EL
TERREMOTO, LAS MEDIDAS GOBIERNISTAS Y
LAS ELECCIONES
Después
del terremoto de 7.8 en la escala de Richter que azotó a la costa ecuatoriana,
además de las 661 víctimas mortales, 40 desaparecidos, 4.605 heridos, 29.000
albergados, 7.000 edificaciones
afectadas, ha tenido la capacidad de desnudar una vez más que siempre los
sectores más afectados por los desastres naturales son las masas más
desprotegidas y que viven en condiciones de mayor vulnerabilidad.
¿Obra de la naturaleza? ¿Designios de Dios?, en
absoluto. Si bien es cierto hay el efecto incidental del evento natural, son
las condiciones de vida material de las masas las que se tornan determinantes
para que la desgracia se haga presente más devastadora y dramática.
Pero la desgracia no solo vino del lado de la naturaleza
y de las difíciles condiciones de vida de las masas. El régimen reformista de
Alianza País, ha hecho lo suyo. Manifestando que la reconstrucción material de
las zonas afectadas por el terremoto demandará de aproximadamente 3 mil
millones de dólares, apresuró en la Asamblea Nacional la “Ley de Solidaridad
y Corresponsabilidad Ciudadana por los afectados del Terremoto” con la idea
de recaudar los fondos necesarios para dicha reconstrucción.
Esta ley contempla una serie de medidas tributarias que
van desde una contribución por una sola vez del 3% adicional sobre utilidades y
una contribución del 0,9% sobre personas naturales cuyo patrimonio sea mayor a
un millón de dólares; el pago de un día de sueldo durante un solo mes para
quienes ganen más de USD 1 000, la venta de algunos activos del estado y sin
lugar a dudas la más importante es el incremento en un 2% del IVA (del 12% al
14%).
También se considera un préstamo de contingencia por 600
millones de dólares al Banco Mundial, el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América
Latina-CAF y, obviamente, volver sobre los fueros del FMI de quién Correa
manifestó hace unos pocos años que: mientras
más lejos tengamos al FMI y
al Banco Mundial, los grandes culpables de la debacle de América Latina en los
últimos 20 años, mejor nos irá.
Salvo algunas de las medidas (Incremento del IVA, Venta
de activos y endeudamiento con el FMI) los otras decisiones del régimen solo
tienen un carácter populista que pretende remitir el mensaje “de que los que
más tienen, más aporten” no obstante asegurar una recaudación que no va más
allá de los 200 millones de dólares.
Por el incremento del IVA el régimen aspira 750 millones
de dólares. El problema del incremento del IVA es que al ser una medida directa
al consumidor consiguientemente implica
un encarecimiento al nivel de vida de las masas. Es evidente que
con el escuálido salario básico que tiene un obrero su capacidad de compra se
reduce notablemente. Además, se supone que esta medida es temporaria –un año-
pero no nos queda duda alguna que no será retirada ya que la pretensión de
hacer este incremento es de vieja data y ante la incapacidad del régimen de
palear la crisis estructural necesariamente tendrá que sostenerla.
Pero sobre cualquier argumento, hay una premisa que en
el transcurso de la historia se ha mostrado en el país: cada vez que el
gobierno (indistintamente de él) toma medidas fiscales, son las masas las que
terminan cargando sobre sus hombros la crisis en la medida que la gran
burguesía y grandes terratenientes transmite los impuestos al consumidor, y
definitivamente son las masas las que terminan financiando cualquier emergencia
económica que se presenta en el país. El fundamento es el siguiente: “la
burguesía nunca pierde”.
Es importante resaltar que, a pesar de
ese incremento del IVA, el régimen admitió que el monto de recaudación del IVA
tendrá una disminución de 25 a 30 puntos porcentuales menor a la recaudación
obtenida en 2015(6.352 millones de dólares). La principal razón para que, a
pesar de incrementar el IVA en dos puntos, en la actualidad, la mayor
contracción de la economía determinará una menor recaudación y el discurso de
que ésta se tomó como respuesta a la emergencia nacional pierde peso y cobra su
verdadera razón de ser.
Sobre la venta de
determinados activos que hoy administra el estado no llama la atención, de
hecho, ninguna de las medidas que tomó Correa con pretexto de la emergencia
llaman la atención ya que son propósitos que ha venido manifestando desde hace
años.
"Construimos las hidroeléctricas, lo hemos
hecho bien, hemos logrado la soberanía energética, somos exportadores de
energía, pero dadas las circunstancias tenemos que vender una hidroeléctrica",
Manifestó Correa... La entrega de sectores estratégicos del estado es una vieja
pretensión que tiene la burguesía compradora del país desde 1992 en el gobierno
de Sixto Durán Ballén.
El interés
que tiene este sector de la burguesía pasa porque es ahí donde tiene mayor
oportunidad de reproducir su capital al convertirse en socias menores de las
grandes transnacionales que serían las únicas que tendrían la capacidad
económica de comprar activos como la hidroeléctrica.
Si el régimen viene arrastrando un déficit fiscal que ya
está en el orden de 7.261 millones de USD (8% del PIB del 2016), el terremoto
se ha convertido –para el régimen- en el argumento oportuno para despojarse ya
de la máscara reformista y dar rienda suelta a su mutación servil a las transnacionales
e inclusive al FMI con quién abre nuevamente relaciones políticas en una serie
de tratativas para acceder a créditos que ya tienen su triste record histórico
en el país por su voracidad y las secuelas que deja en su recurrir.
A la venta de la tercera hidroeléctrica más importante
del país “Sopladora” que hasta aquí le ha costado al país más de 800 millones
de dólares se suma la venta de los canales de televisión, bancos, hoteles. Y mientras
esto sucede los actos de corrupción siguen salpicando a varios funcionarios del
régimen quienes han sido citados en los “Papeles de Panamá”.
Hoy, la excusa para el gobierno es el terremoto, empero,
pocas semanas antes del trágico 16 de abril el régimen esgrimía su
“preocupación” por la “salud de los
ecuatorianos” manifestando que las bebidas azucaradas eran un verdadero peligro
para la salud humana porque eran causantes, entre otras patologías, de la
diabetes, primera causa de muerte en el país. Claro, hoy solo vemos como un
pretexto porque a esta decisión de
ninguna manera le antecedido una campaña preventiva al respecto, etc.
Adicionalmente, el régimen, ajeno a tomar una correcta
decisión de salir de la dolarización, estimula a la población para que utilice
en sus transacciones el dinero electrónico, una moneda emitida directamente por
el gobierno y sustentada en un tipo de cambio convertible con el dólar (Art.
94, Código Orgánico Monetario Financiero, R.O. No. 332, sept. 2014), y que evidencia
la existencia solapada de una “moneda nacional” y que no va más allá (desmontar
la dolarización) por su frío cálculo electoral.
Las masas de país han palpado la incapacidad del
gobierno por dar respuestas oportunas y coherentes ante la emergencia. Hay que acordarse,
de hecho, que el gobierno hace ya algunos años eliminó el llamado Fondo de Contingencia
y lo incorporó al gasto fiscal. Dicho sea de paso, al momento del terremoto el
régimen solo contaba con 500 millones de dólares en la cuenta principal del
Banco Central para confrontar sus gastos.
Pero hay también un aspecto subjetivo que emerge de las
entrañas de la desgracia. Tanto el régimen como la llamada “oposición” se han
desatado en una verdadera carrera ecuestre para ver quién ofrece y asiste más a
los damnificados con donaciones en un mísero espectáculo circense en el que
trafican con la desgracia de nuestro pueblo.
La campaña electoral ha sido llevada por parte del
gobierno, la oposición y el oportunismo de la izquierda electorera a lo más íntimo
del terremoto: el dolor y desesperación de nuestro pueblo. Los miserables, en
esta oportunidad no han perdido la oportunidad para tratar de tener
protagonismo ante las masas que abone a sus mundanas pretensiones de frente a
las elecciones del próximo año.
La ayuda, limitada por cierto, que ha entregado la
comunidad internacional (EEUU, China, Rusia, Francia,…) se la ha tomado como
una dádiva, sin entender que es muy poco lo que ha dado en relación a los que
se han llevado por siglos.
Nuestro pueblo no debe solicitar ni mendigar una gota de
agua; hay que comprender que atender de manera íntegra los daños materiales y
el cese del circuito comercial de las masas es una responsabilidad que debe
cumplir el gobierno y las clases que detentan el Poder hacia un pueblo al que le
han exprimido sangre, dolor y lágrimas.
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