HACIA LA JORNADA
INTERNACIONAL DEL 25 DE ENERO
Nota – Con motivo del próximo 25
de Enero 2014 Gran Día Internacional de Lucha y Solidaridad con los Presos
Políticos en la India reproducimos a
continuación un amplio extracto del artículo “El mundo brutal de los presos
políticos en la India” de Eric Randoph, publicado en la web del periódico “The
National” www.thenational.ae
el 22 de mayo de 2011, y que han
traducido al español los camaradas de GMHC:
EL MUNDO BRUTAL DE LOS PRESOS POLITICOS
EN LA INDIA
por Eric Randolph
Calcuta
- Después de 3 días de ver a su hijo adolescente ser torturado, Utpal Mahato no
podía aguantar más. Desesperado, dijo a su hijo que contara a la policía lo que
querían oír –que había estado involucrado en uno de los ataques terroristas más
letales de la India.
La
aldea de Rasua, en la región tribal de Junglemahal de Bengala Occidental, es
una aldea de sospechosos a los ojos de la policía.
A
poca distancia de aquí, el 28 de Mayo de 2010, un grupo de personas desmanteló
parte de la línea ferroviaria que conducen trenes desde India central a
Calcuta. Poco después, el Expreso Jwaneswari se salió de las vías y antes de
que las autoridades pudieran reaccionar, un tren de mercancías se empotró por
un lado desde otra dirección, matando a 148 pasajeros.
Bajo
presión para tener resultados rápidos, la policía puso su mira en las aldeas
cercanas y comenzó a detener a sospechosos. Los residentes alegan intimidación
sistemática y torturas por parte de la policía.
“Me
llevaron a los calabozos de la policía y me pegaron severamente”, dice el Sr
Mahato. “Cuando se enteraron que tenía un hijo, fueron y también le detuvieron.
Le ataron los pies y manos juntos y le suspendieron en el aire. Golpearon las
plantas de nuestros pies con un palo”.
El
Sr Mahato, trabajador a sueldo, pudo probar por medio de su patrón, que había
estado fuera de la región en Odisha en el momento del incidente, pero su hijo
de 17 años, Hirall, no fue tan afortunado. “Le golpearon duramente”, cuenta el
Sr Mahato tratando de controlar el dolor en su
rostro. “Al final, no podía aguantar más. Le hable para que dijera que
estaba allí. Fue la única manera que le dejaran tranquilo”.
Unas
40 personas han sido procesadas como
participantes en el caso. Cuatro familias en Rasua tienen hijos procesados,
todos ellos niegan haber participado y declaran que su auténtico crimen es
formar parte del movimiento conocido como Comité Popular Contra las Atrocidades
de la Policía (PCPA).
El
PCPA se formó en noviembre de 2008 tras un suceso brutal similar, entonces como
reacción al intento de asesinato del entonces primer ministro Bhuddadeb
Bhattarcharya por parte de los insurgentes maoístas, que han estado activos en
la zona desde hace 15 años.
Denuncias
de que la policía ha recurrido a palizas y acoso sexual en su búsqueda de los
maoístas ha causado el surgimiento de la furia popular en todo Junglemahal.
Decenas de miles de aldeanos han participado en reuniones organizadas bajo la
bandera del PCPA, forzando a la policía a evacuar la zona durante 8 meses. El
PCPA creó subcomités en más de 1.300 aldeas, en lo que se convirtió en un jalón
de la lucha por los derechos de las tribus indias.
Pero
debido a que los maoístas estaban estrechamente involucrados en el movimiento,
fue tachado por la policía y el Gobierno del Estado como una organización de
frente de los insurgentes. Cuando la policía comenzó de nuevo a contratacar en
Junglemahal en junio de 2009, detuvieron a cientos de miembros del PCPA,
acusándoles de ser maoístas y desarrollar una guerra contra el Estado.
Varios
de sus líderes fueron asesinados y muchos más encarcelados bajo una ley
antiterrorista draconiana denominada Ley (de Prevención) de Actividades
Ilegales, que te convierte en ilegal simplemente por ser miembro de una organización
prohibida, no importa si se ha cometido un crimen o no.
“La
policía entraba en las casas y arrestaba a las personas aleatoriamente y les
pegaba”, dice Mayna Mahato, cuyo esposo, Bholanath, está también procesado por
el ataque de Jwaneswari.
“Si
alguien es detenido debe ser llevado ante el tribunal dentro de las 24 horas,
pero mantuvieron a Bholanath detenido una semana. Fue muy duramente apaleado
bajo custodia policial. No nos dijeron donde le tenían. Fuimos buscándole de
comisaria en comisaría pero no nos dijeron nada”.
Otras
mujeres se nos acercan y comienzan a contar sus propias vivencias de acoso,
narrando como la policía robó televisiones, radios y dinero de sus casas, y
destruyeron cartillas de racionamiento y documentos de seguros cuando no
obtenía información.
“Querían
saber sobre mi hermano”, dice Saraswati Mahato. “Me arrebataron a mi niña de 4
años de mis brazos y dijeron que la arrojarían a un pozo si yo no hablaba”.
En
una entrevista, un oficial de la policía de Bengala Occidental que me pidió
mantuviera su nombre en el anonimato,
admitió que la policía frecuentemente arrojó a los calabozos a personas
inocentes.
Los
grupos de derechos civiles señalan que son cerca de 700 personas, quizás
centenares más, las que han desaparecido en esta situación.
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