sábado, 23 de agosto de 2008

Articulo analiza la Revolucion en el Tibet (2)



Tibet: Los Guardias Rojos y las Comunas.- (2)


Las Comunas Populares aumentaron enormemente el poder político de los campesinos. El EPL armó y entrenó a sus miembros. Cada comuna creaba una milicia yulmag para luchar contra los opresores


Terreno fértil en Tibet para la Revolución Cultural de Mao


Un día soleado de agosto de 1966 en Pekín, Mao Tsetung saludó desde una tribuna a un millón de Guardias Rojos de todo el país. Se puso un brazalete de la Guardia Roja e hizo algo que ningún otro jefe de Estado había hecho en la historia: exhortó a las masas a levantarse contra el gobierno y el partido que él mismo encabezaba. Declaró: "¡Cañonear el cuartel general!". La intensa e histórica lucha que desató se extendió por todo China y duró 10 años, de 1966 a 1976. Así empezó la Gran Revolución Cultural Proletaria.
Pocos días después de esa manifestación, unos Guardias Rojos viajaron a Lhasa, Tibet, donde encontraron terreno fecundo para su mensaje radical. En 1964 se graduaron los primeros estudiantes de la nueva prepa de Tibet. Un núcleo de jóvenes de familias de esclavos y siervos emancipados había aprendido a leer y a comprender los principios fundamentales maoístas sobre la revolución.
Los estudiantes de la prepa Lhasa y del Colegio para Maestros de Tibet corrieron a organizar grupos de Guardias Rojos; no querían esperar órdenes de hacerlo. Abrieron el debate sobre cómo avanzar la revolución y se zambulleron a la acción.
En esta tercera parte de la serie, contaremos lo que sabemos sobre lo que ocurrió en Tibet durante la década que siguió. No es fácil descubrir la verdad. Lo que ocurrió en esa región grande y aislada fue bastante complejo.
Por un lado, las fuerzas de clase contra quienes se dirigió la revolución maoísta dicen que la Revolución Cultural fue una pesadilla de fanatismo y destrucción. La Oficina de Promoción del Dalai Lama, con sede en India, ofrece los "relatos oculares" de exiliados ultraconservadores de la clase alta, en su mayoría. De su parte, la clase dominante de China hoy habla de los "10 años perdidos", de los años de los "excesos de la Banda de los Cuatro". (La "Banda de los Cuatro" es como llaman a los partidarios más íntimos de Mao.) Las versiones de estas fuerzas contrarrevolucionarias son muy sospechosas.
Por otro lado, los activistas revolucionarios en Tibet todavía no han contado lo que ellos saben. Indudablemente muchos están muertos o en la cárcel.
Para escribir este artículo estudiamos volantes escritos por los Guardias Rojos de Tibet durante la Revolución Cultural. Leímos escritos de diferentes fuentes: de catedráticos progresistas e incluso de enemigos del maoísmo. Hay muchas lagunas. Sin embargo, es posible darse una buena idea de lo que intentaron los revolucionarios en Tibet durante esos turbulentos años.
Auténticos comunistas contra falsos comunistas en Tibet
Mao lanzó la Gran Revolución Cultural Proletaria porque vio que el pueblo enfrentaba grandes peligros: la revolución que conquistó el Poder en 1949 se había estancado.
Poderosas fuerzas del gobierno y el Partido Comunista querían construir una China "moderna" concentrándose en la producción metódica. Aunque estas personas se llamaban "comunistas", jamás se propusieron ir más allá de la abolición del feudalismo y de la construcción de un poderoso estado nacional. Querían frenar las transformaciones revolucionarias.
Mao se dio cuenta de que remedar los métodos capitalistas "eficaces" era una manera de arrebatarle el Poder a las masas. Por ese camino se construiría un sistema de capitalismo de Estado sin alma, despojado de política revolucionaria, parecido al que construyó Jruschov en la Unión Soviética. Mao dijo que los principales líderes de esas fuerzas, Liu Shao-chi y Deng Xiaoping, eran "revisionistas" y "falsos comunistas". Dijo que eran "demócratas burgueses que seguían el camino capitalista".
En Tibet, el pueblo no sabía mucho sobre la lucha entre la línea revisionista y la línea de Mao, a pesar de que fue muy enconada. La línea de Mao decía que había que continuar la revolución paso a paso, y para eso había que apoyarse fundamentalmente en las masas.
En los años 50, Mao estaba a favor de construir la organización revolucionaria en Tibet. Para principios de los años 60, la gran alianza ente los siervos y el Ejército Popular de Liberación (EPL) había destruido el núcleo de la vieja sociedad opresiva, liberando a las masas de siervos y esclavos, quitándole la tierra a la clase dominante y prohibiendo muchas costumbres opresivas del pasado. Fue un gran avance y una buena aplicación de la línea de Mao.
Mao decía que para liberar al pueblo había que impulsar la revolución más allá de las reformas antifeudales. Para lograr eso había que desarrollar, sistemáticamente, nuevas organizaciones colectivas en el campo, para que el campesinado combinara sus recursos y construyera canales de irrigación y carreteras, formara una milicia campesina y construyera escuelas. Si no se llevaba a cabo la colectivización socialista, Mao decía, los campesinos ricos y nuevos explotadores volverían a oprimir al campesinado pobre. Eso valía para Tibet y el resto de China. Mao estaba a favor de establecer una industria socialista independiente en Tibet para responder a las primeras necesidades del pueblo. También era necesario revolucionar el pensamiento para desarraigar las odiosas supersticiones antiguas y, a partir de eso, hacer florecer una nueva cultura liberadora en Tibet.
Pero los poderosos revisionistas tenían otros planes para Tibet. A ellos no les interesaba el potencial revolucionario del pueblo. Lo que querían era construir un sistema "eficaz" para explotar sus riquezas y así construir la China "moderna" a que tanto aspiraban.
Los revisionistas querían convertir al campesinado de Tibet en "eficaces" productores de cereales. Su plan era importar trabajadores y técnicos de otras partes de China para desarrollar unas cuantas industrias de minerales.
Los revisionistas querían eliminar los aspectos feudales que impedían la aceleración de la producción. Pero también querían ofrecer a los antiguos feudalistas una parte del Poder, con tal de que usaran sus organizaciones e ideología feudales para estabilizar el nuevo orden revisionista.
Todo mundo sabía que la aristocracia de los lamas estaba metida en muchos complots contrarrevolucionarios, pero los revisionistas estaban convencidos de que los podían mantener bajo su control. Los atrajeron ofreciendo proteger aspectos de la vieja sociedad, pero también los amenazaban con la fuerza militar, con el EPL.
Esa orientación perjudicaba al pueblo de Tibet. Consideraba a las masas como irremediablemente atrasadas y se basaba en una alianza con sus opresores. Para justificarla, los revisionistas hacían constantes referencias a las "condiciones especiales de Tibet". La verdad es que se basaba en el "gran chovinismo" de los jan (la mayoría de los chinos son de la nacionalidad jan), que pretendía finalmente asimilar la nacionalidad tibetana. Además, los revisionistas no iban a tolerar un levantamiento popular revolucionario.
Los revisionistas se oponían a que se desatara una ola revolucionaria en Tibet; se oponían a las medidas socialistas, como la propiedad colectiva de la tierra y una base industrial autónoma. Decían que esas medidas socialistas eran prematuras, que trastornarían las cosas, que no eran eficaces y que perjudicarían el "frente único" con la clase feudal.
En una palabra, la línea que los revisionistas querían aplicar en Tibet llevaba a un nuevo orden opresor en el cual ellos podían explotar los recursos regionales en alianza con los viejos opresores y apoyándose en la fuerza militar. Esa línea del "camino capitalista" se oponía en todo aspecto a la línea de Mao.
El programa revisionista suena familiar porque es precisamente el programa que el gobierno y las FFAA de Deng Xiaoping han aplicado en Tibet desde la derrota de los maoístas en 1976. La Revolución Cultural que lanzó Mao se proponía tumbar del Poder precisamente a esas fuerzas, que hoy oprimen al pueblo de China y a Tibet.
La revolución descarga en Lhasa como un rayo
"Los continuadores de la causa revolucionaria del proletariado nacen inexorablemente en las grandes tempestades".Mao Tsetung
En 1966, los revisionistas en Tibet eran muy arrogantes; controlaban el ejército y contaban con el apoyo de poderosas fuerzas como Liu Shao-chi y Deng Xiaoping en Pekín. El máximo revisionista en Tibet era el general Zhang Guojua del EPL, quien llegó a Tibet en 1950 y lo consideró su reino personal.
Las fuerzas de Zhang esperaban aguantar la campaña de Mao. Su táctica fue "ondear la bandera roja para oponerse a la bandera roja". Cuando se anunció el inicio de la Revolución Cultural, formaron su propio "Grupo de la Revolución Cultural". Pintaron a Lhasa de rojo y ordenaron que cada casa ondeara la bandera roja y desplegara un retrato de Mao. Por altoparlantes tocaron canciones revolucionarias a todo volumen y hasta cambiaron el nombre de las calles. Después de "demostrar" su entusiasmo revolucionario de esa manera, las autoridades de Tibet anunciaron que ahí "no había dos líneas".
Dijeron que las principales fuerzas reaccionarias eran las pandillas feudales apoyadas por la CIA, y que por lo tanto la principal forma de lucha era la lucha armada del EPL contra esas bandas. O sea que para los revisionistas, la Revolución Cultural en Tibet debía expresarse en la producción eficaz, el estudio tranquilo y las acciones militares. Mandaron pelotones militares a todas las fábricas y escuelas para controlar el movimiento de Guardias Rojos. Fuerzas poderosas de Pekín, como el primer ministro Chou Enlai, los ayudaron: ordenaron a los Guardias Rojos que se fueran de Tibet y hasta organizaron una merienda de despedida para ellos, pero los Guardias Rojos no quisieron irse.
¡La Revolución Cultural en Tibet prendió como un incendio en la pradera! Por todos lados se formaron grupos de Guardias Rojos y trastornaron todo. Unos grupos se apoderaron del monasterio Jokhan; declararon la guerra contra quienes toleraban la opresión feudal y la superstición. Las sorprendidas autoridades declararon que ese fue un acto ilegal y "contrarrevolucionario". Los Guardias Rojos se apoderaron de otros edificios.
Los Guardias Rojos demandaron saber por qué los altos cuadros del partido hablaban de los dueños de siervos y lamas como el Dalai Lama, el Panchen Lama y Ngawang Jigme Ngabo como los "líderes del pueblo de Tibet". También denunciaron que Deng Xiaoping había propuesto reclutar al Partido Comunista a la cúpula de los lamas. ¿No ponía suficientemente en claro el análisis de clases y la práctica que esas fuerzas eran opresoras?
Uno de los primeros volantes decía que la situación especial de Tibet no quería decir que "no había lucha de clases". Los Guardias Rojos dijeron que las autoridades no aplicaban principios maoístas: "La línea revolucionaria del Presidente Mao se sustenta en la línea de masas...en la plena confianza en las masas, en la movilización de las masas, y en el tener el valor de apoyarse en las masas".
La primera toma de Poder, el ejercicio del Poder
"¡En la nueva situación de la Gran Revolución Cultural Proletaria, rodeado de tambores de guerra que repudian la reaccionaria línea burguesa, nace el Cuartel General Rebelde Revolucionario de Lhasa!... No tememos a los vientos, a las tormentas, a la arena en los vientos, ni a las piedras movedizas. No nos importa que el puñado de seguidores del camino capitalista en autoridad... se oponga a nosotros o nos tema. Tampoco nos importa que los reyes burgueses nos ataquen y nos maldigan. Sin duda alguna, haremos la revolución y nos rebelaremos, y nos seguiremos rebelando hasta construir el nuevo mundo de rojo brillante del proletariado".Fundación de los Guardias Rojos "Rebeldes Revolucionarios" de Tibet, diciembre de 1966
Centenares de grupos de Guardias Rojos se unieron para fomar el grupo de Rebeldes Revolucionarios. Eran la nueva generación de estudiantes activistas, camioneros jan, soldados rasos, cuadros de base y Guardias Rojos que llegaron de otras partes del país.
Tal vez sorprenda a unos saber que el Partido Comunista y los Guardias Rojos no impusieron la Revolución Cultural desde afuera y que tampoco fue "importada" a Tibet. Incluso partidarios del Dalai Lama, como John Avedon, y los "relatos de los exiliados" reconocen que una gran cantidad de jóvenes se unió desde el comienzo a los Rebeldes Revolucionarios, y que luego se unieron con entusiasmo a la lucha cuadros mayores.
Los tibetanos estaban en los dos lados de la revolución. Unos, reclutados y adiestrados por los revisionistas, esperaban ser la nueva élite. Los maoístas los llamaban los "reyes burgueses". Otros, especialmente la juventud de los esclavos y siervos emancipados, querían impulsar la revolución hacia el socialismo. La tormenta templó toda una nueva generación de activistas comunistas y la corriente maoísta extendió sus raíces entre el pueblo de Tibet.
En enero de 1967, cuando las organizaciones maoístas tomaron el Poder en Shanghai, los Rebeldes Revolucionarios decidieron arrebatarle el Poder también a Zhang, el "amo de Tibet". En febrero, obreros rebeldes de la fábrica de textiles Linchih se apoderaron de su fábrica. Fue la primera toma de Poder en Tibet durante la Revolución Cultural. Los Rebeldes Revolucionarios ocuparon las oficinas del Diario de Tibet y partes de la capital. Un rebelde dijo: "La `línea reaccionaria' calificó de `ilegales' las primeras acciones de las organizaciones rebeldes. Más tarde los rebeldes recibieron el apoyo de Mao". Fueron maniobras valientes y peligrosas.
Zhang, que temía ser arrestado, organizó un contraataque y luego huyó de Lhasa. Las unidades policiales fieles al viejo orden formaron un grupo conservador de "Guardias Rojos" compuesto de altos funcionarios del partido y aristócratas, que se llamaba la Gran Alianza. Con el apoyo de la Gran Alianza, unas unidades militares dominaron a los Rebeldes Revolucionarios. Ese golpe (parte de un movimiento nacional contra Mao conocido como la "Corriente Adversa de Febrero") paró en seco cuando Mao hizo un llamamiento al ejército para que apoyara a las masas de la izquierda.
No tenemos muchos detalles sobre la compleja lucha, a veces armada, que se extendió por Tibet en los dos años que siguieron. Pero sí sabemos lo siguiente: En septiembre de 1968 se fundó un nuevo gobierno, el Comité Revolucionario de Tibet.
Diversas fuerzas se unieron en torno a la línea de Mao. En cuanto se consolidó el nuevo Poder revolucionario, la Revolución Cultural entró en una nueva etapa, en la que se desafiaría todo aspecto de la vida social y del pensamiento.
Se crean comunas populares
"Cuando los gansos vuelan en formación, pueden volar sobre las montañas más altas. Nosotros los pobres podemos superar cualquier dificultad si nos unimos y nos ayudamos".Tsering Lamo, líder comunista de una Asociación de Mujeres, explicándole el camino socialista a otros ex siervos.
La liberación del pueblo tibetano estaba, y está, estrechamente vinculada con la revolución en las relaciones de propiedad y la producción de la tierra. Después de la reforma agraria a principios de la década del 60, el nuevo arreglo basado en pequeños cultivos particulares contenía las semillas de una nueva opresión. Otra vez comenzaron a verse ricos y pobres, a medida que los campesinos prósperos iban contratando y comprándole la tierra a sus vecinos más pobres. Concentrados en la lucha por la supervivencia de la familia, los siervos se mantenían demasiado desorganizados como para hacerle frente a la clase feudal y sus constantes intentos de restaurar el dominio.
Con la victoria de la línea de Mao en 1969, en todo el vasto campo de Tibet se comenzó a experimentar con Comunas Populares. Los mismos métodos que se usaron en la construcción de los caminos se emplearon para cambiar la vida rural. En cada comuna, centenares de campesinos trabajaban la tierra colectivamente. Las cosechas colectivas se dividían según "puntos de trabajo", o sea, la cantidad de trabajo que cada uno hacía. Para 1970, operaban casi 666 comunas en el 34% de los distritos. En poco tiempo, había comunas por todas partes.
Tales cambios requirieron paciente trabajo político y encarnizada lucha de clases. Unos campesinos solo querían su propia tierra; no veían el cuadro más grande. En muchos casos, los más pobres, como las esclavas emancipadas, estaban más dispuestos a probar los nuevos métodos de trabajo. Se ejerció una dictadura popular sobre los opresores: los dueños de siervos y los lamas grandes tenían que trabajar también, aunque no quisieran. Se identificó y se persiguió a los contrarrevolucionarios.
Durante siglos, el trabajo forzado del pueblo sirvió a los ociosos aristócratas, que les hicieron construir grandes templos para rendirle honor a la superstición.
Ahora, trabajando colectivamente, las masas llevaron agua para irrigación y agua potable al 80% de las tierras de cultivo. Como la supervivencia de las familias ya no dependía de una parcela particular, podían experimentar con docenas de nuevos vegetales, frutas y cereales.
Unos experimentos dieron resultado, otros no. A veces la lucha de clase trastornaba la cosecha. Pero se lograron grandes avances en la productividad de la tierra. Cultivaron el doble de alimentos.
Gracias a las Comunas Populares también fue posible organizar en el campo las primeras escuelas y tropas de teatro. Ahora la sociedad cuidaba a los ancianos si no tenían hijos. Las mujeres adquirieron nuevo poder. Una joven Guardia Roja dijo: "Como nosotras, las mujeres, hacíamos el trabajo, por supuesto que las comunas eran buenas para nosotras". Terminaron los matrimonios arreglados y la poligamia. Los exiliados se quejan de que los niños se revolucionaron y ya no obedecían a los padres reaccionarios.
Se publicaron en tibetano el famoso Manual de Médicos Descalzos maoísta con que enseñaron a miles de ex siervos a tratar a la gente. Pronto el 80% de las camillas de hospitales de Tibet se encontraban en el campo y llegaba personal médico de hospitales urbanos del este de China. Más de la mitad de los médicos descalzos eran mujeres (a quienes el dogma budista prohibía practicar la medicina).
Las Comunas Populares aumentaron enormemente el poder político de los campesinos. El EPL armó y entrenó a sus miembros. Cada comuna creaba una milicia yulmag para luchar contra los opresores: cazaban a las bandas de la contra del Dalai Lama entrenadas por la CIA y ponían fin a todo tipo de pandillas feudales. Esas milicias son prueba de que las masas apoyaban el cambio revolucionario.
Una vez que se tumbó la línea revisionista, se dieron pasos gigantes en el desarrollo de una nueva base industrial socialista. En 1964, apenas había 67 fábricas. Para 1975, había 250 empresas; la mayoría se dedicaba a servir a las masas y los cultivos al nivel local. Pequeñas plantas hidroeléctricas llevaron electricidad al pueblo. Por primera vez había mercancías manufacturadas para el consumo popular: las gafas negras redujeron la cantidad de ancianos que se quedaban ciegos por cataratas; las ollas de presión eliminaron muchas enfermedades que mataban a los niños con el viejo estilo de cocina; las nuevas herramientas aumentaron la productividad e hicieron que la vida fuera más fácil.
Una revolución de ideas
"La revolución comunista es la ruptura más radical con las relaciones de propiedad tradicionales, nada de extraño tiene que en el curso de su desarrollo rompa de la manera más radical con las ideas tradicionales."Carlos Marx y Federico Engels, 1848
"Hoy, los siervos emancipados hemos tirado al fondo del río Tsangpu todas las malvadas canciones, danzas y dramas que embellecen a los dueños de siervos y difunden supersticiones sobre dioses y seres supernaturales. Que las fuertes olas se los lleven y nunca vuelvan".Dzomkyid, un siervo emancipado de 50 años del condado de Gyatsa, 1966
"Antes de estudiar las obras del Presidente Mao, lo único que me importaba era lo que me pertenecía. Yo sabía precisamente cuántos montones del estiércol del yak tenía en casa. Sabía incluso cuántos estaban secos y cuántos no sin mirar. Pero no me importaban tanto los animales de la colectiva. Las enseñanzas del Presidente Mao me agrandaron los horizontes. Ahora el propósito de mi vida lo tengo claro. Hoy me preocupo no solo por la colectiva sino por todo el mundo y la revolución mundial".Un pastor tibetano, 1967
"Ahora sabemos que no eran los dioses ni los demonios que hacían funcionar los motores. Nosotros los manejamos y vimos que no era la sangre de los niños que los hacían funcionar, como nos dijeron los lamas".Un nuevo mecánico de Tibet
En la Revolución Cultural, los maoístas atacaron los "cuatro antiguos": las antiguas ideas, las antiguas costumbres, la antigua cultura y los antiguos hábitos. Había una multitud de cosas "antiguas" que desafiar. Agobiantes supersticiones religiosas detenían la lucha popular. Eran un arma central del viejo orden feudal en que los revisionistas también se apoyaban.
Antes de la Revolución Cultural, en su mayoría los siervos nunca habían discutido asuntos que las autoridades religiosas les tenían prohibidos. El dogma lamaísta prohibía arar con herramientas de hierro, curtir cuero, enlatar leche, esquilar ovejas, practicar acupuntura o quirurgía, usar antibióticos o trabajar en metal.
Las mujeres tenían incontables prohibiciones. Muchos animales se consideraban sagrados y no se podían comer. En los años 50, los primeros estudiantes médicos de Tibet rezaban ansiosamente por la noche para que los dioses les perdonaran los pecados que cometían durante el día.
Se descubrieron nuevas maneras de ayudar al pueblo a liberarse de las cadenas de la superstición. Audaces siervas organizaron equipos para cazar animales sagrados y "brigadas de hierro" (el arado de hierro) para demostrar que se podía desafiar la prohibición. En 1966, 100.000 campesinos libraron una campaña de dos meses para exterminar las "ratas de tierra", los roedores que se comían su grano. En el pasado los monjes protegían las ratas, diciendo que eran reencarnaciones sagradas de los piojos del cuerpo del Buda.
La difusión de la ideología comunista--especialmente las escrituras del Presidente Mao Tsetung--jugó un papel central en esa revolución de las ideas. Altos funcionarios revisionistas se opusieron a la publicación del Libro Rojo de Mao en tibetano. Pero en poco tiempo se distribuyeron docenas de miles de versiones bilingües encuadernados con cartera roja tradicional de Tibet. A muchísimos pobres que no sabían leer les gustaba memorizar citas centrales y canciones revolucionarias.
En las montañas, aparecieron enormes obras de talla con citas revolucionarias del Presidente Mao en lugar de las oraciones de que antes. En los pasos de montaña, las banderas rojas demostraban que el pueblo tenía el poder.
Unos pastores describieron cómo los Equipos de Propaganda Mao Tsetung del EPL los ayudaron durante un desastroso invierno. En el pasado, hubieran aceptado su "destino" y muchos hubieran perecido. Ahora elaboraron planes para salvar la vida de la gente y los animales. Un viejo pastor dijo: "¡Con el pensamiento Mao Tsetung, osamos luchar incluso con dios!"
Se desarman las plazas fuertes feudales de los lamas
"Son los propios campesinos que instalaron los ídolos y ellos, cuando llegue el momento, los tirarán con sus propias manos".Mao Tsetung, 1927
Los miles de monasterios inspiraban el mayor temor reverencial. En los embriagadores días de la Revolución Cultural, las masas atacaron esas fortalezas feudales. En un enorme movimiento, vaciaron y desmantelaron muchos monasterios.
Los partidarios del feudalismo tibetano a menudo dicen que fue una "destrucción ciega" y "genocidio cultural". Pero ese punto de vista oculta la naturaleza de clase de los monasterios. Eran plazas fuertes armadas que rigieron la vida de los campesinos durante siglos. Cuando la línea revisionista dominaba, el gobierno mantuvo los monasterios con subvenciones. Mientras esas plazas fuertes--donde los reaccionarios conspiraban incesantemente--existieran, cabía el peligro de volver a lo de antes. ¡Su desmantelamiento no fue nada "ciego"; al contrario, fueron acciones políticas muy conscientes para liberar al pueblo!
Según todas las versiones a disposición, fueron los siervos mismos, casi exclusivamente, que desarmaron los monasterios, dirigidos por activistas revolucionarios. Grandes mítines se formaron frente a los portones y los ex siervos osaron entrar en los santuarios sagrados por primera vez. Era obvio que a través de los siglos, se habían pillado grandes riquezas. Los ex siervos preservaron unos artifactos históricos de gran valor para la posteridad.
Los materiales de construcción los distribuyeron para construir casas y caminos. Un exilado dijo que los siervos destruyeron sagrados bloques de madera usándolos como combustible y convirtiéndolos en mangos para nuevas herramientas. Los retrógrados dicen que fueron criticados por no participar. Hubo muchas reuniones públicas donde se destruyeron ídolos, textos, banderas de oraciones, ruedas de oraciones y otros símbolos como una manera poderosa para hacer añicos viejísimas supersticiones. Como un último comentario sobre los sueños restauracionistas de la clase feudal, las fuerzas armadas revolucionarias hicieron volar muchas ruinas.
Luego, durante la Gran Revolución Cultural Proletaria, se restauraron varios monasterios lamaístas para usarlos como lugares sagrados y museos de reliquias nacionales. Pero el veredicto de la Revolución Cultural era que nunca más debían existir como plazas fuertes feudales que se ceban del sufrimiento de las masas.
Luchas espinosas sobre los cuatro antiguos y los cuatro nuevos
Como todas las revoluciones, la Revolución Cultural en Tibet avanzó mediante complejos debates y luchas. Se criticaron los "cuatro antiguos" y se luchó por que se adoptaran los "cuatro nuevos": nuevas ideas, nuevas costumbres, nueva cultura y nuevos hábitos. Una y otra vez se plantearon interrogantes para debatir: ¿cuáles prácticas son de la cultura feudal reaccionaria y cuáles son de la cultura nacional tibetana? ¿Era revolucionario o chovinista fomentar las nuevas formas culturales que la revolución había desarrollado en las regiones jan en el este de China? ¿Era un estilo feudal trenzarse el pelo como en la servidumbre o simplemente un estilo tibetano? ¿Era reaccionario bendecir a otro al conocerlo, y en qué medida era reaccionario?
El chovinismo jan (los prejuicios de la nacionalidad mayoritaria contra los tibetanos) seguía siendo un problema. Han Suyin lo prueba en su libro de 1977 sobre Tibet cuando apoya el punto de vista de unos revisionistas de que los estudios superiores debían realizarse en el idioma jan ya que, según ella, el tibetano no podía expresar las ideas de los temas modernos como la química.
Por otra parte, otros lucharon por la línea de Mao sobre las nacionalidades minoritarias. Cuando esa línea dirigía, la cultura tibetana floreció. Se manufacturaron las primeras máquinas de escribir tibetanas, lo que facilitó la comunicación y los archivos. Se fomentó un dialecto principal para que se pudieran comunicar personas de diferentes regiones. Se doblaron películas en tibetano. Se publicaron millones de libros en tibetano, muchos sobre la teoría y práctica de la liberación. Se publicaron cuentos y obras teatrales tibetanos. Muchos festivales se transformaron para celebrar los nuevos triunfos populares: las Comunas Populares y las ricas nuevas cosechas.
Se estudió la medicina tradicional tibetana y por primera vez se difundió entre las clases bajas el conocimiento de una variedad de hierbas medicinales.
Se fomentaron líderes revolucionarios. Para 1975, la mitad de los principales dirigentes eran tibetanos. De estos, la mitad tenía sus 30 años y casi todos habían sido siervos o esclavos. Las mujeres dirigían a todos los niveles. En un condado el comité revolucionario contaba con solo mujeres. De los 27.000 cuadros tibetanos, 12.000 eran mujeres. ¡Una tibetana, Phanthog, escaló el monte Everest en 1975!
Durante la Revolución Cultural, el joven hijo revolucionario de un esclavo-pastor dijo: "¿Cómo estaría haciendo yo, cómo seríamos los tibetanos si el Presidente Mao y la revolución no hubieran llegado?"
Las últimas grandes batallas
"Estamos haciendo cosas que nuestros antepasados nunca intentaron, siguiendo un camino que ellos no siguieron".Un comunista tibetano veterano, 1975
Un observador captó una verdad básica sobre la Revolución Cultural en Tibet: "Ahora que están emancipados, no se ve a los siervos en trapos cargando la litera de un noble con ropa abrigada, anillos de turquesa y pulseras de oro". El pueblo mismo había hecho añicos el viejo, odioso sistema del feudalismo lamaísta. La vida del pueblo mejoró. La enfermedad disminuyó. La población aumentó. El entorpecedor aislamiento del viejo Tibet se acabó. El pueblo adquirió conocimientos científicos básicos y aprendió a leer y escribir. Incluso los enemigos del maoísmo admiten que se cerró la enorme brecha entre los ricos y los pobres.
Pero la Revolución Cultural representó mucho más que la derrota histórica del feudalismo. Durante 10 años impidió que los revisionistas lograran volver a los tibetanos en esclavos asalariados en una China capitalista.
¡Pero la lucha a muerte entre el maoísmo y el revisionismo no había terminado! En 1971 falló un golpe militar de los revisionistas de alto nivel. Los revolucionarios denunciaron y tumbaron al poderoso general Lin Piao. Importantes líderes del Comité Revolucionario en Tibet que lo apoyaban también cayeron. En la lucha que siguió, Ren Rong, un líder de la "Corriente Adversa de Febrero", resultó el nuevo líder en Tibet, acompañado por un frío viento derechista.
Los derechistas lanzaron una campaña en defensa de las "cuatro libertades básicas" (de practicar religión, comerciar, prestar dinero con interés, emplear trabajadores y sirvientes.) Nadie las había defendido desde antes del levantamiento de los dueños de siervos de 1959. Una vez más se vieron tibetanos de la clase alta en puestos de autoridad. Se comenzaron negociaciones con el Dalai Lama para que volviera a Tibet para hacer de figurante.
Las fuerzas revolucionarias se reagruparon y contraatacaron. A fines de 1972, una nueva campaña criticó "el derroche burgués, el afán de ganancias capitalistas y el desperdicio económico". En 1973, pararon repentinamente las intrigas con el Dalai Lama y en 1974, se lanzó una campaña nacional contra la restauración capitalista.
Se llamaba "La campaña para criticar a Lin Piao y Confucio". En Tibet fue una oportunidad para profundizar la conciencia popular contra la religión y para reafirmar el veredicto revolucionario de que los aristócratas-monjes como el Dalai Lama eran "lobos disfrazados de monjes". Por todo China advertían que los "seguidores del camino capitalista todavía seguían el camino capitalista", con mucha razón.
La lucha entre las fuerzas de Mao y las fuerzas revisionistas se puso brava. Al final, los revisionistas salieron victoriosos. En septiembre de 1976, poco después de la muerte de Mao, la derecha revisionista dio un golpe de estado en Pekín.
Arrestó a los partidarios estrechos de Mao y realizó una purga de revolucionarios por todo el país. Puso en práctica todas las políticas que Mao y la Revolución Cultural rechazaron. Deng Xiaoping, enemigo de Mao, subió al poder.
En Tibet, el programa de los revisionistas cobró momento a fines de la década del 70. Siguieron una represión militar en los años 80, la restauración de los derechos de los monasterios, la explotación ciega de los minerales y la madera, y la comercialización de la "cultura tibetana" como un tipo de Disneyland para los turistas ricos. Todo eso fue posible porque se derrotó la Gran Revolución Cultural Proletaria y la línea de Mao. En la próxima parte de esta serie examinaremos estos acontecimientos en mayor detalle.

Obrero Revolucionario, 17 de abril, 1998

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