jueves, 1 de diciembre de 2016

LA CUESTIÓN NACIONAL EN EL ESTADO IMPERIALISTA ESPAÑOL: CATALUÑA ( 3ª parte)




 


La gran burguesía española y catalana son los grandes enemigos del pueblo catalán

Ya antes de las elecciones del 27-S al Parlament, los grandes empresarios de Cataluña se manifestaron claramente contra la posible declaración unilateral de independencia que proponía la coalición de Junts pel Si. CaixaBank, Banco de Sabadell, Abertis, Gas Natural y el resto de las grandes empresas catalanas así lo manifestaron. Sus intereses coinciden claramente con los de las grandes empresas del Estado español. Así, de uno y otro lado, grandes empresas españolas y catalanas coinciden en señalar que la secesión hundiría al Reino de España en el bono basura. La ruptura de Unió con Convergencia, el apoyo de un insigne representante del poder económico catalán a la primera formación política como Miquel Roca, y los apoyos empresariales a Albert Rivera (líder del partido Ciutadans), son claras muestras de a qué partidos querrían ver en el poder las grandes empresas catalanas. Los grandes grupos y organizaciones empresariales catalanas tocaron a rebato antes de dichas elecciones, señalando que el apoyo al “Sí” iba a tener consecuencias muy graves.
Foment, la gran patronal catalana, manifestó el 1 de septiembre que “el proceso secesionista genera tensión y máxima preocupación económica y empresarial”. Días después, el 7 de septiembre, el presidente de la C.E.O.E. de España, Juan Rosell, y el de la Cámara de Comercio de España y Presidente de la empresa Freixenet, José Luis Bonet, ambos catalanes, firmaron una carta a título personal, en contra de la secesión. Posteriormente, el 9 de septiembre, ante las quejas del resto de la gran burguesía española, Rosell aceptó firmar un comunicado de la C.E.O.E. en el que se afirmaba que “Cataluña es una parte de España”, llegando dicho comunicado a ir más lejos que su presidente al proclamar que “las decisiones que afectan a un todo, para ser legítimas, no pueden ser tomadas por una parte de ese todo”.



El presidente de Freixenet, José Luis Bonet, con los reyes de España.
 
 




Las dos principales entidades financieras de Cataluña (CaixaBank y el Banco Sabadell) hicieron público que se plantaban ante el desafío soberanista, y lo hicieron a través de un comunicado lanzado por la Confederación Española de Cajas de Ahorro (C.E.C.A., cuyo presidente es Isidro Fainé, que a su vez es presidente de La Caixa) y la Asociación Española de Banca (A.E.B.). Las principales entidades asociadas a la A.E.B. y a la C.E.C.A. son CaixaBank, Santander, BBVA, Bankia, Sabadell y Popular. En ese comunicado del 18 de septiembre señalaban “los riesgos que para la estabilidad financiera comporta cualquier decisión política que quebrantara la legalidad vigente y conllevara la exclusión de la Unión Europea y del euro de una parte de España”; y llegan a amenazar con “reconsiderar su implantación en Cataluña si se produce la independencia”.

Por la unidad de obreros y campesinos: una interpretación del voto rural y urbano

            Los voceros de la derecha española y catalana, la socialdemocracia y todo tipo de oportunismo y revisionismo, han hecho siempre una interpretación interesada de los resultados electorales al Parlamento de Cataluña. En 2015 no podía ser menos. Así, al analizar el carácter geográfico del voto dicen que se confirman dos Cataluñas: una Cataluña rural-campesina (atrasada e independentista) y otra Cataluña urbana-obrera (moderna y anti-independentista o constitucionalista).
            Como en la Cataluña urbana (provincia de Barcelona) el porcentaje de los escaños independentistas fue sólo del 45,8% y el porcentaje del número de votos del 44,3% (incluso en Tarragona fue del 48,9%), el bloque constitucionalista concluye que Cataluña no está por la independencia. Argumentan, además, que el sistema electoral catalán beneficia a las provincias rurales: para conseguir un escaño en Lleida sólo se necesitan 20.036 votos, en Girona 28.844, en Tarragona 30.284, mientras que en Barcelona se necesitan 46.141 para elegir un representante al Parlamento (aclarar que estas cifras varían con el porcentaje de participación en cada elección).
            Por el contrario, la candidatura independentista de Junts pel sí se ha impuesto en el 96,52% de los 947 municipios de Cataluña, fundamentalmente en los municipios rurales del interior.
            Es decir, los constitucionalistas (la derecha, la socialdemocracia, el oportunismo y el revisionismo) concentran sus votos en el mundo urbano, mientras que los independentistas (Convergencia y ERC) tienen su feudo en el mundo rural, en el que dominan de manera abrumadora. Moraleja de los voceros constitucionalistas: la división entre el mundo rural y el urbano es una continuación de la fractura histórica de Cataluña en el pasado entre carlistas y liberales, que se mantiene hoy a partir del antagonismo entre independentistas (carlistas y atrasados) y constitucionalistas (liberales y modernos).
            Vayamos entonces a la historia. Nunca se entendió bien por parte de la historia oficial de España la naturaleza última de las guerras carlistas del siglo XIX: en la cáscara, las guerras carlistas fueron reaccionarias, pero en el fondo tenían un hondo contenido revolucionario. ¿Cuál? La lucha campesina por la tierra y contra la semifeudalidad. Cuál fue el problema de aquellas guerras carlistas: la dirección reaccionaria del movimiento campesino. Ya en 1894, F. Engels en su obra El problema campesino en Francia y en Alemania decía lo siguiente:

Este partido, que lleva a todos los demás la ventaja de tener una visión clara de la concatenación existente entre las causas económicas y los efectos políticos y que, por esa razón, hace ya mucho tiempo que ha adivinado el lobo que se esconde debajo de la piel de cordero del gran terrateniente disfrazado de amigo importuno de los campesinos, ¿va este partido a dejar tranquilamente al campesino, condenado a la ruina, en manos de sus falsos protectores, hasta que se convierta de adversario pasivo en un adversario activo de los obreros industriales? Con esto, hemos entrado de lleno en el problema campesino.”





 
 Cuadro resumen del voto independentista en las elecciones al Parlamento de Cataluña (2015)




Barcelona
Girona
Lleida
Tarragona
Cataluña Rural
TOTAL
Escaños a elegir
85
17
15
18
50
135
Junts pel Sí
32
11
10
9
30
62
CUP
7
1
1
1
3
10
Independentistas
39
12
11
10
33
72
% escaños Junts
37,6
64,7
66,7
50
60
45,9
% escaños CUP
8,2
5,9
6,6
5,6
6
7,4
% escaños Indep
45,8
70,6
73,3
55,6
66
53,3
Nº votos Junts
1.107.398
215.485
126.064
172.026
513.575
1.620.973
Nº votos CUP
254.246
32.971
18.627
30.531
82.129
336.375
Nº votos Indep
1.361.644
248.456
144.691
202.557
595.704
1.957.348
% votos Junts
36
56,1
55,2
41,6

39,7
% CUP
8,3
8,6
8,2
7,3

8,2
% Indep
44,3
64,7
63,4
48,9

48
nº Abstenciones
889.246
109.071
64.433
131.356

1.199.106
% Abstenciones
22,4




23
Nº votos blanco
22




21.941
Nº votos nulos
23,2




15.932
% votos blanco
24




0,5
% votos nulos





0,4

La burguesía en España, traicionando su propia revolución, no quiso entender el problema campesino y termina abandonando a la clase más numerosa del país, entregándola en manos de una dirección terrateniente que vehiculó la guerra hacia cuestiones dinásticas. La burguesía venció en las guerras carlistas, pero no entregó la tierra ni liberó de las reminiscencias feudales a los campesinos ni de Cataluña ni del resto del país. Por eso, todavía en los años 30 del siglo XX aparecía como piedra de toque en la revolución catalana el problema “rabbasaire”. Ya el Partido Comunista advertía en 1932 de indiscutible relación entre la cuestión agraria y la cuestión nacional en Cataluña (Los problemas de la revolución española: el problema agrario y las luchas de los campesinos):
Esto no quiere decir que al lado de la cuestión nacional esencial, profundamente popular y en el fondo campesina, no haya al mismo tiempo en España contradicciones entre la burguesía de las nacionalidades oprimidas y la nación imperialista. Pero estas contradicciones en el fondo son contradicciones entre clases explotadoras por el privilegio de explotar a los obreros, campesinos y demás trabajadores. La circunstancia de que la dirección de la corriente revolucionaria del movimiento nacional se haya encontrado hasta estos últimos tiempos precisamente en manos de grupos antipopulares, nacionalistas burgueses y de elementos de distintos campos políticos burgueses, clericales y pequeñoburgueses (Cambó y Maciá en Cataluña…) no puede ni debe oscurecer el hecho del carácter de masas, popular, del movimiento de emancipación nacional.”
           
Algo no debió salir bien en la solución del problema “rabassaire”, pues la Guerra Civil de 1936-39 se perdió y hoy el mundo rural es el máximo exponente de la resistencia de los catalanes a la opresión nacional: hay que tener en cuenta el alto porcentaje del voto independentista logrado en muchísimos municipios del interior rural de Cataluña (con porcentaje que van desde el 60% a más del 90%; ver mapa: “Cómo se distribuye el voto independentista”).
            El discurso de los constitucionalistas intenta separar los intereses del conjunto del pueblo catalán que, en última instancia, no es más que el intento de romper el frente único revolucionario obrero y campesino (urbano y rural). Hoy la realidad de Cataluña es diferente y no se debe olvidar que se contabilizaron más votos independentistas en la ciudad (1.361.644) que en el campo (595.704). El problema vuelve a ser la dirección del movimiento nacional de Cataluña. 

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