El renegado Garzón arremete contra el libro, de Daniel
Bernabé, “La trampa de la diversidad”.
Miguel Alonso.
Me he encontrado un artículo firmado por Alberto Garzón,
de la revisionista Izquierda Unida (que como todo el mundo sabe, no es izquierda
ni está unida) en el que arremete contra el libro del escritor Daniel Bernabé,
uno de los fundadores del portal lamarea.com, “La trampa de la diversidad”.
El libro, que aun no he leído, parece que hace una
certera critica del discurso fraccionador de las reivindicaciones de los “movimientos
sociales”, haciendo de cada una de ellas, la contradicción principal, sin
relación con la lucha de clases.
Repito no he leído aun el libro de Bernabé. pero no es
de extrañar que el archi-revisionista Garzón ataque las tesis expuestas en el
mismo, pues ponen en evidencia el discurso post-moderno y la línea reformista y
oportunista de IU y sus socios de Podemos.
Línea que se ha basado en el fraccionamiento de las
luchas, dotando a cada una de ellas, de un programa individualizado sectorial o en el
caso del feminismo, plegándose a los dictados ideológicos del feminismo radical
pequeño burgués y de sus reaccionarias teorias, por lo general norteamericanas.
Garzón presenta el libro como una queja que no da
respuestas, pues las mismas, hoy, serian volver a la II Internacional
Socialista (claro de la III Comunista, ni nombrarla) pero lanza el dardo de
ortodoxo y economicista a dicho enfoque.
Dice Garzón:
A
pesar de que las hipótesis de Bernabé son muy fuertes, no hay claridad en las
definiciones ni en los mecanismos causales que deberían fundamentar las
explicaciones. Conceptos centrales como posmodernismo, neoliberalismo, clase
media o diversidad son definidos de forma ambigua, como si fueran conceptos
evidentes por sí mismos. Y nada más lejos de la realidad, pues se tratan de
elementos cuya definición es imprescindible para que la explicación sea
consistente.
De
forma aún más gravosa, el argumento utilizado para combinar esos conceptos es
preferentemente funcionalista. Los argumentos funcionalistas son circulares y
la mayor parte de las veces teleológicos, y se puede percibir con claridad que
eso contamina toda la obra. Como se sabe, el funcionalismo trata de explicar el
comportamiento de las partes del sistema de acuerdo a las necesidades del
propio sistema. Necesidades, claro está, que han sido preestablecidas de
antemano y que tampoco quedan claras. Esto es un error muy habitual en parte de
la tradición marxista, aunque fue duramente combatida en los años ochenta por
autores tan diversos como los marxistas analíticos (John Elster, Erik Olin
Wright…)
En este comentario revela este personaje su ideología
post-moderna y su relativización de los conceptos, pues creo que conceptos como
pos-modernismo, clase media, diversidad, incluso neo-liberalismo (concepto
inventado por los doctos revisionistas para negar el imperialismo como fase
superior del capitalismo, tesis marxista-leninista) si están muy claros y solo
la pandilla de revisionistas y oportunistas pretenden confundir con acusaciones
como “funcionalistas” sus argumentos, equiparándolos sutilmente a un dogmatismo
mecanicista.
Citar como a argumento de autoridad a la pandilla de los “marxistas
analíticos” y su cruzada anti-dialéctica, nos señala, con claridad, las fuentes
de las que bebe el Sr. Garzón.
Afirma: El
problema de este tipo de explicaciones es que no son legítimas, aunque sean de
recurso muy fácil.
¡Por Dios, no son legitimas! Afirma este traficante de los
intereses de la clase obrera y al movimiento revolucionario. Él que se califica
de comunista (si alguna vez lo fue), pero lean, no son ataques infundados, son
sus propias palabras:
Y
es que hay cierto marxismo que es capaz de explicar la irrupción de Podemos, el
ascenso de Ciudadanos, la derrota de Pedro Sánchez, la victoria de Pedro
Sánchez, etc. todo a partir del mismo recurso: es funcional al sistema. ¿Por
qué echaron a Pedro Sánchez? Porque el sistema lo necesitaba. ¿Por qué ganó
Pedro Sánchez las primarias y la moción de censura? Porque el sistema lo
necesitaba. Este tipo de explicaciones son ilegítimas.
Como
decía, Bernabé cae en muchas explicaciones de este tipo, aunque más sutiles.
Cabe recordar que no es lo mismo decir «el Estado es utilizado por la burguesía
para reforzarse», lo que sería una descripción legítima, que «el Estado existe
para reforzar a la burguesía», que sería una explicación funcionalista
ilegítima. Y desgraciadamente las hipótesis de Bernabé tratan de explicar
fenómenos sociales a través de argumentos funcionalistas que, como veremos, son
ilegítimos.
Lo que vemos claramente, Sr. Garzón es la revisión del concepto
marxista del Estado como un instrumento de dominación de una clase para hacer
pasar de tapadillo como “legitima” el
Estado es utilizado por la burguesía para reforzarse»
Claro, para el Sr. Garzón, es “legitimo” la defensa
del Estado burgués, como aséptico mecanismo democrático, para sustentar su
estrategia de idiotización electoralista, que renuncia claramente a la
destrucción del mismo, por medios revolucionarios, como base necesaria para
crear una nueva sociedad.
Pero a continuación dice: (para Bernabé) «la
clase media, que fue una ficción pensada para el control social, cumple
eficazmente su función» (pp. 99). De forma similar el libro sugiere, como hemos
visto, que el posmodernismo es una creación del neoliberalismo para acabar con
la izquierda o que el feminismo y las políticas de la diversidad son
funcionales al sistema y que por ello se explica, como mínimo, su moda.
Especialmente llamativo es, como hemos visto, el papel de la clase media, que
parece ser explicada también por la necesidad del sistema. Este modo de
argumentar es erróneo y descarta explicaciones alternativas que están mucho
mejor fundadas (Sic) y que para empezar describen el cómo, es decir, el
mecanismo por el cual las necesidades del sistema se vinculan con las acciones
individuales.
“La clase media” (o más bien clase mierda, ese sector
de la pequeña burguesía desclasada) es claramente un invento demagógico de la sociología
del capitalismo anglosajon, para borrar las definiciones de clase marxistas y
revolucionarias por una estructura de “clase baja, clase media y clase alta”
(también conocida como “los tres tercios”) con un discurso ideológico acorde al
paradigma del “sueño americano” pero parece que docto Garzón lo desconoce o simplemente
lo oculta.
Y pasa a defender el post-modernismo con las siguientes
palabras:
Esta
explicación del surgimiento del posmodernismo, o de su moda y difusión,
descarta otras explicaciones alternativas que son mucho más rigurosas (Sic).
Por ejemplo, que el posmodernismo fue una de las reacciones de la izquierda
ante la crisis evidente tanto de los proyectos políticos realizados en su
nombre como, sobre todo, del marco teórico historicista propio del marxismo. Es
decir, los autores de la nueva izquierda francesa, incluidos bajo la etiqueta
de posmodernismo, iniciaron un nuevo tipo de revisionismo de las tesis
originales del marxismo. Un revisionismo diferente al de Bernstein o el de
Lenin, pero revisionismo al fin y al cabo.
Que defienda el post-modernismo, usando sus palabras, parece
“legitimo,” pero equiparlo al Leninismo o calificar a Lenin de revisionista es
el colmo del delirio de este farsante oportunista, que utiliza el libro critico
de Bernabé, para soltar su veneno de renegado eso sí, con el lenguaje medido y
alambicado que lo caracteriza.
Lenin retomo el camino trazado por Marx y Engels que habían
abandonado revisionistas como Bernstein y demás social-traidores de la II
Internacional, llevándolo a un nuevo y superior nivel que conocemos como Leninismo.
Sr. Garzón Uds. son los auténticos herederos de esa
podrida corriente revisionista que vació de su contenido revolucionario y
transformador al marxismo.
Concluye este servidor del pasado en la copa nueva del
post-modernismo con la siguiente frase:
Me
gustaría, por el contrario, que los lectores de este y otros libros, evitaran
las argumentaciones funcionalistas y trataran de explicar los mismos fenómenos
que nos preocupan a partir de presupuestos metodológicos distintos y más rigurosos.
Al fin y al cabo, Bernabé aborda problemas muy reales, muchos de los cuales no
he tenido espacio para reseñar (como el del tipo de compromiso militante, la
espectacularización de la política, el mercado de consumo en general, etc.)
pero que requieren una respuesta adecuada y contundente de la izquierda. Pero,
honestamente, creo que el planteamiento de este libro no ayuda a ello.
Por todo lo dicho, me he propuesto leer atentamente el
libro de Bernabé, que aunque utiliza conceptos oportunistas que no comparto,
como el neo-liberalismo, ha inquietado tanto a los renegados de IU y compañía.
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