viernes, 11 de octubre de 2013

Gallardón tiene razón: el PCE también es responsable de la continuidad del franquismo. Un ariculo del compañero JL Forneo.

Alberto Ruiz-Gallardón, actual ministro de justicia del gobierno del Partido Popular, ha dicho por una vez una gran verdad: la Ley de Amnistia con la que se hizo borrón y cuenta nueva ante el genocidio franquista y que ha permitido la continuidad del franquismo hasta nuestros dias es también, por no decir sobre todo, responsabilidad de los que utilizando unas siglas como las del Partido Comunista de España traicionaron a todos sus militantes fusilados, encerrados, torturados y exiliados por la dictadura.
Los traidores: diputados del PCE en 1977

Ahora parece que esos socialdemocratas de repuesto que son Izquierda Unida,  acompañados por el coro de hipócritas plañideras en que se ha convertido gran parte de la llamada izquierda española, se tiran de los pelos y se rompen las vestiduras contra la pasividad del gobierno del Partido Popular después de que la ONU haya afirmado que la citada Ley de Amnistia de 1977 huela a podrido, a fascismo y a desprecio a complicidad con el genocidio franquista. Y lo hacen desvergonzadamente, como si la cosa no fuera con ellos, cuando, en realidad, lo que llama Ruiz-Gallardón  el "gran acuerdo de la Transición" fue asumido y aceptado por los grandes traidores de la clase trabajadora española, entonces la primera plana del partido que forma hoy la gran mayoria de la nombrada coalición de izquierdas.

El propio Gallardón lo ha tenido fácil al contestar a un senador de IU, Jesús Enrique Iglesias, que ha preguntado si el gobierno va a hacer caso a la ONU o no al respecto:

"No le pido que me escuche a mí, le pido que escuche a los que teniendo su misma ideología tuvieron una altura histórica en este país", citando a Marcelino Camacho, Santiago Carrillo, Ramón Tamames, Rafael Alberti o Jordi Solé Tura, todos ellos supuestos comunistas que no dudaron en dejar tirados en las cunetas a los suyos a cambio de un puesto en el parlamento o el reconocimiento institucional.

Gallardón tiene razón en eso, aunque no la tenga cuando repite aquello de que se trató de una "transición modélica", el tópico que han impuesto los medios de propaganda en los casi cuarenta años de postfranquismo para que los trabajadores españoles se traguen la imposición de la continuidad del franquismo sin masticarla (con la complicidad imprescindible y eficaz de los partidos como el PCE o Izquierda Unida, y de sindicatos como UGT o CCOO, que hoy intentan hacer creer que la cosa no va con ellos).

Para finalizar su intervención, Gallardón ha citado las palabras de uno de los traidores, en este caso de Marcelino Camacho: "Nosotros, precisamente los comunistas que tantas heridas tenemos y tanto hemos sufrido, hemos enterrado a nuestros muertos, hemos acabado con los rencores, estamos resueltos a marchar hacia delante por esa vía de la libertad y el progreso".

¿Qué más se puede decir de "comunistas" como el propietario de la cita o como Carrillo, el ideologo del revisionismo español, que consideraban que el régimen que hemos sufrido durante estas más de tres décadas es "libertad y progreso"? 

Carrillo y el Partido Comunista de España, y por supuesto su evolución lógica hacia la socialdemocracia, Izquierda Unida, ya han pasado a la historia como los grandes facilitadores de ese gran pacto del que se enorgullece el ministro Ruiz-Gallardón,  olvidando a cambio de unas migajas de poder a todos esos muertos que Camacho dijo que "enterraron", aunque en realidad siguen abandonados como perros, gracias a los que firmaron aquel acuerdo hoy todavia vigente, en cunetas y fosas comunes por todo el pais.

Carrillo y Camacho, líderes del PCE y CCOO, dispuestos a
hacer el trabajo sucio a la burguesia de desmovilizar a la clase trabajadora 
Los que se dicen "comunistas" del PCE no solo asumieron el perdon de los criminales, de aquellos que asesinaron a los suyos, sino que aceptaron el olvido de la República, la imposición de un rey designado a dedo por el dictador, y la continuiad de la idea franquista de la "España Una, Grande y Libre" encarnada en el paripé de la España de las Autonomias que ponía coto a las aspiraciones de los pueblos a su autodeterminación.

Por supuesto que que hay que acabar de una vez con esa Ley de Amnistia que hace tabla rasa del genocidio franquista y que permitió que el sistema continuara prácticamente sin solución de continuidad hasta el día de hoy; pero es imposible hacer una verdadera limpieza si con ella no acabamos también con todos aquellos que, asumiéndola, traicionando con ello a miles de sus militantes que lucharon, murieron y sufrieron las consecuencias de la represión fascista, la siguen representando (aunque lo intenten disimular, por cierto, bastante mal).

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