El mesías de los pobres nepalíes viaja en helicóptero
- La campaña electoral en Nepal estuvo marcada por el derroche de un ex primer ministro y guerrillero maoísta, autoproclamado el Mesías de los pobres, que se trasladaba en helicóptero a la caza de votos en este pequeño país del Himalaya donde 25 por ciento de la población está sumida en la pobreza.
Pushpa Kamal Dahal, conocido por el mote de “Prachanda” (el temible), fue maestro de escuela, líder guerrillero y primer ministro entre 2008 y 2009, después de la abolición de la monarquía en Nepal.
Su campaña de cara a las elecciones nacionales del martes 19, como líder del Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta), fue objeto de fuertes críticas.
Destacados ciudadanos nepaleses, partidos rivales e incluso sus antiguos camaradas maoístas dicen que Prachanda puso de relieve las desigualdades socioeconómicas en este país de 27 millones de habitantes.
“Es difícil comprender cómo un líder proletario que se autoproclamaba el Mesías de los pobres pudo encontrar los recursos y la justificación moral para hacer esto, día tras día”, observó con ironía Bhagirath Basnet, exministro de Relaciones Exteriores.
Esto sucede “en un país donde 25 por ciento de las personas languidecen en la pobreza y millones de niños se ven privados de la mínima nutrición y educación primaria”, comentó a IPS.
Paradójicamente, la campaña del principal rival de los maoístas, el Partido del Congreso de Nepal, fue mucho más austera. Sus veteranos líderes, entre ellos un septuagenario sobreviviente de cáncer, viajaron en bicicletas y a caballo para atraer a los votantes.
La Comisión Electoral nepalí continuaba este viernes 22 con el conteo de votos, y los resultados preliminares daban un ajustado triunfo al Partido del Congreso. Pero Pushpa denunció fraude y exigió que se suspendiera el proceso.
Mientras los nepaleses critican en las redes sociales el derroche maoísta, antiguos compañeros de lucha acusan al partido de haberse vendido.
“Los maoístas llegaron al poder con la promesa de acabar con la desigualdad y la pobreza”, según Prasad Yadav Matrika, otrora el líder maoísta de mayor jerarquía en las llanuras australes de Terai. “Pero han traicionado a la guerra donde murieron más de 15.000 personas”.
La insurrección maoísta comenzó en 1996 con el objetivo declarado de acabar con la monarquía y el régimen feudal de una dinastía que se apropió de los recursos nacionales para la familia real y la nobleza durante casi 250 años.
Nepal, que yace entre los dos gigantes asiáticos, India y China, tiene un ingreso anual por habitante de 742 dólares.
“Me siento avergonzado cuando voy al extranjero”, reconoció Binod Chaudhary, director de un grupo empresarial nepalés y el primer multimillonario de Nepal en la lista de los más ricos del mundo elaborada por la revista Forbes.
“Cada día, miles de nepaleses viajan al exterior en busca de trabajo, porque aquí no lo hay. Tenemos cortes de energía de 16 horas al día, aunque Nepal posee un enorme potencial hidroeléctrico”, dijo a IPS. “Ni siquiera tenemos suficiente agua potable en Katmandú, y mucho menos en los pueblos”.
“La gente me dice: ‘Usted es multimillonario, pero Nepal es tan pobre, ¿cuál es la razón?’”, señaló.
Entusiasmados por el éxito de los maoístas surgieron nuevos grupos que aprovechan el descontento por la promesa incumplida de igualdad y oportunidades.
El exministro maoísta Matrika Yadav es ahora un adversario, con una queja antigua. “Los maoístas oprimieron a Madhes (la región de Terai)”, señaló.
Terai, la zona agrícola de Nepal, fue descuidada por sucesivos gobiernos porque sus habitantes eran considerados inmigrantes de India e inferiores a los habitantes de las colinas.
“La gente de Terai todavía no tiene la ciudadanía”, dijo Yadav. “Siguen sin estar representados en el ejército, en el sector público y en el poder judicial en las cantidades que el gobierno les prometió. Carecen de educación, salud y oportunidades”.
El Partido Comunista de Nepal (Maoísta), al que pertenece Yadav, boicoteó las elecciones y su líder advierte que la fuerza política podría pasar a la clandestinidad.
Otro excamarada, Mohan Baidya, no sólo se opuso a las elecciones sino que llamó a una huelga de transporte de 10 días para obstaculizar el sufragio.
Baidya, antaño uno de los tres principales dirigentes maoístas, es un político de línea dura que considera un error haber aceptado la paz de 2006. Junto con grupos disidentes se mostró inflexible sobre la huelga a pesar de las dificultades que causó a la gente.
Durante el paro se incendiaron autobuses, incluso uno que llevaba pasajeros. Artefactos explosivos improvisados, el arma principal de los maoístas durante su Guerra Popular, aparecieron en lugares públicos y provocaron un clima de miedo.
La comunidad internacional consideró necesarias las elecciones. El expresidente estadounidense Jimmy Carter (1977-1980) estuvo presente como parte de una delegación de observadores que incluyó a europeos e indios.
Shoko Noda, la directora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Nepal, dijo que era crucial que las elecciones se llevaran a cabo y que el proceso político se normalizara para que los esfuerzos pudieran concentrarse en la economía y el empleo.
“Desde la década de 1990, Nepal realizó avances importantes en el índice de desarrollo humano”, declaró.
“No obstante, histórica y espacialmente, los grupos marginados, como los dalits, las mujeres, las nacionalidades indígenas y quienes viven en lugares geográficamente remotos siguen en la parte inferior de la pirámide”, dijo Noda a IPS.
“En consecuencia, Nepal tiene una elevada desigualdad en los ingresos y el consumo”, agregó.
La directora del PNUD en Nepal espera que el proceso de desarrollo se acelere una vez que la política se estabilice, lo que generará más oportunidades, incluso para los más pobres.
“Una mejor infraestructura, junto con una mejora en el entorno empresarial puede impulsar el espíritu empresarial que puede crear puestos de trabajo”, aseguró Noda.
Cinco ex primeros ministros de todos los partidos, incluyendo a Dahal, se comprometieron a impulsar la agenda del desarrollo y colaborar por el bien común. Pero los nepaleses siguen siendo escépticos
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