sábado, 21 de marzo de 2009

En un nuevo aniversario del ataque imperialista a Irak


Le Monde diplomatique No. 17, Setiembre 2008
“El terrorismo se multiplicó por siete tras la invasión a Irak”
por Gaspar Segafredo
Entrevista exclusiva a Noam Chomsky

El eminente lingüista y ensayista estadounidense, que se define como socialista libertario, afirma que el presidente George W. Bush “actuó como si trabajara para Osama Ben Laden”, y que su gobierno es el primero en la historia de Estados Unidos que se declaró “oficialmente a favor de la tortura”. Considera que tanto el Partido Republicano como el Demócrata están a la derecha del electorado, y estima que, con todos sus avances y retrocesos, la conciencia moral de la humanidad registra progresos.
Después de haber vivido toda la Guerra Fría, el 11 de septiembre, Afganistán, Irak, y tras criticar tenazmente la multiplicación de las estructuras de opresión y el “sistema neocolonial global”, Noam Chomsky sigue teniendo esperanza: “A pesar de haber sido obstaculizado por instituciones y doctrinas, nuestro horizonte moral se expande”. Argumenta: “La de Irak es la primera guerra en la historia del imperialismo contra la cual se protestó masivamente antes de que empezara”.
Sin embargo, lamenta que este progreso sea tan inconstante, lento, agónico. Las regresiones pueden ser muy profundas y nocivas, como el actual caso de “la administración Bush, el primer gobierno en la historia de EE.UU. oficialmente a favor de la tortura”. Otro símbolo que menciona es la tristemente famosa dictadura argentina iniciada en 1976. Aunque también observa un progreso único en la Sudamérica del nuevo siglo, especialmente por los proyectos de integración regional.
Su pasión, forjada en la templanza retórica y la racionalidad argumental, genera seguidores y detractores. Sin embargo, hay una cosa de la que nadie puede dudar: es un incansable. 79 años, 53 enseñando lingüística en el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts), más de 100 libros publicados, 22 honoris causa en universidades de todo el mundo, son algunos de los números que describen a este hombre, definido por The New York Times como el intelectual vivo más importante. En sus primeros años como académico del MIT revolucionó el paradigma lingüístico reinante en la época, con la teoría de la gramática generativa.
Autodeclarado socialista libertario, sintió la obligación moral de involucrarse en el debate político a partir de la guerra de Vietnam, que interpretó en American Power and the New Mandarins (1969). Desde entonces intercala política con lingüística. Y a pesar de resistirse a conectar ambas dimensiones –está en contra de intelectualizar la política– hay una lógica que las entrelaza. En sus estudios lingüísticos describe la naturaleza innata del hombre que permite crear lenguaje. Las implicancias filosóficas tienen que ver con una naturaleza creativa, libre, que las estructuras opresivas reprimen, explica. Desde ahí sostiene la moral y la justicia universal, aunque recordando la complejidad de cada contexto. Por eso, a pesar de tener puntos en común especialmente en la crítica de las estructuras de poder, se diferencia de la deconstrucción posmoderna, el relativismo cultural y su nihilismo, tan comunes en la izquierda contemporánea.Con respecto a los dos principales candidatos a la presidencia de Estados Unidos y las consecuencias que generaría cada uno, se limita a decir que “el peor y más peligroso para EE.UU. y el mundo pienso que sería (John) McCain. En cuanto a Obama no tengo una respuesta clara, aunque posiblemente la política exterior de Clinton hubiera sido peor”.
Por otra parte, se muestra desconfiado ante las profundas esperanzas y movilización despertadas por Barack Obama, particularmente entre quienes abogan por su famoso eslogan “Change”: “En cuanto a si la movilización tendrá un efecto positivo o negativo depende de cómo reaccionen a la probable desilusión quienes han sido energizados, si es elegido. Hay ejemplos de ambas (reacciones) en la historia reciente de Estados Unidos. No hay razones para suponer que será distinto a cualquier otro demócrata tradicional centrista”.
Para justificar el breve comentario electoral envía un texto que integrará la futura reedición de Perilous Power. Allí sostiene que sólo se puede especular acerca de los candidatos por las características de la maquinaria electoral, donde los temas importantes son tratados con ambigüedad, a raíz del desagrado y del miedo que siente la elite estadounidense por la democracia. Explica que el problema se profundiza, ya que en la mayoría de los asuntos sustanciales tanto el Partido Republicano como el Demócrata están a la derecha del electorado.
Simple y directo. Con la pasión de un joven estudiante. Así contesta Chomsky, en diálogo telefónico desde su oficina en el MIT.
Usted defiende la idea de justicia universal, al mismo tiempo, critica las estructuras de opresión; entonces, ¿qué le diría a quienes ven en la ONU, la democracia y los derechos humanos construcciones socioculturales a través de las que las estructuras de poder occidentales justifican su violencia sobre los demás?
Es incorrecto a nivel fáctico. Sería particularmente chocante si hay latinoamericanos que piensan así, porque hubo una importante contribución latinoamericana, especialmente en cuestiones de derecho internacional; con muy buenas razones, ya que son países que sufrieron intervenciones constantes. Tanto la Carta de las Naciones Unidas como la de la Organización de Estados Americanos (OEA), y la Declaración universal de los derechos humanos, se crearon con la participación de varias culturas; son construcciones multiculturales. Gran parte de los puntos consensuados se pensaron en contra del imperialismo occidental. Y creo que estos derechos son aceptados por la gente pero no por los Estados. En el caso de la Declaración universal de los derechos humanos, creo que la mayoría de la gente en el mundo está de acuerdo. Sin embargo, el gobierno de EE.UU., a diferencia de la población, rechaza oficialmente dos tercios de su contenido: los derechos sociales, económicos y culturales. Por lo tanto, históricamente, pienso que en general la gente acepta esos derechos como legítimos, pero los sistemas de poder no, porque inhiben sus acciones.
Acerca de los conflictos en sociedades multiculturales, cuyos ejemplos más dramáticos hoy pueden ser Francia, Gran Bretaña, España, Holanda, ¿cómo se resuelve la aceptación del diferente (cultural) sin comprometer los logros de estos países en materia de derechos individuales?
Así lo ven los europeos, pero en realidad EE.UU. es un ejemplo mucho más extremo de sociedad multicultural. Luego del exterminio de la población indígena americana, todos fueron inmigrantes. En cambio, Europa tiende a ser homogénea. Por eso ahora que están recibiendo oleadas inmigratorias, especialmente de sus ex colonias, tienen problemas. Pero es la historia de EE.UU., donde cada ola de inmigrantes fue tratada brutalmente. En Boston, por ejemplo, luego de la gran inmigración irlandesa de finales del siglo XIX, los restaurantes tenían carteles que prohibían la entrada a perros e irlandeses. La expectativa de vida de un irlandés era de, más o menos, quince años. Sin embargo, con el tiempo fueron asimilados en la sociedad y ahora tienen un rol importante.
Pero en EE.UU. hubo una homogeneización cultural buscada. El problema al que se enfrentan los países europeos es la tensión entre el supuesto ideal democrático de respetar los valores culturales y, al mismo tiempo, la necesidad de hacer respetar los derechos individuales. Tomemos el ejemplo de una familia islámica ortodoxa en Francia y su trato controvertido hacia las mujeres; ¿qué medidas deberían tomarse?
Tenemos el mismo problema en EE.UU. desde sus orígenes. Es una pregunta difícil. Hay un conflicto entre los derechos del individuo y los derechos de la cultura. Hace un tiempo la policía tomó en custodia cuatrocientos niños que formaban parte de una comunidad mormona en Texas. Estaban viviendo en una comunidad poligámica donde existían cargos creíbles de abuso de menores; pero desde el punto de vista de la cultura en la que irrumpieron las autoridades era algo normal. En estos casos es la comunidad nacional entera la que debe tomar una decisión a través del gobierno. Lo mismo pasa con el abuso doméstico, que para algunas familias tradicionales es normal. Las acciones legales son una intromisión en sus costumbres. Estos problemas surgen constantemente y no hay fórmulas simples: deben manejarse con empatía y compasión.
Sin embargo, la suposición que usted tiene de una justicia universal, orientaría aquellas situaciones a favor del derecho individual...
Sí. Y creo que en el fondo de nuestra naturaleza hay una comprensión que emerge con el tiempo. La historia lo demuestra: algunas de las cosas que hoy consideramos aberrantes eran legítimas y normales hace poco tiempo: esclavitud, abuso de la mujer, trabajo infantil, tortura a los animales...

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