Entrevista a Miguel Fernández Martínez, corresponsal de Prensa Latina en Siria
Leandro Albani.
Marcha
El corresponsal de Prensa Latina en Siria cuenta cómo vive la población de ese país, azotada por los ataques y atentados del Estado Islámico.
Desde hace seis meses, Miguel Fernández Martínez se encuentra en Siria, país asolado por una guerra de agresión que lleva cuatro años y parece no tener fin. Fernández Martínez es periodista de la agencia cubana de noticias Prensa Latina y el único corresponsal permanente de Occidente en la nación gobernada por Bashar Al Assad.
En esta entrevista con Marcha hace un detallado relato de la actual situación del pueblo sirio y del poder real que tiene el grupo terrorista Estado Islámico (EI) en el país. Además explica el rol que juegan Turquía, Estados Unidos y las monarquías del Golfo Pérsico en el plan para desestabilizar a Siria financiando y apoyando a las organizaciones irregulares armadas que operan en la nación.
-Después de cuatro años de guerra de agresión contra Siria, ¿cuál es la situación actual del país?
-De lucha y resistencia. Difícilmente otro país de la región hubiera resistido más de cuatro años de guerra impuesta por poderosas potencias internacionales como es el caso de Siria. Se mantienen las medidas de castigo impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, persiste la violación de las fronteras comunes, lo que permite el acceso de miles de mercenarios armados y pagados por Occidente. Pero sobre todo se impone una impresionante capacidad de resistencia del Ejército sirio, que en cuatro años ha perdido a más de 40 mil hombres en los frentes de combate y sigue enfrentando a las bandas armadas. Además, las cifras que exhibe este conflicto son alarmantes: más de 230 mil muertos, cuatro millones de refugiados y cerca de siete millones de desplazados dentro del país; La infraestructura económica fuertemente dañada, sus principales fuentes de energía e ingresos (pozos de petróleo) en terrenos ocupados por el grupo terrorista Estado Islámico (EI). Pero el pueblo sirio no se rinde y sigue luchando.
-¿Cuál es la cantidad real de territorio que hoy controla el Estados Islámico?
-Aunque muchos estiman que el EI ocupa casi el 50 por ciento del territorio del país, hay que dar una mirada objetiva en términos de territorios reales ocupados, población y su importancia estratégica. La zona de acción de las bandas yihadistas es del centro al este del país, zona con grandes extensiones de desierto y poca población. Tampoco son fuertes en ciudades importantes, con excepción de Raqqa, a 542 kilómetros al noreste de Damasco, y que fue autoproclamada como la capital del Califato Islámico, establecido por la fuerza en estos territorios. También mantienen ocupada la ciudad de Palmira, a unos 220 kilómetros al este de la capital y declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1980, por la cantidad de riquezas arquitectónicas que atesora, algunas del siglo I. Al norte ocupan las ciudades de Idleb y Yirs al-Shugur, y un poco más al noreste la mitad de la ciudad de Alepo (norte y noreste), que en su momento fue el centro económico de Siria. El resto del país, y donde se concentra la mayor cantidad de poblaciones, está bajo control gubernamental. En realidad, lo que ocupan las bandas del EI son vías de acceso, carreteras que enlazan diferentes puntos geográficos del país y que, por supuesto, dificulta las comunicaciones, los abastecimientos y el normal desarrollo de la economía nacional.
-¿Podría describir la vida cotidiana de los sirios teniendo en cuenta la situación del país?
-Sería difícil explicarlo porque no es homogéneo en todos los lugares. Por ejemplo, si visitas Damasco, la capital del país, con poco más de dos millones de habitantes, puedes llegar a pensar que no estás en medio de un escenario de guerra. A pesar de los atentados dinamiteros, los ataques con morteros y otras acciones terroristas la ciudad está muy bien protegida por el Ejército y la vida transcurre en una discreta normalidad, que solo se interrumpe por los sonidos de la aviación de combate, o por el cañoneo de la artillería contra posiciones rebeldes en ciudades contiguas. La gente se mantiene en sus trabajos, circulan taxis y ómnibus, y en varios puntos de la ciudad hay vida nocturna (bares, restaurantes, cines, teatros, museos) sin restricciones. Pero ese no es el caso en otras ciudades que, aunque no están bajo control de los terroristas, se mantienen asediadas constantemente por ataques con morteros, coches-bombas accionados por suicidas, secuestros y otras acciones criminales. También está el caso de las ciudades de Kafarya y Al-Foa, en la provincia de Idleb, donde cerca de 40 mil civiles llevan meses resistiendo las embestidas de los terroristas, completamente asediadas, con todos los servicios cortados (energía eléctrica, agua, combustibles, alimentos) en una situación de absoluto desespero, pero dispuestos a no dejarse ocupar. Y no podemos olvidar las localidades que están bajo control de los yihadistas, donde las condiciones de vida cambiaron radicalmente después que se impusieron las leyes de la Sharía (Ley Islámica), obligando a las mujeres a cubrirse el rostro, los hombres no pueden usar pantalones estrechos ni peinados modernos, y son castigados brutalmente si violan estas imposiciones. En estos lugares es frecuente ver degollamientos públicos, lanzan a los homosexuales de edificios altos, lapidan a las mujeres hasta la muerte por determinadas “faltas” que pueden ser juzgadas por los extremistas islámicos. En estos lugares la vida puede convertirse en un infierno para las minorías étnicas (alawitas, chiítas, ismaelíes, drusos, kurdos, cristianos) que en muchos casos son secuestrados y vendidos como esclavos en pleno siglo XXI. En estos lugares las niñas se venden al mismo precio que los barriles de petróleo. Los niños entre uno y nueve años de edad pueden costar hasta 165 dólares, mientras que las adolescentes entre 11 y 16 están valoradas en 124 dólares. Es verdaderamente dantesco.
-¿Qué rol juega en la actualidad Turquía y las monarquías del Golfo Pérsico con respecto a Siria?
-Desde el principio de la crisis en 2011, Turquía junto a Jordania, Arabia Saudita y Qatar se convirtieron en las puntas de lanzas de la gran campaña antisiria organizada por Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Turquía y Jordania, que comparten fronteras con Siria por el norte y el sur, respectivamente, han brindado sus territorios como base de entrenamiento de los grupos terroristas que después se infiltran en territorio sirio para cometer desmanes. No se puede olvidar que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan es la figura política de la Hermandad Musulmana en esta zona de Medio Oriente, y ha sido un instigador en Siria de lo que se conoció como las Primaveras Árabes en países como Túnez, Yemen, Egipto y Libia, que fue un proceso desestabilizador concebido, financiado y liderado desde Estados Unidos. Turquía brinda hoy su territorio para que especialistas militares norteamericanos entrenen bandas armadas que después cruzarán la frontera siria. Desde Turquía han entrado miles de mercenarios extranjeros para incorporarse al EI y al Frente a-Nusra, brazo armado de al-Qaeda en Siria. Todo eso ha sido con el beneplácito del gobierno de Ankara. Las monarquías del Golfo hacen las grandes aportaciones de dinero para sufragar los gastos de guerra de estos grupos criminales, y la campaña sucia en el terreno político, tratando de deslegitimar al gobierno de Bashar Al Assad. Si lo analizas concienzudamente, te percatas inmediatamente que es todo un plan internacional muy bien concebido para tratar de doblegar la voluntad y soberanía de los sirios.
-¿Se conoce una postura del gobierno sirio sobre lo que sucede en el norte del país, donde una guerrilla vinculada al PKK controla la zona y combate contra el ISIS?
-Las milicias kurdas que operan en el norte de Siria no están vinculadas al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), cuyas milicias armadas se identifican con las siglas HPG y tienen fuerte presencia en el sur de Turquía y algunas zonas de Iraq. En Siria funcionan las milicias kurdas conocidas como Unidades de Protección del Pueblo (YPG), integradas por pobladores sirio-kurdos que se enfrentan a los grupos yihadistas que operan en sus territorios, principalmente en el norte de la provincia de Alepo y en la oriental provincia de Hasaka. A pesar de las diferencias políticas entre los kurdos y el gobierno de Damasco, hoy el país está en estado de guerra y estas milicias contribuyen a librarlo de terroristas.
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