El ‘jardinero fiel’ viaja a Perú, un nuevo paraíso para la experimentación médica
Un ensayo con arroz transgénico en bebés revela la falta de seguridad sanitaria de algunas investigaciones.
Almudena Toral / Diagonal
Perú constituye un vergel legal para la investigación científica debido a su laxa regulación sobre ensayos clínicos. Dos madres piden justicia porque experimentaron con sus hijos enfermos sin su consentimiento.
Diana Canessa y Johana Sánchez están detrás de la denuncia que, en enero de 2010, interpuso contra el Estado peruano el Instituto de Defensa Legal (IDL), una organización de derechos humanos que hace seguimiento de políticas públicas. La Asociación de Médicos de Perú había presentado ya en 2006 una denuncia que fue desestimada. Sánchez, quien llevó a su hijo al hospital dos días después que Canessa y recibió una información similar, apunta que le pareció raro que el Estado fuera tan generoso: pañales, medicamentos, almuerzos, balones y camisetas de regalo. La diarrea de ambos niños mejoró a corto plazo, pero a los pocos días ambas tuvieron que volver a llevar a los niños al hospital. Desde entonces, según relatan las madres, sus hijos son enfermizos y han desarrollado diferentes cuadros alérgicos.
“Si en el documento que firmé en el hospital hubiera estado la palabra experimento yo no hubiera aceptado, aunque en ese momento no tuviera plata. Se aprovecharon de mi necesidad, de la situación, de mi hijo, de que no teníamos dinero”, se lamenta Canessa, madre de 28 años que vive en Carabayllo, uno de los distritos marginales al norte de Lima.
Secuelas tras el ensayo
Canessa incide en que nunca dio el consentimiento para que su hijo fuera uno de los 140 bebés usados como conejillos de indias en este ensayo clínico con arroz transgénico. Cinco años después, el niño sufre alergias quizá provocadas por el experimento y la doctora de la Asociación Médica de Perú que denunció el caso, Flora Luna, afirma que está en juego la posibilidad de que en el futuro pueda sufrir alzheimer, cáncer o artritis.
“Tienes que firmar, apúrate mamita porque ¡mira cómo está tu bebé!”, recuerda Canessa que le dijo la enfermera. La practicante rellenó el formulario por ella, le dijo que era un nuevo programa y que su niño iba a mejorar rápido. Nadie le explicó que era un experimento o de qué se trataba el mismo. Tampoco tuvo oportunidad de leer el protocolo en sí, que de todas formas estaba escrito en un lenguaje técnico y evasivo.
El experimento se prohibió en monos en EE UU antes de que se realizara con recién nacidos en Perú
Debido a la extremadamente laxa legislación peruana para regular los ensayos clínicos, el país se ha convertido en una suerte de paraíso para investigadores y laboratorios del hemisferio norte. “Los que quieren aprovecharse de la gente pobre, indigente, aquí tienen todas las oportunidades”, dice Alexandro Saco, analista independiente que trabaja sobre cuestiones de sanidad pública. La doctora Luna, ex presidenta de la Asociación Médica de Perú, indica que la agencia gubernamental estadounidense FDA, Food and Drug Administration (Administración de Alimentos y Fármacos), había prohibido tres veces este experimento médico en monos en EE UU antes de que se realizara con recién nacidos en Perú.
Contra el Estado
Diana Canessa y Johana Sánchez están detrás de la denuncia que, en enero de 2010, interpuso contra el Estado peruano el Instituto de Defensa Legal (IDL), una organización de derechos humanos que hace seguimiento de políticas públicas. La Asociación de Médicos de Perú había presentado ya en 2006 una denuncia que fue desestimada. Sánchez, quien llevó a su hijo al hospital dos días después que Canessa y recibió una información similar, apunta que le pareció raro que el Estado fuera tan generoso: pañales, medicamentos, almuerzos, balones y camisetas de regalo. La diarrea de ambos niños mejoró a corto plazo, pero a los pocos días ambas tuvieron que volver a llevar a los niños al hospital. Desde entonces, según relatan las madres, sus hijos son enfermizos y han desarrollado diferentes cuadros alérgicos.
Si bien no se conocen con certeza los efectos del biofármaco que utilizaron con sus hijos en fase experimental, la polémica está servida. “Las variaciones en las proteínas de la solución usada generan una alteración en el sistema inmune. A corto plazo provocan reacciones alérgicas. A largo plazo se describen enfermedades como artritis, alzheimer e incluso cáncer”, advierte la doctora Luna.
Otros médicos discrepan y consideran esta hipótesis alarmista. Al ser el alzheimer y el cáncer enfermedades que se desarrollan a largo plazo, es difícil demostrar su relación con transgénicos. El doctor Ricardo Fujita, de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Martín de Porres de Lima, es un ferviente defensor de los mismos: “Este ensayo fue positivo porque vi los resultados científicos. No tiene nada de criminal porque va a ayudar a gente pobre”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario