miércoles, 22 de enero de 2014

EL MUNDO BRUTAL DE LOS PRESOS POLITICOS EN LA INDIA.

HACIA LA JORNADA INTERNACIONAL DEL 25 DE ENERO


 Nota – Con motivo del próximo  25 de Enero 2014 Gran Día Internacional de Lucha y Solidaridad con los Presos Políticos en la India  reproducimos a continuación un amplio extracto del artículo “El mundo brutal de los presos políticos en la India” de Eric Randoph, publicado en la web del periódico “The National” www.thenational.ae  el 22 de mayo de 2011, y que han traducido al español los camaradas de GMHC:


EL MUNDO BRUTAL DE LOS PRESOS POLITICOS EN LA INDIA
por Eric Randolph
Calcuta - Después de 3 días de ver a su hijo adolescente ser torturado, Utpal Mahato no podía aguantar más. Desesperado, dijo a su hijo que contara a la policía lo que querían oír –que había estado involucrado en uno de los ataques terroristas más letales de la India.
La aldea de Rasua, en la región tribal de Junglemahal de Bengala Occidental, es una aldea de sospechosos a los ojos de la policía.
A poca distancia de aquí, el 28 de Mayo de 2010, un grupo de personas desmanteló parte de la línea ferroviaria que conducen trenes desde India central a Calcuta. Poco después, el Expreso Jwaneswari se salió de las vías y antes de que las autoridades pudieran reaccionar, un tren de mercancías se empotró por un lado desde otra dirección, matando a 148 pasajeros.
Bajo presión para tener resultados rápidos, la policía puso su mira en las aldeas cercanas y comenzó a detener a sospechosos. Los residentes alegan intimidación sistemática y torturas por parte de la policía.
“Me llevaron a los calabozos de la policía y me pegaron severamente”, dice el Sr Mahato. “Cuando se enteraron que tenía un hijo, fueron y también le detuvieron. Le ataron los pies y manos juntos y le suspendieron en el aire. Golpearon las plantas de nuestros pies con un palo”.
El Sr Mahato, trabajador a sueldo, pudo probar por medio de su patrón, que había estado fuera de la región en Odisha en el momento del incidente, pero su hijo de 17 años, Hirall, no fue tan afortunado. “Le golpearon duramente”, cuenta el Sr Mahato tratando de controlar el dolor en su  rostro. “Al final, no podía aguantar más. Le hable para que dijera que estaba allí. Fue la única manera que le dejaran tranquilo”.
Unas 40 personas han sido  procesadas como participantes en el caso. Cuatro familias en Rasua tienen hijos procesados, todos ellos niegan haber participado y declaran que su auténtico crimen es formar parte del movimiento conocido como Comité Popular Contra las Atrocidades de la Policía (PCPA).
El PCPA se formó en noviembre de 2008 tras un suceso brutal similar, entonces como reacción al intento de asesinato del entonces primer ministro Bhuddadeb Bhattarcharya por parte de los insurgentes maoístas, que han estado activos en la zona desde hace 15 años.
Denuncias de que la policía ha recurrido a palizas y acoso sexual en su búsqueda de los maoístas ha causado el surgimiento de la furia popular en todo Junglemahal. Decenas de miles de aldeanos han participado en reuniones organizadas bajo la bandera del PCPA, forzando a la policía a evacuar la zona durante 8 meses. El PCPA creó subcomités en más de 1.300 aldeas, en lo que se convirtió en un jalón de la lucha por los derechos de las tribus indias.
Pero debido a que los maoístas estaban estrechamente involucrados en el movimiento, fue tachado por la policía y el Gobierno del Estado como una organización de frente de los insurgentes. Cuando la policía comenzó de nuevo a contratacar en Junglemahal en junio de 2009, detuvieron a cientos de miembros del PCPA, acusándoles de ser maoístas y desarrollar una guerra contra el Estado.
Varios de sus líderes fueron asesinados y muchos más encarcelados bajo una ley antiterrorista draconiana denominada Ley (de Prevención) de Actividades Ilegales, que te convierte en ilegal simplemente por ser miembro de una organización prohibida, no importa si se ha cometido un crimen o no.
“La policía entraba en las casas y arrestaba a las personas aleatoriamente y les pegaba”, dice Mayna Mahato, cuyo esposo, Bholanath, está también procesado por el ataque de Jwaneswari.
“Si alguien es detenido debe ser llevado ante el tribunal dentro de las 24 horas, pero mantuvieron a Bholanath detenido una semana. Fue muy duramente apaleado bajo custodia policial. No nos dijeron donde le tenían. Fuimos buscándole de comisaria en comisaría pero no nos dijeron nada”.
Otras mujeres se nos acercan y comienzan a contar sus propias vivencias de acoso, narrando como la policía robó televisiones, radios y dinero de sus casas, y destruyeron cartillas de racionamiento y documentos de seguros cuando no obtenía información.
“Querían saber sobre mi hermano”, dice Saraswati Mahato. “Me arrebataron a mi niña de 4 años de mis brazos y dijeron que la arrojarían a un pozo si yo no hablaba”.
En una entrevista, un oficial de la policía de Bengala Occidental que me pidió mantuviera su nombre en el anonimato,  admitió que la policía frecuentemente arrojó a los calabozos a personas inocentes.
Los grupos de derechos civiles señalan que son cerca de 700 personas, quizás centenares más, las que han desaparecido en esta situación.

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