jueves, 11 de julio de 2019

Cien años no es nada. La Revolución Rusa y la experimentación educativa politécnica. Un artículo de H.M. Amar en la Gaceta de los Miserables.


Cien años no es nada. La Revolución Rusa y la experimentación educativa politécnica.

Por Hernán Mariano Amar¹. / Gaceta de los Miserables.

Hablemos de la educación politécnica bolchevique y su fase de experimentación en los primeros años de la Revolución Rusa. No por nostalgia. Menos por un posicionamiento pedagógico retornista, que cree encontrar en un pasado idealizado las coordenadas para la superación de los problemas educativos actuales. Hablemos, entonces, de la educación politécnica bolchevique por su carácter disruptivo respecto de una educación burguesa que ya se juzgaba escindida, fragmentada, partida.
En primera instancia, se debe decir que los revolucionarios rusos no contaban con una teoría marxista rigurosa sobre la educación politécnica. Tan sólo poseían un puñado de ideas enunciadas en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 de Karl Marx, el Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels, el memorándum producido por Karl Marx para el Congreso de Ginebra de la Internacional Socialista de 1866, y el Anti-Dühring de Friedrich Engels. Entre todos esos textos, se configuró y circuló un núcleo de saberes críticos que sostenían, a grandes rasgos, que la educación politécnica socialista debía formar sujetos integrales vinculados al mismo tiempo con los conocimientos intelectuales y manuales disponibles, con el objetivo de neutralizar la división social del trabajo (que reforzaba las desigualdades entre clases en las sociedades capitalistas y burguesas) y eliminar los procesos de alienación de las conciencias respecto a la naturaleza, la sociedad y la producción.
En segunda instancia, los políticos y educadores bolcheviques debían enfrentarse con la formación de la mayoría de los maestros, que se oponían a una educación socialista que articulaba el trabajo productivo y la enseñanza, y los relegaba a la posición de meros orientadores de sus alumnos. Resistencias que se complementaban con algunos reclamos de impronta liberal sobre la autonomía del trabajo docente y la descentralización del gobierno de las unidades escolares.
Sobre estas condiciones de producción (en términos de posibilidades y restricciones), el ministro de Instrucción Pública nombrado por la Revolución Rusa, Anatoly Lunacharsky dispuso en su primer informe anual de 1918 la separación entre la Iglesia y el Estado en cuestiones educativas, la eliminación de la enseñanza religiosa y la propiedad privada de las instituciones escolares, la reconfiguración de la ortografía según principios de economía y accesibilidad lingüísticas, y la creación de instituciones de formación de trabajadores culturales/maestros para la nueva sociedad socialista. El 6 de junio de 1918, por su parte, en la Declaración de los principios de la escuela socialista, Lunacharsky decretó la abolición de la escuela libresca y dio paso al nacimiento oficial de la politecnización: la integración de lo manual y lo intelectual, de la enseñanza escolar y el trabajo productivo.
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Nadezhda Krupskaya se convirtió en la pedagoga de referencia de esta fase de experimentación educativa revolucionaria. En calidad de directora de la Comisión del Estado para la Educación a partir de 1917, la esposa de Lenin consideraba que la educación burguesa ahogaba la felicidad de los niños y promovía el individualismo, la competencia y la desigualdad social a través de un sistema (jerárquico) de premios y castigos, tales como las notas, alabanzas y reprobaciones. A su juicio, los estudiantes debían jugar, trabajar y compartir la vida comunitaria, y a partir del desarrollo de sus acciones cotidianas construir aprendizajes basados en las prácticas productivas y demandas sociales.
Tras la muerte de Lenin y con el ascenso político de la figura de Stalin y sus pedagogos oficiales, como Antón Makárenko, las orientaciones de la educación politécnica más abiertas y democráticas fueron clausuradas. A comienzos de la década de 1930, aquello que se denominaba como educación politécnica tan sólo contenía un conjunto de ideas y prácticas educativas ortodoxas ancladas en incentivos, recompensas y prohibiciones, con un currículum que escindía la formación manual e intelectual y se encaminaba a consagrar circuitos educativos diferenciados. De esta manera, la educación estalinista sustituyó el objetivo primero de la formación subjetiva integral por una meta orientada casi exclusivamente hacia la producción de personal cualificado y de operarios para el desarrollo industrial forzoso y acelerado.
En suma: la educación socialista politécnica de Lunacharsky y Krupskaya cuestionó la educación burguesa y su escisión entre lo intelectual y lo manual. La reproducción escolar de esa escisión y sus contribuciones a la división social del trabajo y las desigualdades entre grupos y clases sociales. Los refuerzos de los sistemas educativos nacionales liberales sobre las estructuras sociales diferenciadas y jerarquizadas. Y la formación de un sujeto mutilado respecto a sus múltiples potencialidades (acalladas por la acción de la historia, el poder, la cultura, la sociedad).
¡Le mort saisit le vif!, gritó Karl Marx alguna vez. Aunque algunos digan lo contrario, la historia y sus muertos siempre conllevan efectos (educativos) sobre las espaldas de los vivos.




¹ Hernán Mariano Amar. Docente-investigador de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF, Argentina). Candidato a Doctor en Ciencias Sociales por la FLACSO Argentina. Magíster en Ciencias Sociales con Mención en Educación (FLACSO Argentina). Especialista en Políticas Educativas (FLACSO Argentina). Profesor en Ciencias Sociales (ISPSA). Licenciado en Ciencias de la Comunicación (Universidad de Buenos Aires).

² Este texto se basa en algunas ideas de un artículo del autor publicado con el título Hacer socialistas en la URSS. Contribuciones de la formación docente y los maestros/trabajadores culturales de la educación primaria a la construcción del “Nuevo Hombre Soviético, en el número 7 (2009) de la Revista Formadores (provincia de Buenos Aires, Argentina).

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