sábado, 11 de abril de 2009

Sri-lanka: Esto no es una guerra contra el terrorismo.... Un articulo de Tlaxcala



SRI LANKA: Esto no es una guerra contra el terrorismo. Es una guerra racista contra todos los tamiles
Arundhati ROY /Traducido por Ana López para Tlaxcala

El horror que se despliega en Sri Lanka lo hace posible el silencio que lo rodea. Casi no hay información en los medios de comunicación dominantes en India –ni desde luego en la prensa internacional- sobre lo que está ocurriendo. El porqué de esta cuestión es un asunto de gran interés.
Juzgando a partir de la poca información que se filtra, parece que el gobierno de Sri Lanka está utilizando la propaganda de la “guerra contra el terrorismo” como una hoja de higuera tras la que esconderse para desmantelar cualquier parecido con la democracia en el país y para cometer crímenes indescriptibles contra el pueblo tamil. Bajo el principio de que todo tamil es un terrorista hasta que se demuestre lo contrario, zonas civiles, hospitales y refugios se bombardean y se convierten en zonas de guerra. Estimaciones dignas de confianza sitúan el número de civiles atrapados por encima de 200.000. El ejército esrilanqués avanza, armado con tanques y aeronaves.
Mientras tanto, informes oficiales sostienen que se han establecido varias “aldeas de bienestar” para alojar a los tamiles desplazados en los distritos de Vavuniya y Mannar. Según un informe del Daily Telegraph, estas aldeas “comprenderán obligatoriamente centros para todos los civiles que huyan del enfrentamiento”. ¿Se trata de un eufemismo de campos de concentración?
Mangala Samaraveera, el antiguo ministro de asuntos exteriores declaró al Daily Telegraph: “Hace unos meses el gobierno comenzó a censar a los tamiles de Colombo alegando que podían suponer una amenaza contra la seguridad, pero esto se puede explotar con otros propósitos, como hicieron los nazis en los años treinta. Básicamente, pondrán a toda la población civil tamil la etiqueta de terroristas potenciales”.
Teniendo en cuenta su objetivo declarado de “eliminar” a los Tigres de Liberación del Eelam Tamil, este malévolo derribo de civiles y “terroristas” parece señalar que el gobierno de Sri Lanka está a punto de cometer lo que podría acabar siendo un genocidio. Según una estimación de la ONU, ya han muerto varios miles de personas. Miles más están críticamente heridos. Los pocos relatos de testigos presenciales que han salido a la luz son descripciones de una pesadilla infernal.
Lo que estamos presenciando o, mejor dicho, lo que está ocurriendo en Sri Lanka –y lo que se está escondiendo de manera tan efectiva del escrutinio público- es una guerra descarada y abiertamente racista-. La impunidad con la que el gobierno esrilanqués está cometiendo estos crímenes en realidad revela los prejuicios racistas profundamente arraigados que son precisamente los que causaron en un principio la marginación y alienación de los tamiles de Sri Lanka. Ese racismo tiene una larga historia –de ostracismo social, de bloqueos económicos, de pogromos y de tortura-. La naturaleza brutal de las décadas de guerra civil, que comenzó como una protesta pacífica, hunde sus raíces en esto.
¿Por qué este silencio? En otra entrevista Samaraveera dice que “los medios de comunicación libres son prácticamente inexistentes en Sri Lanka hoy en día”. Habla sobre las brigadas de la muerte y “los secuestros de la caravana blanca” que han hecho que la sociedad “se paralice de miedo”. Las voces disidentes, incluyendo las de varios periodistas, han sido secuestradas y asesinadas. La Federación internacional de Periodistas acusa al gobierno de Sri Lanka de usar una combinación de leyes antiterroristas, desapariciones y asesinatos para silenciar al gremio.
Hay informes inquietantes pero sin confirmar que afirman que India está prestando apoyo material y logístico al gobierno esrilanqués en estos crímenes contra la humanidad. Si estos informes son ciertos, es un escándalo. ¿Y los gobiernos de otros países? ¿Pakistán? ¿China? ¿Qué están haciendo para mejorar o empeorar la situación?
En el estado indio de Tamil Nadu, la guerra de Sri Lanka ha alimentado pasiones que han llevado a más de una decena de personas a inmolarse. La angustia y la rabia públicas, en gran parte genuinas, en parte fruto de cínicas manipulaciones políticas, se han convertido en una cuestión electoral.
Es extraordinario que esta preocupación no haya viajado al resto de India. ¿Por qué el silencio de aquí? Aquí no hay “secuestros de caravanas blancas” –al menos no que tengan que ver con esto-. El silencio es inexcusable, dada la escala de lo que está teniendo lugar en Sri Lanka. Más aún porque el gobierno indio tiene una larga historia de irresponsables escarceos durante los conflictos, primero tomando partido por unos y después por otros. Varios de nosotros –incluyéndome a mi misma- que deberíamos haber hablado mucho antes no lo hemos hecho, simplemente por una falta de información sobre la guerra.
De manera que, mientras continúa la matanza, mientras decenas de miles de personas se atrincheran en campos de concentración, mientras más de 200.000 se enfrentan al hambre y mientras un genocidio acecha, en este gran país hay un silencio sepulcral.
Es una tragedia humanitaria colosal. El mundo debe intervenir. Ahora. Antes de que sea demasiado tarde.

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