lunes, 12 de octubre de 2020

COLOMBIA: ¡Contra El Hambre, La Miseria Y El Terror Dictatorial Capitalista!

 

¡Bancos llenos de dinero y la gente sin con qué comprar sus alimentos, el vestuario y la vivienda!

¡Fábricas y empresas cerradas o funcionando a media marcha y millones de trabajadores sin empleo!

¡Almacenes y bodegas repletos de mercancías necesarias; y quienes las producen sin poderlas disfrutar!

¡Plazas y supermercados abarrotados de comida y las masas populares aguantando hambre!

¡Casas y apartamentos desocupados y mucha gente viviendo en covachas de plástico y cartón!

¡Hospitales abandonados, cerrados o medio-abiertos y los enfermos muriendo en sus aceras!

Pareciera todo, como una maldición contra el pueblo humilde y trabajador a quien de encime le toca colocar los muertos en la guerra y por la pandemia de la COVID-19.

Sin embargo, no existe tal maleficio, ni un perverso destino, ni una suerte funesta, ni un castigo sobrenatural. La causa de todos esos males está en el fondo de la sociedad, en su base económica donde el gran desarrollo de los instrumentos de trabajo y de la experiencia productiva de los trabajadores, es amordazado, asfixiado, constreñido, por las relaciones entre los dueños de los medios de producción (capitalistas) y los dueños de la fuerza de trabajo (obreros), porque son relaciones de explotación asalariada, mediante la cual la riqueza producida socialmente se la apropia un puñado de parásitos capitalistas, y a quienes con su fuerza de trabajo han forjado esa riqueza, se les condena a vivir de un mísero salario.

Y aún más, en épocas de crisis del capitalismo como ahora, esas relaciones de explotación se tornan más sangronas y esclavistas; crisis cuyo inicio fue en el 2008 y desde entonces persiste y se profundiza a través de relativos vaivenes o altibajos.

De las crisis, unos pocos capitalistas se hacen más fuertes, la mayoría ganan menos pero no dejan de ganar, pero sí aprovechan esta situación para afirmar que sus negocios venían en recuperación y los dañó la pandemia. ¡Falso! La crisis económica venía desde antes, no se ha recuperado y la pandemia simplemente la profundizó. A los capitalistas no les gusta hablar ni aceptar la gravedad y sobre todo la inevitabilidad de las crisis económicas de su sistema, porque ellas muestran en la carne viva de los trabajadores las abominables consecuencias de la explotación asalariada. Las crisis económicas son una enfermedad incurable del capitalismo, causadas por la contradicción fundamental del sistema y su forma anárquica de producción que no puede planificar nada, pues no produce para cubrir las necesidades de la población, sino para aumentar el insaciable apetito de ganancia de los capitalistas. En medio de la abundancia de mercancías, las masas no pueden acceder a ellas y por el contrario durante las crisis se ahonda mucho más su miseria.

Se le llama fundamental a la lucha entre la producción cada vez más social y su apropiación cada vez más privada, o en otras palabras, a la contradicción entre los ricos cada día más ricos y los pobres cada vez más pobres; contradicción antagónica, inconciliable e insostenible que tarde o temprano hará estallar desde adentro este sistema de explotación y anarquía, porque a los capitalistas solo les interesa ganar y acumular capital, sin pensar en las verdaderas necesidades de la población; lo cual sí lo resuelve la planificación en el socialismo.

Es así que durante este año, la crisis económica agravada por la pandemia, causó un fenomenal decrecimiento de la economía del país llegando en abril hasta un -15,7% y un -35,8% de caída en la producción industrial manufacturera, llevando a una rebaja general de las ganancias de los empresarios donde unos cuantos sí logran acaparar y monopolizar los despojos de las quiebras y cierres de cientos de empresas sobre todo medianas y pequeñas. Así mismo fueron 5,4 millones los despedidos, de los cuales muchos engrosaron las filas del desempleo crónico o ejército industrial de reserva que ya sobrepasa los 4,5 millones, y otros se refugiaron en el ejército de los trabajadores “informales” que aguanta hambre por cuenta propia y ya ronda los 15 millones en el país. Entre marzo y septiembre 689 hombres y 170 mujeres se suicidaron en su mayoría a causa del desespero por el hambre y la miseria.

Los capitalistas siempre chillan porque no pueden ganar más, y si disminuyen sus ganancias por la crisis, chillan más y de brazo con su gobierno mafioso, so pretexto de ahorrar costos, despiden trabajadores, roban sus prestaciones, aumentan la carga y rebajan el salario a quienes quedan con empleo, decretan leyes suprimiendo derechos a todos los asalariados… y si estos protestan y piden pan y trabajo, les dan palo y plomo.

La crisis es en el fondo la voz de las fuerzas productivas, la voz de los expropiados, que exige romper las ataduras de la explotación asalariada y de toda otra forma de explotación.

Las desastrosas consecuencias de la crisis en la humanidad de los pobres indican que es imposible seguir viviendo en este infierno, que es inaceptable seguir siendo sumisos y resignados, y así muy bien lo han entendido los trabajadores encabezados hoy por la juventud, que hastiados de tanta hambre, miseria y terror dictatorial de los capitalistas, se lanzan a la calle a enfrentar a los guardianes de la esclavitud asalariada; a exigir, no las limosnas que distribuye el régimen entre sus huestes, sino las reivindicaciones necesarias para recuperar unas mejores condiciones vida y de trabajo.

Tales son los objetivos inmediatos de la lucha de masas cuyo derrotero próximo no puede ser otro, que ir al Paro General Indefinido para conquistar por la fuerza las reivindicaciones económicas básicas y los derechos políticos y sindicales conculcados, para enfrentar el hambre, la miseria y el terror dictatorial de los capitalistas.

La batalla del Paro General Indefinido para poder hablar de tú a tú con los representantes políticos de los explotadores, debe ser más radical y masivo que los levantamientos del 21 y 22 de noviembre del año pasado y del 9 y 10 de septiembre de este año.

No se puede permitir que las movilizaciones de masas y el Paro General Indefinido, sean aprovechadas por los politiqueros para cambiar el gobierno en las próximas elecciones, por otro que supuestamente administre con guante de seda el hambre, la miseria y la dictadura capitalista.

Un Paro General Indefinido con la participación activa de los trabajadores del campo y la ciudad en la movilización y en la huelga, pondrá a tambalear el debilucho régimen uribista, y causará su caída no para reemplazarlo por otro monigote defensor de la explotación asalariada, sino para avanzar hacia la derrota revolucionaria de todo el poder político de los capitalistas, y entonces sí, el pueblo armado de la ciudad y el campo, usará su poder para garantizarle a los trabajadores el pan, el trabajo y la emancipación.

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