sábado, 6 de diciembre de 2008

Italia: Otoño caliente, la revuelta estudiantil.

Otoño caliente en Italia
El movimiento estudiantil italiano contra el desmantelamiento de la educación pública.
Antonio Márquez de Alcalá Para Kaos en la Red



Otra vuelta de tuerca
Todo el sistema de educación pública italiano ha comenzado este curso académico 2008/2009 recibiendo el último ataque neoliberal del gobierno de Silvio Berlusconi: La ley Gelmini. Llamada así por el nombre de la ministra de Instrucción Pública, Mariastella Gelmini, supone la última y más agresiva vuelta de tuerca en un proceso de desmantelamiento del sistema italiano de educación pública que se remonta a varios años atrás (con leyes como la Cechino-Berlinguer o la afortunadamente rechazada ley Morati), y que guarda estrecha relación con otros procesos similares en el resto de estados europeos y a nivel internacional. La reforma se justifica con el argumento de hacer frente a los problemas estructurales y financieros que padece la escuela, en un contexto de crisis financiera internacional. La ley, que afecta a todos los niveles de la educación pública, básicamente consiste en el recorte del presupuesto y del personal para la educación en unas dimensiones sin precedentes, y tiene los siguientes puntos conflictivos:
Maestro único en primaria, hasta los 10 años, con lo que se pretende reducir el número de profesores, empeorando la calidad de la educación y generando masificación en las aulas. Especialmente grave es la reducción de profesores de apoyo para los alumnos con diversidad funcional, imposibilitando así que dichas personas, que ya parten de una situación social de desventaja, puedan tener un desarrollo pleno y con todos los derechos garantizados. Además, se eliminan así de un plumazo miles de puestos de trabajo.
Final del "tempo pieno", es decir, fin de la financiación para las actividades extraescolares por las tardes, dejando libertad a cada centro para programarlas si lo considera oportuno. En realidad, sólo podrán hacerlo aquellos centros que cuenten con la financiación de las familias más pudientes, dejando al resto de estudiantes la tarde libre, con la carga que ello supone para las familias de clase trabajadora.
Reducción de las horas lectivas en la escuela superior (institutos), lo cual entra en contradicción con el discurso que también utiliza la Gelmini y el gobierno Berlusconi sobre la falta de hábito de estudio y la ignorancia del estudiantado, para justificar la reforma.
Calificación de la conducta, una medida especialmente polémica, no sólo por su contenido, que establece prácticas de control disciplinario sumamente autoritario en la escuela, sino porque es un elemento de evaluación que, no por casualidad, introdujo el fascismo. Consiste en calificar la conducta del estudiante, como si se tratara de una asignatura más e incluir la nota en el expediente académico, al mismo nivel que se incluyen los conocimientos sobre historia, matemáticas o geografía.
En cuanto a la Universidad, se recortan los presupuestos para la investigación; así, por ejemplo, se prevé no contratar a ningún nuevo investigador en el año 2009. Se establece también que las Universidades Públicas puedan adoptar los criterios de gestión y de financiación de las fundaciones privadas, pudiendo elevar las tasas que deben pagar los estudiantes por encima del 20% de la financiación de la Universidad, que establece la ley actual. Además, se abre la puerta de los órganos de gobierno de la Universidad a las empresas privadas, pudiendo decidir éstas sobre cuestiones clave como los programas de estudio. Y también se reduce el personal de servicios y el profesorado; por cada cinco jubilaciones, solo habrá una nueva contratación. Es, por lo tanto, un ataque en toda regla al estudiantado de clase trabajadora y a los propios trabajadores. En realidad no se propone ninguna reforma, sino sólo recortes de financiación pública y de personal, pues a nivel académico, la estructura de la didáctica permanece sin cambio alguno; todo queda en manos del capital privado externo, que será quien decida cómo serán los programas de estudio.
Además de todo esto, la ministra Gelmini, hizo en octubre unas declaraciones públicas en las que afirmaba cosas como que "la enseñanza es pública siempre, también cuando se desarrolla en escuelas concertadas", que las familias deben poder elegir si quieren que sus hijos estudien en escuelas públicas o privadas, que se está valorando por parte del gobierno que el Estado pague también a los profesores de la escuela privada, y que ya es hora de sacar de la academia el conflicto político y de que los profesores dejen de utilizar sus cátedras para hacer política, es decir, que para esta señora la libertad de cátedra supone un estorbo que impide convertir la enseñanza en un lujo reservado a las élites.
Tampoco conviene olvidar el papel desempeñado por Tremonti, el ministro de Economía: mientras que es el principal impulsor de estas medidas de reducción del gasto público en ámbitos tan centrales como la educación, no tiene ningún escrúpulo en gastar dinero público para salvar empresas como Alitalia (propiedad de Berlusconi), salvar a los bancos de la crisis, o construir un puente que nadie ha pedido en el estrecho de Mesina, cuyos únicos beneficiarios serán la mafia calabresa-siciliana y sus negocios.
Resumiendo, se trata de una reforma que ataca a la esencia misma de la educación pública como derecho universal. Una reforma similar a la de los otros países europeos que han firmado la declaración de Bolonia de 1999, pero que muestra que la cacareada convergencia europea en materia educativa es en realidad falsa, pues presenta ritmos distintos y, además, los vagos criterios de Bolonia se imponen con leyes diferentes según la realidad de cada Estado.
El movimiento estudiantil
La respuesta a esta agresión del capital privado sobre las conquistas que han costado a los trabajadores años de lucha, sudor, sangre y cárcel durante generaciones, no se han hecho esperar. Desde el inicio del curso, estudiantes universitarios y de la secundaria, profesores, personal de administración y servicios, asociaciones de padres, partidos y sindicatos de izquierda se han organizado en cada centro de estudio, en cada escuela y facultad, para lanzar un potente movimiento en defensa de la educación pública que aún ahora, una vez aprobada la ley en el parlamento italiano, perdura.
Si bien el movimiento en la escuela primaria ha sido impulsado principalmente por las asociaciones de padres y los sindicatos de profesores, en el nivel universitario y de la secundaria han sido las asambleas abiertas de estudiantes, o bien, en algunos casos, asociaciones, las estructuras que han movilizado y coordinado la respuesta.
Toda Italia ha sido sacudida por el movimiento de protesta durante octubre y noviembre: Aosta, Torino, Milano, Genova, Bergamo, Verona, Padova, Venezia, Trieste, Bologna, Ravenna, Parma, Firenze, Pisa, Siena, Macerata, L'Aquila, Perugia, Roma, Napoli, Potenza, Matera, Bari, Lecce, Catanzaro, Reggio di Calabria, Palermo, Catania, Cagliari, Sassari, y otras muchas poblaciones de menor tamaño, han presenciado, en mayor o menor medida, las acciones y manifestaciones del movimiento, que incluyen un amplio repertorio: escuelas primarias cubiertas con pancartas hechas por los propios profesores; huelgas de estudiantes, profesores y personal de servicios; manifestaciones multitudinarias, tanto legales como espontáneas; sentadas tanto en el interior de las facultades como en la vía pública; institutos y facultades ocupados y gestionados por los propios estudiantes con "noches en blanco" en las que estudiantes y profesores organizan asambleas, lecciones alternativas y actividades informativas diversas; marchas fúnebres por "la muerte de la Educación Pública" en las principales vías de la ciudad; lecciones en la calle delante del ayuntamiento o en algún lugar público bien visible; suspensión de las clases decretada en algunos casos por los rectores bajo presión de los estudiantes (en ocasiones no se necesitaba mucha presión estudiantil), etc.
Han tenido una gran repercusión en todo el país los eslóganes que utilizaban los estudiantes de La Sapienza de Roma en las manifestaciones: "La vostra crisi non la paghiamo", "Non tagliateci il futuro" (No pagaremos vuestra crisis, No recortareis nuestro futuro). Y en Trieste, por ejemplo, los estudiantes de la secundaria han construido una "escuela de libros", un muro improvisado hecho con libros delante de la Iglesia de San Giacomo. Generalmente en las manifestaciones se ha rechazado, tanto por parte de los estudiantes, como de los profesores y asociaciones de padres, las banderas y siglas de partidos políticos, o bien (la mayoría de las veces) han permanecido en un segundo plano dentro de la manifestación, para dar una imagen de unidad en la cabecera y mostrar que se trata de un movimiento de base y autónomo.
El momento cumbre del movimiento ha sido, por ahora, el 30 de octubre, día en el que macro-manifestaciones de estudiantes universitarios y de secundaria han recorrido las principales ciudades italianas, llegando al millon de manifestantes en Roma, y participando miles en el resto de ciudades. En general, y pese al permiso que tenían las fuerzas del orden de cargar indiscriminadamente contra los manifestantes, las manifestaciones han transcurrido sin incidentes importantes, salvo en el caso de Roma, donde la policía cargó violentamente contra los estudiantes, produciéndose heridos y detenciones. Las asociaciones de padres y profesores de la primaria tuvieron su gran momento, días antes, el 18 de octubre. También, el 17 de noviembre, con ocasión del Día Internacional del Estudiante, han tenido lugar movilizaciones importantes en toda Italia contra la mercantilización y desmantelamiento de la educación pública, al igual que en otros países europeos.
Hay que señalar los distintos ritmos que han llevado las movilizaciones de la primaria, por un lado, y las de la Universidad y secundaria, por otro. Tras el momentáneo bache que ha supuesto la aprobación de la ley Gelmini por el parlamento el 29 de octubre, un día antes de las manifestaciones más importantes, el movimiento en primaria ha decaído bastante, mientras que en la Universidad sigue en marcha y contraatacando con fuerza.
En éste último sentido resulta imprescindible mencionar la celebración de una Asamblea nacional de estudiantes reunida en La Sapienza de Roma, los días 15-16 de noviembre, con el objetivo de coordinar el movimiento a nivel nacional y redactar una autorreforma - contra - Gelmini, el "Manifesto di autoriforma dell'Università". Entre las principales reivindicaciones de los estudiantes se encuentran: la abolición del sistema 3 + 2, implantado por la Cechino-Berlinguer (en España, grado y postgrado; en Italia, laurea e specialistica); abolición de la asistencia obligatoria y de las pruebas de acceso a la universidad (en Italia, cada centro puede, si así lo considera, hacer una prueba de acceso tras la cual sólo pueden acceder un porcentaje determinado de aquellos que pasen la prueba); eliminación del actual sistema de prácticas, por el cual éstas se realizan gratis para una empresa privada, y reclamación de una retribución correcta por las prácticas realizadas; reconocimiento de la autoformación a través de seminarios autoorganizados por los estudiantes, investigadores y doctorandos; revisión del plan de estudio en función de una mayor libertad para los estudiantes; defensa y garantía de la autonomía de la investigación, que debe ser pública, independiente y libre de cualquier condicionamiento ligado a intereses privados; retribución apropiada para todos los doctorandos e investigadores precarios, y reconocimiento para los mismos de todos los derechos contenidos en el estatuto de los trabajadores; eliminación de los doctorados sin beca, de las tasas de inscripción, y el establecimiento de un estatuto nacional para los doctorados; abolición de los diferentes tipos de docencia, es decir, de la diferencia entre profesores asociados y ordinarios; fin de los contratos precarios después del doctorado; contra el aumento de las tasas, eliminación de las mismas para los estudiantes menos favorecidos; ayudas ligadas a la renta para la vivienda y la mensa; eliminación del "ripagamento dei prestiti d'onore" (ayudas que el Estado o la Región dan a los estudiantes, pero que luego éstos deben devolver)
Un último aspecto a tener en cuenta es el papel desempeñado por la derecha estudiantil, un papel ambiguo, en tanto en cuanto se trata de una derecha variada (desde estudiantes neofascistas hasta los religiosos ciellini, de "Comunione e Liberazione"), no siempre coaligada con los intereses del gobierno Berlusconi. Así, mientras que en algunos lugares la derecha estudiantil se une a las movilizaciones (Bergamo o Sassari), en otros, boicotean las manifestaciones (Milano).
Actitud del gobierno
La actitud del gobierno y adláteres, ante esta ola de protestas, no refleja sino miedo a una escalada de las movilizaciones. Si bien, en octubre Berlusconi dio libertad a la policía y Carabinieri para golpear indiscriminadamente a los manifestantes, al tiempo que se identificaba a éstos con terroristas y con una masa de ignorantes que desconocen los motivos por los que se manifiestan, tras las movilizaciones de finales de octubre y la aprobación por parte del parlamento de la ley, gobierno y medios de comunicación afines (que son casi todos) han optado por la estrategia del silencio. Mirar para otro lado y hacer como si el problema ya no existiera; distraer la atención del público.
Pese al cambio, es interesante recordar las declaraciones que ha hecho en octubre el expresidente Cossiga, sobre el peligro potencial que representa este movimiento estudiantil para los intereses del capital privado y de la "paz social", y sobre cuál es la mejor manera de evitar que este mal vaya a mayores; toda una lección de política y de control social:
"No arrestarles, porque después los jueces los dejarán rápido en libertad, sino golpearles y hacerles sangrar, también a los profesores que los apoyan y estimulan. Sobretodo a los profesores. No exagero, creo de verdad que el terrorismo volverá a llenar de sangre las calles de este país. Y no querría que se olvidase que las Brigadas Rojas no nacieron en las fábricas, sino en la Universidad.
Maroni debe hacer lo que hice yo cuando era ministro del interior; en primer lugar, dejar en paz a los estudiantes de los institutos, porque piensa que pasaría si un chiquillo de 12 años resultase muerto o gravemente herido...
Dejar hacer a los universitarios, retirar a las fuerzas de policía de las calles y de la Universidad, infiltrar el movimiento con agentes provocadores dispuestos a todo, y dejar que durante una decena de días, los manifestantes devasten las tiendas, prendan fuego a los coches y destrocen e incendien la ciudad. Después de esto, y con el consenso popular, el sonido de las sirenas de las ambulancias deberá escucharse por encima del de las sirenas de los coches de la policía y de los Carabinieri... en el sentido de que las fuerzas del orden no deberán tener piedad y deberán mandarlos a todos al hospital.
No arrestarles, sino golpearles y golpearles hasta que sangren, sobre todo a los profesores... no digo a los que sean ancianos, pero a las profesoras jovencitas si."
Por último, es significativo también el comportamiento de la izquierda institucional, el PD (Partido Democrático) en todo el proceso; en octubre, movilizaba contra la ley Gelmini, se hacía visible y prestaba un importante apoyo al movimiento, pero tras la aprobación de la ley, parece que ya no le preocupa lo más mínimo la devaluación de la educación pública. Seguramente esto es así porque comparte buena parte del fondo y la filosofía de la ley, y su primera actitud combativa sólo ha sido una maniobra para ganar posibles futuros votantes. Tampoco van a movilizar ahora contra algo que posiblemente les venga bien en el futuro.
De todos modos, el movimiento continúa. Están previstas nuevas movilizaciones para el 12 de diciembre, coincidiendo con una huelga general, y el documento redactado por los estudiantes de La Sapienza está sirviendo de modelo para reivindicaciones más concretas y locales en cada universidad del país. La lucha continúa, mal que le pese a Berlusconi, a la Gelmini, a Cossiga y al capital.

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