sábado, 20 de abril de 2019
El viento de la historia. Un artículo del blog El territorio del lince.
El viento de la historia
No es habitual que el muy prepotente, y decadente, Occidente revise sus prejuicios y falsedades históricas así que voy otra vez tanto a la carga como al charco.
Todos los años por estas fechas se celebran macro encuestas sobre los personajes que definen la historia de Rusia. Y todos los años, uno tras otro, sale que el personaje que define la historia de Rusia es Stalin, con porcentajes que no dejan de crecer. Supongo que es una de las razones ocultas que hay en el odio visceral que la oligarquía occidental tiene contra Rusia, y antes contra la URSS. Porque "el tirano sangriento" es adorado en Rusia y el anti-estalinismo es cada vez más marginal. Con el alcohólico Yeltsin al mando se pensó que Stalin estaba totalmente terminado, que se había cerrado por fin el ciclo iniciado en los años 60 del siglo pasado por el soviético Jruschov de la "desestalinización". Pues no. El pueblo ruso tiene memoria y el viento de la historia es el que es y ahora está soplando sólo en una dirección.
La última vez que hablé de Rusia fue en febrero, al hilo del imparable declive en la popularidad de Putin por su abierto apoyo a los neoliberales. Su apoyo a la destrucción del sistema de pensiones soviético, con el aumento de la edad de jubilación, fue el detonante y a partir de ahí está en caída libre. Putin no es ningún imbécil y sabe que tiene que reaccionar. Ya entonces se anunció que iba a poner en marcha una campaña a gran escala contra la corrupción. Ahora se están comenzando a ver los resultados.
¿Qué tiene que ver esto con Stalin? Pues todo. Resulta que la encuesta, realizada por un instituto gubernamental, justifica los datos en que Stalin fue "implacable" con la corrupción y "un luchador contra la injusticia social". Y estos dos elementos son determinantes para ahondar más el descrédito de Putin como gobernante en lo interno puesto que en política exterior pocos le cuestionan.
Lo interesante del caso es que la encuesta, realizada en los 85 sujetos federales (la división administrativa de Rusia es repúblicas autónomas, provincias autónomas, distritos autónomos y hasta ciudades autónomas) y en 137 ciudades de todo tipo de población (como dato, hay 335 ciudades con más de 50.000 habitantes) recoge también la valoración añadiendo el partido al que se votó en las últimas elecciones para gobernadores y alcaldes, el pasado mes de septiembre, y en las que el avance del Partido Comunista fue notorio.
Y aquí surge la sorpresa: no son solo los votantes del PC quienes defienden a Stalin, sino los votantes de Rusia Unida, el partido de Putin, e, incluso, quienes votaron a los neoliberales nacionalistas (porque hay otros que son pro-occidentales). El 68% de los votantes comunistas defienden a Stalin, el 55% de los votantes a RU y el 52% de los neoliberales nacionalistas.
Pero la cosa no acaba aquí puesto que no son solo las personas mayores, quienes vivieron la época soviética, los principales defensores de Stalin sino los jóvenes: el 65% de quienes tienen entre 18 y 24 años lo hacen también (el 49% dice que juzga a Stalin de manera "bastante positiva" y el 16% "totalmente positiva"). ¿Y por qué? Pues por lo dicho antes, por su "lucha implacable contra la corrupción y por su lucha contra la injusticia social".
Y esto lleva a la valoración final, que dice que el 70% de la población considera que Stalin "juega un papel positivo en la historia de Rusia". Por el contrario, sólo para el 19% tiene un papel negativo. Para el 11% restante le es indiferente. Si os fijáis, la parte de arriba son los años en los que se hace una encuesta de este tipo y los resultados, que desde el 2008 no han hecho otra cosa que crecer en cuanto a esta valoración (y disminuir en la crítica).
Tanto la apología incondicional de Stalin como su criminalización absoluta tienen poco que ver con la realidad. La sociedad rusa cada vez comprende mejor esta figura histórica y lo que supuso para la URSS, sobre todo durante y tras la II Guerra Mundial. Mao dijo una vez que un dirigente sensato sería aquel que acertase el 70% de las veces y errase el resto. Eso parece ser lo que piensa ahora el pueblo ruso de Stalin. Toda la masiva propaganda tanto en Rusia, como sobre todo en Occidente, no han hecho mella en el viento de la historia, que sigue soplando aunque no guste.
El Kremlin no puede dejar pasar este dato, al igual que no se puede negar la lluvia si está lloviendo. Rusia está en un punto de inflexión y Putin se ha visto obligado a reaccionar porque el viento de la historia se le puede llevar por delante. La simpatía por Stalin tiene que ver con la demanda de una sociedad más justa, un estado fuerte y la responsabilidad de los funcionarios con la gente común. Y como nada de eso ven en el presente, buscan en el pasado.
De ahí que la campaña anti-corrupción de Putin haya comenzado a dar sonoros y espectaculares resultados. En lo que va de año han sido detenidos bastantes cargos intermedios por corrupción (hay 18 gobernadores, vicegobernadores y alcaldes detenidos y procesados), pero ahora parece que se está llegando a los altos estamentos. Tres ex ministros están detenidos, el último a principios de este mes. Desde que se inició el proceso de desestalinización en la URSS, allá por los años 50, tras la muerte de Stalin, no se había visto ni en la URSS ni en Rusia un combate tan fuerte contra la corrupción. Hubo algunos casos, cierto, pero no de tan alto nivel.
El mensaje de Putin es claro: ya no hay protegidos porque uno de los detenidos fue un asesor del propio Putin. Aún es pronto para ver si la población se identifica o no con la campaña anti-corrupción de Putin. Pero el mensaje a las élites y a los oligarcas es evidente y relevante. Con el viento de la historia soplando en su cogote, Putin tiene ante sí la tarea de recuperar una credibilidad, que cada vez se erosiona más, si continúa con la campaña y la eleva a más altos niveles, incluyendo a ministros en activo. Y, sobre todo, si deja de proteger a los neoliberales.
El Lince
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