Una
respuesta inicial a un artículo de Jon E. Illescas en Dazibao Rojo.
Miguel
Alonso.
Jon, nos
conocimos en los 90 cuando la revolución rugía en los Himalayas, antes de la
traición de la camarilla de Prachanda y Bhattarai vendiera la revolución y la
guerra popular para gestionar el poder de la oligarquía nepalí.
Recuerdo tu
admiración por este proceso, conducido por los maoístas, y como fruto de ello,
tú libro “Nepal, la revolución desconocida”.
He leído con
atención tu artículo, en el planteas un diagnostico de la realidad de la
llamada izquierda institucional, a la cual, me sorprende, aun pertenezcas,
quizás eso permita entender tú culto por las urnas, frente a la movilización de
las masas.
Es justa la
crítica que haces del atomismo de los llamados “movimientos sociales”, por
cierto muy impulsado en la época del revisionista Santiago Carrillo Solares y
posteriores dirigentes del mal llamado Partido “Comunista” de España.
No por algo,
el renegado Garzón criticó duramente el libro de Daniel Bernabé, La trampa de la diversidad (1) sobre los
mismos. Ese parcelamiento, muchas veces interclasista (transversal, le llaman
esos farsantes) nunca rebasa los marcos de la legalidad o normativas burguesas
imperantes en un Estado, que como definiera Marx, no es más que una dictadura
de la burguesía.
Movimientos
que no se plantean como “frentes de combate” de un programa socialista, sino
con un programa propio de su problemática; feminismo (pequeño-burgués),
ecologismo, LGTBI, animalistas, etc. y de forma siempre “transversal”
Comparto tu
preocupación del fenómeno neo-fascista y sobre la necesidad de profundizar en
sus contradicciones, y en la base de trabajadores y trabajadoras que puedan
respaldarlo.
También
comparto la necesidad de reconstruir las organizaciones obreras y populares
expulsando a toda la banda de arribistas, traidores y renegados revisionistas enquistados en ellas,
incluido claro está, las organizaciones que se reclaman comunistas.
Sin ese paso
previo no podremos hablar en serio de Revolución. Tampoco sin definir una base
común ideológica, en torno al marxismo-leninismo-maoísmo, el marxismo de
nuestra era. El m-l-m que dirige las guerras populares en la India, Filipinas,
Perú o Turquía.
A mi
entender, tu critica a Podemos, esa plataforma de la jet set universitaria, se
queda corta, pues sus podridas tesis “de significante vacio” son herederas
directas del revisionismo del P”C”E, de cuyos militantes muchos son hijas e
hijos. Sin profundizar en la crítica al revisionismo nada se puede comprender.
Tampoco
comparto y rechazo tu “programa” de 10 puntos.
El primer punto genéricamente es correcto, pero
lleva implícito no una revolución sino un progresivo cambio electoralista.
El segundo punto es totalmente anti-internacionalista
y cautivo del discurso de la burguesía sobre el peligro de la emigración. Solo
la Revolución Proletaria Mundial podría dar solución al desplazamiento de
grandes masas de trabajadoras y trabajadores (Nacional o extranjera, la misma
Clase Obrera) que buscan vender, su mano
de obra, a mejores precios que en sus países. El Estado español (sí, el
Estado español) siempre fue un semillero de emigrantes, a Suiza, Alemania,
Francia, Venezuela, Cuba… eso compañero Jon es también memoria histórica de
nuestra clase.
El tercer punto previo a la disolución que propones,
habrá que ganar la batalla ideológica que ponga al desnudo a los elementos
pequeños burgueses, reaccionarios o arribistas. El comunismo engloba todos los
frentes de lucha.
El cuarto punto es asumir el más rancio nacionalismo
español e ir directamente contra el derecho de autodeterminación de los
pueblos, y particularmente contra los pueblos de Euskal Herria, Galiza y Catalunya. Firme principio leninista, base
de la liberación y soberanía de los pueblos.
No puedo
evitar decir que es más cercano al neo-fascismo de VOX que de cualquier
proyecto socialista.
El quinto punto sobre la Republica, no defines su
carácter de clase, proletaria o burguesa, cayendo en la idealización propia de
la II Republica española, olvidando la lucha de clases.
El sexto punto crear opinión pública es correcto
pero solo si hay un proyecto revolucionario y un verdadero partido
revolucionario que lo dirija. Lo de competir con los mass-media del
imperialismo es simple fantasía idealista.
El séptimo punto propones volver a la Segunda Internacional,
con el agravante de incluir a elementos anarquistas. Parece más una
internacional de aluvión que un instrumento de combate internacional.
El octavo punto no hay critica al revisionismo,
pretendiendo el falso dilema “democrático” como solución a problemas políticos
y organizativos, rechazando el centralismo-democrático.
El noveno punto una vez más, no vas al fondo de la
cuestión, el revisionismo y el electoralismo reformista que es el responsable
de esa situación de falta de conocimientos ideológicos de un amplio sector de
las masas adocenados en el electoralismo y el consumismo burgués.
El decimo punto no comprendo bien esta cuestión,
porque si te refirieres a los podridos dirigentes del P”C”E es un ejemplo más
de la idiotización de los revisionistas en la formación de militantes dóciles que
no piensan por sí mismos. Algo, totalmente contrario a las enseñanzas de Marx,
Engels, Lenin, Stalin y Mao.
Jon, los
comunistas no tememos al debate, a la crítica y a la autocritica. Partimos que
no tenemos nada que ocultar y tenemos un mundo que ganar.
Notas:
(1)
La trampa
de la diversidad. Daniel Bernabé. Edit. Akal
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