Curso Básico de Marxismo-Leninismo-Maoísmo.
Capítulo 15: Primera Guerra Mundial: Oportunismo vs Tácticas revolucionarias.
El siguiente documento ha sido redactado por el Partido Comunista de la India (Maoísta) y es utilizado como guía de estudio por sus cuadros. El blog “Cultura Proletaria” ha decidido, por su gran importancia y por el interés que suscita, traducir el documento al español.
Capítulo 15: Primera Guerra Mundial: Oportunismo vs Tácticas revolucionarias
Los albores del imperialismo desde el cambio de siglo trajeron consigo las guerras de las potencias imperialistas por capturar colonias. Un ejemplo fue la guerra Ruso-Japonesa, que fue mencionada en el capítulo anterior. Esta guerra se llevó a cabo debido a que tanto Rusia como Japón querían ejercer el control de Manchuria en el norte de China y Corea. Comenzaron a estallar guerras similares, para capturar o recapturar colonias, en varias partes del mundo. Se hizo crucial para el movimiento proletario internacional adoptar la posición revolucionaria correcta sobre las cuestiones del colonialismo y de la guerra. Estas cuestiones, por lo tanto, tomaron fuerza en los Congresos de la Segunda Internacional.
Sin embargo, el oportunismo se había extendido ampliamente, hasta entonces, dentro de los partidos de la Segunda Internacional. Muchas de las principales secciones de los partidos de los países imperialistas habían comenzado, de hecho, a adoptar el punto de vista de la burguesía sobre varias cuestiones políticas cruciales. Esto se vio claramente en el Congreso de 1907 de la Segunda Internacional, donde las cuestiones del colonialismo y de la guerra fueron retomadas.
Sobre la cuestión del colonialismo, el órgano dirigente del Congreso -la comisión del Congreso- adoptó una resolución sobre la política colonial y la llevó al cuerpo general para su aprobación. Esta resolución, al tiempo que criticaba la política colonial de la burguesía, no rechazaba totalmente el principio de captura de colonias. Y, de hecho, argumentaban que bajo un régimen socialista, podría ser de “interés de la civilización” la captura de colonias. Tal posición, abiertamente imperialista, de estos llamados marxistas, fue fuertemente impugnada por los revolucionarios del cuerpo general, y la resolución fue derrotada por un pequeño margen de diferencia, 127 votos a 108.
Sobre la cuestión de la guerra se vio un oportunismo similar de la dirección. Bebel, un líder conocido y un estrecho colaborador y seguidor de Marx y Engels, preparó la resolución. La resolución, sin embargo, era vaga, sin ningún rumbo o curso de acción específica que debería ser adoptada por los miembros en caso de guerra. De nuevo, esta resolución fue fuertemente impugnada por los revolucionarios, particularmente por Rosa Luxemburgo de Alemania y Lenin. Estos propusieron un cambio que dio una dirección clara para los miembros de la Internacional, luchar para prevenir la guerra, luchar para poner fin a la guerra rápidamente en el caso de que se iniciase y hacer pleno uso de la crisis económica y política en caso de guerra para despertar al pueblo y hacer agitación y propaganda de la revolución. Esta fue una continuación de la posición proletaria y revolucionaria sobre la guerra que Marx ya había claramente establecido. Dado que los oportunistas no pudieron oponerse abiertamente a este entendimiento, la resolución fue aprobada por el Congreso. Como el peligro de guerra se aproximaba, alrededor de 1910 y 1912, los Congresos de la Internacional discutieron y aprobaron nuevamente resoluciones en relación con la guerra. Decidieron que todos los socialistas en el Parlamento deberían votar en contra de los créditos de guerra. También repitieron en sus resoluciones la redacción de la enmienda propuesta en 1907 por Rosa Luxemburgo y Lenin.
Sin embargo, el oportunismo que había en la Segunda Internacional era tan grande que la mayoría de los líderes que aprobaron estas resoluciones no tenían absolutamente ninguna intención de mantener estas decisiones. Esto se vio cuando la Primera Guerra Mundial estalló realmente en julio-agosto de 1914. El Partido Socialdemócrata de Alemania, que fue el líder indiscutible de la Segunda Internacional, abrió el camino. Los burócratas de los sindicatos, en lugar de tratar de despertar a los trabajadores contra la guerra y por la revolución, llegaron inmediatamente al acuerdo con los patronos de no hacer huelgas. En la reunión del partido caucus (fracción), que se celebró antes de la votación parlamentaria sobre los créditos de guerra, la gran mayoría votó a favor de la guerra. Sólo un puñado de revolucionarios dirigidos por Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo se opusieron. Kautsky, que en la época era el principal líder ideológico de la Segunda Internacional, se abstuvo. De este modo, el 4 de agosto de 1914, el Partido Socialdemócrata de Alemania dejó de lado todas las resoluciones anteriores del Congreso de la Internacional y votó en unanimidad en el Parlamento por apoyar la guerra imperialista. Para el proletariado revolucionario, la Segunda Internacional dejó de existir a partir de esa fecha. El partido Alemán fue seguido inmediatamente por la mayoría de los socialistas en Francia, Gran Bretaña, Bélgica y otros países. La Segunda Internacional terminó dividida con los partidos socialchovinistas en guerra unos contra otros.
Los bolcheviques eran prácticamente el único partido en defender las resoluciones contra la guerra. En el contexto de la derrota total de los dirigentes de la Segunda Internacional sobre el oportunismo, residió en Lenin y los bolcheviques la tarea de apoyar e implementar la posición marxista correcta sobre la Primera Guerra Mundial. Lenin presentó inmediatamente los escritos que demostraban esta comprensión correcta. El Comité Central del POSDR (Bolchevique) llamó a “transformar la guerra imperialista en guerra civil” y construir una nueva Tercera Internacional en lugar de la Segunda Internacional. Lenin comenzó el proceso de construcción de la Tercera Internacional uniendo todas las fuerzas de izquierda antiguerra. A pesar de que estas fuerzas habían celebrado conferencias desde de 1915, todavía había mucha confusión. Lenin tuvo que asumir la tarea de limpiar este desastre y establecer entre estos elementos la posición revolucionaria correcta sobre los principios del socialismo en relación a la guerra y también las tareas de los comunistas a nivel internacional y en Rusia. Lenin hizo esto a través de sus diversos escritos, propagados tanto dentro de Rusia como a nivel internacional.
Los principios y las tareas que describe Lenin pueden presentarse de la siguiente manera:
En primer lugar, los comunistas no son pacifistas, sino que se oponen a todas las guerras. Los comunistas quieren establecer el socialismo y el comunismo, que, mediante la eliminación de toda explotación, eliminará la propia posibilidad de la guerra. Sin embargo, en la lucha por edificar el sistema socialista siempre habrá posibilidad de guerras, y que las guerras libradas por las clases explotadas contra los explotadores son necesarias y poseen significado revolucionario.
En segundo lugar, para decidir la actitud a adoptar en lo relativo a una guerra en particular, la cuestión principal para los comunistas es la siguiente: por qué razón se está llevando a cabo la guerra, y qué clases la organizan y la dirigen. Lenin señaló que durante el período de la revolución democrático-burguesa, Marx había apoyado las guerras llevadas a cabo por la burguesía, que eran contra el feudalismo y los reyes reaccionarios. Debido a que estas guerras tenían como fin abolir el feudalismo y establecer o fortalecer el capitalismo, fueron guerras justas o progresistas. Adoptando criterios similares, Lenin señala que, en la época del imperialismo y de la revolución proletaria, los comunistas deben apoyar todas aquellas guerras que ayuden a desarrollar la revolución socialista mundial. De acuerdo con esta comprensión, Lenin dio ejemplos de los tipos de guerras que pueden ser llamadas justas o progresistas: 1) las guerras nacionales libradas por un país colonial o semicolonial contra su explorador imperialista, 2) las guerras civiles libradas por el proletariado y otras clases oprimidas contra sus clases dominantes feudales o capitalistas, 3) las guerras socialistas para la defensa de la patria socialista.
En tercer lugar, Lenin señaló que, en base a una comprensión superior, no había nada de justo ni progresista en la Primera Guerra Mundial. Comparó la guerra imperialista con una guerra entre un esclavista que posee 100 esclavos y un esclavista que posee 200 esclavos para una redistribución más “justa” de esclavos. El principal objetivo de la Primera Guerra Mundial era la redistribución de los esclavos coloniales. Así, no puede haber nada de progresista, defensivo o justo en semejante guerra. Fue una guerra injusta, una guerra reaccionaria. La única actitud hacia ella era llamar a convertir la guerra imperialista en guerra civil. La única utilidad, por lo tanto, de tal guerra, era aprovecharla para hacer la revolución. Debido a esto, Lenin señaló que era ventajoso para el propio país (Rusia) que fuese derrotado en la guerra. La derrota debilitaría la clase dominante y facilitaría la victoria de la revolución. Por lo tanto, cualquier revolucionario comunista debe trabajar por la derrota de su propio gobierno durante la guerra.
Finalmente, Lenin señaló que era deber de los comunistas unirse al movimiento por la paz. Sin embargo, como participantes en el movimiento por la paz, es su deber señalar que no hay paz verdadera y duradera posible sin un movimiento revolucionaria. De hecho, cualquiera que quiera una paz justa y democrática, debe estar a favor de la guerra civil contra los gobiernos y la burguesía.
Aunque estos principios y tácticas fueron propagados por todos los partidos de la Segunda Internacional, los únicos en llevarlos a la práctica fueron los bolcheviques. Este fue el punto de vista en relación a la guerra que les ayudó a hacer uso de la situación de crisis revolucionaria creada por la guerra y en el plazo de tres años lograr la victoria de la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917.
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