viernes, 26 de octubre de 2012

ESBOZO INICIAL DE LAS TESIS SOBRE LA CUESTIÓN AGRARIA. II Congreso de la III Internacional Comunista.




El Documento ESBOZO INICIAL DE LAS TESIS SOBRE LA CUESTIÓN AGRARIA fue elaborado y publicado en los meses de junio y julio de 1920, como un informe para el II congreso de la Internacional Comunista.

Maoismo_Linea Roja ha tenido acceso a él y una ves trascrito lo ponemos a su entera disposición, ya que es de mucha importancia y utilidad para el debate en el MCI sobre el trabajo agrario cuando el proletariado conquiste el poder y poder asegurar esa conquista.
A continuación un pequeño segmento del documento:



El camarada Marchlewski ha expuesto admirablemente en su artículo las causas por la que la II Internacional, hoy Internacional Amarilla, no sólo no ha sido capaz de determinar la táctica del proletariado revolucionario en cuestión agraria sino ni siquiera plantear este problema como es debido. Además el camarada Marchlewski ha sentado las bases teóricas del programa agrario comunista de la III Internacional.
Sobre estas bases se puede (y yo creo que se debe) elaborar la resolución general del Congreso de la Internacional Comunista que ha celebrarse el 15 de julio de 1920, en orden a la cuestión agraria.
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1. El proletariado revolucionario debe proceder a la confiscación inmediata e incondicional de todas las tierras de los terratenientes y grandes latifundistas, es decir, de quienes en los países capitalistas explotan de un modo sistemático, ya directamente o por medio de sus arrendatarios, a los obreros asalariados y a los pequeños campesinos (a veces incluso a los campesinos medios) de los términos vecinos, sin tomar ellos por parte alguna en el trabajo manual, y perteneces a su mayor parte a familias descendientes de los señores feudales (nobleza en Rusia, Alemania, Hungría; señores restauradores en Francia; lores en Inglaterra; antiguos esclavistas en Norteamérica), o a los magnates financieros particularmente enriquecidos, o bien a una mezcla de estas dos categorías de explotadores y parásitos.

En las filas de los partidos comunistas no se debe admitir en modo alguno la propaganda o la aplicación de una indemnización en favor de los grandes terratenientes por las tierras expropiadas, porque en las condiciones actuales de Europa y Norteamérica esto significaría una traición al socialismo y una carga de nuevos tributos sobre las masas trabajadoras y explotadas, que son las que más han sufrido a causa de la guerra, la cual ha multiplicado el numero de millonarias y aumentado su riquezas.

En cuanto al modo de explotación de las tierras confiscadas por el proletariado triunfante a los grandes terratenientes, Rusia, debido a su atraso económico, ha llevado a cabo con preferencia el reparto de estas tierras, entregándolas en usufructo a los campesinos; sólo en casos relativamente raros, el Estado proletario ha mantenido las llamadas “haciendas soviéticas”, dirigiéndolas por su cuenta y transformando a los antiguos jornaleros en obreros que trabajan por encargos del Estado y en miembros de los soviets que administran el estado. En los países capitalistas avanzados, la Internacional Comunista reconoce justo el mantener preferentemente las grandes empresas agropecuarias y explotación de las mismas según el tipo de las haciendas soviéticas de Rusia.

Sería, sin embargo, un gravísimo erros exagerar o generalizar esta norma y no admitir nunca la entrega gratuita de una parte de la tierra a los expropiadores expropiados a los pequeños campesinos y a veces hasta a los campesinos medios de los términos vecinos.

En primer lugar, la objeción habitual, consiste en aducir que las grandes explotaciones agrícolas son técnicamente superiores, se aduce con frecuencia a sustituir una verdad teórica indiscutible por el oportunismo de la peor especie y por la traición a la revolución. Para asegurar el éxito de esta revolución, el proletariado no tiene derecho a detenerse ante la disminución momentánea de la producción, así como no se detuvieron los burgueses enemigos del esclavismo en los EE.UU. ante la reducción temporal de la producción del algodón a consecuencia de la guerra civil de 1863-1865. Para los burgueses la producción es un fin en sí, pero los trabajadores y explotados les importa más que nada derrocar a los explotadores y asegurar las condiciones que les permitan trabajar para sí mismo y no para el capitalista. La tarea primordial y fundamental del proletariado consiste en garantizar y afianzar su triunfo. Y no puede haber afianzamiento del poder proletario sin neutralizar a los campesinos medios sin asegurarse el apoyo de una parte bastante considerable de los pequeños campesinos, sino de su totalidad.

En segundo lugar, no sólo el aumento, sino aun el mantenimiento de la gran producción agrícola supone la existencia de un proletariado rural completamente desarrollado, con conciencia revolucionaria, que haya cursado una escuela sólida en el sentido profesional, político y de organización. Donde falta esta condición o donde no existe la posibilidad de confiar con provecho esta misión a obreros e industriales conscientes y competentes, las tentativas de un paso prematuro a la dirección de las grandes explotaciones por el Estado no pueden sino comprometer el poder proletario, y se requiere sumo cuidado y la más sólida preparación en la creación de “haciendas soviéticas”.

En tercer lugar, en todos los países capitalistas, aun en los más avanzados, subsisten todavía restos de explotación medieval, semifeudal, de los pequeños campesinos por los grandes terratenientes, como, por ejemplo, los Instleute[1]en Alemania, los métayers en Francia, los aparceros-arrendatarios en EE.UU., (no solamente los negros, los cuales son explotados en la mayoría de los casos en los Estados del Sur precisamente de este modo, sino a veces hasta los blancos). En casos como estos, el Estado Proletario tiene el deber de entregar las tierras en usufructo gratuito a los pequeños campesinos que las llevaban en arriendo, porque no existe otra base económica y técnica, ni hay posibilidad de crearla de golpe y porrazo.

Los bienes de las grandes explotaciones deben ser sin falta confiscados y convertidos en patrimonio del Estado, con la condición expresa de que, después de asegurar con estos bienes a las grandes haciendas del Estado, los pequeños campesinos de los alrededores puedan utilizarlos gratuitamente, observando las condiciones que fija el Estado proletario.

Si en los primeros momentos, después de llevarse a cabo la revolución proletaria, es absolutamente indispensable no sólo expropiar sin dilación a los grandes terratenientes, sino hasta expulsarlos totalmente o internarlos, como dirigentes de la contrarrevolución y como opresores despiadados de toda la población rural, a medida que se afiance el poder proletario no sólo e la ciudad, sino también en el campo, es precioso tender sin falta de un modo sistemático a que la fuerza conque cuenta esta clase, poseedora de una gran experiencia, de conocimientos y de capacidad de organización, sean aprovechados (bajo un control especial de obreros comunistas segurísimos) en la creación de la gran agricultura socialista.



[1] Arrendatarios (nota dela edición soviética).

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