Discurso
de la cámarada responsable del Frente de Defensa de los Trabajadores
de Imbabura. Evento de las compañeras del Sindicato Nacional de la
Salud.
VIVA
LA EMANCIPACIÓN DE LA MUJER TRABAJADORA Y REBELDE
No
quisiera iniciar sin emitir mi más profundo y respetuoso saludos a
la ideología del proletariado, el marxismo-leninismo-maoísmo, al
pensamiento Gonzalo; saludar la memoria de la camarada Nora, del
Partido Comunista del Perú; de la camarada Sandra, del Movimiento
Femenino Popular del Brasil, a nuestra recordada camarada Cecilia,
quien con criterio de clase estuvo al frente de este sindicato; a
todas las mártires que entregaron sus vidas por la causa de la
mujer, que no es otra sino la causa de la liberación de los pueblos
y la permanente lucha por la conquista del poder para la clase, para
los oprimidos; a mis compañeras y camaradas del Movimiento Femenino
Popular, organización de las mujeres proletarias, campesinas y
populares al servicio de la transformación de nuestra sociedad y del
mundo.
Queremos
también saludar al sindicato de la Osuntramsa, a las compañeras y
camaradas por la realización de este acto del cual aspiramos
convertir en un verdadero homenaje a la mujer oprimida, explotada y
que clama su emancipación.
A
las mujeres obreras explotadas, a las campesinas pobres y a las
sencillas mujeres de nuestro pueblo. A las mujeres oprimidas del
mundo.
Estamos
aquí compañeras, muchas de nosotras lo hacemos sujetas de criterios
coherentes, consecuentes con el significado que tiene este día, sin
embargo, otras, ajenas al verdadero sentir que debemos tener aquellas
mujeres que comprendemos que la mitad del cielo descansa en nuestros
hombros, y con eso, la responsabilidad compartida de ser partícipes
en la transformación del mundo.
No
basta compañeras con reunirnos y hablar de la liberación de las
mujeres, mucho menos de caer en el feminismo burgués que nos coloca
a la cola de aquellas oportunistas que lo único que buscan es tener
la posibilidad de ocupar los mismos escenarios de los hombres, ya sea
en a la actividad económica, política, social, sexual, y hasta
conductual. No compañeras, eso no es liberarnos, porque en la
mayoría de los casos terminaremos colocándonos del lado de ellos,
pero también del lado de sus taras, de su comportamiento ruin,
oportunistas, otros, revisionistas, traidores y traidoras con los
intereses de los trabajadores y trabajadoras explotadas.
Ya
Mariátegui decía: "Las
mujeres como los hombres son reaccionarias, centristas o
revolucionarias, no pueden por consiguiente combatir juntas la misma
batalla, en el actual panorama humano, la clase diferencia más a los
individuos que el sexo.
Así
ha sido hasta aquí compañeras.
Nos
hablan de Manuelita Sáenz, libertadora del libertador que se dio
modos de morir junto a sus dos esclavas, Jonatas y Nathan y sin
embargo junto a Simón Bolívar no tuvieron los arrestos necesarios
para dar la libertad a negros, negras indios e indias, hechos que
solo se dieron 30 años después en el gobierno de Urbina, en
1852-1853.
Pero
eso sí, nada dicen que en esos mismos años de la independencia
tuvimos insignes representantes del campesinado pobre y explotado,
del pueblo oprimido y de las mujeres libertarias como Lorenza
Abimañay, Jacienta Juárez y Lorenza Peña que encabezaron el
levantamiento indígena de Columbe, Chimborazo, en 1803, en contra
del régimen colonial y sentando las verdaderas bases campesinas para
la lucha por la independencia que en fin de cuentas poco o nada
representó para nuestro pueblo.
Estas
luchadoras indómitas posteriormente fueron capturadas y
particularmente, Lorenza Abimañay degollada junto a Julián Quito,
otro de los líderes del levantamiento campesino.
En
1871, con el levantamiento de Fernando Daquilema, en Yaruqíes,
Chimborazo, contra el régimen clerical de García Moreno. Esta vez
fue Manuela León, aguerrida combatiente del pueblo que ya luchó por
nuestros intereses de mujer; a Tránsito Amaguaña, que junto al
único lado donde las mujeres podemos compartir de mejor manera
nuestras vidas, codo a codo, hombro a hombro, suspiro a suspiro con
los hombres, aquellos comprometidos con la lucha y las justas causas
de la clase y del pueblo.
Nada
de eso recoge la historia oficial, pero eso sí, la prensa de estos
días nos habla de la Dra. Matilde Hidalgo de Procel que en 1929, a
decir de aquellos que escriben la historia a su manera, nos abrió el
camino para que nosotras nos incorporemos al régimen electivo y
podamos votar en las urnas.
Patrañas,
mentiras, lo que ahí se registró fue el hecho de dar inicio a una
nueva forma de domesticación de la mujer, está vez con ese cuento
de la democracia representativa, electiva, farisea, que nos abría
los brazos a la ingenuidad y al oportunismo.
No
dicen, sin vergüenza alguna, que la mujer ecuatoriana se ha redimido
porque hoy ocupan puestos como asambleístas o directoras de partidos
políticos de la reacción, el oportunismo y el revisionismo, pero no
nos dicen que su comportamiento político e ideológico no es
diferente de aquellos que nos han gobernado por centenas de años y
que sólo han dejado un reguero de miseria y violencia.
Y
así ha sido a lo largo de la historia.
Pero
también es importante que ustedes compañeras conozcan que hace ya
algunos años, en la década de los 90 del siglo pasado, este
sindicato estaba militado y dirigido también por mujeres de nueva
estirpe como la camarada Cecilia Hidalgo, militante del Partido
Comunista del Ecuador-Sol Rojo.
Cuenta
que ustedes conozcan que nuestras compañeras no solo luchaban por la
firma del contrato colectivo y la reivindicación de nuestros
derechos de los cuales ustedes aún se benefician, sino que luchaban
por las reivindicaciones del pueblo en general, es decir, el
sindicato tenía una correcta línea de clase, ideológica, que
muchas de esas mujeres que nos llevaron a vivir jornadas de lucha
pocas veces vista y reconocidas participando activa y combativamente
en las huelgas nacionales, la toma de la catedral en la plaza de la
independencia de Quito, de la presidencia, lugares donde nuestras
compañeras de la Fetsapí y de la Osuntramsa en general lucharon y
resistieron los fuertes y violentos embates de la reacción, o
aquella acción que dio la vuelta al mundo cuando junto a los
compañeros del Frente de Defensa de las Luchas del Pueblo, nos
tomamos la embajada de México para denunciar las políticas anti
obreras del régimen de turno.
Cuanta
gloria compañeras, cuanta lucha, cuantos espacios donde
verdaderamente estábamos ejercitando nuestro proceso de liberación,
de emancipación como mujeres.
Entonces,
eso es lo que debemos rescatar, ese espíritu de lucha que tiene
nervio, pensamiento, filosofía y acción que se muestra en la
ideología. Es decir compañeras, sino tenemos la ideología correcta
que guíe nuestras luchas, nuestros propósitos como mujeres, pero
sobre eso, como clase, nada habremos hecho, en nada habremos avanzado
sino ponernos a la cola de aquellos hombres que hoy se muestran
serviles al viejo estado burgués-terrateniente.
Compañeras,
hay que tener claro que este no es un día de fiesta, no es un día
de rosas y de brindis, es un día conmemorativo, de lucha, donde la
obligación de retomar la banderas de Lorenza Abimañay, de Manezuela
León, Transito Amaguaña, de la camarada Nora, Sandra, Edith Lagos,
de Cecilia, urge, más cuando asistimos a la decadencia del
imperialismo, del capitalismo burocrático y su sistema de gobierno,
la democracia burgués-terrateniente, que definitivamente está
podrida, corrupta, y con ella quienes la sostienen, pero hay que
entender que sola, por sí misma no se derrumbará sin que nosotras,
nosotros, no pongamos esa necesaria cuota de lucha, de sacrificio.
Que
esta oportunidad compañeras, se constituya en un acto de reflexión
y compromiso sobre el verdadero papel que tenemos las mujeres, no en
los partidos políticos electoreros que nos utilizan como ganado
electoral, no compañeras, mucho menos sumisas ante el régimen
patriarcal y machista que siempre se da modos para ponernos a la cola
porque esa es su naturaleza semifeudal. Nuestro rol está más allá,
está junto al hombre y ellos junto a las mujeres que tienen criterio
y conciencia de clase de su rol transformador.
Vamos
a bregar por recuperar el movimiento sindical en el país, vamos
establecer jornadas de formación y lucha, que, sobre los hechos, nos
forjen como mujeres libertas, verdaderas hijas de la clase y del
pueblo.
Vamos
a bregar porque el sindicato también esté dirigido por mujeres, no
necesariamente desde actividades suplementarias, sino ahí, al frente
de todas y de todos, pero no por el sencillo y natural hecho de ser
mujeres, sino de ser proletarias con conciencia de clase, cobijadas
por la ideología correcta, y créanme compañeras, no es otra que el
marxismo leninismo maoísmo.
No
queremos rosas, queremos el fuste para castigar a los que oprimen al
pueblo.
No
queremos que nos vena como ganado en competencia, o como ganado
electoral, si nos ven, que nos vean como somos, trabajadoras, madres,
compañeras, hijas, combatientes; que nos vean como sus verdugos,
como esa pesadilla roja que estremecerá sus vidas minutas a minuto
hasta que sean barridos por siempre; nos guste o no, como sus
sepultureras, sus sepultureros. Eso somos.
No
queremos halagos ni que nos subestimen, queremos desatar la furia
milenaria de la mujer que desde la perspectiva de clase que es centro
para la construcción de la sociedad de Nueva Democracia, tránsito
ininterrumpido al socialismo, antesala del dorado comunismo.
¡VIVA
LA MUJER PROLETARIA!
¡SIN
CORRECTA DIRECCIÓN IDEOLÓGICA EN LA LUCHA DE LAS MUJERES, NADA
CONQUISTAREMOS!
¡LA
EMANCIPACIÓN DE LA MUJER SOLO SERÁ POSIBLE EN EL CURSO DE LA
TRANSFORMACIÓN REVOLUCIONARIA DE LA SOCIEDAD CON GUERRA POPULAR!
¡VIVA
EL MARXISMO-LENINISMO-MAOÍSMO!
¡VIVA
LA GUERRA POPULAR EN LA INDIA, TURQUÍA, FILIPINAS Y EL PERÚ!
¡SI
NO COMBATIMOS AL REVISIONISMO, NADA HABREMOS HECHO!
¡V
EL MOVIMIENTO FEMENINO POPULAR!
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