200 años de Karl Marx:
El marxismo y la revolución en América Latina
Publicado en la edición impresa n° 74 (octubre, 2018) de Periódico El Pueblo
En esta entrega nos referiremos
brevemente al papel que ha jugado en la revolución latinoamericana Karl
Marx, el fundador de la ideología del proletariado, quien por primera
vez puso los cimientos de la única ideología científica, capaz de
interpretar y transformar al mundo.
En el Manifiesto del Partido Comunista, publicado en febrero de 1848, Karl Marx y Federico Engels afirman que el “descubrimiento” de América fue en realidad la incorporación de América a la cadena de producción capitalista. Pero, como más tarde demostrará José Carlos Mariátegui, eso no significa que los países de América Latina se volvieron capitalistas. El orden feudal, que entraba en descomposición y retirada en Europa, era exportado y comenzaba en América. De hecho, fue impuesto militarmente por los conquistadores españoles y portugueses.
Es a finales del siglo XIX cuando en América Latina se desarrollan los primeros brotes de la joven clase obrera, pero lo hace sobre una base semifeudal, puesto que con las guerras de independencia no se acabó con las relaciones sociales de producción que impone el latifundio terrateniente, explotando al campesino sin o con poca tierra. Es por esta razón que las luchas de esos años no se guiaron por el marxismo y, a su vez, esa es la razón por la cual el marxismo no era ampliamente conocido en esta parte del mundo.
A principios del siglo XX la posición que predominaba en cuanto a difusión del marxismo era más bien una tergiversación del marxismo: la propaganda de la II Internacional. Fue a partir de la Revolución Rusa de 1917 que el marxismo llegó a los países del tercer mundo, incluida América Latina. La importancia de esto fue muy grande y es difícil dimensionarlo. Sin embargo, téngase en cuenta que con este hito el movimiento obrero vio realizado lo que la burguesía y los terratenientes le decían que era un imposible. Fue así como el triunfo de la Revolución Rusa fue recibido como propio por los obreros y campesinos de América Latina. Otra cosa importante a mencionar es que con el triunfo de la revolución llegó por fin, a esta parte del mundo, propaganda de primera fuente de la ideología proletaria y prontamente, con la inauguración de la Internacional Comunista, en 1919, se impone el marxismo desarrollado a una segunda etapa: el marxismo-leninismo.
En muchos países se constituyeron Partidos Comunistas como secciones de la Internacional Comunista. En Chile esto ocurrió el 1 y 2 de enero de 1922, bajo la dirección y jefatura de Luis Emilio Recabarren.
La internacional Comunista fue fundamental para el desarrollo de estos partidos como organizaciones de combate contra la explotación y en la lucha por la conquista del poder para la clase obrera. El problema fue que la propia Internacional Comunista era también terreno de disputa en la lucha de clases y esto va a afectar, sin dudas, en las propias secciones de América Latina. Por ejemplo, hasta la primera mitad de los años 30 del siglo XX, en los Partidos Comunistas de esta parte del mundo primó la línea roja, de combate al latifundio, a la gran burguesía y sus expresiones fascistas.
Desde la segunda mitad de los años 30, la derecha dentro del movimiento comunista internacional gana terreno. La izquierda se concentró en torno al jefe proletario Stalin y levantó así la lucha antifascista. A la muerte de Stalin en 1953, la línea de derecha dentro del Partido Comunista de la URSS se impone y con ello también en los partidos comunistas de América Latina, excepto en el Perú, donde los revolucionarios defendieron el partido fundado por José Carlos Mariátegui.
Con una serie de Partidos Comunistas que renunciaron al marxismo y se volcaron de lleno a las contiendas electorales y, fundamentalmente, con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, surgieron en América Latina los aparatos político-militares. Allí sectores de revolucionarios buscaron una salida para continuar con la lucha armada contra el imperialismo.
El problema de estas organizaciones político-militares fue que pusieron en el mismo nivel el arma y la ideología, cuando lo que corresponde es poner siempre la ideología y la política al mando de lo militar. Es decir, el problema no era crear una organización técnica, porque muchas de esas organizaciones también terminaron traicionando la lucha revolucionaria, incluso después de grandes avances, como el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, Alfaro Vive Carajo en Ecuador o el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional de El Salvador. Lo que correspondía era defender la ideología, el marxismo y sus avances. He ahí lo acertado de la fracción roja que en el Perú dijo “no formaremos un nuevo partido”, lo que haremos será “retomar y desarrollar a José Carlos Mariátegui”. ¿Por qué retomar? Porque los partidos que se constituyeron como sección de la Internacional Comunista, eran partidos revolucionarios y eso no se puede olvidar, eso se debe retomar. ¿Por qué desarrollar? Porque desde que fueron fundados esos partidos a la fecha, el marxismo, se ha desarrollado en marxismo-leninismo-maoísmo.
En las organizaciones político-militares murieron heroicamente hijos del pueblo empuñando la bandera de la revolución. La traición a su lucha no apaga su entrega. Más aún, si algo demostró Marx es que para hacer la revolución no basta entregarse de todo corazón, sino que además se necesita luchar científicamente poniendo la política siempre al mando y la clase obrera debe organizarse en Partido Comunista. No hay hay nada que pueda reemplazar a esta organización, porque no hay ninguna clase de la sociedad que sea más revolucionaria que la clase obrera. Esa es una lección que a la clase obrera y al pueblo le ha costado sangre y no tenemos derecho a pasar por alto.
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