El 12 de octubre ha sido denominado como el día de la “raza”, eufemismo que pretende manejar una visión ecléctica del “encuentro” de dos mundos diametralmente opuestos.
En verdad, no hay nada que celebrar, cierto es, porque la conquista de América y particularmente de los pueblos que habitaban las tierras que comprometen el Ecuador de hoy, fue a sangre y fuego, y no precisamente por una “raza” superior, sino por un modo de producción más avanzado: el feudalismo.
Una visión sesgada, indigenista, nos quiere vender la idea de que antes de la llegada de los españoles nuestros territorios eran alamedas de paz, armonía, igualdad y otras tantas cosas más sin considerar que previa a la llegada de los españoles, aquellos pueblos que se desarrollaban en la comunidad primitiva fueron violentamente sometidos por los cusqueños (Incas) quienes también trajeron dolor, miseria, explotación, sangre, instaurando un régimen esclavista. Basta analizar la historia de Huayna Capac y sus campañas militares de sumisión a nuestros pueblos, entre otros, pastos, caranquis, cayambis, quitus, cañaris, chachas, cuyos habitantes fueron convertidos en pínas o pinacunas (esclavos) o el largo destierro forzado de pueblos enteros que pasaron a convertirse en esclavos de los cusqueños.
¿Qué queremos decir con esto?, que el problema del indio antes de la conquista ya no era un problema de razas, de etnias, sino de clases, porque ya hubo propiedad privada sobre los medios de producción y con ella la existencia de clases con antagonismos irreconciliables.
La criminal, cruenta y explotadora presencia de los ganapanes de las clases dominantes de España, feudales y coloniales, desplazaron del Poder a las clases dominantes, cruentas y explotadoras de los Incas que impusieron el esclavismo, también a sangre y a fuego.
No hay nada que celebrar con la venida de los españoles, como tampoco había nada que celebrar con la llegada de los cuzqueños (Incas) pues de una u otra manera interrumpieron el proceso de formación de nuestra nacionalidad y el desarrollo de sus fuerzas productivas en el marco de la lucha de clases y la lucha por el Poder.
Si España nos sometió en condiciones de colonia, hoy somos subyugados por el imperialismo yanqui, principalmente, que ha hecho de nuestro país una semicolonia.
Si con los Incas fuimos sometidos a una condición de esclavos, con los españoles fuimos sometidos a un régimen feudal que se ha dado modo de subsistir en el tiempo, cuyas expresiones en las relaciones de producción y en el campo de la conciencia hoy se manifiestan o exponen como semifeudalidad.
Somos un país semicolonial y semifeudal donde el imperialismo desenvuelve un capitalismo burocrático, de dictadura de grandes burgueses y grandes terratenientes. Bajo este antecedente, lo que corresponde al campesinado pobre independientemente de su etnicidad, en alianza con el proletariado, desarrollar una revolución de Nueva Democracia, una forma cómo se expresa la dictadura del proletariado en una sociedad con nuestras características y acorde a los requerimientos que tiene el proletariado, el campesinado pobre y demás masas oprimidas por destruir el dominio imperialista, principalmente yanqui, destruir el capitalismo burocrático, confiscando la propiedad monopolista estatal y no estatal; destruir la propiedad terrateniente bajo la premisa de que la tierra es de quien la trabaja.
EL PROBLEMA DEL INDIGENADO POBRE ES EL PROBLEMA DE LA TIERRA Y SOLO SE RESUELVE CON GUERRA POPULAR
POR LA REVOLUCIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA: ¡VENCEREMOS!
¡SALVO EL PODER TODO ES ILUSIÓN!
1 comentario:
La lucha no es étnica, sino de clases. Exacto.
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