El Efecto Mandela
M. Alonso
El fallecimiento de Nelson Mandela parece haber atrapado en un perverso efecto, a muchas personas y organizaciones de izquierda, incluso anti-revisionistas. Es un sentimiento manejado con habilidad por los mass media de la burguesía imperialista que han convertido en un show multitudinario y televisivo de prensa rosa sus funerales.
Un paisaje ficticio, desde la propia frase del lider anti-segregacionista; "Nunca mas en esta tierra la explotación del hombre por el hombre" al "país arco iris" escenario milagroso de esta gran historia de lágrimas y reconciliación.
Un balance de su vida y de sus logros, un balance serio, lejos de la nostalgia o la manipulación post-mortem, daría un resultado acorde con la realidad política y social Sudafricana, marcada por una acentuada división de clases y una escasa integración racial.
Recordemos como hace escasamente un año, decenas de mineros fueron asesinados a tiros de la policía negra por reclamar mejores salarios. Soweto, muy lejos del lugar santificado de progre peregrinación, es una villa miseria, de chabolas y de marginación. Por no repetir la denuncia de la corrupción imperante en todos los niveles del nuevo Estado.
No pretendo extenderme en datos solo recordar que:
1º El fin del Apartheid, el gran logro de Mandela y el CNA, no significo el fin de la explotación de clases, mas bien, la intensificó por la incorporación de los luchadores negros, (la gran mayoría del proletariado sudafricano) como nuevos capataces del poder burgués.
2º El Partido "Comunista" de Sudafrica que respaldo a Mandela, siempre siguió los dictados conciliadores de los revisionistas de la URSS. Nunca planteo una autentica guerra popular y solo utilizo la lucha armada para conseguir mas cuotas del poder burgués.
3º Mandela y su mitificada figura, nunca rebaso el limite, en los hechos, de los "derechos civiles" del movimiento encabezado por el Dr. Martin Luther King en los EE.UU. en los años 60.
Estos son hechos, indiscutibles, al alcance de cualquiera que quiera profundizar en la realidad de la figura política de Mandela y en la nada sorprendente unanimidad del homenaje de los imperialistas y de las sufridas viudas de Moscú.
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