El fantasma de la revolución ronda el mundo
Verdaderos levantamientos de masa ocurrieron en
Grecia, España, Inglaterra, además de grandes manifestaciones en Francia,
Italia, Portugal, Irlanda, Alemania, etc. Grandes protestas contra el desempleo
y el empobrecimiento de la población ocurren también en USA. Miles de israelíes
exigen mejores condiciones de vida en las calles de Tel Aviv.
La revuelta popular que barrió el norte de África y
Oriente Medio ha provocado la caída de viejos tiranos y dificultado la
entronización de nuevos. Miles de prisioneros palestinos hacen huelga de hambre
y se solidarizan con los prisioneros estadounidenses, en la misma condición.
Los estudiantes chilenos trabaron batallas campales contra el viejo Estado, en
un conmovedor movimiento, a pesar del revisionismo que lo parasita.
En América Latina, las masas progresivamente dejan de
eludirse con la falacia del “proceso de cambio” de regímenes caudillescos,
populistas y demagógicos y también se lanzan en protestas masivas, y siempre,
duramente reprimidos. Ejemplo de esto son los últimos acontecimientos en la
Bolivia de Evo Morales.
En países como
India, Turquía, Perú y Filipinas, en que ha décadas sus pueblos oponen heroica
guerra popular a los viejos Estados, la lucha gana nuevos impulsos y
encorajamientos.
El Brasil asiste también a un crecimiento de la ola de
protestas y huelgas. Fueron 112 días de la mayor huelga de la historia de los
profesores de Minas Gerais. En el Ceará, un profesor fue herido gravemente por
la policía en protesta en la Asamblea Legislativa del estado, los alumnos
pararon en apoyo a la huelga. Profesores de varias redes estaduales y
municipales; operarios, estudiantes y profesores de las universidades
federales; bancarios; trabajadores de los Correos; metalúrgicos; obreros de las
obras del PAC y de la Copa y Olimpíadas; todos en huelga.
Siguen las protestas contra los altos precios y la
pésima calidad del transporte y salud públicos y se amplían las denuncias y la
revuelta contra la militarización en las favelas y barrios pobres por el
Brasil. El día 7 de septiembre, día en que las clases dominantes se regocijan
en aborrecedores desfiles militares, una manifestación contra la corrupción en
el viejo Estado llegó a rivalizar con el desfile militar en varias localidades.
A todas esas manifestaciones, protestas, levantes y
huelgas, el imperialismo o los Estados semicoloniales lacayos opusieron y
oponen su poderío militar, sea de las fuerzas armadas o de la policía, en
intervenciones internas o guerras de agresión y rapiña, siempre con la misma
brutalidad hedionda.
En apuros frente al ocaso de la vieja democracia
burguesa, los ideólogos de la dominación y los ventrílocuos del monopolio de
los medios de comunicación, sin embargo, a todo momento pretenden descaracterizar
esos mismos eventos. Intentan cortar los hilos que los unen y esconder la causa
esencial de toda esa efervescencia que ocurre en el mundo: la lucha de clases.
Si los levantes ocurren en el Norte de África, en
Oriente Medio (excepto en Israel), son “revoluciones” para la deposición de
“dictadores” y lucha por democracia. Si ocurren en la Inglaterra u otra
potencia imperialista, se trata de actos de vándalos y pendencieros que quieren la “anarquía”.
Si las protestas en el Egipto o en el Irán, (el probable
próximo blanco de la rapiña yanqui) son convocadas por la internet, eso forma
parte de la “revolución digital” de una “juventud tecnológica” y otros
gansadas. Pero en Londres no es la misma cosa, internet y las “redes sociales”
fueron instrumentos para “organizar saqueos y depredaciones”, nada tienen que
ver con lucha por democracia y blablablá.
De la misma forma las huelgas en el Brasil “son cosa
de gente ingrata”, que no percibe “el gran momento que vive el país” o el “bien
que el actual gobierno hace al país” y es manipulada por la “derecha”, que no
tolera ver los “trabajadores en el poder”. Y se esfuerzan aún en pintar de otro
color, con su enmohecida “democracia” corrupta, el rojo que emerge de las olas
de masas rebeladas.
Sin embargo, aquellos que manejan las cuerdas del
imperialismo nunca se eludirán y, si emiten órdenes para que los loros repitan
esas y otras historias hasta el cansancio, nunca pensaron en confiarse en
ellas.
Ejemplo esclarecedor es una declaración de un alto
dirigente de la Otan, en un seminario sobre estrategia realizado en 1998, en el
cual alertaba para décadas de insurrecciones populares: “Esto no es
necesariamente lo que preveíamos, pero un siglo de insurrecciones que ya
iniciaron. Los treinta primeros años del siglo 21 serán un periodo de
sublevaciones revolucionarias”. ¿Una visión profética? ¡No! ¡Ya desde entonces
era algo muy fácil de predecirse!
Ocurre que ha décadas, la crisis general de
superproducción relativa del capitalismo, ahora agravada formidablemente,
impone a los Estados imperialistas que preparen una nueva conflagración militar
de grandes proporciones para una nueva repartición del mundo y una nueva
acomodación temporal de los intereses de los monopolios. Los recientes colapsos
financieros y crisis “de la deuda” que acometen con mayor gravedad a USA y la
periferia de Europa muestran que está cada vez más cerca ese momento. Si la
crisis del capitalismo, por mayor que sea, no puede poner fin al sistema, el
desorden que engendra crea tempestades revolucionarias.
A su vez, los pueblos agredidos militarmente y/u
oprimidos económica, política y culturalmente, sofocados por el peso
insoportable de las sangrías imperiales, del terrorismo de los Estados
policiales, de la pérdida de derechos y miseria creciente, explotan en levantes
y revueltas, protestas y huelgas cada vez más radicalizadas, además de asestar
derrotas cada vez más vergonzosas a las tropas invasoras. ¡Un gran desorden se
desarrolla bajo los cielos!
El contrapunto a ese agravamiento de la crisis y de la
política de agresión imperialista es la elevación de las protestas y
levantamientos, la radicalización cada vez mayor de la lucha de clases, el
aumento de las guerras de resistencia y luchas de liberación nacional, la
profundización y probable expansión de las guerras populares, todo eso como
parte de un sólo y gran movimiento, una nueva ola de la revolución proletaria
mundial.
Si a muchos de esos movimientos les falta una
verdadera vanguardia capaz de dirigir los procesos revolucionarios hasta la
victoria; si otros padecen de direcciones oportunistas y revisionistas, que
cabalgan las revueltas en beneficio propio; si otros tantos son atomizados y se
desvanecen tan rápido como aparecen; y si hay aún los que tienen la dirección
usurpada por gente de confianza del imperialismo: es decir un problema de gran
importancia, sin embargo se sabe que es derivado de las derrotas que el
proletariado sufrió en las últimas décadas. Pero no pueden zafarse fácilmente,
existen en curso procesos con firme dirección proletaria. ¡El fantasma de la
revolución ronda el mundo!
Son combates. Combates que van elevando la conciencia
de las clases revolucionarias de esos pueblos, que cada vez más serán capaces
de forjar su destacamento avanzado. Mientras la reacción imperialista y
burocrática reprime brutalmente las masas, sus escribas y emisarios se
esfuerzan en descalificar los hechos, diferenciando rebeliones “del bien” de
las “del mal”. En realidad, no tienen más que su desvencijada democracia
parlamentaria para apuntar y aconsejar a los rebelados. Mientras accionan su
feroz brazo represivo, con sus balas de goma y de estaño, por otro lado
pretenden esconder, ilegitimar,
criminalizar y satanizar la justa violencia revolucionaria de las masas.
La disfunción de regímenes enteros denota la quiebra
de un sistema que sólo podrá, cada vez más, mantenerse por el fascismo y por la
guerra. Los pueblos del mundo todo deben unirse para derrotar el imperialismo y
los reaccionarios de todos los matices, aunque sea de país en país, continente
por continente. Y sólo hay un camino: rechazar el cretinismo parlamentario y
ejercer su derecho a la rebelión. ¡Esta es la gran tarea histórica que está
imponiéndose en la orden del día!
Temblad Señores, la crisis del imperialismo es
profunda. ¡Viva la Revolución!
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