Comprender para resistir
Los graves e injustificables atentados
de París han venido a devolver al corazón de Europa una pequeña parte
de la barbarie que nuestros gobiernos criminales llevan a diario desde
hace décadas a otros pueblos, en especial a los de Oriente Próximo y
Afganistán.
Esta sencilla verdad es la que
afanosamente nos ocultan los grandes poderes y sus medios de
comunicación, mostrando los escenarios de la masacre pero no sus causas.
Temen por encima del todo a los pueblos
en la calle e intentan evitar a toda costa que lleguemos a la misma
conclusión que a la que se llegó en 2004 tras los atentados de Atocha.
Entonces se señaló inequívocamente al Aznar de las Azores, al grito de
“el imperialismo, es el terrorismo”. Mas allá de quienes fueran los
ejecutores de la matanza, el pueblo sentenció a los verdaderos
responsables: quienes habían aniquilado al pueblo iraquí. La
movilización nos hizo inmunes a sus mentiras. La resistencia nos
permitió comprender.
Mientras se consumaba la destrucción de Iraq, en el Estado español
asistíamos a la desmovilización generalizada tras la enésima ilusión
electoral, entonces con Zapatero. El 19 de marzo de 2011 Francia inicia
los bombardeos en Libia, dos día después la Resolución 1973 del Consejo
de Seguridad de la ONU[1], al que se unen inmediatamente Gran
Bretaña y EE.UU, y el resto de la OTAN. El Gobierno de Zapatero, cuyo
Jefe del Estado Mayor de la Defensa era Julio Rodriguez, actual
candidato de Podemos por Zaragoza, participó bombardeando Libia con
cuatro bombarderos F-18. El país africano con mayor Índice de Desarrollo
Humano de toda África quedó destruido y sumido en un caos en el que
diferentes grupos se disputan el poder.
Todo ello sucedió con la complicidad
despreciable de una izquierda y unos “intelectuales” que miraban para
otro lado, cuando no justificaban las intervenciones de la OTAN
(directas o encubiertas). Donde no encontró eco el “Ni Bush, Ni Sadam”,
anidaron– al menos para desanimar la movilización solidaria – las
acusaciones a los dirigentes de los países atacados de corrupción o
represión, alimentadas por quienes desde supuestas posiciones de
izquierdas colaboraban a la criminalización del agredido. Como si desde
la cloaca de la UE estuviéramos legitimados para dar lecciones a otros
pueblos y sobre todo si las lecciones se realizan a base de bombardeos y
sumiendo en el caos a sus países.
La propaganda de guerra se intensifica
precisamente porque las guerras de saqueo y destrucción son la otra cara
de la misma moneda de la salvaje ofensiva de clase que se abate sobre
la clase obrera y los sectores populares de los mismos estados
atacantes. Necesitamos comprender para resistir.
Por qué el DAESH es una consecuencia de los crímenes del imperialismo
Hoy, a pesar de que asistimos a una
escalada armamentística y bélica sin precedentes desde la II Guerra
Mundial - que no hará más que aumentar de la mano de una crisis
capitalista que exacerba la lucha por las materias primas y por la
disputas de hegemonías geoestratégicas - el acceso a la información
veraz es muy limitado.
Lo que supimos decir fuerte y claro en
las calles en 2004, cuando los atentados de Atocha, es que tanto Al
Qaeda como su descendiente ISIS (DAESH) son criaturas engendradas por
los crímenes de un imperialismo que, desde hace ya tiempo, llega incluso
a preferir el caos y la desestabilización permanente. Esta afirmación
no necesita, pues, recurso alguno a una teoría de la conspiración que
atribuya la planificación directa de los diferentes atentados a los
EE.UU y la UE. Bien al contrario, lo que es preciso entender es la
complejidad de los elementos actuantes que no hace sino incrementar la
dimensión del crimen de los gobiernos imperialistas, quienes, envueltos
en interminables guerras de pillaje y de mera destrucción, extienden
progresivamente la barbarie.
Algunos hitos son los siguientes:
- La guerra civil entre la República Democrática de Afganistán y los
guerrilleros talibanes (1979 - 1989), instigada y apoyada por EE.UU.,
quien entregó a estos últimos enormes cantidades de armas y dinero .
El objetivo era en palabras deZbigniew Brzezinski “dar a la URSS su
Vietnam”. Se canceló así el único periodo de progreso y libertades
democráticas que ha conocido el país afgano. En el contexto de ajustar
cuentas con todo aquel gobierno “no fiable” que no hubiera estado
claramente en el “lado bueno” de la Guerra Fría, el apoyo a grupos
confesionales se usó también en los países árabes para debilitar a la
izquierda y al nacionalismo progresista, y en otros lugares, como la ex
República Federal de Yugoslavia, para fomentar enfrentamientos que
facilitaron la intervención de la OTAN y su destrucción.
- La guerra entre Iran e Iraq entre 1980
y 1988, alentada y sostenida por EE. UU., que enfrentó a las dos
grandes potencias regionales. Se saldó con un millón de muertos y un
alto grado de destrucción en ambos países. Cavó un abismo de odio entre
sunníes y chiíes que facilitó su pasividad y en algunos casos su apoyo a
la posterior destrucción de Iraq.
- La devastación de Iraq en 1991 por
parte de una coalición multinacional liderada por EE.UU., pone en marcha
la infernal maquinaria tras la caída de la URSS. Y no hubiera sucedido
sin su desaparición. El Pentágono admitió que durante 42 días (del 17 de
enero al 28 de febrero de 1991), se produjeron 110.000 ataques aéreos
contra Iraq y se arrojaron 88.500 toneladas de bombas sobre el país,
equivalentes a siete bombas y media como las que cayeron sobre
Hiroshima. Los bombardeos tenían como objetivo destrozar cualquier
estructura o recurso necesario para la vida de la población civil. No
puede obviarse que en aquella coalición proestadounidense Iraq quedó
prácticamente aislada evidenciándose no sólo las mencionadas diferencias
entre sunies y chiíes sino las viejas contradicciones entre las ramas
iraquí y siria del Partido Baaz lo que posteriormente ha facilitado
acuerdos “contra natura” entre grupos laicos y religiosos de la parte
suní de Iraq.
- Posteriormente a la primera guerra del
91, el Consejo de Seguridad de NN.UU. impuso en Iraq un embargo que
costó más de un millón y medio vidas como resultado directo de las
sanciones. De ese millón y medio, más de la mitad eran niños menores de
cinco años.
- La invasión y ocupación de Iraq,
iniciada en 2003, ha costado más de un millón y más de dos millones de
refugiados. El asolado país ha sido dividido en tres partes y sus
recursos naturales entregados a multinacionales como Bechtel, Monsanto,
etc.
Tras la ocupación el aparato del Estado
se desmanteló. La inmensa mayoría de sus cuadros fue asesinada,
encarcelada o se exilió. Un millón de empleados públicos y sus familias
se quedaron sin recursos y sin esperanza. Muchos integraron durante años
una heroica Resistencia, simbolizada en la ciudad mártir de Faluya. La
desesperación y la sed de venganza llevó a una parte importante de los
que sobrevivieron a fundar el ISIS (DAESH) junto a diferentes grupos
vinculados a Al Qaeda procedentes de Libia, Afganistán u otros países
árabes. Y como ya hemos indicado, hay confirmación de que aquellos
cuadros del destrozado Estado iraquí –que antes se habían enfrentado a
grupos islamistas- terminaron por sellar alianzas con estos frente a las
fuerzas de ocupación y contra el gobierno actual de Bagdad.
En este momento DAESH controla la parte
de Iraq y Siria más rica en yacimientos de petróleo y gas, una base
sobre la que posteriormente se ha desarrollado un entramado financiero y
armamentístico apoyado directamente o utilizado por Turquía, las
dictaduras del Golfo y el estado sionista de Israel.
La ayuda de carácter mercenario de EE.UU., Francia y Gran Bretaña a
grupos armados en Siria, que finalmente contribuye de forma decisiva al
fortalecimiento de DAESH, con el objetivo de que Siria caiga en sus
manos o en su defecto destrozarla, es cada vez más imposible de ocultar.
A la multitud de evidencias hay que añadir las patéticas palabras de
Hollande, dos días después de los atentados de París, exigiendo a los
“rebeldes” sirios que se hayan pasado al Estado Islámico devolver las
armas entregadas por Francia en 2012 y 2013[2]
El pretexto utilizado para justificar el
entrenamiento militar y la entrega de dinero y armas al ESL (Ejército
Sirio Libre) para luchar contra Bachar Al Assad se desmontó hace tiempo
cuando sus dirigentes se reconocieron miembros de Al Nusra e integrantes
de Al Qaeda. Es evidente que el grueso de las armas y los pertrechos
han sido facilitadas a DAESH por Arabia Saudí y Qatar, gran socio
comercial de Francia y también del Estado español. En este caso y como
siempre ocurre con los negocios realizados con las dictaduras del Golfo,
a través de las gestiones bien remuneradas del rey Juan Carlos.
No se trata sólo de la venta de armas. El Ejército español mantiene
relaciones estrechas con el de Arabia Saudi, cuyos pilotos – que están
atacando Yemen – aprenden aquí a manejar los Eurofighter[3].
La Francia imperial, una importante fábrica de desesperación.
La llegada de Sarkozy al gobierno y
después la de Hollande, ambos fuertemente apoyados por el sionismo, han
supuesto el abandono del status de neutralidad adquirido por Francia
desde la década de los 60; en 1961, tras la descolonización de Argelia,
se enfriaron las relaciones con Israel y en 1966, con De Gaulle, el país
galo abandona la estructura militar de la OTAN.
Hoy las relaciones con el Estado
sionista son más estrechas que nunca y en 2009 Francia se reintegra a la
estructura militar de la Alianza Atlántica. En 2010 Sarkozy firma con
Cameron un acuerdo bilateral de seguridad y defensa, sorprendente entre
dos destacados miembros de la OTAN sino fuera porque pocos meses
después, Francia primero y el Reino Unido después, se adelantan al Pacto
Atlántico en el ataque a Siria.
Los objetivos neocoloniales galos en
África tienen por escenario la ex-colonia francesa de Malí, donde desde
2013 interviene mediante bombardeos y acciones militares sobre el
terreno para asegurar a sus multinacionales el control de las
importantes minas de oro del país. Otro tanto ha supuesto la
intervención en la República Centroafricana a finales del mismo año,
conocida como "Operación Sanguiris", dirigida por 1.200 soldados
franceses y que tenía como objetivo impedir la llegada de los chinos y
controlar las reservas de oro, diamantes y uranio que presenta el
subsuelo de la República Centroafricana. Un pais más grande que Francia y
Bélgica juntos, y donde Areva, Total, Bollore, France Telecom dictan su
ley[5].
Yibuti, otra ex-colonia francesa situada
frente a Yemen en el estrecho de Bab el Madeb en el Mar Rojo, es así
mismo sede de importantes bases militares de Francia y EE.UU.
La matanza de civiles en París, a
diferencia de lo ocurrido en recientes masacres como la de Beirut o la
del avión ruso con el doble de muertos, se ha respondido con el mismo
siniestro guión que se repite desde del 11 de septiembre: ataques
indiscriminados a la población civil de países cuyo control ambiciona el
imperialismo, en violación flagrante del derecho internacional, y
aplicación de legislación de excepción que anula libertades públicas.
Matanzas de civiles en Siria para vengar
la matanza de civiles en París es la respuesta criminal de la Francia
que, desde 2008, pretende retomar con fuerza su siniestro papel de
potencia colonial . Y lo hace como forma de sortear la crisis
capitalista y de codearse de igual a igual entre sus aliados, lo que por
cierto no deja de generar tensiones dentro de la misma Unión Europea
como reflejan las matizaciones que Merkel ha realizado al discurso
guerrerista de un Hollande que ya de paso anunciaba que no podría
cumplir los objetivos de déficit exigidos al resto de socios europeos.
Dominación y saqueo en el exterior y
marginación y humillación en las banlieus de las grandes metrópolis
europeas donde se hacinan sin esperanza millones de jóvenes. Es esa
juventud, la misma que hizo arder los suburbios de París en 2005,
insultada y doblegada, la que vive en barrios obreros hace tiempo
abandonados por la militancia comunista. Son esos los jóvenes quienes
sin posibilidad alguna de enfrentar la dominación con objetivos de
emancipación de clase, buscan reconstruir su identidad vengándose de la
humillación, desde las filas que, a su juicio, con más saña golpean a
quienes les pisotean a diario.
Hollande, mostrando sus verdaderos
objetivos de intervenir a gran escala en Siria, acusaba a este país de
ser la fábrica de los terroristas. Todo lo contrario. Es su terrorismo
de Estado, el suyo y el del resto de los países de la OTAN, quien
engendra la barbarie, dentro y fuera de sus fronteras.
De los 4.000 combatientes que han salido
de Europa para integrar las filas del ISIS en Siria, 1200 proceden de
Francia. Y lo han hecho sin que hasta ahora se les pusiera ningún
obstáculo por parte de los gobiernos de la UE que miraban para otro lado
en la medida que iban a combatir al gobierno de Bashar Al Assad.
Ante una nueva escalada militar y represiva
Más allá de especulaciones acerca de
indicios, por lo demás repetidas en otras ocasiones, de que haya habido
manos ocultas moviendo los hilos de los atentados de París, todo parece
apuntar a una nueva escalada de intervenciones militares en Siria. Tras
las gigantescas maniobras de la OTAN, recién finalizadas, que
concretaban los escenarios de guerra, el caldo de cultivo de una
población aterrorizada es el más adecuado para seguir imponiendo
recortes en los servicios públicos, al tiempo que aumenta el gasto
militar y en policías.
Los complejos militares industriales de
EE.UU y de los principales países de la UE han actuado con rapidez. Las
grandes multinacionales fabricantes de armas han conseguido en la semana
posterior a los sucesos de París ganancias en Bolsa de más de 13.000
millones de euros.
Las primeras decisiones de Hollande han
sido suspender, como ya hemos indicado, la aplicación de los mecanismos
de control del déficit para incrementar el gasto público en seguridad y
defensa, al tiempo que se aprueba una Reforma Constitucional para
legalizar la suspensión de las garantías y libertades públicas.
En el marco de la crisis económica sin
horizonte alguno, la exacerbación del racismo y la xenofobia, el auge
del fascismo, el deterioro de las condiciones de vida y la extensión de
la guerra imperial, causa directa de la huida de las personas
refugiadas, definen el escenario de la barbarie. Y no hará más que
incrementarse.
Resistencia y solidaridad internacionalista
La Resistencia antiimperialista tiene,
hoy más que nunca, una importantísima dimensión interna y tiene que ver
directamente con la reconstrucción de la conciencia y la unidad de
clase. La necesidad de organizarse para destruir un orden social que
aniquila a millones de seres humanos, también en las metrópolis, pasa
por incorporar a esa trinchera al conjunto de la clase y debe situar en
primera fila a quienes en mayor medida sufren la explotación, la
juventud inmigrante. Y esa incorporación requiere dar el salto de
gigante que ha dado la clase obrera en otros momentos de gravísima
crisis como la actual: construir la unidad en el combate contra el
enemigo de clase incluyendo el respeto a las identidades nacionales o
culturales.
No podemos entrar en “equidistancias” ante la agresión imperial. Las
tareas de la solidaridad internacionalista, como Red Roja plantea en sus
Tesis[4], no pueden poner en el mismo plano al agredido y al
agresor, ni se basan en la calidad “democrática” o “socialista” del
agredido. Nos oponemos a la agresión a Siria, como lo hicimos con Libia
(o antes con Iraq o Afganistán), no por la naturaleza de sus gobiernos
sino porque consideramos los ataques del imperialismo como crímenes de
lesa humanidad y como atentados injustificables contra el derecho
soberano de los pueblos a su autodeterminación.
Tampoco caeremos en ese simplismo, tan
grato a los intereses “occidentales”, que ahora trata de equiparar la
actitud de Rusia con la de Francia u otros agresores imperialistas. El
gobierno soberano de Siria resiste con la ayuda de Rusia, que sólo ha
intervenido ante esta petición, y es el deber de todo antiimperialista
del mundo apoyar la victoria en esta lucha que dura ya años.
Más en lo que respecta a nuestras tareas
militantes directas, Red Roja anuncia que promoverá o apoyará las
movilizaciones antiimperialistas que se opongan a todas las agresiones
-abiertas o encubiertas- y a maniobras desestabilizadoras lanzadas por
el imperialismo. Incluso aunque dichas movilizaciones sean minoritarias,
el solo hecho de que exista una resistencia antiimperialista aquí en la
retaguardia, cerca del propio corazón de la bestia imperialista, tiene
una enorme importancia.
En ese proceso de imprescindible
creación de un movimiento popular contra la guerra, Red Roja saluda la
creación del Tribunal Permanente de los Pueblos contra la Guerra
Imperialista y la OTAN. Porque como se afirma en su Comunicado Final:
“Como en otros temas decisivos para la vida de los pueblos, la guerra
imperialista se sitúa fuera de su alcance, y por lo tanto sólo la
construcción de una respuesta social organizada podrá enfrentarse a esta
barbarie e impedir la impunidad de los responsables”.
[1] La Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de ONU, aprobada el 17 de marzo de 2011, autorizó a "tomar todas las medidas necesarias" en Libia para "proteger a los civiles y a las áreas pobladas bajo amenaza de ataques", incluyendo la creación de una zona de exclusión aérea sobre el país.
[5] http://www.michelcollon.info/Republica-Centroafricana-las.html?lang=es
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