La Tribuna de Toledo / Provincia
Declaraciones del doctor Paredes
«De clandestino no tengo nada»
J.A.J./Toledo
El médico de urgencias de Illescas niega que colaborara en actos terroristas de Sendero Luminoso. Recuerda que salió sin cargos de dos investigaciones en Perú hechas en 1993
«Me conoce la Policía, porque tengo mi DNI y pasaporte español en regla, me conocen los bancos, porque tengo una hipoteca, y me conoce Hacienda. De clandestino, no tengo nada». Reincorporado a su puesto en el servicio de urgencias del Centro de Salud de Illescas, el doctor Luis Enrique Paredes del Pino reivindica la normalidad de su vida en España durante casi 20 años. Una normalidad que busca recuperar después de verse detenido el pasado lunes tras ser reclamado por la Justicia de su país, Perú, por una presunta vinculación al grupo terrorista Sendero Luminoso que data de un lejano 1993. Hoy, como entonces, este facultativo peruano con ciudadanía española desde 1997 niega su colaboración con la banda guerrillera, frente a un proceso legal sin garantías en Perú que le hizo merecedor del asilo político en España.
Al menos, destaca «el trato correcto» de los agentes de paisano que le arrestaron cuando se dirigía con su mujer -también médico- para hacer unas compras. Tras el traslado a una comisaría de Madrid, tuvo que esperar al martes para, tras prestar declaración, recuperar su libertad, mientras llega una petición de extradición del Perú. Un país al que no ha vuelto en todo este tiempo y del que reclama «garantías» para un retorno en el que exige que su inocencia sea reconocida.
Una delación y un juez sin rostro.
Tras su última detención, el doctor Paredes ha puesto en manos de su abogado toda la documentación sobre su primer periplo por la maquinaria judicial peruana. Este duro camino arrancaba en el servicio de urgencias del Hospital Regional de Huacho, una capital de provincias costera a unos 150 kilómetros de Lima. El facultativo llevaba ya una decena de años allí destinado cuando en un día de comienzos del año 93 llegaba a su consulta un hombre y su mujer. «Presentaban molestias comunes, como cefaleas», explicando que les atendió como a cualquier paciente. No podía suponer que estas personas fueran miembros de Sendero Luminoso. Y menos que la mujer, para beneficiarse de una Ley de Arrepentimiento que reducía penas a reos de terrorismo a cambio de delatar a otras personas, le señalara como el médico de una célula de la banda.
A partir de ahí, llegó su detención, bajo la falta de garantías judiciales después de que el presidente peruano de la época, Alberto Fujimori, anulara al Parlamento e interviniera el Poder Judicial tras dar un ‘autogolpe’. Paredes recuerda que su procesamiento arrancaba sin abogado defensor bajo la siniestra figura de un ‘juez sin rostro’ militar. «No se les podía ver la cara, supuestamente para evitarles represalias, pero las garantías que ofrecían eran nulas», recuerda. Pese a esto, esta primera investigación acabó, comenta Paredes, con un «no mérito de juicio», el equivalente legal peruano al archivo de un caso, al quedar refutado el testimonio de su delatora por los demás miembros de la célula. Lo mismo pasó cuando el asunto llegó a la Justicia Civil. Tras 98 días de presidio, el facultativo retornaba a las urgencias del Hospital de Huacho.
Pero esto no fue el final. En junio de 1994, coincidiendo con un proceso electoral en el que el Gobierno fujimorista jugó la baza del antiterrorismo, apareció una orden de búsqueda en su contra en ’El Peruano’, el equivalente andino de nuestro BOE. Tras consultar con la asociación local de Derechos Humanos Aprode y la Federación Médica peruana, todos le dicen lo mismo, «que voy a ir preso». Estas organizaciones le facilitaron la documentación necesaria para, en septiembre de ese año, desembarcar en España como asilado político. Su convalidación del título de Medicina hizo el resto, logrando la nacionalidad española e instalarse en el servicio de urgencias de Illescas en el 2000.
En este tiempo, Paredes afirma que ha intentado «hasta en cuatro ocasiones» anular los antecedentes penales en el Perú, lo que no ha sido posible por trabas burocráticas. Y afirma que es el primer interesado en aclarar su situación. «Si a mí me garantizan ciertas condiciones, voy y me presento. Porque yo sé que soy inocente», manifiesta. Pide un proceso rápido que asegure la vuelta a su vida actual.
Tras revivir a su 57 años amargos recuerdos con su detención, destaca que su quehacer de años en Illescas ha contribuido al apoyo tanto de sus vecinos como de compañeros y superiores del Servicio de Salud. Pese a la obligación de comparecer cada 15 días en sede judicial, afirma confiar en la Justicia española y deja una reflexión. «Lo mejor es no opinar de lo que no se conoce, cuando tenemos una familia y unos hijos que sufren en estas circunstancias», afirma al ver la repercusión mediática que generó su arresto
«Me conoce la Policía, porque tengo mi DNI y pasaporte español en regla, me conocen los bancos, porque tengo una hipoteca, y me conoce Hacienda. De clandestino, no tengo nada». Reincorporado a su puesto en el servicio de urgencias del Centro de Salud de Illescas, el doctor Luis Enrique Paredes del Pino reivindica la normalidad de su vida en España durante casi 20 años. Una normalidad que busca recuperar después de verse detenido el pasado lunes tras ser reclamado por la Justicia de su país, Perú, por una presunta vinculación al grupo terrorista Sendero Luminoso que data de un lejano 1993. Hoy, como entonces, este facultativo peruano con ciudadanía española desde 1997 niega su colaboración con la banda guerrillera, frente a un proceso legal sin garantías en Perú que le hizo merecedor del asilo político en España.
Al menos, destaca «el trato correcto» de los agentes de paisano que le arrestaron cuando se dirigía con su mujer -también médico- para hacer unas compras. Tras el traslado a una comisaría de Madrid, tuvo que esperar al martes para, tras prestar declaración, recuperar su libertad, mientras llega una petición de extradición del Perú. Un país al que no ha vuelto en todo este tiempo y del que reclama «garantías» para un retorno en el que exige que su inocencia sea reconocida.
Una delación y un juez sin rostro.
Tras su última detención, el doctor Paredes ha puesto en manos de su abogado toda la documentación sobre su primer periplo por la maquinaria judicial peruana. Este duro camino arrancaba en el servicio de urgencias del Hospital Regional de Huacho, una capital de provincias costera a unos 150 kilómetros de Lima. El facultativo llevaba ya una decena de años allí destinado cuando en un día de comienzos del año 93 llegaba a su consulta un hombre y su mujer. «Presentaban molestias comunes, como cefaleas», explicando que les atendió como a cualquier paciente. No podía suponer que estas personas fueran miembros de Sendero Luminoso. Y menos que la mujer, para beneficiarse de una Ley de Arrepentimiento que reducía penas a reos de terrorismo a cambio de delatar a otras personas, le señalara como el médico de una célula de la banda.
A partir de ahí, llegó su detención, bajo la falta de garantías judiciales después de que el presidente peruano de la época, Alberto Fujimori, anulara al Parlamento e interviniera el Poder Judicial tras dar un ‘autogolpe’. Paredes recuerda que su procesamiento arrancaba sin abogado defensor bajo la siniestra figura de un ‘juez sin rostro’ militar. «No se les podía ver la cara, supuestamente para evitarles represalias, pero las garantías que ofrecían eran nulas», recuerda. Pese a esto, esta primera investigación acabó, comenta Paredes, con un «no mérito de juicio», el equivalente legal peruano al archivo de un caso, al quedar refutado el testimonio de su delatora por los demás miembros de la célula. Lo mismo pasó cuando el asunto llegó a la Justicia Civil. Tras 98 días de presidio, el facultativo retornaba a las urgencias del Hospital de Huacho.
Pero esto no fue el final. En junio de 1994, coincidiendo con un proceso electoral en el que el Gobierno fujimorista jugó la baza del antiterrorismo, apareció una orden de búsqueda en su contra en ’El Peruano’, el equivalente andino de nuestro BOE. Tras consultar con la asociación local de Derechos Humanos Aprode y la Federación Médica peruana, todos le dicen lo mismo, «que voy a ir preso». Estas organizaciones le facilitaron la documentación necesaria para, en septiembre de ese año, desembarcar en España como asilado político. Su convalidación del título de Medicina hizo el resto, logrando la nacionalidad española e instalarse en el servicio de urgencias de Illescas en el 2000.
En este tiempo, Paredes afirma que ha intentado «hasta en cuatro ocasiones» anular los antecedentes penales en el Perú, lo que no ha sido posible por trabas burocráticas. Y afirma que es el primer interesado en aclarar su situación. «Si a mí me garantizan ciertas condiciones, voy y me presento. Porque yo sé que soy inocente», manifiesta. Pide un proceso rápido que asegure la vuelta a su vida actual.
Tras revivir a su 57 años amargos recuerdos con su detención, destaca que su quehacer de años en Illescas ha contribuido al apoyo tanto de sus vecinos como de compañeros y superiores del Servicio de Salud. Pese a la obligación de comparecer cada 15 días en sede judicial, afirma confiar en la Justicia española y deja una reflexión. «Lo mejor es no opinar de lo que no se conoce, cuando tenemos una familia y unos hijos que sufren en estas circunstancias», afirma al ver la repercusión mediática que generó su arresto
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