sábado, 5 de mayo de 2012
Con ocasión del 75º aniversario de los Sucesos de Mayo de 1937 en Barcelona.
BARCELONA Y EL REFLUJO DEL BROTE REVOLUCIONARIO*
(….) el conato de golpe de Estado por parte de Franco ocurrió en medio de (y en parte fue una respuesta) a un masivo estallido revolucionario. Este brote revolucionario dio un salto cualitativo después del avance de Franco, en la medida en que las masas, liberadas por el colapso del orden burgués, se levantaron por millones para asumir la iniciativa y derrotar a la tambaleante clase dominante (…)
Este estallido revolucionario no duró mucho. A comienzos del invierno de 1936-37 y especialmente ya para la primavera siguiente, el PCE marchó a la avanzada de la restauración del orden burgués. Parta el siguiente invierno, las milicias fueron desbandadas y reemplazadas por un ejército al estilo burgués. Ciertamente, para poder derrotar a Franco, las milicias no podían continuar siendo la principal fuerza militar, pero la alternativa del PCE era pero que las milicias. En agosto se disolvieron por la fuerza muchas de las cooperativas campesinas. Había surgido un serio problema con los campesinos pobres que se apoderaban de las tierras y se alineaban políticamente a muchos campesinos más acomodados y a pequeños propietarios, a quienes no había necesidad de empujar hacia el bando de Franco; pero la alternativa del PCE fue permitir que los campesinos ricos y terratenientes que seguían leales a la República, determinaran la política en el campo.
En las fábricas que el gobierno había intervenido ante la huida de sus propietarios al alero de seguridad que les ofrecía Franco, se formaron colectivos de obreros, pero fueron sofocados como terreno de lucha política. Ciertamente “poder obrero” no significa que los obreros de cada fábrica pasan a ser sus dueños, y en el sentido más inmediato tenía que existir un control más central; pero la alternativa del PCE fue sólo enviar allí a los burócratas o antiguos patrones y reducir los comités de trabajadores, en el mejor de los casos, a “ganar la batalla de la producción”.
Todo esto se conjugó con una creciente y generalizada desmoralización entre las masas ante el curso que venía tomando la guerra –una desmoralización en parte relacionada a la forma en que se libraba la guerra, y que por contra afectó su curso.
El término de este primer período revolucionario fue señalado por los sucesos del primero de Mayo en Barcelona, capital de Cataluña, después de un intento de la Generalitat catalana (gobierno nacionalista catalán) de desalojar el “colectivo” dirigido por los anarquistas y el POUM, que controlaba la central telefónica, ocupación que les había permitido a estos opositores del gobierno determinar libremente las comunicaciones entre Cataluña y el resto de España. (El POUM seguía la línea trotskista de rechazar completamente la unidad con las fuerzas burguesas de la República, a pesar de que debido a razones complejas, sus líderes, antiguos seguidores de Trotsky, ahora se le oponían).
Este constituye, probablemente, el suceso más controvertido de toda la Guerra Civil española, de infamante reputación en aquel momento y desde entonces una cause celèbre para los “antiestalinistas”. No pretendemos hacer un balance de dichos sucesos aquí. Pero es necesario decir algunas palabras al respecto para describir la trayectoria política dela guerra dentro de la zona republicana.
El intento por parte de la policía de la Generalitat y fuerzas de seguridad organizadas por el PSUC (el Partit Socialista Unificat de Catalunya –el partido hermano del PCE en Cataluña, constituido por el PCE, el Partido Socialista y otros partidos) de desalojar a los que se habían apoderado de la central telefónica, condujo a un tiroteo y la lucha se extendió por todo el centro de la ciudad. El combate duró cinco días, y dii como resultado varios cientos de personas muertas a balazos por un lado y otro.
No podemos resolver aquí el argumento de si ésta fue una provocación deliberada del PCE para crear una excusa y barrer a las fuerzas opositoras en Cataluña, como lo sostienen los anarquistas y los trotskistas hasta la fecha, o si se trató de una provocación de un sector de los anarquistas, especialmente del POUM, que buscaban el derrocamiento inmediato de la República, con cierta colaboración der agentes franquistas. Francamente, no parece descabellado que ambos lados tengan algo de razón. (Debe señalarse que, cuando resultó claro que ésta era una situación que Franco podía aprovechar y de la cual Franco y de la cual Franco estaba sacando ventaja militar en el frente septentrional, muchos de los principales líderes anarquistas de España se opusieron enérgicamente al levantamiento de Barcelona. También debe señalarse que, independientemente de la cuestión del rol desempeñado por contrarrevolucionarios y agentes imperialistas, a la gran mayoría de los obreros y demás que fueron arrastrados a luchar en contra de las fuerzas de seguridad, indudablemente los motivó una justa furia revolucionaria ante la forma en que el PCE y las fuerzas burguesas trataban de detener la generalizada efervescencia revolucionaria).
Lo que queremos decir es lo siguiente: la línea del POUM y de los anarquistas era (por razones similares) una línea contrarrevolucionaria. El PCE hacía notar correctamente la mortal calma que reinaba en el frente de Aragón, donde las milicias dirigidas por los anarquistas y el POUM no habían sido capaces de montar ningún tipo de ofensiva contra los fascistas, dándole de esta manera rienda suelta a las fuerzas de Franco para que dividieran la zona republicana. Pero el PCE no contrapuso el reformismo y pasividad militar apenas encubiertos de los anarquistas y el POUM con algo más revolucionario. Simplemente se alió con sectores de pequeños industriales y prósperos viticultores de Cataluña, y con personajes similares a lo largo de toda España, para restaurar el orden prevaleciente antes de todo este jaleo y desbarajuste. Considerando el desarrollo de los acontecimientos, especialmente luego de los sucesos de Barcelona, ¿puede acaso decirse que la línea del PCE era mejor?
Después de los sucesos de Barcelona, el gobierno republicano se movió abiertamente y con rapidez hacia la derecha. El demagogo socialista de labia izquierdista Largo Caballero, inflado por el PCE y aclamado por los periodistas como el “Lenin español”, fue descartado. Lo reemplazó como Primer Ministro Juan Negrín, un socialista más de derecha, vinculado al Presidente republicano Azaña. Indalecio Prieto, del ala más extrema derechista del partido socialista, el hombre que había amenazado con renunciar si se le permitía a la delegación marroquí presentar su caso en las Cortes, fue nombrado Ministro de Defensa. El PCE maniobró para conseguir que Negrín y Prieto ingresaran al gabinete, con la excusa de que esto era necesario para impulsar el esfuerzo bélico. Pero Prieto, una vez a cargo de la guerra, fue un capitulacionista tan notorio, tan seguro de la eventual victoria de Franco, que Jesús Hernández (un líder del PCE que más tarde se transformó en furioso anticomunista) relata que el PCE mantuvo a raya a Prieto chantajeándolo con revelarle todo esto a las masas.
Independientemente de si esto es o no cierto, claramente constituye una indicación del tipo de hombres y de línea que auspiciaba el PCE. (…)
De hecho, la causa más directa de la derrota de la República habría de ser esta tendencia del PCE de andar políticamente a la zaga de los republicanos. (…)
Lo que queremos destacar aquí no es que el PCE cometió un error craso al hacerle ciertas concesiones a las fuerzas republicanas (por vacilantes que fueran) susceptibles de unirse con el propósito de derrotar a Franco. Pero al apoyarse en ellos y al no desarrollar la fuerza del proletariado política y militarmente independiente, el PCE no hizo más que conducir a las masas hacia una emboscada, una traición inevitable –inevitable no porque fuera inevitable el que todos aquellos que vacilaban acabaran de lado de Franco, sino porque sólo la fuerza independiente del proletariado podía impedir que ellos capitularan, impedir que la revolución fuera necesariamente derrotada. (…)
(*) Extractos del artículo “La Línea de la Comintern ante la Guerra Civil en España”. Revolución, órgano de propaganda del Comité Central del Partido Comunista Revolucionario (PCR) de Estados Unidos. Nº 49, Septiembre 1981, pp. 59-62. Texto seleccionado y transcrito para Dazibao Rojo por R. Manzanares, habiendo sido algunos términos de este texto reemplazados por otros a fin de adaptarlos al castellano utilizado en España.
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