones de un proceso, sino distinguir entre la principal y las
secundarias y concentrarse en aprehender la principal. Ahora bien, en cada
contradicción, sea principal o secundaria, ¿cabe tratar de un mismo modo sus dos
aspectos contradictorios? Tampoco. En toda contradicción, el desarrollo de los
aspectos contradictorios es desigual. A veces ambos parecen estar en equilibrio,
pero tal situación es sólo temporal y relativa, en tanto que la desigualdad es
el estado fundamental. De los dos aspectos contradictorios, uno ha de ser el
principal, y el otro, el secundario. El aspecto principal es el que desempeña el
papel dirigente en la contradicción. La naturaleza de una cosa es determinada
fundamentalmente por el aspecto principal de su contradicción, aspecto que ocupa
la posición predominante
Pero esta situación no es estática; el aspecto principal y el no principal de
una contradicción se transforman el uno en el otro y, en consecuencia, cambia la
naturaleza de la cosa. En un determinado proceso de desarrollo de una
contradicción o en una etapa dada de éste, el aspecto principal es A y el
aspecto no principal es B, pero en otra etapa o proceso, los papeles se
invierten; este cambio lo determina el grado en que ha crecido o disminuido la
fuerza de cada aspecto en su lucha contra el otro durante el desarrollo de la
cosa.
Hablamos corrientemente del "reemplazo de lo viejo por lo nuevo". El
reemplazo de lo viejo por lo nuevo es una ley universal, eterna e ineludible.
Una cosa se transforma en otra mediante un salto cuya forma varía según la
naturaleza de la cosa y las condiciones: éste es el proceso del reemplazo de lo
viejo por lo nuevo. Dentro de toda cosa existe la contradicción entre lo nuevo y
lo viejo, la cual da origen a una serie de luchas llenas de vicisitudes. Como
resultado de estas luchas, lo nuevo pasa de pequeño a grande y llega a ser
predominante; en cambio, lo viejo pasa de grande a pequeño y se aproxima
gradualmente a su desaparición. En el momento en que lo nuevo logra predominar
sobre lo viejo, la cosa vieja se transforma cualitativamente en una cosa nueva.
De esto se desprende que la naturaleza de una cosa es determinada
fundamentalmente por el aspecto principal de su contradicción, el que ocupa la
posición predominante. Al cambiar dicho aspecto, cambia en consecuencia la
naturaleza de la cosa.
El capitalismo, que en la vieja época feudal ocupa una posición subordinada,
pasa a ser la fuerza predominante en la sociedad capitalista y, con ello, la
naturaleza de la sociedad se convierte de feudal en capitalista. Las fuerzas
feudales pasan de su antigua posición dominante a una posición subordinada en la
nueva era capitalista, y se acercan paulatinamente a su desaparición. Así
sucedió, por ejemplo, en Inglaterra y Francia. A medida que se desarrollan las
fuerzas productivas, la burguesía se transforma de clase nueva, que juega un
papel progresista, en clase vieja, que juega un papel reaccionario, y finalmente
es derrocada por el proletariado, pasando a ser una clase despojada de sus
medios privados de producción y del Poder; entonces también se aproxima de
manera gradual a su desaparición. El proletariado, muy superior en número a la
burguesía y que crece simultáneamente con ésta, pero bajo su dominación, es una
fuerza nueva que, dependiente de la burguesía en un comienzo, se robustece poco
a poco, llega a ser una clase independiente y que desempeña el papel dirigente
en la historia, y finalmente toma el Poder convirtiéndose en la clase dominante.
Entonces la sociedad cambia de naturaleza: la vieja sociedad capitalista se
transforma en la nueva sociedad socialista. Este es el camino recorrido ya por
la Unión Soviética y que seguirán forzosamente todos los demás países.
Veamos el caso de China. El imperialismo ocupa la posición principal en la
contradicción en que China se ve reducida al estado de semicolonia; oprime al
pueblo chino, mientras China ha sido convertida de país independiente en país
semicolonial. Pero este estado de cosas cambiará inevitablemente; en la lucha
entre las dos partes, la fuerza del pueblo chino, creciente bajo la dirección
del proletariado, transformará inevitablemente a China de semicolonia en país
independiente, al paso que el imperialismo será derrocado. La vieja China se
transformará inevitablemente en una nueva China.
La transformación de la vieja China en una nueva China entraña además, dentro
del país, la transformación de la relación entre las viejas fuerzas feudales y
las nuevas fuerzas populares. La vieja clase terrateniente feudal será
derrocada, de dominante se convertirá en dominada, y también se aproximará
gradualmente a su desaparición. Y el pueblo, bajo la dirección del proletariado,
pasará de dominado a dominante. Entonces cambiará la naturaleza de la sociedad
china: la vieja sociedad, semicolonial y semifeudal, se transformará en una
nueva sociedad democrática.
Transformaciones semejantes se han producido ya en el pasado. La dinastía
Ching, que gobernó a China durante casi trescientos años, fue derribada en la
Revolución de 1911, en tanto que la Keming Tungmengjui (Liga Revolucionaria),
dirigida por Sun Yat-sen, quedó triunfante por algún tiempo. En la guerra
revolucionaria de 1924-1927, las fuerzas revolucionarias de la alianza entre el
Kuomintang y el Partido Comunista en el Sur se transformaron de débiles en
fuertes y obtuvieron la victoria en la Expedición al Norte, mientras que los
caudillos militares del Norte, al comienzo dueños de la situación, fueron
derrocados. En 1927, las fuerzas populares, encabezadas por el Partido
Comunista, se vieron seriamente reducidas bajo los golpes de la reacción
kuomintanista; pero, después de eliminar de sus filas el oportunismo, volvieron
a crecer paulatinamente. En las bases de apoyo revolucionarias, que dirige el
Partido Comunista, los campesinos se han transformando de dominados en
dominantes, en tanto que los terratenientes han sufrido la transformación
inversa. Siempre ocurre así en el mundo: lo nuevo desplaza a lo viejo, lo viejo
es reemplazado por lo nuevo, lo viejo es eliminado para dejar paso a lo nuevo,
lo nuevo surge de lo viejo.
En ciertos momentos de la lucha revolucionaria, las dificultades prevalecen
sobre las condiciones favorables y constituyen, entonces, el aspecto principal
de la contradicción, mientras las condiciones favorables constituyen el aspecto
secundario. Sin embargo, los revolucionarios pueden, mediante sus esfuerzos,
superar gradualmente las dificultades y crear una situación nueva, favorable;
así, una situación difícil cede su lugar a una situación favorable. Tal fue el
caso después de la derrota de la revolución china en 1927 y durante la Gran
Marcha del Ejército Rojo de China. En la actual guerra chino-japonesa, nuestro
país se encuentra de nuevo en una posición difícil; pero podemos cambiar este
estado de cosas y transformar radicalmente la situación de China y la del Japón.
A la inversa, las condiciones favorables pueden transformarse en dificultades si
los revolucionarios cometen errores. Así, la victoria de la revolución de
1924-1927 se transformó en derrota. Las bases de apoyo revolucionarias que se
desarrollaron a partir de 1927 en las provincias del Sur, habían sido todas
derrotadas hacia 1934.
En el estudio, sucede lo mismo con la contradicción en el paso del no saber
al saber. Cuando comenzamos a estudiar el marxismo, existe una contradicción
entre nuestra ignorancia o escasa noción del marxismo y el conocimiento del
marxismo. Pero, a través de un estudio tenaz, podernos llegar a transformar esa
ignorancia en conocimiento, ese conocimiento escaso, en conocimiento amplio, y
la ceguera en la aplicación del marxismo, en libertad en su aplicación.
Algunos estiman que no ocurre así con ciertas contradicciones. Por ejemplo,
según ellos, en la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones
de producción, las fuerzas productivas constituyen el aspecto principal; en la
contradicción entre la práctica y la teoría, la práctica constituye el aspecto
principal; en la contradicción entre la base económica y la superestructura, la
base económica constituye el aspecto principal; y los aspectos no cambian de
posición entre sí. Esta es una concepción materialista mecanicista, y no
materialista dialéctica. Es verdad que las fuerzas productivas, la práctica y la
base económica desempeñan por regla general el papel principal y decisivo; quien
niegue esto no es materialista. Pero hay que admitir también que, bajo ciertas
condiciones, las relaciones de producción, la teoría y la superestructura
desempeñan, a su vez, el papel principal y decisivo. Cuando el desarrollo de las
fuerzas productivas se hace imposible sin un cambio de las relaciones de
producción, este cambio desempeña el papel principal y decisivo. La creación y
divulgación de una teoría revolucionaria desempeña el papel principal y decisivo
en determinados momentos, refiriéndose a los cuales dijo Lenin: "Sin teoría
revolucionaria, no puede haber tampoco movimiento revolucionario."[16] Cuando hay una tarea por cumplir (sea la
que fuere), pero se carece todavía de orientación; método, plan o política, lo
principal y decisivo es determinar una orientación, método, plan o política.
Cuando la superestructura (política, cultura, etc.) obstaculiza el desarrollo de
la base económica, las transformaciones políticas y culturales pasan a ser lo
principal y decisivo. ¿Estamos yendo en contra del materialismo al afirmar esto?
No. La razón es que, junto con reconocer que, en el curso general del desarrollo
histórico, lo material determina lo espiritual y el ser social determina la
conciencia social, también reconocemos y debemos reconocer la reacción que a su
vez ejerce lo espiritual sobre lo material, la conciencia social sobre el ser
social, y la superestructura sobre la base económica. No vamos así en contra del
materialismo, sino que evitamos el materialismo mecanicista y defendemos
firmemente el materialismo dialéctico.
Al estudiar la particularidad de la contradicción, a no ser que examinemos
estas dos cuestiones - las contradicciones principal y no principales de un
proceso, y los aspectos principal y no principal de la contradicción -, es
decir, a no ser que examinemos lo que distingue a un término del otro en cada
una de estas dos cuestiones, nos veremos empantanados en un estudio abstracto,
seremos incapaces de comprender concretamente las contradicciones y, por ende,
no podremos encontrar el método correcto para resolverlas. Lo distintivo o lo
particular en cada una de estas dos cuestiones representa la desigualdad de las
fuerzas en contradicción. Nada en el mundo se desarrolla en forma absolutamente
uniforme; debemos combatir la teoría del desarrollo uniforme o teoría del
equilibrio. Más aún, es esta característica concreta de la contradicción y el
cambio de los aspectos principal y no principal de una contradicción en el curso
de su desarrollo lo que muestra la fuerza de lo nuevo que reemplaza a lo viejo.
El estudio de las distintas modalidades de la desigualdad en las
contradicciones, el estudio de la contradicción principal y las no principales y
de los aspectos principal y no principal de la contradicción, es uno de los
métodos importantes que permiten a un partido revolucionario determinar
correctamente su estrategia y táctica en lo político y lo militar; todos los
comunistas deben prestar atención a este método.
V. LA IDENTIDAD Y LA LUCHA ENTRE LOS ASPECTOS DE LA CONTRADICCIÓN
Después de comprendidas la universalidad y la particularidad de la
contradicción, debemos proceder al estudio de la identidad y la lucha entre los
aspectos de la contradicción.
Identidad, unidad, coincidencia, interpenetración, impregnación recíproca,
interdependencia (o mutua dependencia para existir), interconexión o cooperación
- todos estos variados términos significan lo mismo y se refieren a los dos
puntos siguientes: primero, la existencia de cada uno de los dos aspectos de una
contradicción en el proceso de desarrollo de una cosa presupone la existencia de
su contrario, y ambos aspectos coexisten en un todo único; segundo, sobre la
base de determinadas condiciones, cada uno de los dos aspectos contradictorios
se transforma en su contrario. Esto es lo que se entiende por identidad.
Lenin dijo:
"La dialéctica es la doctrina de cómo los contrarios pueden ser y
cómo suelen ser (cómo devienen) idénticos, - en qué condiciones suelen ser
idénticos, convirtiéndose el uno en el otro, - por qué el entendimiento humano
no debe considerar estos contrarios como muertos, petrificados, sino como vivos,
condicionales, móviles y que se convierten el uno en el otro."[17]
¿Qué significan estas palabras de Lenin?
En todo proceso, los aspectos de una contradicción se excluyen, luchan y se
oponen entre sí. Los procesos de desarrollo de todas las cosas del mundo y todo
pensamiento del hombre, sin excepción, contienen tales aspectos contradictorios.
Un proceso simple contiene solamente una pareja de contrarios, mientras un
proceso complejo contiene más de una. Las diferentes parejas de contrarios, a su
vez, se hallan en contradicción. Es así como están constituidas todas las cosas
del mundo objetivo y todo pensamiento del hombre, y de ahí su movimiento.
Podría parecer entonces que no hay ninguna identidad o unidad. En tal caso,
¿cómo se puede hablar de identidad o unidad?
El caso es que ninguno de los dos aspectos contradictorios puede existir
independientemente del otro. Si falta uno de los dos contrarios, falta la
condición para la existencia del otro. Piensen: de una pareja de cosas
contradictorias o de dos conceptos contradictorios en la conciencia humana,
¿puede uno de los aspectos existir independientemente? Sin vida no habría
muerte; sin muerte tampoco habría vida. Sin "arriba" no habría "abajo"; sin
"abajo" tampoco habría "arriba". Sin desgracia no habría felicidad; sin
felicidad tampoco habría desgracia. Sin facilidad no habría dificultad; sin
dificultad tampoco habría facilidad. Sin terratenientes no habría campesinos
arrendatarios; sin campesinos arrendatarios tampoco habría terratenientes. Sin
burguesía no habría proletariado; sin proletariado tampoco habría burguesía. Sin
opresión nacional por parte del imperialismo no habría colonias ni semicolonias;
sin colonias ni semicolonias tampoco habría opresión nacional por parte del
imperialismo. Así sucede con todos los contrarios: en virtud de determinadas
condiciones, junto con oponerse el uno al otro, están interconectados,
se impregnan recíprocamente, se interpenetran y dependen el uno del otro; esto
es lo que se denomina identidad. Los aspectos de toda contradicción se llaman
contrarios porque, en virtud de determinadas condiciones, existe entre ellos
no-identidad. Pero también existe entre ellos identidad, y por eso están
interconectados. A esto se refería Lenin cuando dijo que la dialéctica estudia
"cómo los contrarios pueden [ . . . ] ser idénticos". ¿Por qué pueden
serlo? Porque cada uno constituye la condición para la existencia del otro. Este
es el primer sentido de la identidad.
Pero ¿basta con afirmar que cada uno de los dos aspectos contradictorios es
la condición para la existencia de su opuesto, que hay identidad entre uno y
otro, y que, por consiguiente, ambos pueden coexistir en un todo único? No, no
basta. La cuestión no se limita a la interdependencia de los contrarios; más
importante aún es la transformación del uno en el otro. Esto significa que, en
razón de determinadas condiciones, cada uno de los aspectos contradictorios de
una cosa se transforma en su contrario cambiando su posición por la de éste. Tal
es el segundo sentido de la identidad de los contrarios.
¿Por qué existe identidad aquí también? Obsérvese cómo, a través de la
revolución, el proletariado se transforma de clase dominada en clase dominante,
en tanto que la burguesía, hasta entonces dominante, se transforma en dominada,
cambiando cada cual su posición por la que originalmente ocupaba su contrario.
Esto ha tenido lugar ya en la Unión Soviética, y ocurrirá en todo el mundo. De
no existir, bajo determinadas condiciones, la interconexión y la identidad entre
los contrarios, ¿cómo podría producirse semejante cambio?
El Kuomintang, que desempeñó un papel hasta cierto punto positivo en una
determinada etapa de la historia contemporánea de China, pasó a ser un partido
contrarrevolucionario en 1927 debido a su inherente naturaleza de clase y a la
seducción por el imperialismo (éstas son las condiciones); pero, después se ha
visto obligado a aceptar la resistencia al Japón debido a la agudización de la
contradicción entre China y el Japón y a la política de frente único del Partido
Comunista (éstas son las condiciones). Los contrarios se transforman el uno en
el otro, pues entre ellos existe una determinada identidad.
Nuestra revolución agraria ha sido y será un proceso en que la clase
terrateniente, poseedora de tierras, se transforma en una clase que ha perdido
sus tierras, mientras los campesinos, antes despojados de sus tierras, se
transforman en pequeños propietarios que han obtenido tierras. Debido a
determinadas condiciones, poseer y no poseer, obtener y perder, están
interconectados; hay identidad entre lo uno y lo otro. Bajo el socialismo, la
propiedad privada de los campesinos, a su vez, se transforma en la propiedad
social de la agricultura socialista; esto ya ha ocurrido en la Unión Soviética,
y ocurrirá también en todo el mundo. Hay un puente que conduce de la propiedad
privada a la propiedad social; en filosofía, esto se llama identidad o
transformación recíproca o interpenetración.
Consolidar la dictadura del proletariado, o del pueblo, significa,
justamente, preparar las condiciones para abolir dicha dictadura y pasar a una
etapa más elevada, en la cual no habrá ningún tipo de sistema estatal. Fundar y
desarrollar el Partido Comunista significa, precisamente, preparar las
condiciones para la desaparición del Partido Comunista y de todos los partidos
políticos. Crear un ejército revolucionario bajo la dirección del Partido
Comunista y llevar adelante la guerra revolucionaria significa, justamente,
preparar las condiciones para acabar para siempre con las guerras. En cada una
de estas parejas, los contrarios se sostienen mutuamente.
Como todos saben, la guerra y la paz se transforman la una en la otra. La
guerra se transforma en paz; por ejemplo, la Primera Guerra Mundial se
transformó en la paz de la postguerra, y la guerra civil en China ha cesado
ahora, cediendo su lugar a la paz interna. La paz se transforma en guerra; por
ejemplo, en 1927, la cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista se
transformó en guerra, y la actual situación de paz mundial puede también
transformarse en una segunda guerra mundial. ¿Por qué sucede esto? Porque en la
sociedad de clases, bajo determinadas condiciones, existe identidad entre cosas
contrarias como la guerra y la paz.
Todos los contrarios están interconectados; no sólo coexisten en un todo
único bajo determinadas condiciones, sino que, también bajo determinadas
condiciones, se transforman el uno en el otro; éste es el significado íntegro de
la identidad de los contrarios. A esto se refería Lenin al hablar de "cómo los
contrarios [. . .) suelen ser (cómo devienen) idénticos, - en
qué condiciones suelen ser idénticos, convirtiéndose el uno en el otro".
¿Por qué "el entendimiento humano no debe considerar estos contrarios como
muertos, petrificados, sino como vivos, condicionales, móviles y que se
convierten el uno en el otro"? Porque precisamente así son las cosas objetivas.
El caso es que la unidad o identidad de los contrarios en las cosas objetivas no
es algo muerto o petrificado, sino algo vivo, condicional, móvil, temporal y
relativo; sobre la base de determinadas condiciones, cada uno de los aspectos de
la contradicción se transforma en su contrario. Y el reflejo de esto en el
pensamiento humano constituye la concepción marxista, dialéctica materialista,
del mundo. Sólo las clases dominantes reaccionarias del pasado y del presente, y
la metafísica a su servicio, no consideran los contrarios como vivos,
condicionales, móviles y que se convierten el uno en el otro, sino como muertos
y petrificados, y propagan esta falacia por todas partes para engañar a las
masas populares, en el intento de perpetuar su dominación. Es tarea de los
comunistas denunciar esta falacia de los reaccionarios y de la metafísica,
divulgar la dialéctica inherente a las cosas y acelerar la transformación de las
cosas, a fin de alcanzar los objetivos de la revolución.
Cuando decimos que, bajo determinadas condiciones, existe la identidad de los
contrarios, nos referimos a contrarios reales y concretos, y consideramos que la
transformación del uno en el otro es igualmente real y concreta. En la mitología
se habla de innumerables transformaciones, por ejemplo, en los mitos de la
carrera de Kua Fu tras el Sol en el Libro de las montañas y los
mares[18], del derribo de nueve
soles a flechazos por Yi, en el Juai Nan Tsi[19], de las setenta y dos metamorfosis de Sun Wu-kung en
Peregrinación al Oeste[20], en
los numerosos episodios de fantasmas y zorros metamorfoseados en seres humanos
en los Cuentos extraños de Liaochai[21], etc. Estas transformaciones de los contrarios, de las que habla
la mitología, no soncambios concretos que reflejen contradicciones concretas,
sino transformaciones ingenuas, imaginarias, fantásticas, inspiradas a los
hombres por las innumerables y complejas transformaciones reales de los
contrarios el uno en el otro. Marx decía: "Toda mitología conquista, domina y da
formas a las fuerzas de la naturaleza, en la imaginación y mediante ella, y
desaparece cuando las fuerzas de la naturaleza son dominadas realmente."[22] Las innumerables metamorfosis en la
mitología (y también en los cuentos infantiles) deleitan a la gente porque
describen imaginativamente la conquista de las fuerzas de la naturaleza por el
hombre, y los mejores mitos poseen, como señaló Marx, "un encanto eterno"; pero
los mitos no se crean basándose en situaciones determinadas surgidas de
contradicciones concretas y, por lo tanto, no son un reflejo científico de la
realidad. Esto significa que, en los mitos o en los cuentos infantiles, existe
sólo una identidad imaginaria y no concreta entre los aspectos que constituyen
la contradicción. Es la dialéctica marxista la que refleja científicamente la
identidad en las transformaciones reales.
¿Por qué puede un huevo, y no una piedra, transformarse en un pollo? ¿Por qué
existe identidad entre la guerra y la paz pero no entre la guerra y una piedra?
¿Por qué los seres humanos son capaces de engendrar sólo seres humanos y no otra
cosa? La única razón es que la identidad de los contrarios exige determinadas
condiciones necesarias. En ausencia de éstas, no puede haber ninguna identidad.
¿Por qué en Rusia la revolución democrático-burguesa de febrero de 1917 se
ligó directamente a la revolución socialista proletaria de octubre del mismo
año, mientras que en Francia la revolución burguesa no se ligó directamente a
una revolución socialista y la Comuna de París de 1871 terminó en derrota? ¿Por
qué, en cambio, el sistema nómade de Mongolia y Asia Central empalmó
directamente con el socialismo? ¿Por qué puede la revolución china evitar un
futuro capitalista y entroncar directamente con el socialismo, sin seguir el
viejocamino histórico recorrido por los países occidentales, sin pasar por un
período de dictadura burguesa? Todo esto no se debe sino a las condiciones
concretas de la época. Cuando se presentan determinadas condiciones necesarias,
en el proceso de desarrollo de las cosas surgen determinadas parejas de
contrarios, y estos contrarios son interdependientes y se transforman el uno en
el otro. De no presentarse tales condiciones, nada de esto podría suceder.
Hasta aquí el problema de la identidad. Ahora bien, ¿qué es la lucha? ¿Cuál
es la relación entre la identidad y la lucha?
Lenin señala:
"La unidad (coincidencia, identidad, equivalencia) de los contrarios es condicional, temporal, transitoria, relativa. La lucha de los contrarios, mutuamente excluyentes, es absoluta, como es absoluto el desarrollo, el movimiento."[23]
¿Qué significan estas palabras de Lenin?
Todo proceso tiene comienzo y fin, todo proceso se transforma en su
contrario. La permanencia de todo proceso es relativa, en tanto que la
mutabilidad, manifestada en la transformación de un proceso en otro, es
absoluta.
En todas las cosas se presentan dos estados de movimiento: el de reposo
relativo y el de cambio manifiesto. Ambos tienen su origen en la lucha entre los
dos elementos contradictorios que contiene cada cosa. En el primer estado de
movimiento, la cosa experimenta sólo cambios cuantitativos y no cualitativos y,
en consecuencia, parece estar en reposo. La cosa pasa al segundo estado de
movimiento cuando los cambios cuantitativos producidos en el primer estado
alcanzan ya su punto culminante, dando origen a la disolución de la cosa como
todo único, esto es, a un cambio cualitativo; de este modo aparece el estado de
cambio manifiesto. La unidad, la cohesión, la unión, la armonía, el equilibrio,
el impasse, el punto muerto, el reposo, la permanencia, la uniformidad,
el aglutinamiento, la atracción, etc., que vemos en la vida diaria, son todas
manifestaciones del estado de cambio cuantitativo de las cosas. A la inversa, la
disolución del todo único, es decir, la destrucción de esa cohesión, unión,
armonía, equilibrio, impasse, punto muerto, reposo, permanencia,
uniformidad, aglutinamiento, atracción, y su transformación en sus respectivos
contrarios, son todas manifestaciones del estado de cambio cualitativo de las
cosas, es decir, de la transformación de un proceso en otro. Las cosas cambian
constantemente, pasando del primero al segundo estado; la lucha de los
contrarios existe en ambos estados, y la contradicción se resuelve a través del
segundo estado. Es por esto que la unidad de los contrarios es condicional,
temporal y relativa, en tanto que la lucha de los contrarios, mutuamente
excluyentes, es absoluta.
Al afirmar más arriba que entre los contrarios existe identidad y que, por
esta razón, ambos pueden coexistir en un todo único y, además, transformarse el
uno en el otro, nos hemos referido a la condicionalidad; esto es, bajo
determinadas condiciones, dos cosas contrarias pueden unirse y transformarse la
una en la otra; en ausencia de tales condiciones, no pueden formar una
contradicción, no pueden coexistir en un todo único ni transformarse la una en
la otra. La identidad de los contrarios se produce sólo a causa de determinadas
condiciones, y por eso decimos que es condicional y relativa. Ahora, agregamos
que la lucha entre los contrarios recorre los procesos desde el comienzo hasta
el fin y origina la transformación de un proceso en otro; la lucha entre los
contrarios es omnipresente, y por lo tanto decimos que es incondicional y
absoluta.
La combinación entre la identidad, condicional y relativa, y la lucha,
incondicional y absoluta, forma el movimiento de los contrarios en todas las
cosas.
Los chinos acostumbramos a decir: "Cosas que se oponen, se sostienen entre
sí."[24] En otras palabras, existe
identidad entre cosas que se oponen una a otra. Este dicho es dialéctico y
contrario a la metafísica. "Se oponen" significa que los dos aspectos
contradictorios se excluyen mutuamente o luchan entre sí. "Se sostienen entre
sí" significa que, bajo determinadas condiciones, los dos aspectos
contradictorios se interconectan y adquieren identidad. Sin embargo, la lucha
está implícita en la identidad; sin lucha no hay identidad.
En la identidad existe la lucha, en lo particular existe lo universal, en lo
individual existe lo general. Para citar a Lenin, "en lo relativo existe lo
absoluto"[25].
VI. EL PAPEL DEL ANTAGONISMO EN LA CONTRADICCIÓN
El problema de la lucha de los contrarios incluye la cuestión de qué es
antagonismo. Nuestra respuesta es que el antagonismo constituye una forma, pero
no la única, de la lucha de los contrarios.
En la historia de la humanidad existe el antagonismo de clase, que es una
manifestación particular de la lucha de los contrarios. Veamos la contradicción
entre la clase explotadora y la clase explotada. En una misma sociedad, sea la
esclavista, la feudal o la capitalista, estas dos clases contradictorias
coexisten por largo tiempo y luchan entre sí; pero sólo al alcanzar cierta etapa
en su desarrollo, la contradicción entre las dos clases adopta la forma de
antagonismo abierto y se convierte en revolución. De igual manera se verifica la
transformación de la paz en guerra dentro de la sociedad de clases.
Antes de estallar, una bomba es un todo único en el cual los contrarios
coexisten debido a determinadas condiciones. La explosión tiene lugar sólo
cuando se hace presente una nueva condición: la ignición. Análoga situación se
presenta en todos aquellos fenómenos de la naturaleza en los que la solución de
la vieja contradicción y el nacimiento de una cosa nueva se producen,
finalmente, bajo la forma de un conflicto abierto.
Es extremadamente importante adquirir conciencia de este hecho, pues nos
permite comprender que en la sociedad de clases, son inevitables las
revoluciones y las guerras revolucionarias y que sin ellas es imposible realizar
saltos en el desarrollo social y derrocar a las clases dominantes reaccionarias,
y, por lo tanto, es imposible que el pueblo conquiste el Poder. Los comunistas
deben denunciar la engañosa propaganda de los reaccionarios, quienes afirman,
entre otras cosas, que la revolución social es innecesaria e imposible; deben
perseverar firmemente en la teoría marxista-leninista de la revolución social y
ayudar al pueblo a comprender que la revolución no sólo es absolutamente
necesaria, sino también enteramente posible, y que esta verdad científica ha
sido confirmada ya por toda la historia de la humanidad y por el triunfo en la
Unión Soviética.
Sin embargo, debemos estudiar concretamente la situación de cada lucha de
contrarios y no aplicar impropiamente y a todas las cosas la fórmula arriba
mencionada. La contradicción y la lucha son universales y absolutas, pero los
métodos para resolver las contradicciones, esto es, las formas de lucha, varían
según el carácter de las contradicciones. Algunas contradicciones tienen un
carácter antagónico abierto, mientras que otras no. Siguiendo el desarrollo
concreto de las cosas, algunas contradicciones, originalmente no antagónicas, se
transforman en antagónicas, en tanto que otras, originalmente antagónicas, se
transforman en no antagónicas.
Como ya lo hemos señalado, mientras existan las clases, las contradicciones
entre las ideas correctas e incorrectas dentro del Partido Comunista son un
reflejo, en su seno, de las contradicciones de clase. Al comienzo o en algunos
problemas, tales contradicciones pueden no manifestarse inmediatamente como
antagónicas. Pero, a medida que se desenvuelve la lucha de clases, pueden llegar
a transformarse en antagónicas. La historia del Partido Comunista de la Unión
Soviética nos enseña que la contradicción entre las correctas ideas de Lenin y
Stalin y las erróneas ideas de Trotski, Bujarin y otros no se manifestó como
antagónica al principio, pero posteriormente se desarrolló hasta convertirse en
antagónica. Casos similares se han dado en la historia del Partido Comunista de
China. La contradicción entre las correctas ideas de muchos de nuestros
camaradas del Partido y las erróneas ideas de Chen Tu-siu, Chang Kuo-tao y
otros, tampoco se manifestó en un comienzo como antagónica, pero posteriormente
se desarrolló y se convirtió en antagónica. Actualmente, la contradicción entre
las ideas correctas y las incorrectas en nuestro Partido no se manifiesta como
antagónica y, si los camaradas que han cometido errores son capaces de
corregirlos, no llegará a convertirse en antagónica. En vista de ello, el
Partido debe Llevar a cabo, por un lado, una seria lucha contra las ideas
erróneas, y, por el otro, dar a los camaradas que han cometido errores plena
oportunidad para que adquieran conciencia. En estas circunstancias, una lucha
excesiva es obviamente inadecuada. Pero si aquellos que han cometido errores
persisten en ellos y los agravan, habrá posibilidad de que esta contradicción
desemboque en antagonismo.
En lo económico, la contradicción entre la ciudad y el campo es
extremadamente antagónica tanto en la sociedad capitalista (donde la ciudad
dominada por la burguesía saquea implacablemente al campo) como en las zonas
controladas por el Kuomintang en China (donde la ciudad dominada por el
imperialismo extranjero y la gran burguesía compradora china saquea al campo con
extremada ferocidad). Pero en un país socialista y en nuestras bases de apoyo
revolucionarias, esta contradicción antagónica se ha transformado en no
antagónica, y desaparecerá con la llegada de la sociedad comunista.
Lenin dijo: "El antagonismo y la contradicción no son en absoluto una y la
misma cosa. Bajo el socialismo, desaparecerá el primero, subsistirá la
segunda."[26] Esto significa que el
antagonismo es una forma, pero no la única, de la lucha de los contrarios; no se
puede aplicar esta fórmula de manera mecánica y en todas partes.
VII. CONCLUSIÓN
Digamos ahora algunas palabras a modo de resumen. La ley de la contradicción
en las cosas, esto es, la ley de la unidad de los contrarios, es la ley
fundamental de la naturaleza y la sociedad y, por consiguiente, también la ley
fundamental del pensamiento. Esta ley se opone a la concepción metafísica del
mundo. Su descubrimiento representó una gran revolución en la historia del
conocimiento humano. Según el materialismo dialéctico, la contradicción existe
en todos los procesos de las cosas objetivas y del pensamiento subjetivo, y los
recorre desde el comienzo hasta el fin; esto constituye la universalidad o
carácter absoluto de la contradicción: Cada contradicción y cada uno de sus dos
aspectos tienen sus respectivas características; esto constituye la
particularidad o relatividad de la contradicción. Sobre la base de determinadas
condiciones, entre cosas contrarias existe identidad y; por lo tanto, ambas
pueden coexistir en un todo único y transformarse la una en la otra; esto
también constituye la particularidad o relatividad de la contradicción. Pero la
lucha de los contrarios es ininterrumpida, y está presente tanto cuando los
contrarios coexisten como cuando se transforman el uno en el otro; especialmente
en el último casó la lucha se manifiesta de una manera más evidente; esto
también constituye la universalidad o carácter absoluto de la contradicción. Al
estudiar la particularidad o relatividad de la contradicción, debemos prestar
atención a distinguir entre la contradicción principal y las contradicciones no
principales, así como entre el aspecto principal y el aspecto no principal de la
contradicción; al estudiar la universalidad de la contradicción y la lucha de
los contrarios, debemos prestar atención a distinguir entre las diferentes
formas de lucha. De otro modo, cometeremos errores. Si, mediante el estudio,
llegamos a comprender realmente las tesis esenciales expuestas más arriba,
podremos destruir el pensamiento dogmático, opuesto a los principios
fundamentales del marxismo-leninismo y perjudicial para nuestra causa
revolucionaria, y los camaradas que tienen experiencia estarán en condiciones de
sistematizarla y elevarla a la categoría de principios y evitar la repetición de
los errores de empirismo. Tal es, en pocas palabras, la conclusión a que nos
conduce el estudio de la ley de la contradicción.
NOTAS
[1] V. I. Lenin: Resumen del libro de Hegel
"Lecciones de historia de la filosofía".
[2] En su escrito En torno a la cuestión
de la dialéctica, Lenin dice: "El desdoblamiento de un todo y el
conocimiento de sus partes contradictorias (. . .) es la esencia (. . .) de la
dialéctica:" Dice también en su Resumen del libro de Hegel "Ciencia de la
lógica": "En una palabra, la dialéctica puede ser definida como la
doctrina acerca de la unidad de los contrarios. Esto aprehende el núcleo de la
dialéctica, pero exige explicaciones y desarrollo."
[3] V. I. Lenin: En torno a la cuestión
de la dialéctica.
[4] Palabras de Tung Chung-shu (179-104
a.n.e.), célebre exponente del confucianismo durante la dinastía Jan. Una vez
Tung dijo al emperador Wuti: "El Tao se origina en el cielo. El cielo no cambia
y el Tao tampoco." "Tao", término comúnmente usado por los filósofos chinos de
la antigüedad, significa "caminó ', "razón" y también "ley".
[5] F. Engels: Anti-Dühring, primera
sección, XII, "Dialéctica. Cantidad y calidad".
[6] V. I. Lenin: En torno a lo cuestión de
la dialéctica.
[7] F. Engels: Anti-Dühring, primera
sección, XII, "Dialéctica. Cantidad y calidad".
[8] V. I. Lenin: En torno a la cuestión
de la dialéctica.
[9] Ibíd.
[10] V. I. Lenin: "Comunismo", Obras
Completas, t. XXXI. Véase "Problemas estratégicos de la guerra
revolucionaria de China", nota 10, en el presente tomo.
[11] Sun Tsi, cap. III, "Plan de ataque".
[12] Wei Cheng (580-643), estadista e
historiador de la dinastía Tang.
[13] Famosa novela china que describe una
guerra campesina ocurrida a finales de la dinastía Sung del Norte. Sung Chiang
es uno de los protagonistas de la novela. La aldea de Chu, bajo la dominación de
un terrateniente despótico llamado Chu Chao-feng, estaba cerca de Liangshanpo,
base de apoyo de esa guerra campesina.
[14] V. I. Lenin: "Una vez más sobre los
sindicatos, el momento actual y los errores de Trotski y Bujarin".
[15] Acerca de Chen Tu-siu, véase "Problemas
estratégicos de la guerra revolucionaria de China", nota 4, en el presente tomo.
[16] V. I. Lenin: ¿Qué Hacer?, I,
d.
[17] V. I. Lenin: Resumen del libro de
Hegel "Ciencia de la lógica".
[18] Libro escrito durante la Era de los
Reinos Combatientes (403-221 a.n.e.). En una de sus leyendas se relata que Kua
Fu, un ser sobrenatural, corrió en persecución del Sol. Pero murió de sed en el
camino. El báculo que llevaba se transformó en un bosque.
[19] Yi es el héroe de una antigua leyenda
china, famoso por su destreza en el manejo del arco. Según una leyenda contada
en el Juai Nan Tsi, obra compilada en el siglo II a.n.e., había, en tiempos del
emperador Yao, diez soles en el cielo. Para acabar con los daños causados a la
vegetación por los abrasadores rayos de los estros, Yao ordenó a Yi que
derribara los soles. Otra leyenda, registrada por Wang Yi (siglo II), cuenta que
el arquero derribó nueve de los diez soles.
[20] Novela mitológica escrita en el siglo
XVI. Su héroe, Sun Wu-kung, el Rey Mono, es valiente e ingenioso y está dotado
del poder mágico de adquirir a voluntad setenta y dos formas diferentes, tales
como pájaro, bestia, planta, etc.
[21] Famosa colección de cuentos
fantásticos, redactados por Po Sung-ling en el siglo XVII. Conste en total de
431 cuentos que en su mayoría hablan de hadas, fantasmas y zorros.
[22] C. Marx: Introducción a la crítica
de la economía política.
[23] V. I. Lenin: En torno a la
cuestión de la dialéctica.
[24] Esta frase apareció por primera vez en
la Historia de la primera dinastía
Jan, escrita por Pan Ku, célebre historiador del siglo I, y be
sido siempre un dicho popular.
[25] V. I. Lenin: En torno a la cuestión
de la dialéctica.
[26] V. I. Lenin: "Observaciones críticas
sobre el libro de Bujarin Economía del período de transición".
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