La foto corresponde a un niño kurdo herido en un bombardeo turco.
La
emergencia “humanitaria” en Siria.
Miguel
Alonso
Los mass
media de la burguesía inundan las páginas de los periódicos y los informativos
televisivos, de noticias sobre el sufrimiento de los civiles, particularmente de
los niños, atrapados en zonas de combate en la ciudad Alepo y otras ciudades.
Todo tipo de
organismos gubernamentales y ONGs claman por el fin conflicto.
Hasta aquí todo
muy razonable, si no fuera un cínico ejercicio de hipocresía impulsado por las
potencias occidentales para crear opinión pública favorable a una posible
intervención directa (indirecta ya existe) de las mismas en una guerra
provocada por sus agentes.
Y todo el
vocerío se incrementa ante el avance victorioso del ejército sirio, en todos
los frentes, aplastando a las bandas ultra-religiosas y mercenarias alimentadas
con el dinero y las armas de la coalición de EE.UU. OTAN, Turquía, Arabia
Saudita, Catar y por supuesto el estado sionista de Israel, cuyo objetivo es la
destrucción del Estado sirio.
Las mismas
voces, que apenas susurran para protestar por los crímenes sauditas en
Yemen, en el que cientos de niños han muerto bajo las bombas que suministran
los países de la OTAN al siniestro reino feudal o por los asesinatos y atropellos
de los niños palestinos por el estado racista de Israel.
En Siria, cientos
de miles de personas han muerto, han resultado heridas y sus hogares han sido
destruidos, junto a las infraestructuras económicas de este país árabe, para
lograr imponer el objetivo estratégico de la destrucción total del Estado sirio,
en el marco del llamado Medio Oriente ampliado, eufemismo que oculta el saqueo
de las riquezas petroleras y un “nuevo” reparto imperialista en la región.
A todo ello
se han opuesto, de forma activa, dos superpotencias imperialistas, Rusia y China,
y una potencia regional, Irán, no por motivos altruistas o de solidaridad, sino
para mantener sus posiciones e incluso ampliar sus zonas de influencia. Su
apoyo, al gobierno sirio, ha reforzado militarmente al mismo, permitiéndole
recuperar la iniciativa en todos los frentes.
Es el pueblo
sirio, árabe y kurdo, como siempre, el que pone su sangre en este conflicto
inter-imperialista, mientras la ONU y su “representante” para la zona, Staffan
de Mistura, no ocultan su temor a una victoria del gobierno de El Asad sobre
las bandas integristas. En unas declaraciones los pasados días al periódico The Guardian este personaje amenaza sutilmente
con que; " Si los esfuerzos se centran en lograr una victoria militar solo
se conseguirá una victoria pírrica seguida de una guerra de guerrillas que será
larga, de baja intensidad y que causará mucho dolor ya que los sirios seguirán
muriendo". Revelando claramente el objetivo real de la mediación de la ONU,
que es imponer en Siria un régimen pro-sionista y pro-occidental.
En el norte,
en la zona de la Rojava, aumenta día a día la presencia de efectivos y asesores
de las potencias imperialistas (EE.UU. Reino Unido y Francia) que dicen apoyar
a los kurdos y a sus milicias. Conviene no olvidar cuan interesado es este apoyo,
que convierte (objetivamente, al margen de sus intenciones) a los efectivos de
estas milicias, cercanas al PKK, en las botas en el terreno de los
imperialistas. Las mismas potencias que, frente a la agresión turca en
territorio sirio, se han negado expulsar a los fascistas de Ankara a sus fronteras.
El juego
oportunista de los seguidores de Öcalan en la Rojava y sus alianzas con los autores, indirectos y
directos, de esta matanza, puede comprometer seriamente el futuro y la
independencia de un proceso revolucionario en la zona.
Por esto, en
occidente, las portadas de los informativos (des-informativos seria más preciso)
se llenan de imágenes de niños y niñas ensangrentados achacándole la culpa al gobierno
sirio, nunca a los terroristas y mercenarios que impiden su evacuación para
utilizarlos como frágiles escudos humanos.
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