La gran burguesía
española y catalana son los grandes enemigos del pueblo catalán
Ya
antes de las elecciones del 27-S al Parlament, los grandes empresarios de
Cataluña se manifestaron claramente contra la posible declaración unilateral de
independencia que proponía la coalición de Junts pel Si. CaixaBank,
Banco de Sabadell, Abertis, Gas Natural y el resto de las grandes empresas
catalanas así lo manifestaron. Sus intereses coinciden claramente con los de
las grandes empresas del Estado español. Así, de uno y otro lado, grandes
empresas españolas y catalanas coinciden en señalar que la secesión hundiría al
Reino de España en el bono basura. La ruptura de Unió con Convergencia, el
apoyo de un insigne representante del poder económico catalán a la primera
formación política como Miquel Roca, y los apoyos empresariales a Albert Rivera
(líder del partido Ciutadans), son claras muestras de a qué partidos querrían
ver en el poder las grandes empresas catalanas. Los grandes grupos y organizaciones
empresariales catalanas tocaron a rebato antes de dichas elecciones, señalando
que el apoyo al “Sí” iba a tener consecuencias muy graves.
Foment,
la gran patronal catalana, manifestó el 1 de septiembre que “el proceso
secesionista genera tensión y máxima preocupación económica y empresarial”.
Días después, el 7 de septiembre, el presidente de la C.E.O.E. de España, Juan
Rosell, y el de la Cámara de Comercio de España y Presidente de la empresa
Freixenet, José Luis Bonet, ambos catalanes, firmaron una carta a título
personal, en contra de la secesión. Posteriormente, el 9 de septiembre, ante
las quejas del resto de la gran burguesía española, Rosell aceptó firmar un
comunicado de la C.E.O.E. en el que se afirmaba que “Cataluña es una parte
de España”, llegando dicho comunicado a ir más lejos que su presidente al
proclamar que “las decisiones que afectan a un todo, para ser legítimas, no
pueden ser tomadas por una parte de ese todo”.
|
Las
dos principales entidades financieras de Cataluña (CaixaBank y el Banco
Sabadell) hicieron público que se plantaban ante el desafío soberanista, y lo
hicieron a través de un comunicado lanzado por la Confederación Española de
Cajas de Ahorro (C.E.C.A., cuyo presidente es Isidro Fainé, que a su vez es
presidente de La Caixa) y la Asociación Española de Banca (A.E.B.). Las
principales entidades asociadas a la A.E.B. y a la C.E.C.A. son CaixaBank,
Santander, BBVA, Bankia, Sabadell y Popular. En ese comunicado del 18 de
septiembre señalaban “los riesgos que para la estabilidad financiera
comporta cualquier decisión política que quebrantara la legalidad vigente y
conllevara la exclusión de la Unión Europea y del euro de una parte de España”;
y llegan a amenazar con “reconsiderar su implantación en Cataluña si se
produce la independencia”.
Por la unidad de obreros y campesinos: una interpretación del voto
rural y urbano
Los voceros de
la derecha española y catalana, la socialdemocracia y todo tipo de oportunismo
y revisionismo, han hecho siempre una interpretación interesada de los
resultados electorales al Parlamento de Cataluña. En 2015 no podía ser menos.
Así, al analizar el carácter geográfico del voto dicen que se confirman dos
Cataluñas: una Cataluña rural-campesina (atrasada e independentista) y otra
Cataluña urbana-obrera (moderna y anti-independentista o constitucionalista).
Como en la Cataluña urbana
(provincia de Barcelona) el porcentaje de los escaños independentistas fue sólo
del 45,8% y el porcentaje del número de votos del 44,3% (incluso en Tarragona
fue del 48,9%), el bloque constitucionalista concluye que Cataluña no está por
la independencia. Argumentan, además, que el sistema electoral catalán
beneficia a las provincias rurales: para conseguir un escaño en Lleida sólo se
necesitan 20.036 votos, en Girona 28.844, en Tarragona 30.284, mientras que en
Barcelona se necesitan 46.141 para elegir un representante al Parlamento
(aclarar que estas cifras varían con el porcentaje de participación en cada
elección).
Por el contrario, la candidatura
independentista de Junts pel sí se ha impuesto en el 96,52% de los 947
municipios de Cataluña, fundamentalmente en los municipios rurales del
interior.
Es decir, los constitucionalistas
(la derecha, la socialdemocracia, el oportunismo y el revisionismo) concentran
sus votos en el mundo urbano, mientras que los independentistas (Convergencia y
ERC) tienen su feudo en el mundo rural, en el que dominan de manera abrumadora.
Moraleja de los voceros constitucionalistas: la división entre el mundo rural y
el urbano es una continuación de la fractura histórica de Cataluña en el pasado
entre carlistas y liberales, que se mantiene hoy a partir del antagonismo entre
independentistas (carlistas y atrasados) y constitucionalistas (liberales y
modernos).
Vayamos entonces a la historia.
Nunca se entendió bien por parte de la historia oficial de España la naturaleza
última de las guerras carlistas del siglo XIX: en la cáscara, las guerras
carlistas fueron reaccionarias, pero en el fondo tenían un hondo contenido
revolucionario. ¿Cuál? La lucha campesina por la tierra y contra la
semifeudalidad. Cuál fue el problema de
aquellas guerras carlistas: la dirección reaccionaria del movimiento campesino.
Ya en 1894, F. Engels en su obra El problema campesino en Francia y en
Alemania decía lo siguiente:
“Este
partido, que lleva a todos los demás la ventaja de tener una visión clara de la
concatenación existente entre las causas económicas y los efectos políticos y
que, por esa razón, hace ya mucho tiempo que ha adivinado el lobo que se
esconde debajo de la piel de cordero del gran terrateniente disfrazado de amigo
importuno de los campesinos, ¿va este partido a dejar tranquilamente al
campesino, condenado a la ruina, en manos de sus falsos protectores, hasta que
se convierta de adversario pasivo en un adversario activo de los obreros
industriales? Con esto, hemos entrado de lleno en el problema campesino.”
Cuadro resumen del voto
independentista en las elecciones al Parlamento de Cataluña (2015)
|
Barcelona
|
Girona
|
Lleida
|
Tarragona
|
Cataluña
Rural
|
TOTAL
|
Escaños
a elegir
|
85
|
17
|
15
|
18
|
50
|
135
|
Junts
pel Sí
|
32
|
11
|
10
|
9
|
30
|
62
|
CUP
|
7
|
1
|
1
|
1
|
3
|
10
|
Independentistas
|
39
|
12
|
11
|
10
|
33
|
72
|
%
escaños Junts
|
37,6
|
64,7
|
66,7
|
50
|
60
|
45,9
|
%
escaños CUP
|
8,2
|
5,9
|
6,6
|
5,6
|
6
|
7,4
|
%
escaños Indep
|
45,8
|
70,6
|
73,3
|
55,6
|
66
|
53,3
|
Nº
votos Junts
|
1.107.398
|
215.485
|
126.064
|
172.026
|
513.575
|
1.620.973
|
Nº
votos CUP
|
254.246
|
32.971
|
18.627
|
30.531
|
82.129
|
336.375
|
Nº
votos Indep
|
1.361.644
|
248.456
|
144.691
|
202.557
|
595.704
|
1.957.348
|
%
votos Junts
|
36
|
56,1
|
55,2
|
41,6
|
|
39,7
|
%
CUP
|
8,3
|
8,6
|
8,2
|
7,3
|
|
8,2
|
%
Indep
|
44,3
|
64,7
|
63,4
|
48,9
|
|
48
|
nº
Abstenciones
|
889.246
|
109.071
|
64.433
|
131.356
|
|
1.199.106
|
%
Abstenciones
|
22,4
|
|
|
|
|
23
|
Nº
votos blanco
|
22
|
|
|
|
|
21.941
|
Nº
votos nulos
|
23,2
|
|
|
|
|
15.932
|
%
votos blanco
|
24
|
|
|
|
|
0,5
|
%
votos nulos
|
|
|
|
|
|
0,4
|
La
burguesía en España, traicionando su propia revolución, no quiso entender el
problema campesino y termina abandonando a la clase más numerosa del país,
entregándola en manos de una dirección terrateniente que vehiculó la guerra
hacia cuestiones dinásticas. La burguesía venció en las guerras carlistas, pero
no entregó la tierra ni liberó de las reminiscencias feudales a los campesinos
ni de Cataluña ni del resto del país. Por eso, todavía en los años 30 del siglo
XX aparecía como piedra de toque en la revolución catalana el problema
“rabbasaire”. Ya el Partido Comunista advertía en 1932 de indiscutible relación
entre la cuestión agraria y la cuestión nacional en Cataluña (Los problemas
de la revolución española: el problema agrario y las luchas de los campesinos):
“Esto no
quiere decir que al lado de la cuestión nacional esencial, profundamente
popular y en el fondo campesina, no haya al mismo tiempo en España
contradicciones entre la burguesía de las nacionalidades oprimidas y la nación
imperialista. Pero estas contradicciones en el fondo son contradicciones entre
clases explotadoras por el privilegio de explotar a los obreros, campesinos y
demás trabajadores. La circunstancia de que la dirección de la corriente
revolucionaria del movimiento nacional se haya encontrado hasta estos últimos
tiempos precisamente en manos de grupos antipopulares, nacionalistas burgueses
y de elementos de distintos campos políticos burgueses, clericales y
pequeñoburgueses (Cambó y Maciá en Cataluña…) no puede ni debe oscurecer el
hecho del carácter de masas, popular, del movimiento de emancipación nacional.”
Algo
no debió salir bien en la solución del problema “rabassaire”, pues la Guerra
Civil de 1936-39 se perdió y hoy el mundo rural es el máximo exponente de la
resistencia de los catalanes a la opresión nacional: hay que tener en cuenta el
alto porcentaje del voto independentista logrado en muchísimos municipios del
interior rural de Cataluña (con porcentaje que van desde el 60% a más del 90%;
ver mapa: “Cómo se distribuye el voto independentista”).
El discurso de los
constitucionalistas intenta separar los intereses del conjunto del pueblo
catalán que, en última instancia, no es más que el intento de romper el frente
único revolucionario obrero y campesino (urbano y rural). Hoy la realidad de
Cataluña es diferente y no se debe olvidar que se contabilizaron más votos
independentistas en la ciudad (1.361.644) que en el campo (595.704). El
problema vuelve a ser la dirección del movimiento nacional de Cataluña.
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