Así que decidió ponerse manos a la obra. Konkankoh dejó su empleo como funcionario público para convertirse en agricultor y concretar sus ideas.
Para ello, fundó la organización Better World Cameroon, dedicada a desarrollar estrategias agrícolas sostenibles a escala local en base a conocimientos indígenas con el fin de mitigar la crisis alimentaria y la extrema pobreza.
“La biodiversidad estaba protegida por las creencias tradicionales. Talar algunos árboles y matar a ciertas especies de animales estaba prohibido en algunos bosques. Estaban protegidos por dioses y ancestros. Queremos proteger ese patrimonio”: Joshua Konkankoh
Ahora este agricultor promueve la primera y por ahora única aldea ecológica, la Ecoaldea de Permacultura Ndanifor, en Bafut, en la región Noroeste de Camerún.
Konkankoh explicó a IPS que fertilizan el suelo de manera orgánica plantando y podando árboles que fijan el nitrógeno en haciendas con varios cultivos.
Cuando el árbol madura, se corta por el medio y se usan las hojas como compost. Luego el tronco se regenera y cuando está listo se repite la operación.
“Aquí capacitamos a los jóvenes en la agricultura permanente o permacultura”, subrayó. “La llamo ‘permacultura a la africana’ porque el concepto fue acuñado por científicos, y nosotros lo adaptamos a nuestras viejas prácticas agrícolas y a proteger el ambiente”, añadió.
El gobierno no tiene participación, pero según Konkankoh, los consejos locales y las autoridades tradicionales alientan a la gente a seguir la iniciativa, que contempla el aspecto ecológico, social, económico y espiritual.
“Estuve activo durante la Década de Educación para el Desarrollo Sostenible, de las Naciones Unidas. Al estudiar las razones por las cuales muchos países no lograban cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), nos dimos cuenta de algunos vacíos, pero también nos dimos cuenta de que la permacultura era una solución para la sostenibilidad, en especial en África”, explicó.
“Sentí que podía contextualizar el concepto, pensar de manera global y actuar de forma local”, resumió.
La permacultura aplicada en la ecoaldea usa al máximo las limitadas tierras cultivables, y los pobladores aprenden a plantar más de un cultivo en el mismo terreno, a utilizar fertilizantes orgánicos comunes y a obtener una gran producción.
A los agricultores se los alienta a comercializar sus productos y no a buscar ayuda, puntualizó Konkankoh, para que saquen provecho de sus inversiones, así como a evitar que los intermediarios y las compañías transnacionales les quiten una parte importante de sus ingresos.
La agricultura orgánica que se practica y se enseña en la ecoaldea es una mezcla entre la cultura e iniciativas de comercio justo.
“Alentamos a los agricultores a que aseguren su soberanía alimentaria produciendo lo que ellos mismos van a consumir, y no solo para cubrir la demanda del mercado, como cacao y café”, puntualizó.
También se capacita a los productores en la importancia del abono, de producirlo y venderlo a sus pares, así como en técnicas innovadoras contra la erosión del suelo, la gestión del agua, los cortavientos, los cultivos intercalados y los alimentos forestales.
Konkankoh también remarcó que fue un error dejar fuera de los ODM al principio espiritual.
“La biodiversidad estaba protegida por las creencias tradicionales. Talar algunos árboles y matar a ciertas especies de animales estaba prohibido en algunos bosques. Estaban protegidos por dioses y ancestros. Queremos proteger ese patrimonio”, remarcó
La ecoaldea también creó un proyecto para replantar bosques espirituales con 4.000 árboles frutales y medicinales, en un intento por reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Fon Abumbi II, jefe tradicional de Bafut, donde se ubica la eco-aldea, cree que el tipo de cultivo de frutas, verduras y plantas medicinales que se promueve en Ndanifor, mejorará la salud de la población local.
Además, está convencido de que con tantas empresas en el mundo dedicadas a productos en base a hierbas naturales, la demanda para la producción de la ecoaldea es alta, lo que garantiza un futuro prometedor para quienes cultivan allí.
Las viviendas de la ecoaldea se construyen con materiales locales como sacos de tierras, ladrillos de barro y paja para los techos. Los aparatos domésticos, como hornos y cocinas, son de tierra y hechos a mano. Sonita Mbah Neh, la administradora del centro de demostración de la eco-aldea, destacó que las cocinas de tierra no solo sirven para reducir el impacto del cambio climático, al minimizar el uso de leña para la combustión, sino que le permite a las mujeres que las fabrican, ganarse la vida.
Lanci Abel, alcalde de Bafut, dijo a IPS que su consejo municipal impulsa a los ciudadanos a adoptar la permacultura.
“Cuando aparece una nueva idea, la gente solo la adopta si la recomiendan las autoridades. Sensibilizamos a la población sobre el retorno a métodos tradicionales de cultivo, como enseñan en la ecoaldea”, indicó.
Abel también opinó sobre el rendimiento de las plantitas de plátano genéticamente modificadas, una iniciativa implementada por el Ministerio de Agricultura a comienzos de la temporada de 2015, en la región Suroeste de Camerún, que solo permitió cosechar 30 por ciento de lo cultivado.
El asunto llegó al parlamento de la mano del legislador Mbanya Bolevie, quien preguntó al ministro de Agricultura, Essimi Menye, por el fracaso de las semillas modernas, durante una sesión en junio.
Julbert Konango, delegado de la región de Litoral en la Cámara de Agricultura, explicó que el fracaso de la iniciativa se debió a que las semillas suelen ser viejas porque “faltan fondos para que haya organizaciones dedicadas a la investigación agrícola en Camerún, así como escasez de ingenieros en el sector”.
Esa es, a su juicio, una señal de que el país no está preparado para una agricultura de segunda generación.
Abel opinó que ese problema no afectará a las personas que usan semillas y abonos naturales. “Además de la posibilidad de que fracasen los fertilizantes químicos, también está el problema de que contaminan el suelo”.
La eco-aldea, que procura convertirse en un modelo para Camerún y para África occidental, forma parte de la Red Global de Eco-aldeas.
Editado por Phil Harris / Traducido por Verónica Firme
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