jueves, 21 de agosto de 2008

Un articulo sobre la Revolución en el Tibet (1)



Asaltar los cielos: Llega la revolución a Tibet.

Mike Ely


¿Cuánto tiempo podían los aristócratas y los monasterios seguir esclavizando a "sus" siervos, cuando ahora todos podían ver a campesinos jan que se habían liberado de una situación similar con las armas y el maoísmo?


En 1949, el Ejército Popular de Liberación derrotó todos los principales ejércitos reaccionarios en las provincias centrales. ¡El día de los pobres y los oprimidos había llegado! Pero las grandes potencias mundiales estaban maniobrando para aplastar y "contener" la revolución. Tropas francesas invadieron Vietnam, al sur de China. En 1950, Estados Unidos mandó una masiva fuerza invasora a Corea para amenazar a China.
En las montañas y llanuras de las regiones fronterizas del oeste de China viven docenas de grupos nacionales de diferente cultura a la nacionalidad mayoritaria jan. En una de esas regiones, Tibet, gobernaba una clase de propietarios de siervos, dirigidos por los monjes-abades de los grandes monasterios lamaístas. Durante la guerra civil de China, la clase dominante de Tibet conspiró para establecer un Estado "independiente", que en realidad estaba bajo el ala del imperio británico.
Los revolucionarios maoístas querían propagar la revolución a Tibet para defender las regiones fronterizas de invasiones imperialistas y para liberar a los millones de siervos oprimidos. Sin lugar a dudas, los aguerridos soldados campesinos del ejército de Mao podían derrotar el ejército feudal de Tibet.
Pero había un obstáculo: la región de Tibet, poco poblada, permaneció completamente aislada de la guerra revolucionaria que sacudió a China. En 1949, no había un grupo de masas tibetanas que pudiera encargarse de la liberación de Tibet. Todavía no había un movimiento rebelde clandestino de siervos. No había casi comunistas tibetanos ni comunistas jan que hablaran tibetano. Las masas ni siquiera sabían de la gran revolución que sacudía el resto del país. A los siervos les decían que vivían en gran miseria y pobreza en esta vida porque habían cometido pecados en vidas anteriores.
Un precepto de Mao Tsetung es que la revolución debe apoyarse en las masas, en las necesidades, deseos y acciones de los oprimidos mismos. Esto se llama la línea de masas. Mao dijo: "Sucede con frecuencia que objetivamente las masas necesitan un cambio determinado, pero que subjetivamente no tienen todavía conciencia de esa necesidad y no están dispuestas o decididas a realizarlo. En tales circunstancias, debemos esperar con paciencia. No debemos realizar el cambio hasta que, por efecto de nuestro trabajo, la mayor parte de las masas haya adquirido conciencia de la necesidad de ese cambio y tenga el deseo y la decisión de hacerlo. De otro modo, nos aislaremos de las masas. Todo trabajo que requiera la participación de las masas resultará ser una mera formalidad y terminará en el fracaso si las masas no están conscientes de la necesidad de ese trabajo ni se muestran dispuestas a participar en él".
En octubre de 1950, el Ejército Popular de Liberación (EPL) avanzó hacia las llanuras y montañas del sudoeste de China. En Chambo derrotó fácilmente el ejército que mandó la clase dominante de Tibet. Allí paró y mandó un mensaje a la capital tibetana de Lhasa.
El nuevo gobierno revolucionario ofrecía un trato: Tibet se reintegraría a la república china, pero por un tiempo, el gobierno de propietarios de siervos (llamado el Kashag) podía seguir gobernando, bajo la dirección del gobierno central popular. Los maoístas no podían abolir las prácticas feudales ni desafiar la religión lamaísta hasta que el pueblo apoyara tales cambios. El Ejército Popular de Liberación se encargaría de proteger las fronteras para impedir una intervención imperialista y expulsaría a los agentes extranjeros de Lhasa. Alrededor de la mitad de la población de Tibet vivía en las regiones de Tsinghai y Chamdo, que no se encontraban bajo el gobierno político del Kashag. Esas regiones quedaron excluidas de la propuesta.
Los propietarios de siervos firmaron el "Acuerdo de 17 Puntos" y el 26 de octubre de 1951 el Ejército Popular de Liberación entró pacíficamente a Lhasa.Ambos lados sabían que al final estallaría una lucha. Cuánto tiempo podían los aristócratas y los monasterios seguir esclavizando a "sus" siervos, cuando ahora todos podían ver a campesinos jan que se habían liberado de una situación similar con las armas y el maoísmo?
Las familias más poderosas comenzaron a planear un levantamiento armado. El hermano del Dalai Lama viajó al exterior para consolidar vínculos con la CIA, y obtener armas y reconocimiento político. Los monasterios organizaron conferencias secretas y regaron descabellados rumores, como que los revolucionarios jan usaban sangre de niños tibetanos como combustible para sus camiones. Largas caravanas de mulas cargadas de armas estadounidenses entraron a Tibet por la India, destinados a ciertos monasterios. La CIA estableció centros de entrenamiento de combate para sus agentes tibetanos en el campo Hale de Colorado, por su gran altitud. La CIA también infiltró armas en Kham, una región del este, por medio de aviones.
Aplicar la línea de masas de Mao a las condiciones especiales de Tibet
Mientras tanto, Mao instruyó a las fuerzas revolucionarias a ganarse a las masas a la revolución, sin provocar una polarización prematura que las pusiera contra la revolución.
Mao escribió: "La postergación no nos causará mucho daño, sino que, por el contrario, puede traernos ventajas. Allá ellos [la clase dominante lamaísta] con sus fechorías e injusticia contra el pueblo; nosotros, a nuestro turno, nos dedicamos a hacer cosas buenas tales como la producción, el comercio, la construcción de caminos, el servicio médico y el trabajo de frente único (unión con la mayoría y educación paciente) con el objeto de ganarnos a las masas".
Un soldado rojo dijo años después: "Nos dieron muchas instrucciones detalladas sobre cómo comportarnos".
Las masas tibetanas eran demasiado pobres como para alimentar a las tropas revolucionarias, así que los soldados del EPL muchas veces pasaron hambre hasta que pudieron cosechar sus propios campos. Les enseñaban a respetar la cultura y creencias tibetanas, sin excluir, por el momento, los intensos temores supersticiosos que dominaban la vida diaria.
En los primeros años, el EPL construyó el primer camino que conectaba a Tibet con las provincias centrales. Una larga serie de campos de trabajo se extendía miles de kilómetros a lo largo de infinitas montañas y cañones. Al lado de los campos, los soldados jan cultivaban su propia comida con nuevos métodos colectivos. También contrataban por un sueldo a los siervos para la construcción.
La clase dominante del viejo Tibet trataba a los siervos como "animales que hablan", obligándolos a trabajar largas horas sin pago, así que el tratamiento que recibieron de las tropas les parecía increíble. Un siervo dijo: "Los jan trabajaban hombro a hombro con nosotros. No nos azotaban. Por primera vez me trataban como un ser humano". Otro siervo contó que un soldado le dio agua de su propio vaso: "¡No lo podía creer!" Les enseñaron a arreglar camiones y así surgieron los primeros proletarios en la historia de Tibet. Uno que se fugó de su amo dijo: "Comprendimos que no era la voluntad de los dioses, sino la crueldad de seres humanos como nosotros lo que nos tenía esclavizados".
Los campos de construcción del camino eran como imanes para los esclavos, siervos y monjes que se fugaban. A los siervos jóvenes les preguntaban si querían ir a la escuela para ayudar a liberar a su pueblo. Fueron los primeros estudiantes tibetanos en los Institutos para las Minorías Nacionales en las ciudades del este de China. Aprendieron lectura, escritura y contabilidad "para la venidera revolución agraria".
De esa forma, la revolución comenzó a reclutar activistas que pronto dirigirían al pueblo. El primer militante de Tibet central entró al Partido Comunista a mediados de los años 50. Para octubre de 1957, el Partido registraba 1000 militantes tibetanos, y 2000 en su Liga de la Juventud Comunista. (Vea "Jóvenes rebeldes se incorporan a la revolución")
Por todas las zonas rurales del este de Tibet y en los valles alrededor de Lhasa, el Ejército Popular de Liberación sirvió como una "máquina sembradora" de revolución, justo como hizo en la histórica Gran Marcha de los años 30.

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