miércoles, 27 de junio de 2018

El renegado Garzón arremete contra el libro, de Daniel Bernabé, “La trampa de la diversidad”. Un articulo del camarada M. Alonso



El renegado Garzón arremete contra el libro, de Daniel Bernabé, “La trampa de la diversidad”.
Miguel Alonso.

Me he encontrado un artículo firmado por Alberto Garzón, de la revisionista Izquierda Unida (que como todo el mundo sabe, no es izquierda ni está unida) en el que arremete contra el libro del escritor Daniel Bernabé, uno de los fundadores del portal lamarea.com, “La trampa de la diversidad”.

El libro, que aun no he leído, parece que hace una certera critica del discurso fraccionador de las reivindicaciones de los “movimientos sociales”, haciendo de cada una de ellas, la contradicción principal, sin relación con la lucha de clases.

Repito no he leído aun el libro de Bernabé. pero no es de extrañar que el archi-revisionista Garzón ataque las tesis expuestas en el mismo, pues ponen en evidencia el discurso post-moderno y la línea reformista y oportunista de IU y sus socios de Podemos.

Línea que se ha basado en el fraccionamiento de las luchas, dotando a cada una de ellas, de un programa individualizado sectorial o en el caso del feminismo, plegándose a los dictados ideológicos del feminismo radical pequeño burgués y de sus reaccionarias teorias, por lo general norteamericanas.

Garzón presenta el libro como una queja que no da respuestas, pues las mismas, hoy, serian volver a la II Internacional Socialista (claro de la III Comunista, ni nombrarla) pero lanza el dardo de ortodoxo y economicista a dicho enfoque.

Dice Garzón:
A pesar de que las hipótesis de Bernabé son muy fuertes, no hay claridad en las definiciones ni en los mecanismos causales que deberían fundamentar las explicaciones. Conceptos centrales como posmodernismo, neoliberalismo, clase media o diversidad son definidos de forma ambigua, como si fueran conceptos evidentes por sí mismos. Y nada más lejos de la realidad, pues se tratan de elementos cuya definición es imprescindible para que la explicación sea consistente.
De forma aún más gravosa, el argumento utilizado para combinar esos conceptos es preferentemente funcionalista. Los argumentos funcionalistas son circulares y la mayor parte de las veces teleológicos, y se puede percibir con claridad que eso contamina toda la obra. Como se sabe, el funcionalismo trata de explicar el comportamiento de las partes del sistema de acuerdo a las necesidades del propio sistema. Necesidades, claro está, que han sido preestablecidas de antemano y que tampoco quedan claras. Esto es un error muy habitual en parte de la tradición marxista, aunque fue duramente combatida en los años ochenta por autores tan diversos como los marxistas analíticos (John Elster, Erik Olin Wright…)

En este comentario revela este personaje su ideología post-moderna y su relativización de los conceptos, pues creo que conceptos como pos-modernismo, clase media, diversidad, incluso neo-liberalismo (concepto inventado por los doctos revisionistas para negar el imperialismo como fase superior del capitalismo, tesis marxista-leninista) si están muy claros y solo la pandilla de revisionistas y oportunistas pretenden confundir con acusaciones como “funcionalistas” sus argumentos, equiparándolos sutilmente a un dogmatismo mecanicista.
Citar como a argumento de autoridad a la pandilla de los “marxistas analíticos” y su cruzada anti-dialéctica, nos señala, con claridad, las fuentes de las que bebe el Sr. Garzón.

Afirma: El problema de este tipo de explicaciones es que no son legítimas, aunque sean de recurso muy fácil.

¡Por Dios, no son legitimas! Afirma este traficante de los intereses de la clase obrera y al movimiento revolucionario. Él que se califica de comunista (si alguna vez lo fue), pero lean, no son ataques infundados, son sus propias palabras:

Y es que hay cierto marxismo que es capaz de explicar la irrupción de Podemos, el ascenso de Ciudadanos, la derrota de Pedro Sánchez, la victoria de Pedro Sánchez, etc. todo a partir del mismo recurso: es funcional al sistema. ¿Por qué echaron a Pedro Sánchez? Porque el sistema lo necesitaba. ¿Por qué ganó Pedro Sánchez las primarias y la moción de censura? Porque el sistema lo necesitaba. Este tipo de explicaciones son ilegítimas.
Como decía, Bernabé cae en muchas explicaciones de este tipo, aunque más sutiles. Cabe recordar que no es lo mismo decir «el Estado es utilizado por la burguesía para reforzarse», lo que sería una descripción legítima, que «el Estado existe para reforzar a la burguesía», que sería una explicación funcionalista ilegítima. Y desgraciadamente las hipótesis de Bernabé tratan de explicar fenómenos sociales a través de argumentos funcionalistas que, como veremos, son ilegítimos.

Lo que vemos claramente, Sr. Garzón es la revisión del concepto marxista del Estado como un instrumento de dominación de una clase para hacer pasar de tapadillo como “legitima” el Estado es utilizado por la burguesía para reforzarse»

Claro, para el Sr. Garzón, es “legitimo” la defensa del Estado burgués, como aséptico mecanismo democrático, para sustentar su estrategia de idiotización electoralista, que renuncia claramente a la destrucción del mismo, por medios revolucionarios, como base necesaria para crear una nueva sociedad.

Pero a continuación dice: (para Bernabé)  «la clase media, que fue una ficción pensada para el control social, cumple eficazmente su función» (pp. 99). De forma similar el libro sugiere, como hemos visto, que el posmodernismo es una creación del neoliberalismo para acabar con la izquierda o que el feminismo y las políticas de la diversidad son funcionales al sistema y que por ello se explica, como mínimo, su moda. Especialmente llamativo es, como hemos visto, el papel de la clase media, que parece ser explicada también por la necesidad del sistema. Este modo de argumentar es erróneo y descarta explicaciones alternativas que están mucho mejor fundadas (Sic) y que para empezar describen el cómo, es decir, el mecanismo por el cual las necesidades del sistema se vinculan con las acciones individuales.

“La clase media” (o más bien clase mierda, ese sector de la pequeña burguesía desclasada) es claramente un invento demagógico de la sociología del capitalismo anglosajon, para borrar las definiciones de clase marxistas y revolucionarias por una estructura de “clase baja, clase media y clase alta” (también conocida como “los tres tercios”) con un discurso ideológico acorde al paradigma del “sueño americano” pero parece que docto Garzón lo desconoce o simplemente lo oculta.

Y pasa a defender el post-modernismo con las siguientes palabras:
Esta explicación del surgimiento del posmodernismo, o de su moda y difusión, descarta otras explicaciones alternativas que son mucho más rigurosas (Sic). Por ejemplo, que el posmodernismo fue una de las reacciones de la izquierda ante la crisis evidente tanto de los proyectos políticos realizados en su nombre como, sobre todo, del marco teórico historicista propio del marxismo. Es decir, los autores de la nueva izquierda francesa, incluidos bajo la etiqueta de posmodernismo, iniciaron un nuevo tipo de revisionismo de las tesis originales del marxismo. Un revisionismo diferente al de Bernstein o el de Lenin, pero revisionismo al fin y al cabo.

Que defienda el post-modernismo, usando sus palabras, parece “legitimo,” pero equiparlo al Leninismo o calificar a Lenin de revisionista es el colmo del delirio de este farsante oportunista, que utiliza el libro critico de Bernabé, para soltar su veneno de renegado eso sí, con el lenguaje medido y alambicado que lo caracteriza.
Lenin retomo el camino trazado por Marx y Engels que habían abandonado revisionistas como Bernstein y demás social-traidores de la II Internacional, llevándolo a un nuevo y superior nivel que conocemos como Leninismo.
Sr. Garzón Uds. son los auténticos herederos de esa podrida corriente revisionista que vació de su contenido revolucionario y transformador al marxismo.

Concluye este servidor del pasado en la copa nueva del post-modernismo con la siguiente frase:
Me gustaría, por el contrario, que los lectores de este y otros libros, evitaran las argumentaciones funcionalistas y trataran de explicar los mismos fenómenos que nos preocupan a partir de presupuestos metodológicos distintos y más rigurosos. Al fin y al cabo, Bernabé aborda problemas muy reales, muchos de los cuales no he tenido espacio para reseñar (como el del tipo de compromiso militante, la espectacularización de la política, el mercado de consumo en general, etc.) pero que requieren una respuesta adecuada y contundente de la izquierda. Pero, honestamente, creo que el planteamiento de este libro no ayuda a ello.

Por todo lo dicho, me he propuesto leer atentamente el libro de Bernabé, que aunque utiliza conceptos oportunistas que no comparto, como el neo-liberalismo, ha inquietado tanto a los renegados de IU y compañía.

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