Sin lugar a dudas no, pero tampoco debemos ponernos emotivos étnicamente y pretender mostrar una historia ajena a la realidad objetiva cuyo corolario es hábilmente aprovechado por ciertas corrientes indigenistas para sostener sus proyectos políticos etnonacionalistas, reaccionarios, ajenos a la dinámica de la lucha de clases que se dirime al interior del movimiento indígena/campesino.
Si bien es cierto España colonizó a sangre y a fuego nuestros territorios, diezmando a la población local, sometiendo a los indígenas a la más abyecta explotación y generando un odioso régimen de explotación feudal que, nos guste o no, hasta ahora subsiste de manera evolucionada, no fue la única fuerza que destruyó y masacró a los indígenas que vivían en los territorios que hoy constituyen el Ecuador.
Pocos años antes de la llegada de los españoles, entre 1490-1500 Tupac Yupanqui, sometió violentamente a las confederaciones de los Quitus, Caras y Puruháes. Los combates en escenarios como el de Tiocajas, ahora Guamote, Achupallas, estuvieron marcados por la imposición de un régimen de clases, esclavista, que destruyó el estadio económico-social que atravesaban nuestros pueblos: la comunidad primitiva.
En los años subsiguientes las huestes incásicas de Huaina Capac, después de haber infringido apabullante derrota militar a los Tuntaquis (Atuntaqui) donde dieron muerte a los líderes de la resistencia, cercaron a los Caranquis en las inmediaciones del lago Yahuarcocha (charco o lago de sangre, en la provincia de Imbabura), donde fueron masacrados por los incas y sus cuerpos lanzados al agua, de ahí el nombre de la laguna.
No hay una cifra exacta de los Caranquis cruelmente asesinados, se estiman que fueron entre 30.000 a 40.000 combatientes pasados por las armas.
Este dato, como muchísimos otros más donde también se evidencia la ferocidad con la que actuaron los incas en los territorios que hoy comprometen nuestro país, y, pocos años más tarde, la guerra invasora emprendida por los españoles apoyados por muchos pueblos originarios que buscaban contrarrestar la ofensiva incásica, expresan los necesarios e inevitables saltos dialécticos que tienen que dar las sociedades. De la comunidad primitiva que vivían las confederaciones indígenas en el país, al esclavismo incásico, inconcluso, limitado, que fue rebasado violentamente por el feudalismo español que estuvo entrelazado a relaciones de producción también esclavistas.
No tenemos nada que festejar el 12 de octubre, pero tampoco podemos añorar, y mucho menos, tratar de establecer programa revolucionario para el presente sobre la base de un modelo social, como el anterior a la conquista, queriendo ocultar la dinámica de la lucha de clases de entonces y las contradicciones que existieron entre el imperio inca y las naciones y pueblos oprimidos, como el nuestro.
La lucha de liberación nacional emprendida por nuestros ancestros antes de la llegada de los Españoles es eso, lucha de liberación nacional; posteriormente toma fuerza cuando la alianza quitu-cusqueña trata de oponer resistencia a los españoles, la misma que sucumbe, en gran medida, no obstante subsistir como una expresión de lucha en el tiempo y que se expresa en ese anhelo, brega y programa por recuperar la tierra por parte de los indígenas pobres.
Hoy los oportunistas levantan sus voces en estas fechas (12 de octubre); en el país, la dirigencia del movimiento indígena metafísicamente clama, de la mano de Pachakutik, volver en el tiempos y pretende mostrarnos que en el seno de las nacionalidades indígenas y del campesinado pobre, hay cierta armonía de relaciones cuyo punto de equilibrio es la etnicidad, la identidad étnica. Nada más falso que esto, no pueden ni deben esconder las contradicciones de clase que existe al interior de las minorías nacionales, por lo tanto, sostenemos con vehemencia y objetividad que el problema del indígena y del campesino pobre es la tierra, la recuperación de la tierra por medio de la lucha armada. Poco cuenta el aspecto cultural, religioso, étnico, lo esencial es a qué clase pertenece y por qué clase está dispuesto a luchar. No es su raza o condición étnica, sino su condición de clase lo que marca su comportamiento ideológico y político, sino basta echar una mirada a la Tibán, Pérez, Curicama…, a todos esos cicateros que trafican con ciertas valoraciones culturales de su pueblo para ser serviles a la dictadura de grandes burgueses y grandes terratenientes.
Ya Pachakutik ha colaborado con varios gobiernos, ha tenido bajo su responsabilidad varios ministerios, ahora tienen la presidencia de la Asamblea, empero, aún sin ser el escenario correcto, tampoco han hecho nada por los indígenas y campesinos pobres, por aquellos que no tienen tierras, que viven sumidos en relaciones de producción feudales y semifeduales; que tienen que alquilar tierras para poderlas trabajar, o laborar gratuitamente para el terrateniente para poder tener un lugar donde vivir o para que sus animales puedan pastar. Ni siquiera han hecho el intento por desarrollar una reforma agraria bajo parámetros democrático-burgueses, mucho menos, una reforma agraria revolucionaria, coherente con las demandas históricas del campesinado. A cambio, han formulado leyes y programas que tan solo han permitido ciertas reformas que más apuntan a legitimar la democracia de grandes burgueses y grandes terratenientes.
12 de octubre, nada que festejar, mucho por analizar y evaluar para entender de manera correcta el proceso de formación de nuestras sociedades, aspectos que nos otorgan los suficientes insumos teóricos para poder hacer una correcta caracterización de la sociedad de la cual décimos sigue siendo semifeudal y semicolonial, contrario a la caracterización oportunista del movimiento indígena que a pesar de estar sumido en la más ignominiosa feudalidad y opresión, caracteriza al país como una sociedad capitalista dependiente, para quitarle, precisamente a indígenas y campesinos pobres la responsabilidad de qué, bajo dirección ideológica del proletariado, sean los principales protagonistas de la revolución de Nueva Democracia, cuyo objetivo es el de abolir total y absolutamente la semifeudalidad; destruir el capitalismo burocrático y derrotar al imperialismo.
¡LA TIERRA PARA EL QUE LA TRABAJA!
EL ÚNICO PARAÍSO POSIBLE: EL COMUNISMO
1 comentario:
Excelente artículo con el que estamos plenamente de acuerdo. No se pueden admitir las injusticias del presente ni idealizar las del pasado.
Por la liberación de la clase trabajadora y de la humanidad. Muerte al capitalismo.
¡Viva el comunismo!
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