jueves, 11 de septiembre de 2008

CHILE: A 35 años del 11 de Septiembre.-


Con motivo del 35 aniversario del Golpe de Estado fascista en Chile, que puso tragicamente fin al camino reformista, publicamos el presente texto tomado de la Breve Sintesis História del Movimiento Obrero Chileno editado por el PCR de Chile en 1978.
(Archivo Revolucionario Comunista)




ALGUNAS LECCIONES QUE EL MOVIMIENTO OBRERO DEBE EXTRAER DE LA FRACASADA EXPERIENCIA DE LA UNIDAD POPULAR.

El triunfo electoral de la Unidad Popular y sus tres años de vida, fueron posibles, entre otros factores, gracias al apoyo que tuvo del Movimiento Obrero y popular. Como hemos visto en el transcurso de esta breve síntesis histórica, el Movimiento Obrero, sus luchas y sus organizaciones, fue arrastrado a los compromisos con la burguesía en diversas oportunidades, debido a la influencia predominante de tendencias reformistas y oportunistas y a la ausencia de una alternativa y dirección correctas.
Vimos como las experiencias populistas de Arturo Alessandri, del primer período de Carlos Ibáñez, de Pedro Aguirre Cerda y Juan Antonio Ríos, llevaron poco a poco al Movimiento Obrero a ponerse a la cola de la burguesía y sus proyectos. Se encuadra a sus organizaciones y a la lucha dentro de los marcos legales burgueses, con lo que se fue perdiendo la combatividad y solidaridad revolucionaria de sus inicios. Se embarca permanentemente al Movimiento Obrero y se comprometió a sus organizaciones en todos los eventos electorales burgueses. Esto, unido a la transformación de los organismos máximos en apéndices del Estado, cada vez que se comprometieron sus dirigentes con los gobiernos populistas burgueses, condujo a las continuas divisiones del Movimiento Obrero.
La participación de los dirigentes de las organizaciones obreras en los gobiernos, como consejeros o ejecutivos de instituciones fiscales y empresas, como ministros o parlamentarios, crea las condiciones para el desarrollo de una fuerte capa de burócratas desclasados que se adueñan de las organizaciones sindicales. Todo esto cambio el carácter mismo de las organizaciones y de las luchas de la clase obrera. Las dirigencias burocráticas terminaron transformándose en simples intermediarios entre las masas asalariadas y el Estado patronal, muchas veces, a favor del Estado y de los patrones y en contra de los trabajadores (como sucedió en todas las experiencias populistas analiza das, incluida la experiencia de la UP.).
Todo lo anterior imposibilita el desarrollo de una alternativa propia, independiente, revolucionaria y proletaria para el Movimiento Obrero y popular, desarmándolo en lo político e ideológico, dividiéndolo y llevándolo a depender totalmente de los, proyectos de la burguesía reformista.
Lo descrito, que se observa claramente en el desarrollo del Movimiento Obrero a lo largo de sus casi 100 años de existencia, explica por qué la clase obrera y las masas populares pudieron ser arrastradas tras la alternativa reformista de la unidad Popular. Explica por qué se encandilo a las masas asalariadas con la posibilidad de utilizar el Gobierno, el Estado burgués, sus leyes y sus instituciones, para derrocar a la propia burguesía. Largos años de reformismo y oportunismo enquistados en las filas del Movimiento Obrero, hicieron posible que fuese ilusionado en la falsa "vía pacífica" y en un "socialismo" más falso aún.
La propia historia se ha encargado de demostrar con creces el carácter brutal y represivo del sistema capitalista, el que ha utilizado permanentemente la violencia del Estado, de sus leyes y de sus instituciones especialmente creadas para este fin, como son las Fuerzas Armadas, contra las masas asalariadas. El Estado burgués, sus leyes e instituciones, es la organización política esencial de la burguesía para proteger el sistema capitalista y dependiente de explotación y aplastar la resistencia que este sistema genera en las clases explotadas. El estado "es una máquina para sostener el dominio de una clase sobre otra".
La historia ha demostrado, también, que incluso la forma política más avanzada del Estado burgués -la república democrática con el Parlamento y el reconocimiento formal del sufragio universal- sigue siendo un instrumento de dominación en manos del capital. "La fuerza del capital lo es todo, la Bolsa lo es todo, y el Parlamento, las elecciones, sólo son marionetas, muñecos".
Someter al pueblo, mediante el Estado, a la explotación y las miserias que engendran el sistema capitalista y dependiente del imperialismo, como el nuestro, es un acto de violencia permanente y sistemática; violencia que se transforma en masacres periódicas o en regímenes de terror (como el actual), cada vez que el pueblo con sus luchas amenaza esta estructura social. Por lo tanto, la "vía pacífica" es sólo un mito destinado a desarmar al pueblo, lo que en definitiva, sirvió para facilitar a los reaccionarias fascistas e imperialistas desatar su golpe de Estado e instaurar el régimen de terror.
Es necesario, así mismo, que el proletariado aprenda las experiencias internacionales, de las enseñanzas que han dejado las revoluciones proletarias, así como de los fracasos transitorios por los que atraviesan algunas de estas revoluciones. Estas enseñanzas nos muestran que hay dos tipos de socialismo completamente opuestos: 1) el socialismo burgués y sus variantes, y 2) el socialismo auténtico, proletario y científico. No todo lo que tiene etiqueta de socialismo es tal. Durante la pasada experiencia reformista de la UP, se pretendió hacer creer al pueblo que se construía el socialismo o que se avanzaba hacia él, pero esta es otra mentira tan burda como la "vía pacífica".
Para construir el socialismo es necesario, en primer lugar, derrocar del Poder a la burguesía, al imperialismo y a todos los reaccionarios.
Hay que destruir el Estado burgués y construir, sobre sus ruinas, el Estado proletario, que no puede ser otro que la Dictadura del Proletariado en cualquiera de sus formas. El principal componente del Estado burgués son sus Fuerzas Armadas; sin destruirlas es completamente imposible asegurar la victoria y construir el socialismo. Sólo cuando el proletariado a la cabeza de las masas populares logre conquistar efectivamente el Poder, podrá expropiar al imperialismo y a los grandes monopolistas y echar las bases económicas para avanzar hacia una sociedad auténticamente socialista, como así también, desarrollar las bases ideológicas y políticas, sin las cuales, tampoco es posible avanzar y consolidar los pasos en dirección al socialismo.
En cambio, lo que en Chile se pretendía hacer pasar por socialismo, no era otra cosa que el desarrollo del capitalismo de Estado, mediante la expropiación con pago de algunas empresas imperialistas, monopolios y latifundios. Para ello, se respetó todos los privilegios de los imperialistas y reaccionarios, dejándole sus instituciones y sus manos libres para boicotear y conspirar. Se pretendió utilizar el mismo Estado y sus mismas leyes para obligar a la burguesía a aceptar ese tipo de capitalismo de Estado. Se llega a decir que el Ejército era "el pueblo con uniforme". Mientras se trataba de llevar adelante esta política reformista, se hacía lo posible por frenar y controlar las luchas populares, someter a las masas trabajadoras a las condiciones económicas caóticas que generó esa política, impidiendo que se armaran y contuvieran el avance fascista, golpeando y empujando a los sectores medios, a los brazos de los ultra-reaccionarios.
La experiencia reformista de la UP demostró que, en países como el nuestro, se gobierna con el imperialismo o contra él; con las masas populares o contra ellas; sin que exista un camino intermedio entre estas dos posibilidades.
Demostró que el pueblo chileno, constituido por obreros, campesinos pobres, capas medias de la ciudad y del campo, estudiantes e intelectuales progresistas, que en conjunto representan más del 90% de la población, no tienen ninguna posibilidad de avanzar en su liberación, sino cuentan para ello con sus propias armas, con su propio ejército dirigido por el proletariado y un auténtico partido de vanguardia.
También demostró que no puede haber una victoria fácil y que esta caiga desde el cielo. El pueblo chileno lleva cien años de lucha contra la explotación y, sin embargo, hoy podemos decir que estamos casi como empezó el Movimiento Obrero. Naturalmente, esto ha sucedido así por la falta, de una línea y dirección correcta y revolucionaria. Pero, lo que nos demuestra es que el proceso de liberación será relativamente largo y lleno de sacrificios, a los que hay que estar dispuestos.
Otra lección que debe recoger el Movimiento Obrero, es que no puede avanzar en sus objetivos reivindicativos y políticos, no puede desarrollar el camino hacia la liberación, si no aísla, combate y destruye las influencias del reformismo y oportunismo en su propio seno.
Se demostró, además, que el proletariado debe fortalecer su unidad y sus organizaciones, eliminando de sus filas a las burocracias sindicales que han sembrado el oportunismo y la colaboración con la burguesía. Debe ponerse al frente de la organización sindical, a los obreros más honestos y luchadores, aún cuando ellos no tengan suficiente experiencia. Se necesita que los dirigentes se mantengan estrechamente unidos a sus bases para que éstas puedan criticarlos y ayudarlos cuando cometan errores, o bien, sustituirlos cuando así lo estimen conveniente. Debe impedirse que dirigentes sindicales a cualquier nivel, ocupen cargos en la administración pública o en las empresas, así como en partidos políticos burgueses o en el Parlamento.
Finalmente, se demuestra que, para avanzar en la liberación, el proletariado debe unir, tras una alternativa revolucionaria correcta e independiente, al campesinado pobre y demás sectores populares contra los grandes enemigos de nuestro pueblo, que son el imperialismo norteamericano, los monopolistas y los latifundistas. Así mismo, el proletariado debe dirigir firmemente todo este proceso mediante la organización y desarrollo de su propio partido político, un auténtico partido revolucionario del proletariado. Este partido no debe entenderse similar a los que hasta ahora hemos conocido, que basan su actuación en el electoralismo y parlamentarismo, engañando a las masas con grandes proyectos demagógicos cada vez que se realiza una elección. Debe ser, por el contrario, un partido esencialmente para impulsar, desarrollar y dirigir la lucha de clases del proletariado a la cabeza de las masas populares contra los grandes enemigos. Debe ser un partido dispuesto a encauzar y elevar constantemente esta lucha a niveles superiores de organización y combatividad, hasta llegar a desarrollar la lucha armada popular, con el objetivo de conquistar el Poder. Debe ser un partido que cuente con una teoría revolucionaria, que no puede ser otra que la teoría del socialismo científico. Debe ser, así mismo, un partido que mantenga estrechos vínculos con las amplias masas, disciplinado y que en forma permanente desarrolle la crítica y auto-crítica entre sus filas.
A nuestro juicio, estas son las principales conclusiones que se desprenden de esta primera visión, muy resumida, de la historia del Movimiento Obrero en Chile y, particularmente, de la experiencia de la UP. Consideramos que el proletariado debe hacer mayores esfuerzos para profundizar este estudio, extraer conclusiones más ricas aún, y así, fortalecer su visión política. Esto lo facultará para prepararse para las futuras luchas, para las futuras etapas por las que necesariamente tendrá que pasar el Movimiento Obrero y popular, las que sin duda, tarde o temprano, lo conducirán a la victoria definitiva sobre sus enemigos de clase. Grande es, entonces, 1a responsabilidad que tenemos los sectores más avanzados del proletariado chileno. Hagamos esfuerzos por elevarnos a la altura de nuestra misión histórica, como clase dirigente y de vanguardia.

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