Estimados amigos.
Hemos encontrado un debate intersante en el periódico brasileño A Nova Democracia sobre la situación de Bolivia. Reenvíenlo a sus contactos.Para entendimiento hemos hecho una traducción un tanto artesanal del artículo que está en portugués, lo demás es del link original.
Saludos:
J. P.
--------------- Traducción al español-------------
1º de julio de 2008
El neokantismo de los aliados del “proceso de cambio” en Bolivia
Wilson Enríquez
--------------- Traducción al español-------------
1º de julio de 2008
El neokantismo de los aliados del “proceso de cambio” en Bolivia
Wilson Enríquez
Nota de la Redacción: En la edición 43 de AND, publicamos el artículo Del “proceso de cambio” a la profundización de la semifeudaliad, de autoría del mismo Wilson Enriquez. Ocurre que en el último periodo recibimos un texto del Sr. Jorge Echazú Alvarado –El debate. El proceso boliviano y sus críticos- en el cual el pretende criticar el artículo anterio, y que es rechazado en el presente texto. Para que se comprenda mejor el contenido de la crítica del Sr. Echazú, su texto se puede encontrar abajo.
El polemista Echazú inicia sus elucubraciones de gabinete –del cual jamás salió- esgrimiendo una especie de neokantismo al clamar y quejarse por una inexistente neutralidad valorativa en un medio de comunicación, cuando lo cierto es que la prensa revolucionaria puede asumir políticamente una decisión de publicar los disparates revisionistas siempre y cuando persiga el claro objetivo de aplastarlo y contribuir a barrerlos de la faz de la tierra cabalmente, así como también no hacer eco a las vociferaciones reaccionarias o simplemente no dar tribuna a cadáveres políticos y carros en desuso del reformismo y revisionismo.
Se da énfasis a esta aparente anodina situación, más no es la única alusión kantiana del mencionado polemista que, por lo visto, elabora sus argumentos a la luz de la “Crítica de la razón pura”, de autoría del famoso Königsberg, como ilustra el siguiente párrafo:
“Las hordas enloquecidas de matones atacaron brutalmente a los campesinos que ya se retiraban ante la noticia de suspensión del acto programado. Las escuadras fascistas capturaron a un grupo grande de campesinos, ancianos, mujeres y niños y los condujeron en medio de una lluvia de golpes, patadas, apaleamientos e insultos hasta la plaza 25 de Mato (sic) y a la puerta de la Casa de la Libertad. Paradójicamente, el frontis de esa casa histórica sería el escenario del acto fascista, racista e inhumano más infame de la historia nacional, cometido contra esos humildes campesinos, obligados a caminar de rodillas, desnudos y permanentemente golpeados (1)”.
Donde el autor reclama “humanidad”, en vez de reconocer una clara derrota política de los aliados del MAS. La verdad debe ser dicha, los adeptos o simpatizantes del partido de gobierno se reunían en un lugar donde fueron concentrados no por meda casualidad o curiosidad, sino para manifestar abiertamente su posición de apoyo a Evo Morales, en el contexto de un creciente clima de beligerancia.
Entonces, allí donde se asume una posición política en una situación compleja, se debe igualmente estar preparado para asumir los costos políticos. A las masas campesinas e indígenas de Bolivia, en múltiples oportunidades, han dado valiosos ejemplos de lucha, audacia y sobre todo perspicacia política. Pero, este segmento del campesinado afín al MAS sólo demostró la debilidad ideológica de este partido, así como de otros partidos que acompañan demagógicamente al denominado “proceso de cambio”, pues mostraron incapacidad organizativa para planear una retirada, conjurar o neutralizar el ataque de los mercenarios de la oligarquía sucrense.
Utilizar como carne de cañón a un grupo de campesinos para después apelar en un tono lastimero de talante humanista, que permita revertir la derrota política en un “triunfo moral”, a través de campañas mediáticas y el apoyo de las ONGs ligadas al activismo por los derechos humanos sólo demuestra la instrumentalización de la masa campesina e indígena, los cuales son anulados en su papel fundamental de protagonistas, de sujetos de emancipación, y miserablemente se los relega al papel de tontos útiles del gamonal-sindicalismo.
Algo que debe quedar claro, es que aquí no se niega el carácter fascista de ese grupo de bandoleros y mercenarios, verdaderos ejércitos paramilitares de las oligarquías de los departamentos que conforman la llamada “Media Luna” (Santa Cruz, Beni, Pando, Cochabamba, Sucre, Tarija); tampoco la utilización de discursos racistas con los cuales se enerva la lucha de clases en Bolivia, retrocediendo a un discurso de “sangre pura” española que sirvió de pretexto ideológico a la invasión de Hispanoamérica. Considerando los siglos de invasión árabe que los españoles experimentaron previamente, es una prueba palpable del nivel discursivo de tal “sangre pura”, que no soportaría una explicación científica desde el campo de la biología, donde el concepto de raza es una abstracción sin fundamento práctico.
En cuanto al gamonal sindicalismo, toscamente se pretende confundir esta categoría con la de sindicalismo gamonal. Pero, cuando nos referimos al gamonal-sindicalismo, estamos hablando de gamonalismo ## que es sustentado por el sindicalismo corrupto ejercido por la cúpula sindical que manipula y maneja los cordones del campesinado en Bolivia.
Según Mariátegui, el gamonalismo no alude específicamente a una categoría socio-económica representada por los gamonales, los mismos que efectivamente dejaron de existir en el occidente boliviano con la reforma agraria del 1953; sustentamos que el gamonalismo es una categoría política hecha en la dinámica jerárquica mediante la cual se mantienen sobrevivientes las relaciones sociales de producción explotadoras del occidente boliviano en los marcos de la evolución de la semifeudalidad. Confundir gamonalismo con latifundismo es obra de Echazú, no nuestra.
Echazú desconoce la permanencia, en la realidad rural del Occidente boliviano, de algunos minifundios, como parte de tierras consolidadas a los ex patrones, que hoy se reciclaran como una casta neo-patronal de “gamonaliños”, vinculados a los campesinos pobres o a un semi-proletariado rural, a través de relaciones de producción semifeudales, como la aparcería (media) o la mink’a (jornada pagada con alimentos, bebida o dinero). En otros casos, donde los patrones fueron expulsados del área rural, campesinos que ejercían cargos de secretario general en los sindicatos se reciclaron como neo-patrones.
Se debe reconocer que las comunidades campesinas del Occidente boliviano desenvolvieron dinámicas históricas, sociales, económicas y políticas variadas y heterogéneas, considerando el hecho que actualmente no existe una sola de esas comunidades campesinas donde no se posible establecer una diferenciación entre los campesinos, si existe, que el polemista dé el nombre y las coordenadas.
Pues bien, esta diferenciación entre los campesinos está barnizada por situaciones como las ejemplificadas en los párrafos anteriores, por la forma en como las comunidades se vinculan con el mercado a través de la agricultura, minería, procesos de venta de fuerza de trabajo estacional en ciudades, procesos de migración del campo a la ciudad, o al exterior del país, entre las múltiples variantes.
Esta situación tampoco está alejada de las muchas comunidades de ayllus donde la dotación de tierras a los comunarios no siempre es igualitaria. Las relaciones entre comunarios locales y los residentes en ciudades en el exterior no son necesariamente de reciprocidad o armónicas, como pretenden presentar algunos ideólogos del MAS, repitiendo el monólogo de la antropología del Norte y de los miembros de la renovada religión andina.
En otras circunstancias, algunas comunidades de ayllus del Occidente boliviano viven sobre el yugo de los “vecinos del pueblo”, estos últimos sólo se dedican a dirigir el proceso de producción agrícola en sus tierras manteniendo relaciones de explotación con comunarios de los ayllus.
De tal modo que la veleidad multiculturalista del post modernismo –aparentemente consumido con avidez por Echazú es disfrazada cuando el se esconde en una lectura revisionista de Lenin al plantear una “autodeterminación de las naciones”- no debe hacer perder de vista la existencia de la lucha de clases en las zonas rurales del occidente boliviano como subrepticiamente desliza el mencionado polemista.
De esta tribuna queremos ser enfáticos en reiterar la necesidad de considerar al campesinado y los pueblos indígenas de Bolivia como sujetos protagónicos de la emancipación del capitalismo burocráticos, sistema que el MAS y sus aliados se encargan de profundizar.
Lo otro es ir por el mundo reconociendo naciones de poco más de diez personas (ex. Toromonas), etnias cuyas estrategias para mantener vivas sus culturas han sido fusionarse con otros grupos étnicos, como ya ocurrió en la Amazonía boliviana (ex. Pacahuaras con Chácobos); o ir obsequiando títulos de Tierras Comunitarias de Origen (TCO) a etnias itinerantes que consideran como invadidos sus territorios sobre los cuales no renuncian a seguir transitando (ex. Ayoreos), considerando que la invasión por la modernidad es inexorablemente irreversible. O por otro lado, inscribir una TCO que posteriormente será manipulada por la oligarquía fascista cruceña, como es el caso de la TCO Guarayos, completamente manipulada por el actual Presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz: Branco Marinkovic. Pese a decir de la ONU, que santificó tantas intervenciones imperialistas, más aún así merece la veneración de Echazú.
De vuelta al sindicalismo corrupto en Bolivia, no sólo nos referimos al de Jaime Solares, sobre quien coincidimos con Echazú en su tipificación. Sólo que en su miopía intelectual, el polemista no es capaz de atinar que en nuestro juicio, los héroes y heroínas de octubre de 2003 son gente anónima del pueblo y no figurones como está acostumbrara a identificar la historiografía positivista.
También nos referíamos a las “maletitas” con dinero de los gobiernos de turno que circularon y circulan en los Congresos de la COB y de los que el mencionado señor debe tener conocimiento. Más al margen de esos hechos, fundamentalmente la necesidad de independencia sindical a través del autosostenimiento, como señalaba Mariátegui en Ideología y Política, pero lo que parece, para el polemista eso es un asunto irrelevante.
Finalmente, si para Echazú la Asamblea Popular de 1971 es una paradigma revolucionario, en clara repetición del recetario del trotskismo boliviano sobre el llamado “Poder Dual”, con el cual el “PC-MLM” compartió asientos en la referida Asamblea, es problema del él. Nos reafirmamos en que tal Asamblea se trató de un conciliábulo de charlatanes con pompas revolucionarias entre cuatro paredes, que no aportó una línea a los revolucionarios bolivianos y del mundo en el camino democrático de la transformación de nuestras sociedades.
Entonces que el señor Echazú avale o tome posición sobre la experiencia de la Asamblea Popular del 1971 y deje de hacer gimnasia esquiva y demagógica hablando de otro hecho como la resistencia antifascista de Laikakota, de la cual no hacemos mención, pues la Asamblea Popular no se organizó precisamente para resistir al golpe de Estado o para realizar “los otros actos revolucionarios” que efectivamente desconocemos.
El polemista Echazú inicia sus elucubraciones de gabinete –del cual jamás salió- esgrimiendo una especie de neokantismo al clamar y quejarse por una inexistente neutralidad valorativa en un medio de comunicación, cuando lo cierto es que la prensa revolucionaria puede asumir políticamente una decisión de publicar los disparates revisionistas siempre y cuando persiga el claro objetivo de aplastarlo y contribuir a barrerlos de la faz de la tierra cabalmente, así como también no hacer eco a las vociferaciones reaccionarias o simplemente no dar tribuna a cadáveres políticos y carros en desuso del reformismo y revisionismo.
Se da énfasis a esta aparente anodina situación, más no es la única alusión kantiana del mencionado polemista que, por lo visto, elabora sus argumentos a la luz de la “Crítica de la razón pura”, de autoría del famoso Königsberg, como ilustra el siguiente párrafo:
“Las hordas enloquecidas de matones atacaron brutalmente a los campesinos que ya se retiraban ante la noticia de suspensión del acto programado. Las escuadras fascistas capturaron a un grupo grande de campesinos, ancianos, mujeres y niños y los condujeron en medio de una lluvia de golpes, patadas, apaleamientos e insultos hasta la plaza 25 de Mato (sic) y a la puerta de la Casa de la Libertad. Paradójicamente, el frontis de esa casa histórica sería el escenario del acto fascista, racista e inhumano más infame de la historia nacional, cometido contra esos humildes campesinos, obligados a caminar de rodillas, desnudos y permanentemente golpeados (1)”.
Donde el autor reclama “humanidad”, en vez de reconocer una clara derrota política de los aliados del MAS. La verdad debe ser dicha, los adeptos o simpatizantes del partido de gobierno se reunían en un lugar donde fueron concentrados no por meda casualidad o curiosidad, sino para manifestar abiertamente su posición de apoyo a Evo Morales, en el contexto de un creciente clima de beligerancia.
Entonces, allí donde se asume una posición política en una situación compleja, se debe igualmente estar preparado para asumir los costos políticos. A las masas campesinas e indígenas de Bolivia, en múltiples oportunidades, han dado valiosos ejemplos de lucha, audacia y sobre todo perspicacia política. Pero, este segmento del campesinado afín al MAS sólo demostró la debilidad ideológica de este partido, así como de otros partidos que acompañan demagógicamente al denominado “proceso de cambio”, pues mostraron incapacidad organizativa para planear una retirada, conjurar o neutralizar el ataque de los mercenarios de la oligarquía sucrense.
Utilizar como carne de cañón a un grupo de campesinos para después apelar en un tono lastimero de talante humanista, que permita revertir la derrota política en un “triunfo moral”, a través de campañas mediáticas y el apoyo de las ONGs ligadas al activismo por los derechos humanos sólo demuestra la instrumentalización de la masa campesina e indígena, los cuales son anulados en su papel fundamental de protagonistas, de sujetos de emancipación, y miserablemente se los relega al papel de tontos útiles del gamonal-sindicalismo.
Algo que debe quedar claro, es que aquí no se niega el carácter fascista de ese grupo de bandoleros y mercenarios, verdaderos ejércitos paramilitares de las oligarquías de los departamentos que conforman la llamada “Media Luna” (Santa Cruz, Beni, Pando, Cochabamba, Sucre, Tarija); tampoco la utilización de discursos racistas con los cuales se enerva la lucha de clases en Bolivia, retrocediendo a un discurso de “sangre pura” española que sirvió de pretexto ideológico a la invasión de Hispanoamérica. Considerando los siglos de invasión árabe que los españoles experimentaron previamente, es una prueba palpable del nivel discursivo de tal “sangre pura”, que no soportaría una explicación científica desde el campo de la biología, donde el concepto de raza es una abstracción sin fundamento práctico.
En cuanto al gamonal sindicalismo, toscamente se pretende confundir esta categoría con la de sindicalismo gamonal. Pero, cuando nos referimos al gamonal-sindicalismo, estamos hablando de gamonalismo ## que es sustentado por el sindicalismo corrupto ejercido por la cúpula sindical que manipula y maneja los cordones del campesinado en Bolivia.
Según Mariátegui, el gamonalismo no alude específicamente a una categoría socio-económica representada por los gamonales, los mismos que efectivamente dejaron de existir en el occidente boliviano con la reforma agraria del 1953; sustentamos que el gamonalismo es una categoría política hecha en la dinámica jerárquica mediante la cual se mantienen sobrevivientes las relaciones sociales de producción explotadoras del occidente boliviano en los marcos de la evolución de la semifeudalidad. Confundir gamonalismo con latifundismo es obra de Echazú, no nuestra.
Echazú desconoce la permanencia, en la realidad rural del Occidente boliviano, de algunos minifundios, como parte de tierras consolidadas a los ex patrones, que hoy se reciclaran como una casta neo-patronal de “gamonaliños”, vinculados a los campesinos pobres o a un semi-proletariado rural, a través de relaciones de producción semifeudales, como la aparcería (media) o la mink’a (jornada pagada con alimentos, bebida o dinero). En otros casos, donde los patrones fueron expulsados del área rural, campesinos que ejercían cargos de secretario general en los sindicatos se reciclaron como neo-patrones.
Se debe reconocer que las comunidades campesinas del Occidente boliviano desenvolvieron dinámicas históricas, sociales, económicas y políticas variadas y heterogéneas, considerando el hecho que actualmente no existe una sola de esas comunidades campesinas donde no se posible establecer una diferenciación entre los campesinos, si existe, que el polemista dé el nombre y las coordenadas.
Pues bien, esta diferenciación entre los campesinos está barnizada por situaciones como las ejemplificadas en los párrafos anteriores, por la forma en como las comunidades se vinculan con el mercado a través de la agricultura, minería, procesos de venta de fuerza de trabajo estacional en ciudades, procesos de migración del campo a la ciudad, o al exterior del país, entre las múltiples variantes.
Esta situación tampoco está alejada de las muchas comunidades de ayllus donde la dotación de tierras a los comunarios no siempre es igualitaria. Las relaciones entre comunarios locales y los residentes en ciudades en el exterior no son necesariamente de reciprocidad o armónicas, como pretenden presentar algunos ideólogos del MAS, repitiendo el monólogo de la antropología del Norte y de los miembros de la renovada religión andina.
En otras circunstancias, algunas comunidades de ayllus del Occidente boliviano viven sobre el yugo de los “vecinos del pueblo”, estos últimos sólo se dedican a dirigir el proceso de producción agrícola en sus tierras manteniendo relaciones de explotación con comunarios de los ayllus.
De tal modo que la veleidad multiculturalista del post modernismo –aparentemente consumido con avidez por Echazú es disfrazada cuando el se esconde en una lectura revisionista de Lenin al plantear una “autodeterminación de las naciones”- no debe hacer perder de vista la existencia de la lucha de clases en las zonas rurales del occidente boliviano como subrepticiamente desliza el mencionado polemista.
De esta tribuna queremos ser enfáticos en reiterar la necesidad de considerar al campesinado y los pueblos indígenas de Bolivia como sujetos protagónicos de la emancipación del capitalismo burocráticos, sistema que el MAS y sus aliados se encargan de profundizar.
Lo otro es ir por el mundo reconociendo naciones de poco más de diez personas (ex. Toromonas), etnias cuyas estrategias para mantener vivas sus culturas han sido fusionarse con otros grupos étnicos, como ya ocurrió en la Amazonía boliviana (ex. Pacahuaras con Chácobos); o ir obsequiando títulos de Tierras Comunitarias de Origen (TCO) a etnias itinerantes que consideran como invadidos sus territorios sobre los cuales no renuncian a seguir transitando (ex. Ayoreos), considerando que la invasión por la modernidad es inexorablemente irreversible. O por otro lado, inscribir una TCO que posteriormente será manipulada por la oligarquía fascista cruceña, como es el caso de la TCO Guarayos, completamente manipulada por el actual Presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz: Branco Marinkovic. Pese a decir de la ONU, que santificó tantas intervenciones imperialistas, más aún así merece la veneración de Echazú.
De vuelta al sindicalismo corrupto en Bolivia, no sólo nos referimos al de Jaime Solares, sobre quien coincidimos con Echazú en su tipificación. Sólo que en su miopía intelectual, el polemista no es capaz de atinar que en nuestro juicio, los héroes y heroínas de octubre de 2003 son gente anónima del pueblo y no figurones como está acostumbrara a identificar la historiografía positivista.
También nos referíamos a las “maletitas” con dinero de los gobiernos de turno que circularon y circulan en los Congresos de la COB y de los que el mencionado señor debe tener conocimiento. Más al margen de esos hechos, fundamentalmente la necesidad de independencia sindical a través del autosostenimiento, como señalaba Mariátegui en Ideología y Política, pero lo que parece, para el polemista eso es un asunto irrelevante.
Finalmente, si para Echazú la Asamblea Popular de 1971 es una paradigma revolucionario, en clara repetición del recetario del trotskismo boliviano sobre el llamado “Poder Dual”, con el cual el “PC-MLM” compartió asientos en la referida Asamblea, es problema del él. Nos reafirmamos en que tal Asamblea se trató de un conciliábulo de charlatanes con pompas revolucionarias entre cuatro paredes, que no aportó una línea a los revolucionarios bolivianos y del mundo en el camino democrático de la transformación de nuestras sociedades.
Entonces que el señor Echazú avale o tome posición sobre la experiencia de la Asamblea Popular del 1971 y deje de hacer gimnasia esquiva y demagógica hablando de otro hecho como la resistencia antifascista de Laikakota, de la cual no hacemos mención, pues la Asamblea Popular no se organizó precisamente para resistir al golpe de Estado o para realizar “los otros actos revolucionarios” que efectivamente desconocemos.
1 comentario:
Señores de Dazibao Rojo:
¿Por qué no publican nuestra respuesta al señor Wilson Enriquez?
Jorge
Publicar un comentario