¡La revolución, y no la claudicación, es la solución!
1º de mayo, 2009
El 1º de Mayo es el día de la revolución y es el día del internacionalismo. Es un día en que los revolucionarios de todo el mundo reiteramos los compromisos con nuestra razón de ser, y nos preparamos para los nuevos desafíos que tenemos que enfrentar para hacer la revolución en el mundo actual. Desde hace alrededor de un siglo el mundo entró en la época del imperialismo que a su vez es la época de la revolución proletaria mundial. El sistema imperialista no es algo estático, su dinamismo es el que le permite sobrevivir y desarrollarse. Las oleadas de globalización, privatización y liberalización han cambiado de manera significativa las relaciones de clase tanto en los países imperialistas como en los oprimidos; el crecimiento (y tugurización) de las ciudades, el desarrollo del capitalismo comprador y burocrático en los países dependientes como Colombia, el avance de las tecnologías de información y comunicaciones, de las redes de transporte, etc., son cambios notorios que se pueden ver fácilmente en los países del tercer mundo; la ofensiva ideológica de los reaccionarios tras las derrotas de las revoluciones socialistas del siglo 20 han impactado en el pensamiento y en el ánimo de las masas y de los revolucionarios. Todos estos cambios tienen un efecto en la estrategia y las tácticas de la revolución. Y exigen un desarrollo creativo de la ciencia que la guía. Y este 1º de Mayo, en medio de la grave crisis del sistema capitalista a nivel mundial que ha golpeado a miles de millones, es una oportunidad para que reiteremos nuestra visión de un mundo en que no haya explotación, en que no exista la división de la sociedad entre un puñado de personas que son dueños del mundo y lo controlan y la gran mayoría que trabajan para ellos; en que no existan las relaciones sociales opresivas ni las ideas que las sustentan. Es una oportunidad para que renovemos nuestros compromisos de crear una sociedad en que el hombre ya no domine a la mujer, en que ni un país, ni una casta, o “raza”, o religión domine a otro, en que la gente no se divida entre los que hacen trabajo intelectual y los que hacen trabajo manual, sino que se una en una comunidad mundial de personas que cooperan libremente en transformar el mundo. Siendo el día de la revolución, de evaluar las tareas revolucionarias que tenemos por delante, también es el día en que celebramos los grandes logros revolucionarios en el camino hacia ese nuevo mundo: El primer intento fructífero, la Comuna de París, que duró sólo 10 semanas en 1871; la revolución socialista en el que fuera el imperio ruso en 1917 que inspiró al mundo por 40 años; y la revolución china que triunfó en 1949 y que continuó hasta la más alta cumbre alcanzada hasta hoy en 1966 con la Gran Revolución Cultural Proletaria. Luego de una serie de vueltas y revueltas, todas estas revoluciones fueron derrotadas y el sistema de explotación fue restaurado, aunque conservando un tiempo el nombre del “socialismo”, como simple cascarón. Pero estas revoluciones contienen ricas lecciones fundamentales, tanto en sus grandes logros como en sus errores y deficiencias (que fueron lo secundario), que se deben sintetizar a fin de dar más pasos, y saltos, adelante hoy. La revolución comunista es la única salida de la locura y horror que constituyen la existencia social hoy en este planeta. Hoy, el comunismo, y el proyecto comunista, están en una encrucijada. Con la restauración del capitalismo en China en 1976, llegó a su fin la primera ola de las revoluciones socialistas que comenzó con la efímera Comuna de París y la Revolución Rusa. El fin de la primera etapa, con grandes cambios en el mundo, ha planteado interrogantes, tareas, y retos históricos para el movimiento comunista, y otros que apoyan ampliamente este proyecto de emancipación de la humanidad. ¿Qué lecciones correctas e incorrectas pueden sacarse de la rica experiencia de esta primera ola de revoluciones socialistas? ¿En qué marco se desenvolverá la nueva etapa del comunismo para avanzar en este proyecto de emancipación de la humanidad? ¿El marxismo, el comunismo, es aún válido como ciencia? En el sentido fundamental, la cuestión se plantea así: ¿Se puede hacer la revolución, una auténtica revolución comunista, en el mundo de hoy, o eso ya no es posible y ni siquiera deseable para las masas un mundo completamente liberador? Ante los constantes retos y dificultades del momento actual, en el reagrupamiento inicial de comunistas que se dio después de la pérdida de China y del fin de la primera etapa de la revolución comunista (tanto en el Movimiento Revolucionario Internacionalista como en otras agrupaciones) se han abierto paso divergencias cada vez más fuertes: por una parte, las fuerzas que están desarrollando o se están acercando a una nueva síntesis para avanzar la revolución, y, por la otra, dos tendencias opuestas, de aferrarse de manera religiosa a toda la experiencia anterior y a la teoría y el método asociados con ella o (en esencia, así no de palabra) abandonarlo todo, claudicando. Los reaccionarios y los falsos revolucionarios han buscado borrar de la memoria colectiva la historia de la revolución proletaria y han impuesto sus propias síntesis, que han permeado el movimiento revolucionario. En el ambiente se respira pesimismo, y se fomenta de manera creciente el individualismo, la fragmentación de las luchas (por intereses “identitarios” estrechos), etc., entorpeciendo el que se construya una alternativa verdaderamente revolucionaria. El Grupo Comunista Revolucionario está haciendo esfuerzos a distinto nivel por aportar al desarrollo de la nueva síntesis revolucionaria, en particular evaluando la experiencia en toda la región, de manera que en la nueva etapa de la revolución proletaria mundial vayamos mucho más allá de los importantes logros de la primera etapa. En Colombia, y más en general en América Latina, la síntesis predominante es la del supuesto “fracaso” de la revolución socialista, el supuesto “fracaso” del marxismo y, en especial para las nuevas generaciones, el referente de revolución lo constituye el “bolivarianismo” y sus promotores (Chávez de Venezuela, las FARC) o los zapatistas de México, que en muchos casos confluyen en buena medida con todo tipo de escépticos de la intelectualidad que han devenido rousseaunianos, y han bajado sus miras hacia los ideales del siglo XVIII (de libertad, igualdad, fraternidad) , al “perfeccionamiento” de la democracia, considerando que es lo mejor que podemos lograr. Desde su fundación, el GCR, se ha esforzado por hacer conocer en el movimiento revolucionario del país y la región los documentos de diferentes partidos y organizaciones maoístas, de dentro y de fuera del MRI (sin que necesariamente eso signifique compartir, o compartir por completo, sus posiciones), con el propósito de avivar y enriquecer la lucha ideológica. Si bien ha aprendido de las experiencias revolucionarias recientes de Perú y Nepal y de la síntesis (con algunas limitaciones) que los partidos que las dirigen han desarrollado, hoy, tras las importantes luchas de líneas en las filas maoístas, el GCR ha valorado más los esfuerzos y avances que desde hace tres décadas ha venido haciendo el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, y principalmente su Presidente, el camarada Bob Avakian, en la dirección de forjar la necesaria síntesis revolucionaria para avanzar, atreviéndose a renunciar a legados nocivos que han marcado al movimiento comunista internacional desde los años 30. El profundo aprecio y respeto por el camarada Avakian que los dirigentes del GCR han transmitido a la militancia no son infundados, ni son necios, están muy lejos de verle infalible y objeto de “culto”, algo que el camarada Avakian correctamente repudia. El GCR llama a agarrar el enfoque del camarada Avakian de aprender de la rica experiencia histórica desde la época de Marx, defendiendo los objetivos fundamentales y los principios del comunismo, que han demostrado ser correctos en lo fundamental, criticando y descartando los aspectos que se ha demostrado que son incorrectos o que ya no son aplicables, y establecer el comunismo aún más completa y firmemente sobre unas bases científicas. Con esa orientación el GCR ha valorado la situación de la revolución en Nepal, como se hizo en el manifiesto del 1º de Mayo de 2008: «No podemos darnos el “lujo” de estrechar las miras, de buscar un común denominador con sectores “sensatos” de los explotadores y opresores. Ni aquí ni en ninguna parte del mundo. Tenemos siempre que “tener el premio en la mira”, no temer “asustar a la burguesía” y terminar no destruyendo la máquina estatal y pretender aprovecharla para nuestros propios fines. Los reveses como los de las grandes revoluciones proletarias del siglo 20 no nos pueden llevar a buscar como meta una supuesta “democracia del siglo 21”, más parecida a las de los siglos 17 y 18 y más lejana de los logros de las revoluciones rusa y china cuando fueron socialistas. El concepto burgués de democracia es que su característica esencial son las elecciones y los derechos formales, pero realmente es una dictadura contra el pueblo. Y caer en la trampa de la democracia “pura” empantana a los (ex) revolucionarios en la “política de los números” [el regateo con fuerzas burguesas en busca de mayorías], castrando y minando el espíritu revolucionario de las masas.» «La concepción revisionista (falsamente comunista) clásica es que mientras el Estado esté actuando en “beneficio” de los intereses del pueblo puede considerarse democrático con o sin elecciones. El problema fundamental y esencial está en otro lado, en el problema de eliminar las “4 todas” planteadas por Marx: que la revolución comunista tiene que apuntar a la eliminación de todas las clases y diferencias de clase en general, todas las relaciones de producción sobre las que éstas descansan, todas las relaciones sociales correspondientes a ellas y todas las ideas que resultan de estas relaciones sociales, lo cual no puede hacerse realidad sin una dictadura proletaria, que significa democracia para el pueblo y crear las condiciones que imposibiliten la existencia de la burguesía, porque, como señalara Marx, la nueva sociedad acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y por tanto presenta todavía en todos sus aspectos “los estigmas de la vieja sociedad de cuya entraña procede”.» Los desarrollos de la situación en Nepal desde entonces, si bien han llevado a que se expresen más explícitamente las disyuntivas de la revolución nepalesa en el seno del partido que planteáramos entonces («¿Cuál camino triunfará, el demócrata burgués, es decir de dictadura burguesa solapada, o el de nueva democracia, como una forma de dictadura del proletariado? ¿En qué dirección irá la sociedad? ¿El “nuevo” Estado, y en particular el ejército, estarían en manos de las masas revolucionarias de Nepal que han estado luchando y sacrificándose? ¿El “nuevo” Estado se aliará con las masas revolucionarias de todo el mundo, o se convertirá en parte de la “comunidad internacional” dirigida y moldeada por los imperialistas?» ), también es más claro que la línea revisionista se ha consolidado más, en especial dado que las tendencias más revolucionarias dentro del partido están también imbuidas en buena parte del enfoque y de la síntesis no revolucionaria. Desde su Declaración inicial, el Movimiento Revolucionario Internacionalista (del que el GCR ha sido parte desde su fundación) ha señalado el estrecho vínculo que existe entre la defensa del marxismo-leninismo- maoísmo y su desarrollo creativo. Adelantar ese proceso es un reto común que implica combatir tanto las tendencias que a nombre de la creatividad desechan los fundamentos de la ciencia de la revolución, así como las tendencias que a nombre de defender se apegan de manera religiosa, acrítica, a la experiencia pasada. Es necesario combatir la estrechez de miras que ha sido predominante en las últimas décadas en el movimiento revolucionario en Colombia, el economicismo, que lleva a no vincular la política revolucionaria a las masas, a no educarlas en la meta del auténtico comunismo y a no organizarlas para ese fin. Hoy más que nunca se necesita ir contra la corriente de la capitulación y el acomodamiento frente al sistema, y se hace más notoria la necesidad de un movimiento masivo y amplio antiimperialista, anticapitalista y antifeudal, y principalmente, se necesita construir un partido verdaderamente comunista y verdaderamente revolucionario (no sólo de nombre), como una organización conspiradora que oriente y dirija tal movimiento hacia la conquista del poder político. Tal partido tiene que basarse en la necesaria nueva síntesis en construcción. Este 1º de Mayo Revolucionario es necesario reafirmar el llamado a que cada vez más obreros, campesinos, jóvenes, mujeres, estudiantes, intelectuales progresistas asuman el reto, se unan a la revolución y hagan parte de la construcción del movimiento verdaderamente revolucionario, un movimiento que reafirma su resolución de tumbar violentamente la dominación de chupasangres en todo el planeta y de construir una nueva sociedad, libre de explotación y opresión. En cada país, el proletariado tiene tareas específicas de acuerdo a las particularidades sociales, pero todas las luchas se juntan en el río de la revolución proletaria mundial, a la que las revoluciones en cada país se subordinan. Para las potencias capitalistas/ imperialistas y sus lacayos del tercer mundo, el legado de la revolución proletaria es una pesadilla, pero para el proletariado y los oprimidos es una fuente inagotable de inspiración y fuerza. Les lleva a reafirmar la “vieja” idea del Manifiesto comunista: que los objetivos del proletariado internacional sólo pueden ser alcanzados “derrocando por la violencia todo el orden social existente”. Por fuerte que parezca el enemigo imperialista, nuestra fuerza potencial de cientos de millones de seres es mucho mayor. La arrogancia del enemigo de nuestra clase jamás podrá ocultar el hecho de que lucha por defender un sistema obsoleto condenado al museo, al igual que los imperios de esclavistas y sistemas feudales de antes. En este día, el GCR exhorta en particular a los comunistas revolucionarios a celebrar un 1º de Mayo Rojo que haga sentir poderosa y claramente nuestro mensaje, en contraste con todos los puntos de vista reformistas, que de una u otra manera aconsejan al proletariado y a los oprimidos hacer las paces con la explotación clasista. La revolución es algo por lo que vale la pena vivir y, si es el caso, morir. En una situación en que las vidas robadas a jóvenes en campos y barriadas se cuentan por miles cada año sólo en Colombia, dedicar la vida a la revolución es tanto más urgente y necesario.
¡La única manera de acabar con los males de este mundo capitalista imperialista es con una auténtica revolución proletaria!
¡Agarremos la ciencia del marxismo-leninismo- maoísmo como guía para la acción revolucionaria!
¡Luchemos por un mundo radicalmente diferente, que vaya mucho más allá de los logros de la primera etapa de la revolución proletaria mundial!
¡Tengamos las miras puestas en la meta del comunismo!
¡La revolución, y no la claudicación, es la solución! ¡Romper las cadenas, desencadenar la furia de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución!
¡Enfrentemos con lucha revolucionaria al régimen fascista, paramilitar y pro-imperialista!
¡Viva el 1º de Mayo Rojo, internacionalista revolucionario!
¡Viva el Movimiento Revolucionario Internacionalista!
Grupo Comunista Revolucionario
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