¿Por qué soy socialista? Artículo de Helen keller
Helen Keller también se unió a la llamada Unión industrial, los Trabajadores Industriales del Mundo (Industrial Workers of the World, IWW) de orientación entre el sindicalismo revolucionario y el anarcosindicalismo, en 1912 después de sentir que el socialismo parlamentario "se hundía en el pantano político". Helen Keller escribió: "Me convertí en un trabajador industrial del mundo". Helen escribió incansablemente sobre su motivación para el activismo, el que fue motor de su interés por la ceguera y otras incapacidades. Tuvo una larga y feliz vida, muriendo a los 88 años de edad. Hasta hoy es un ícono de la superación y esfuerzo por el aprendizaje que debería ser la esencia de todo comunista.
Publicamos a continuación, tanto acomo homenaje a Helen Keller, como para dar a conocer su ejemplo extraordinario, la traducción realizada por algunos de los camaradas de RBC de su artículo "¿Por qué soy Socialista?":
¿POR QUÉ SOY SOCIALISTA?
Durante varios meses mi nombre y el socialismo se han asociado a menudo juntos en los periódicos. Un amigo me dice que he compartido las portadas con el béisbol, el Sr. Roosevelt y el escándalo de la policía de Nueva York. La asociación no me hace completamente feliz, pero, en general, me alegro de que mucha gente esté interesada en mí y en los logros educativos de mi maestra, la señora Macy (Anne Sullivan). Incluso la notoriedad puede utilizarse para usos benéficos, y me regocijaré si la disposición de los periódicos para relatar mis actividades resulta en que aparezca más a menudo en sus columnas la palabra socialismo. En el futuro espero poder escribir sobre el socialismo y justificar en alguna medida la gran cantidad de publicidad que se me ha concedido a mí misma y a mis opiniones. Hasta ahora he escrito y he dicho muy poco sobre el tema. He escrito unas pocas cartas, en particular una al camarada Fred Warren que fue impresa en el Appeal to Reason. He hablado con algunos periodistas, entre los cuales el Sr. Ireland del New York World, que hizo un informe muy halagador y transmitió plena y justamente lo que dije. Nunca he estado en Schenectady. Nunca me he encontrado con el alcalde Lunn. Jamás he tenido una carta de él, pero él me ha enviado mensajes amables a través del Sr. Macy. Debido a la enfermedad de la señora Macy, cualquier plan que hubiera podido tener de unirme a los trabajadores en Schenectady fue abandonado.
De estos asuntos negativos y relativamente insignificantes se han
escrito muchas editoriales en la prensa capitalista y socialista. Los
recortes de prensa llenan un cajón. No he leído una cuarta parte de
ellos, y dudo si jamás leeré todos. Si en una cantidad tan pequeña
tantos comentarios han aparecido, ¿qué harán los periódicos si alguna
vez me pongo a trabajar en serio para escribir y hablar en nombre del
Socialismo? Por el momento me gustaría hacer una declaración de mi
posición y corregir algunos informes falsos, además de responder a
algunas críticas que me parecen injustas.
En primer lugar, ¿cómo me convierto en una socialista? Mediante la
lectura. El primer libro que leí fue New world for old, de Wells. Lo
leí por la recomendación de la señora Macy. Ella se sintió atraída por
su calidad imaginativa, y confió en que su estilo eléctrico me pudiera
estimular e interesar. Cuando ella me dio el libro, ella no era una
socialista y tampoco lo es ahora. Quizás lo sea antes de que el Sr. Macy
y yo hayamos terminado de discutir con ella.
Mi lectura ha sido limitada y lenta. Cojo periódicos socialistas
bimestrales alemanes impresos en braille para ciegos. (Nuestros
camaradas alemanes están por delante de nosotros en muchos aspectos.)
Tengo también discusiones en braille alemán con Kautsky respecto el
Programa de Erfurt. La otra literatura socialista que he leído ha sido
deletreada en mi mano por una amiga que viene tres veces a la semana
para leerme lo que elijo. El periódico que más a menudo he solicitado
leer con los dedos animados es The National Socialist. Ella da los
títulos de los artículos y yo le digo cuando leer y cuando omitir.
También le hacía leer los artículos de la revista Internacional
Socialista que tuvieran unos títulos que sonasen prometedores. Deletrear
manualmente toma su tiempo. No es cosa fácil ni rápida absorber a
través de los dedos un libro de 50.000 palabras de economía. Pero es un
placer, y uno que voy a disfrutar varias veces hasta que me familiarice
con todos los autores socialistas clásicos.
A la luz de lo anterior, quiero comentar un artículo sobre mí que fue
impreso en Common Cause y reimpreso en Live Issue, dos publicaciones
antisocialistas. He aquí una cita de ese artículo:
"Durante veinte y cinco años la profesora y compañera constante de la señorita Keller ha sido la señora de John Macy, anteriormente de Wrentham, Massachuset. Tanto el Sr. y la Sra Macy son propagandistas marxistas entusiastas, y no es de extrañar que la señorita Keller, que dependía de ésta amiga de toda la vida por su conocimiento más íntimo de la vida, estuviera obligada a beber de tales opiniones ".
El Sr. Macy puede ser un
propagandista marxista entusiasta, aunque lamento tener que decir que no
ha mostrado mucho entusiasmo en la propagación de su marxismo a través
de mis dedos. La sra Macy no es una marxista, ni una socialista. Por lo
tanto lo que Common Cause dice acerca de ella no es cierto. El editor
debe haber inventado eso, y lo hizo de la nada, y si esa es la forma en
que su mente trabaja, no es de extrañar que se oponga al socialismo. Él
no tiene suficiente sentido de la realidad para ser un socialista o
cualquier otra cosa que intelectualmente valga la pena.
Consideremos otra cita del mismo artículo. El titular dice:
"LOS ROJOS DE SCHENECTADY HACEN PROPAGANDA; USANDO A HELEN KELLER, LA NIÑA CIEGA, PARA HACER PUBLICIDAD."A continuación, el artículo comienza así:
"Es difícil imaginar nada más patético que la actual explotación de la pobre Helen Keller por los socialistas de Schenectady. Durante semanas, las agencias de prensa del partido han anunciado el hecho de que ella es unA socialista, y está a punto de convertirse en miembro de la nueva Junta de Bienestar Público de Schenectady".
Me ponen en bandeja la oportunidad para hacer un comentario satírico de
la frase, "la explotación de la pobre Helen Keller." Pero, sin embargo,
me abstendré, remarcando simplemente que no me gusta la simpatía
hipócrita de un periódico como Common Cause, aunque me alegraré si sabe
lo que la palabra "explotación" significa.
Vamos a los hechos concretos. Cuando el alcalde Lunn se enteró de que
yo podría ir a Schenectady propuso a la Junta de Beneficencia Pública
que un lugar se reservará en él para mí. Nada se imprimió sobre esto en
The Citizen, el diario del alcalde Lunn. De hecho, fue la intención de
la Junta el no decir nada sobre el asunto hasta después de que me
hubiera trasladado a Schenectady. Pero los periodistas de la prensa
capitalista se enteraron del plan y, un día, durante la ausencia del
alcalde Lunn de Schenectady, The Knickerbocker de Albany hizo el
anuncio. Se telegrafió en todo el país, y entonces empezó la real
explotación periodística ¿Por parte de la prensa socialista? No, !por la
prensa capitalista! Los periódicos socialistas imprimieron la noticia y
algunos de ellos escribieron editoriales de bienvenida. Pero The
Citizen, el periódico del alcalde Lunn, mantuvo el silencio y no
mencionó mi nombre durante todas las semanas durante las que los
periodistas llamaban al teléfono o al telégrafo y pedían entrevistas.
Fue la prensa capitalista la que llevó a cabo la explotación. ¿Por qué?
¿Debido a que a los periódicos ordinarios no les importa nada el
socialismo? Claro que no, en realidad lo odian. Fue debido a que, por
desgracia, soy un sujeto para el chisme periodístico. Nosotros estamos
tan cansados de negar que yo no estaba en Schenectady que empecé a
detestar el periodista que publicó por primera vez la "noticia".
Los periódicos socialistas, es cierto, me dieron un buen trato después
de que los periódicos capitalistas “anunciarán el hecho de que era
socialista”. Pero todos los periodistas que vinieron a verme pertenecían
a periódicos comerciales ordinarios. Ningún diario socialista, ni The
Call ni The Nacional Socialist, me pidieron nunca un artículo. El
editor de The Citizen dio a entender que al señor Macy le gustaría, pero
él era demasiado fino y considerado para pedirlo abiertamente.
The New York Times me pidió un artículo. El editor de Times me escribió
asegurando que su periódico era un medio valioso para llegar al público y
que quería un artículo mío. También telegrafió pidiéndome que le diera
cuenta de mis planes y esbozará mis ideas sobre mis obligaciones como
miembro de la Junta de Beneficencia Pública de Schenectady. Me alegro de
no haber cumplido con este pedido. Algunos días más tarde, el Times me
convertiría en una marginada social más allá del alcance de sus
simpatías de justicia. El 21 de septiembre apareció en el Times un
editorial llamado "Despreciable Bandera Roja". Cito dos pasajes:
"La bandera es libre. Pero no deja de ser detestable. Es el símbolo del desorden y la anarquía en todo el mundo, y como tal se celebra su desprecio por todas las personas con una mente correcta." "El portador de una bandera roja no puede ser molestado por la policía hasta que comete algún acto que la bandera roja justifique. Se merece, sin embargo, que sea vista siempre con recelo. Al llevar el símbolo de la anarquía, pierde todo derecho al respeto y simpatía".
No
soy una adoradora de ninguna tela de cualquier color, pero me encanta
la bandera roja y lo que simboliza para mí y para otros socialistas.
Tengo una bandera roja que cuelga en mi estudio y, si pudiera, marcharía
alegremente con ella más allá de la oficina del Times y dejaría que
todos los reporteros y fotógrafos aprovecharan al máximo el espectáculo.
De acuerdo con la condena del Times he perdido todo derecho al respeto
y simpatía, y tengo que ser considerada como sospechosa. Sin embargo,
!el editor del Times quiere que yo le escriba un artículo! ¿Cómo puede
confiar en mí para que escriba para él si soy un personaje sospechoso?
Espero que usted disfrute tanto como yo hago de la mala ética, la
errónea lógica y los malos modales en los que un editor capitalista cae
en cuanto trata de condenar el movimiento que se dirige contra sus
intereses plutocráticos. No tenemos derecho a la simpatía, pero algunos
de nosotros podemos escribir artículos que ayudarían a su periódico a
hacer dinero. Probablemente, para ellos nuestras opiniones tienen el
mismo valor del que se encontraría en la confesión de un famoso asesino.
No somos buenos, pero si que somos interesantes.
Me gustan los periodistas. He conocido a muchos, y dos o tres editores
han sido mis amigos más íntimos. Por otra parte, los periódicos han sido
de gran ayuda en el trabajo que hemos estado tratando de hacer para los
ciegos. No les cuesta nada dar su ayuda por la causa de las personas
ciegas y de otras organizaciones benéficas superficiales. Pero el
socialismo; ¡Ah! !Eso es harina de otro costal! Se dirige a la raíz de
toda la pobreza y toda caridad. El poder del dinero detrás de los
periódicos está contra el socialismo, y los editores, obedientes ante la
mano que les da de comer, van a hacer cualquier cosa para acabar con
el socialismo y socavar la influencia de los socialistas.
Cuando mi carta al camarada Fred Warren fue publicada en el Appeal to
Reason, un amigo mío que escribe en una sección especial para el Boston
Transcript publicó un artículo sobre ello y el editor en jefe lo
censuró.
El Brooklyn Eagle dice, a propósito de mí y el Socialismo, de Helen
Keller, que "errores surgen de las limitaciones manifiestas de su
desarrollo". Hace algunos años conocí a un señor que me fue presentado
como el señor McKelway, editor del Brooklyn Eagle. Fue después de una
reunión que tuvimos en Nueva York en representación de los ciegos. En
aquel momento, los elogios que me otorgó eran tan generosos que me
sonrojo al recordarlos. Pero ahora que tengo relación con el Socialismo
él me hace recordar a mí y al público que soy ciega y sorda, y
especialmente predispuesta al error. Debo haber perdido inteligencia
durante los años desde que lo conocí. Sin duda, es su turno de
sonrojarse. Puede ser que la sordera y la ceguera inclinen a una hacia
el Socialismo. Marx fue probablemente sordo como una tapia y William
Morris, ciego. Morris pintó sus cuadros por el sentido del tacto y
diseñó papel decorativo de pared a través de su sentido del olfato.
!Oh! !Ridículo Brooklyn Eagle! ¡Qué poco galante pajarraco que es!
Socialmente ciego y sordo, que defiende un sistema intolerable, un
sistema que es la causa de gran parte de la ceguera y la sordera física
que estamos tratando de evitar. The Eagle está dispuesto a ayudar a
prevenir la miseria con tal de que, que sea bien entendido, no ataquemos
la tiranía industrial que la provoca, tapa sus oídos y nubla su
visión. The Eagle y yo estamos en guerra. No me gusta el sistema que
representa, que disculpa y defiende. Cuando empiece contraataque, que
permita una lucha justa. Que deje que se ataquen mis ideas y se opongan a
los objetivos y los argumentos del Socialismo. No es propio de la lucha
justa o de la buena argumentación que se me recuerde, a mí y a los
demás, que no puedo ver ni oír. Lo que si puedo es leer. Soy capaz de
leer todos los libros socialistas para los que tenga tiempo en inglés,
alemán y francés. Si el editor del Brooklyn Eagle pudiera leer algunos
de ellos, podría llegar a ser un hombre más sabio y hacer un mejor
periódico. Si alguna vez puedo contribuir con el movimiento socialista
con el libro que, a veces, sueño con escribir, este se llamaría: Ceguera
Industrial y Sordera Social.
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