“Venganza, venganza, hasta la caída del régimen”, corearon los manifestantes congregados el domingo 8 de agosto en la Place des Martyrs, algunos de los cuales blandían horcas o los nombres de los muertos en la explosión que devastó el puerto de Beirut. La explosión en el puerto de Beirut dejó 158 muertos y más de 6.000 heridos, según un nuevo informe del sábado del Ministerio de Salud. La policía utilizó gases lacrimógenos y balas de goma contra grupos de jóvenes manifestantes que arrojaron piedras. Con la atención de las fuerzas de seguridad centrada en los enfrentamientos, unos 200 manifestantes aprovecharon para asaltar la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, proclamándola “sede de la Revolución”. Los manifestantes también intentaron tomar la sede de la Asociación de Bancos, prendiéndole fuego antes de ser desalojado por el ejército. Los manifestantes también invadieron los ministerios de Economía y el de Energía, símbolos de la mala gestión de los servicios públicos, cortes de energía que alimentan el estruendo. Un miembro de las Fuerzas de Seguridad Interna murió por una caída, las autoridades acusan a los manifestantes de haber provocado la caída.
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