El “pacto histórico” que están promocionando en estos días como la gran salida a las terribles condiciones del pueblo colombiano, no pasa de ser otra salida en falso. A propósito de esta afirmación, dicen los contradictores que los comunistas son aves de mal agüero y tienen razón; pero no por sectarismo como argumentan unos o por infantilismo de “izquierda” como alegan otros, sino porque como representantes conscientes del proletariado están obligados a luchar contra la corriente que venden los medios oficiales y las huestes comprometidas con el sostenimiento del actual orden de cosas; porque los comunistas son amantes de la verdad y por eso deben proclamarla a los cuatro vientos llamando al pan, pan, y al vino, vino.
Para empezar, ¿Quiénes hacen parte del tal “pacto histórico”?
Basta ojear lo que ahora la falsa izquierda presenta como nuevo: viejos politiqueros de la calaña de Roy Barreras y Armando Benedetti, antaño declarados uribistas y sempiternos defensores de las explotadoras y asesinas clases dominantes y el imperialismo; acompañados de los viejos politiqueros de esa izquierda que siempre le ha servido a la derecha, como la liberal Clara López de Todos Somos Colombia; seguidos por los socialdemócratas de la Colombia Humana, Unidad Democrática y Mais; respaldados por los falsos revolucionarios agrupados en el Polo politiquero, la Unión Patriótica y el Partido del Trabajo de Colombia, y por los viejos revisionistas del falso Partido Comunista mamerto, y todos apoyando al socialdemócrata Gustavo Petro. Solo “por no desprestigiarse” antes de tiempo, no le han abierto los brazos a los exjefes guerrilleros de las Farc, hoy Comunes, que también solicitaron públicamente su ingreso al mencionado pacto.
Tal es la composición del anunciado acuerdo que ellos mismos comunican en su manifiesto: “un pacto histórico entre sectores alternativos, progresistas, socialdemócratas y liberales…” ¿Qué de histórico tiene una alianza electoral?
El pacto en realidad es un reflejo de las contradicciones y divisiones entre las clases dominantes, que han ocasionado el retiro del respaldo a Duque, en sectores del Partido Liberal, Cambio Radical, el Partido de la U e incluso del Partido Conservador, y no por contradicciones antagónicas sino por el corrupto favorecimiento del gobierno a sus más cercanos amigos; el pacto pretende canalizar el odio contra el régimen y la creciente rebeldía de las masas, así como aprovechar el desprestigio de los politiqueros y el Estado, para reencauchar la misma politiquería con otras caras, encontrando en las fuerzas de la supuesta izquierda una nueva tarima para seguir engañando al pueblo. Un gran favor que les hacen, especialmente, quienes se llaman a sí mismos revolucionarios y comunistas.
Que nadie se llame a engaños creyendo que se trata de una coalición de izquierda como anuncian los medios y vociferan los oportunistas. El “pacto histórico” es apenas una amalgama variopinta de politiqueros con intereses electorales para el 2022, que se romperá y esfumará después de las elecciones si no antes, dada la rebatiña y apetitos entre los personajes, partidos, grupos y movimientos que lo componen.
¿Qué se propone el “pacto histórico”?
A pesar de que es promocionado como novedoso, supuestamente de izquierda, radical y en algunos medios hasta comunista, el anuncio de Las listas del Pacto Histórico, también llamado Manifiesto 55/86 no deja dudas: se trata de “Un Pacto Histórico que desarrolle e implemente, de una vez por todas, la Constitución del 1991”. A eso se reduce todo su programa político y por ello sus objetivos no van más allá de la próxima farsa electoral: “lograr como mínimo, 55 curules en el Senado y 86 en la Cámara de Representantes” y, por supuesto, llevar a Gustavo Petro a la presidencia, “derrotando” así al régimen uribista, que según ellos, es el que ha impedido el desarrollo e implementación de la Constitución de 1991.
Este es un truco de los politiqueros liberales apelando a la fe supersticiosa del político pequeñoburgués en un Estado aparentemente situado por encima de las clases y de las contradicciones que desgarran la sociedad dividida en clases. Un sueño utópico por cuanto esa Constitución burguesa y reaccionaria es la misma que las clases dominantes han usado, desarrollado e impuesto durante los últimos 30 años llevando a la sociedad a la actual situación, de donde se deduce que la pretensión de desarrollar e implementar esa Constitución es una ingenuidad en el caso los demócratas pequeño burgueses y una gran estupidez de los falsos revolucionarios y comunistas, que los verdaderos dueños del país y los viejos zorros de la política burguesa, ejecutores de su dictadura, aplauden con furor: ¡bienvenido el cambio para que todo siga igual!
¿Qué promete entonces el “pacto histórico” para desarrollar e implementar la Constitución del 91?
“Si logramos esas mayorías –dicen los promotores– nos comprometemos a adelantar con urgencia las reformas estructurales que han sido aplazadas y negadas por el establecimiento: la reforma agraria, las reformas laboral y pensional, la reforma a la educación, la reforma de la ley 100 que nos devuelva el derecho a la salud, la reforma de la justicia, la reforma política y el impulso a un paquete legislativo ambiental que nos permita cumplir las metas de cambio climático pactadas en Paris en 2015, cuidar el agua y proscribir de una vez por todas y para siempre la práctica del fracking y la explotación de nuestros páramos y parques naturales. Un Congreso capaz de convertir en ley una Renta Básica para todas las familias vulnerables de Colombia que empiece a romper la desigualdad y dinamice la economía para beneficio de todos los empresarios”.
¡Lindo discurso pre-electoral! Pero por allá en 1913, en el artículo Tres fuentes, tres partes integrantes del marxismo, Lenin alertaba a los obreros sobre la necesidad de aprender a escarbar en los discursos de los políticos para sacar a la luz los intereses de clase ocultos tras sus frases rimbombantes: “Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase”. Por eso, siguiendo ese sabio consejo se puede advertir que todo el programa del “pacto histórico” se reduce a introducir algunas reformas para oxigenar el capitalismo y remozar la dictadura de los explotadores.
Una estulticia frente a la situación actual, cuando el capitalismo imperialista como sistema mundial de explotación y de opresión se encuentra en una profunda crisis económica, social, ambiental, científica y política, que exige de los revolucionarios y comunistas, no ponerle remiendos al sistema moribundo, sino preparar las fuerzas para enterrarlo con la revolución. A propósito decía Lenin en la obra citada:
“Los partidarios de reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de determinadas clases dominantes. Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, las fuerzas que pueden —y, por su situación social, deben— constituir la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo, y educar y organizar a esas fuerzas para la lucha”.
Que los liberales y socialdemócratas se empeñen en sostener lo viejo es su papel y no se les puede culpar por ello, por cuanto son reaccionarios defensores de la explotación asalariada y de la dominación imperialista sobre el pueblo colombiano. Pero que quienes se dicen revolucionarios y comunistas se arrastren a la cola de aquellos, solo deja en claro su traición a la causa de la clase obrera y el pueblo.
¿A quién sirve realmente el “pacto histórico”?
En las actuales condiciones de agravamiento extremo de todas las contradicciones, que ocasionan la rebeldía de las masas contra todos los vejámenes del sistema y los gobernantes, que las lanzan a diario a la lucha directa y revolucionaria en las calles, que anuncian un gran enfrentamiento del pueblo contra las clases dominantes representadas en el Estado, aparece el “pacto histórico” como bombero de la lucha de clases, en contravía de la preparación y organización de la confrontación con los enemigos del pueblo mediante la Huelga Política de Masas, que adquirió nombre propio el año pasado: Paro General Indefinido.
El “pacto histórico” nace en oposición a la lucha revolucionaria del pueblo y desvía la rebeldía popular por el camino de la politiquería y del reforzamiento de la vieja institucionalidad burguesa para que todo siga igual. Los discursos de los falsos revolucionarios y comunistas llamando a la lucha son frases vacías para ocultar su empedernido cretinismo politiquero, porque en los hechos todo su esfuerzo se centra en la farsa electoral del 2022 y en particular ahora, en correr a la cola de la iniciativa del representante de los explotadores Roy Barreras y su insulso referendo “Chao Duque”. Esfuerzos inútiles, energía desperdiciada, recursos humanos y financieros empeñados en una quimera que no tumbará a Duque ni cambiará absolutamente nada en caso de prosperar, pero que sí distrae a las masas y desvía los esfuerzos de los dirigentes y activistas de su tarea más urgente: generalizar el combate en las calles y organizar la huelga general.
¿Cuál es el pacto que necesita ahora el pueblo trabajador colombiano?
La salida a las necesidades del pueblo no son los pactos politiqueros y los acuerdos por arriba para que nada cambie, sino la lucha revolucionaria a través del Paro General Indefinido, por el conjunto de las reivindicaciones económicas, políticas y sociales inmediatas de las masas populares. Una lucha general que, librada con independencia del Estado y los politiqueros, enseñe a las masas en su transcurso mismo, el potencial que encierra la unidad y lucha organizada; una lucha general que prepare el camino y acerque el triunfo definitivo de los trabajadores sobre sus enemigos imperialistas, burgueses y terratenientes.
El pacto histórico que el pueblo colombiano necesita es la Alianza Obrero-Campesina, fuerza principal de la revolución socialista, la cual solo puede ser forjada al calor de los combates revolucionarios y construida bajo la dirección del proletariado constituido en partido político independiente.
Los auténticos revolucionarios y comunistas que hoy son arrastrados por sus jefes oportunistas a la cola de los enemigos liberales y reformistas socialdemócratas, no están condenados a respaldar la nueva traición; por el contrario, están llamados a romper esa historia de traiciones que por más de ochenta años han protagonizado los falsos comunistas y con las cuales han impedido el avance victorioso de la revolución.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
20 de febrero de 2021
Fuera del capitalismo todo es posible, dentro de él nada.
ResponderEliminarCOLOMBIA al sur de América, se desmorona invadida por la pudrición en la que está y cada día se descompone más. Crímenes de Estado por todo lado, los pequeños comerciantes en la quiebra total, el desempleo aterrador, el crecimiento desbordado de tugurios, la corrupción no da freno, el sistema de salud es la muerte segura, el hambre arrollador, la miseria crece sin freno. Los ricos menos y más ricos, las protestas por todo el país crecen.…. Todas unas condiciones extraordinarias para dar inicio a la guerra popular. Pero no hay constituido ni reconstituido un Partido MLM ni hay liderazgo, se requiere de inmediato un Partido MLM principalmente Maoísta militarizado Pensamiento Gonzalo. El Pueblo colombiano lo demanda Ya!!!!
ResponderEliminar