Al interior de la CONAIE se realizaron elecciones para nombrar a su nuevo presidente; proceso que resulta esencial, tanto para el movimiento indígena/campesino como para el gobierno y la reacción.
Decimos que es crucial para el movimiento indígena, porque las bases de la Conaie, desde su fundación en 1986, han tenido un importante protagonismo en las campañas de lucha emprendidas en contra de distintos regímenes que han sometido a las grandes mayorías al oprobio, dolor y represión.
Sin lugar a dudas, el movimiento indígena ha dado cuenta de una gran capacidad de convocatoria; levantamientos combativos, muchos de ellos con la radicalidad necesaria para hacer tambalear las estructuras del viejo Estado. Sin embargo, no todo ha sido positivo, la dirección de este movimiento siempre se ha mostrado capituladora, traidora, oportunista; ha capitalizado a su favor estas luchas para poder acceder a ciertas prebendas, puestos burocráticos o nutrir los procesos electoreros que básicamente sirven a la vieja democracia y a los intereses de la gran burguesía y de grandes terratenientes.
La dirección del movimiento indígena, hoy en manos del recientemente electo, Leónidas Iza, tiene la inmensa responsabilidad de reconstituir la Conaie, y para ese objetivo debe, necesaria e ineludiblemente, hacer una purga en sus filas, vomitar toda esa corriente oportunista plenamente identificada en la Tibán, Chancoso, Pandam, Quishpe, Vargas, Pacari, Macas, Curicama y otros; regurgitar el sedimento revisionista que subsiste con elementos de Unidad Popular, socialistas, cabezones, caso contrario, indígenas y campesinos seguirán marchando a la cola de los partidos políticos que lo único que han hecho es instrumentalizarlos con mezquinos fines o para neutralizar la creciente protesta popular.
No basta que Iza permanentemente cite a Mariátegui para querer mostrarse radical ideológicamente, menos cuando deviene en ecléctico y con sesgos oportunistas que benefician a Pachakutik, brazo político (electorero) de la Conaie. Habla de que hay que trabajar en la unidad de ese partido; desde luego, pero no en la unidad pegada con babas, débil, inconsistente. Han pretendido materializar la identidad étnico-cultural y nacional como un factor ideológico, elementos que a la luz del materialismo histórico y dialéctico, poco o nada dice sobre el rol que cumplen los individuos desde su perspectiva de clase.
Iza debe entender y aplicar lo que decía Mariátegui, que "la esperanza indígena es absolutamente revolucionaria”, no reformista, no electorera, no burocrática pensando en la evolución de la semifeudalidad; que la vía es democrática, cuyo tránsito nos conduce a la destrucción de la semifeudalidad con guerra popular.
Iza plantea la necesidad de defender los territorios indígenas, y está bien, pero además debe observar que sobre esa necesidad hay una contradicción principal que demanda ser resuelta: masas-semifeudalidad; que precisamente al interior y por fuera de esos territorios subyace la explotación a la que son sometidas las masas campesinas, no solo por los grandes terratenientes con vínculos con la gran burguesía, sino también por otros indígenas que con clara posición de clase asumen su rol de explotadores, de señores feudales que promueven el gamonalismo, expresión concentrada de las políticas y mecanismos de coerción estatal.
La nueva dirigencia de la Conaie (Leónidas Iza), tiene la obligación de revisar de mejor manera la historia, la estructura de clases, modo de producción, relaciones de producción del país, es decir, hacer un ejercicio que les permita caracterizar de mejor manera la sociedad; dejar de lado ese burdo discurso de que el país es capitalista, donde gobernantes de todo cuño desarrollan políticas neoliberales, porque además de ser una perorata desatinada y sin fundamento científico alguno, termina por desmovilizar a las masas, de conjurar la revolución democrática de nuevo tipo, la revolución agraria; porque esa caracterización no responde a la realidad objetiva en la que se desenvuelve cotidianamente el indígena/campesino pobre, sumido en la discriminación étnica, ahogado en relaciones de producción feudales y semifeudales, en la abyecta servidumbre, y en el esquema corporativizador de la iglesia, de la cultura y de todos los esfuerzos que despliegan en ese sentido las organizaciones no gubernamentales, el revisionismo, y obviamente el oportunismo.
Si bien es cierto las relaciones de producción semifeudales han evolucionado, lo han hecho bajo el paraguas del camino burocrático y los dictamines del imperialismo, introduciendo ciertas técnicas y modalidades capitalistas pero sobre la base de la gran propiedad terrateniente y la servidumbre. Eso es lo que los comunistas llamamos capitalismo burocrático: ¡semifeudalidad más semicoloniedad!
Y decimos que estas elecciones también son cruciales para el gobierno y la reacción porque dependiendo del rumbo que tome la Conaie, en gran medida depende la posibilidad de que el régimen comprador de Lasso pueda aplicar su modelo económico, cuyas expresiones ya han sido puestas de manifiesto: consolidar el proceso de precarización laboral, “achicar el tamaño del Estado”; entiéndase, realizar concesiones de las empresas y sectores estratégicos de la economía; bajar el gasto corriente, lo que implica menor inversión en solucionar los problemas más acuciantes de las masas; que miles de trabajadores de la salud, educación y otros sectores, sean lanzados al desempleo; abrir más el país al sometimiento imperialista bajo la vía de la inversión, deuda externa; profundizar proceso de reprimarización de la economía entregando más territorios a la explotación minera, etc., hoy en el orden de los 4 millones de hectáreas a empresas australianas, canadienses…
La responsabilidad que tiene la nueva directiva de la Conaie, con Leónidas Iza a la cabeza es enorme, y en la medida que cumpla con las demandas, reivindicaciones y propósitos del indigenado y campesinado pobre, con toda seguridad tendrá el apoyo del elemento consiente de la clase y del pueblo, caso contrario, será desenmascarado y combatido como corresponde hacer con todos aquellos que trafican con la miseria, hambre y luchas del pueblo.
La dominación imperialista y las ataduras semifeduales son las contradicciones a resolver; y hay que entenderlo, es un problema que no se dirime sino en la lucha. Toda movilización, levantamiento que se emprenda, fundamentalmente desde el movimiento campesino, debe servir a preparar la guerra popular, caso contrario no se habrá comprendido, de manera objetiva, en qué consiste el problema del Poder, de la tierra, de las clases y el rol que cumple el Estado como instrumento de las clases dominantes.
· Destruir el latifundio estatal y no estatal;
· Eliminar las relaciones de producción feudales y semifeudales;
· Confiscación o expropiación de la tierra a las empresas mineras y a grandes terratenientes, sin indemnización
¡POR LA RECONSTITUCIÓN DEL MOVIMIENTO INDÍGENA-CAMPESINO PARA DESATAR LA REVOLUCIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA!
¡VIVA LA LUCHA POR LA TIERRA!
¡LA TIERRA PARA EL QUE LA TRABAJA!
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