V. I. Lenin
EL SOCIALISMO Y LA GUERRA
De la colección de folletos:
Tres artículos de Lenin sobre la guerra y la paz
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERASPEKIN 1976 Primera edición 1974
(2a impresión 1976)
págs. 1-61.
Preparado © para el Internet por David Romagnolo, djr@marx2mao.org (Mayo de 1998)
NOTA DEL EDITOR
I N D I C E
(LA ACTITUD DEL P.O.S.D.R. ANTE LA GUERRA)(1)
Escrito en julio-agosto de 1915.
Publicado en forma de libro en otoño
de 1915 por la Redacción del pe-
riódico Sotsial-Demokrat. Ginebra.
pág. 2 [blanca]
(PUBLICADA EN EL EXTRANJERO)
La guerra dura ya un año. Nuestro Partido fijó su actitud ante ella, en su comienzo mismo, en el manifiesto del Comité Central, redactado en setiembre de 1914 y publicado (después de ser distribuido a los miembros del Comité Central y a los representantes responsables de nuestro Partido en Rusia, y de recibir su conformidad) el 1 de noviembre de 1914 en el núm. 33 de Sotsial-Demokrat, órgano del Comité Central de nuestro Partido*. Más tarde, en el número 40 (29 de marzo de 1915), aparecieron las resoluciones de la Conferencia de Berna**, que of recen una exposición más precisa de nuestros principios y de nuestra táctica.
En el momento actual, el estado de ánimo revolucionario de las masas crece evidentemente en Rusia. Sintomas del mismo fenómeno se observan por doquier en otros países, pese a que las aspiraciones revolucionarias del proletariado se ven ahogadas por la mayoría de los partidos socialdemócratas
* Véase "La guerra y la socialdemocracia de Rusia", Obras Completas de V. I. Lenin, t. XXI. (N. de la Red.)
** Véase "La Conferencia de las secciones del P.O.S.D.R. en el extranjero", Obras Completas de V. I. Lenin, t. XXI. (N. de la Red.) pág. 4
oficiales, que se han puesto del lado de sus gobiernos y de su burguesía. En virtud de tal estado de cosas, es muy necesaria la publicación de un folleto que haga un balance de la táctica socialdemócrata respecto de la guerra. Reeditamos integramente los documentos del Partido antes citados, acompañándolos de breves explicaciones en las que tratamos de tomar en cuenta los principales argumentos que, en favor de la táctica burguesa y la táctica proletaria, han sido expuestos en las publicaciones y en las reuniones del Partido.
pág. 5
El presente folleto fue escrito en el verano de 1915, en la vispera de la Conferencia de Zimmerwald. Apareció también en alemán y francés, y ha sido reimpreso en noruego en su totalidad en el órgano de la Juventud Socialdemócrata Noruega. La edición alemana del folleto fue introducida clandestinamente en Alemania -- en Berlín, Leipzig, Bremen y otras ciudades --, y difundida ilegalmente por los partidarios de la izquierda de Zimmerwald y por el grupo de Karl Liebknecht. La edición francesa, impresa clandestinamente en París, fue difundida allí por los zimmenvaldianos franceses. De la edición rusa llegaron al país muy contados ejemplares, y en Moscú fue copiada a mano por los obreros.
Ahora reimprimimos íntegramente este folleto, a título de documento. El lector debe recordar siempre que fue escrito en agosto de 1915. Hay que recordarlo sobre todo en los pasajes en que se habla de Rusia: Rusia era todavía la Rusia zarista, la Rusia de los Románov. . .
Editado en forma de libro
en 1918.
pág. 6 [blanca]
pág. 7
GUERRA DE 1914-1915
La actitud de los socialistas ante la guerra
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históricamente (desde el punto de vista del materialismo dialéctico de Marx) cada guerra en particular. La historia ha conocido muchas guerras que, pese a los horrores, las ferocidades, las calamidades y los sufrimientos que toda guerra acarrea inevitablemente, fueron progresistas, es decir, útiles para el progreso de la humanidad, contribuyendo a destruir instituciones particularmente nocivas y reaccionarias (como, por ejemplo, la autocracia o la servidumbre), y las formas más bárbaras del despotismo en Europa (la turca y la rusa). Por esta razón, hay que examinar las peculiaridades históricas de la guerra actual.
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histórica fundamental de esas guerras, que demolían y que brantaban el
régimen feudal y el absolutismo de toda la vieja Europa, de la Europa
feudal. Durante la guerra franco-prusiana, Alemania expolió a Francia,
pero ello no altera la significación histórica fundamental de esta
guerra, que liberó a decenas de millones de alemanes del desmembramiento
feudal y de la opresión de dos despotas: el zar ruso y Napoleón III.
pág. 10
Pero imaginese que un propietario de cien esclavos hace la guerra a otro que posee doscientos por llegar a una distribución más "equitativa" de los esclavos. Es evidente que emplear en este caso el concepto de guerra "defensiva" o de "defensa de la patria" sería falsificar la historia y, en la práctica, equivaldría pura y simplemente a un engano de la gente sencilla, de los pequeños burgueses y de los ignorantes por hábiles esclavistas. Pues bien, precisamente así engaña hoy la burguesía imperialista a los pueblos, valiéndose de la ideologia "nacional" y de la idea de defensa de la patria, en la guerra actual que los esclavistas libran entre si para consolidar y reforzar la esclavitud.
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nanciera. La libertad de comercio y la libre competencia han sido
sustituidas por la tendencia al monopolio, a la conquista de tierras
para realizar en ellas inversiones de capital y lle varse sus materias
primas, etc. De liberador de naciones, como lo fue en su lucha contra el
feudalismo, el capitalismo se ha convertido, en su fase imperialista,
en el más grande opresor de naciones. El capitalismo, progresista en
otros tiempos, se ha vuelto reaccionario; ha desarrollado las fuerzas
productivas a tal extremo, que a la humanidad no le queda otro camino
que pasar al socialismo, o bien sufrir durante años, e incluso durante
decenios, la lucha armada de las "grandes" potencias por el
mantenimiento artificial del capitalismo mediante las colonias, los
monopolios, los privilegios y todo género de la opresión nacional.
por el mantenimiento y fortalecimiento
de la esclavitud
Este cuadro nos permite ver cómo los pueblos que de 1789 a 1871 lucharon, en la mayoría de los casos al frente de los otros, por la libertad, se han convertido en nuestra época, después de 1876 y gracias a un capitalismo altamente desarrollado y "pasado de maduro", en los opresores y explotadores de la mayoría de la población y de las naciones del globo. Entre 1876 y 1914, seis "grandes" potencias se apoderaron de 25 millones de kilometros cuadrados, ¡es decir, una superficie dos
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"Grandes" potencias |
Colonias
|
Metrópolis
|
Total
| |||||
1876
|
1914
|
1914
| ||||||
Kms.2
(en mill- ones) | Habi- tantes (en mill- ones) |
Kms.2
(en mill- ones) | Habi- tantes (en mill- ones) |
Kms.2
(en mill- ones) | Habi- tantes (en mill- ones) |
Kms.2
(en mill- ones) | Habi- tantes (en mill- ones) | |
Inglaterra . . . Rusia . . . . Francia . . . Almania . . . Japón . . . . Estados Unidos . |
22,5
17,0 0,9 --- --- --- |
251,9
15,9 6,0 --- --- --- |
33,5
17,4 10,6 2,9 0,3 0,3 |
393,5
33,2 55,5 12,3 19,2 9,7 |
0,3
5,4 0,5 0,5 0,4 9,4 |
46,5
136,2 39,6 64,9 53,0 97,0 |
33,8
22,8 11,1 3,4 0,7 9,7 |
440,0
169,4 95,1 77,2 72,2 106,7 |
Todos de las seis "grandes" po- tencias | 40,4 | 273,8 | 65,0 | 523,4 | 16,5 | 437,2 | 81,5 | 960,6 |
Colonias que no pertenecen a las grandes potencias (sino a Belgica, Ho- landa y otros Estados . . . ) Tres pases "se- micolonias" (Turquia, Chi- na y Persia) | 9,9 | 45,3 | 9,9 14,5 | 45,3 361,2 | ||||
T o t a l . . .
|
105,9
|
1.367,1
| ||||||
Demás Estados y pa&oicuteses . .
. . . . . . . .
. . . |
28,0
|
289,9
| ||||||
Todo el globo (excepto las regiones polares) .
. . . . . . . . |
133,9
|
1.657,0
|
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veces y media más grande que la de toda Europa! Seis potencias subyugan a una población de más de quinientos millones
(523) de habitantes en las colonias. Por cada cuatro habitantes de las
"grandes" potencias hay cinco habitantes de "sus" colonias. Y todo el
mundo sabe que las colonias han sido con quistadas a sangre y fuego, que
sus pobladores son tratados barbaramente y explotados de mil maneras
(mediante la exportación de capitales, concesiones, etc., el engaño en
la venta de mercancías, el sometimiento a las "autoridades" de la nación
"dominante", etc., y con otras cosas por el estilo). La burguesía
anglo-francesa engaña a los pueblos al decir que hace la guerra en aras
de la libertad de los pueblos y de Bélgica, cuando en realidad la hace
para conservar los inmensos territorios coloniales de los que se ha
apoderado. Los imperialistas alemanes evacuarian de inmediato Bélgica y
otros países si los ingleses y franceses se repartiesen "amistosamente"
con ellos sus colonias. Lo peculiar de la situación actual consiste en
que la suerte de las colonias se decide con la guerra que se libra en el
continente. Desde el punto de vista de la justicia burguesa y de la
libertad nacional (o del derecho de las naciones a la existencia),
Alemania tendría sin duda alguna razón contra Inglaterra y Francia, ya
que ha sido "defraudada" en el reparto de las colonias, y sus enemigos
oprimen a muchísimas más naciones que ella; en cuanto a su aliada,
Austria, los eslavos por ella oprimidos gozan sin duda de más libertad
que en la Rusia zarista, verdadera "carcel de pueblos". Pero la propia
Alemania no lucha por liberar a los pueblos, sino por sojuzgarlos. Y no
corresponde a los socialistas ayudar a un bandido más joven y más
vigoroso (Alemania) a desvalijar a otros bandidos más viejos y más
cebados. Lo que deben hacer los socialistas es aprovechar la guerra que
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se hacen los bandidos para derrocar a todos ellos. Para esto, es preciso ante todo que los socialistas digan al pueblo la verdad, a saber, que esta guerra es, en un triple sentido, una guerra entre esclavistas para reforzar la esclavitud. En primer lugar, es una guerra que tiende a consolidar la esclavitud de las colonias mediante un reparto mas "equitativo" y una explotación ulterior mas "coordinada" de las mismas; en segundo lugar, es una guerra que persigue el reforzamiento del yugo que pesa sobre las naciones extrañas en el seno mismo de las "grandes" potencias, pues tanto Austria como Rusia (y esta mucho mas y mucho peor que aquélla) sólo se mantienen gracias a ese yugo que refuerzan con la guerra; en tercer lugar, es una guerra con vistas a intensificar y prolongar la esclavitud asalariada, pues el proletariado está dividido y aplastado, mientras que los capitalistas salen ganando, enriqueciéndose con la guerra, avivando los prejuicios nacionales e intensificando la reacción, que ha levantado la cabeza en todos los países, aun en los más libres y republicanos.
por otros medios"
(a saber: por la violencia)[2]
Apliquese esta tesis a la guerra actual. Se verá que durante decenios, casi desde hace medio siglo, los gobiernos y las clases
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dominantes de Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Austria y Rusia
practicaron una política de saqueo de las colonias, de opresión de otras
naciones y de aplastamiento del movimiento obrero. Y esta política
precisamente, y sólo ésta, es la que se prolonga en la guerra actual. En
especial, tanto en Austria como en Rusia, la politica de tiempos de
paz, al igual que la de tiempos de guerra, ha consistido en esclavizar a
las naciones y no en liberarlas. Por el contrario, en China, en Persia,
en la India y otros países dependientes vemos en los últimos decenios
la política del despertar de decenas y centenas de millones de hombres a
la vida nacional, una política que tiende a liberarlos del yugo de las
"grandes" potencias reaccionarias. Sobre este terreno histórico
concreto, una guerra puede tener también hoy un carácter progresista
burgués, puede ser una guerra de liberación nacional.
Basta considerar la guerra actual como una prolongación de la política de las "grandes" potencias y de las clases fundamentales de las mismas para ver de inmediato el carácter antihistórico, la falsedad y la hipocresía de la opinión según la cual puede justificarse, en la guerra actual, la idea de la "defensa de la patria".
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todos los Estados que tienen interés en respetar los tratados internacionales hubieran declarado la guerra a Alemania para exigir que este país evacuase a Bélgica y le pagara una indemnización. En este caso, la simpatía de los socialistas estaría, como es natural, del lado de los enemigos de Alemania. Ahora bien, la cuestión estriba precisamente en que la "Triple (y Cuádruple) Entente" no hace la guerra por Bélgica. Esto lo sabe muy bien todo el mundo, y solo los hipócritas lo disimulan. Inglaterra saquea las colonias de Alemania y Turquía; Rusia hace lo propio con Galitzia y Turquía; Francia procura conseguir la Alsacia-Lorena e incluso la orilla izquierda del Rin; con Italia se ha firmado un tratado para repartir el botín (Albania y el Asia menor), y con Bulgaria y Rumania se regatea también por el reparto del botín. En la guerra que hoy libran los gobiernos actuales ¡no se puede ayudar a Bélgica más que ayudando a estrangular a Austria o a Turquía, etc.! ¿¿A qué viene aquí la "defensa de la patria"?? Justamente en esto reside el carácter peculiar de la guerra imperialista, guerra entre gobiernos burgueses reaccionarios, que se han sobrevivido históricamente, destinada a sojuzgar a otras naciones. Quien justifica la participación en esta guerra, contribuye a perpetuar la opresión imperialista de las naciones. Quien preconiza la explotación de las dificultades actuales de los gobiernos para luchar en favor de la revolución social, defiende la libertad real de todas las naciones sin excepción, que sólo puede ser alcanzada con el socialismo.
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a Persia, Manchuria y Mongolia; pero lo que predomina, en general, en
Rusia, es el imperialismo militar y feudal. En ninguna parte del mundo
está tan oprimida la mayoría de la po blación como en Rusia: los gran
rusos sólo constituyen el 43% de la población, es decir, menos de la
mitad, y el resto de los habitantes, por no ser rusos, carecen de
derechos. De los 170 millones de habitantes que tiene Rusia, cerca de 100 millones
están oprimidos y carecen de derechos. El zarismo hace la guerra para
apoderarse de Galitzia y estrangular definitivamente la libertad de los
ucranianos, para apoderarse de Armenia, de Constantinopla, etc. El
zarismo ve en la guerra un medio para distraer la atención del
descontento que aumenta en el interior del país y aplastar el movimiento
revolucionario que va en ascenso. Hoy por cada dos gran rusos hay en
Rusia de dos a tres "alógenos" privados de derechos. El zarismo
pretende, por medio de la guerra, aumentar el número de naciones
oprimidas, intensificar su opresión y, de este modo, minar la lucha por
la libertad que libran los gran rusos mismos. La posibilidad de oprimir y
desvalijar a otros pueblos agrava el estancamiento económico, pues en
vez de desarrollarse las fuerzas productivas, se busca la fuente de los
ingresos en la explotación semifeudal de los pueblos "alógenos". Por
tanto, por parte de Rusia, esta guerra tiene un carácter sumamente
reaccionario y opuesto a toda libertad.
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de hecho, una política antiproletaria, burguesa, pues lo que propugnan en realidad no es la "defensa de la patria" en el sentido de la lucha contra el yugo extranjero, sino el "derecho" de tales o cuales "grandes" potencias a saquear las colonias y oprimir a otros pueblos. Los socialchovinistas repiten el engaño burgués de que la guerra se hace en defensa de la libertad y de la existencia de las naciones, con lo cual se ponen del lado de la burguesía contra el proletariado. Entre los socialchovinistas figuran tanto los que justifican y exaltan a los gobiernos y a la burguesía de uno de los grupos de potencias beligerantes como los que, a semejanza de Kautsky, reconocen a los socialistas de todas las potencias beligerantes el mismo derecho a "defender la patria". El socialchovinismo, que defiende de hecho los privilegios, las ventajas, el saqueo y la violencia de "su" burguesía imperialista (o de toda burguesía en general), constituye una traición absoluta a todas las ideas socialistas y a la resolución del Congreso Socialista Internacional de Basilea.
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de la Comuna de 1871 y el de octubre-diciembre de 1905, es decir, el ejemplo de la revolución y de la guerra civil.
Así, pues, el manifiesto de Basilea establecía, justamente para la
guerra actual, la táctica de la lucha revolucionaria de los trabajadores
contra sus gobiernos en escala internacional, la táctica de la
revolución proletaria. El manifiesto de Basilea repite las palabras de
la resolución de Stuttgart de que en caso de estallar la guerra, los
socialistas deben aprovechar la "crisis económica y política" creada por
ella para "precipitar el hundimiento del capitalismo", es decir,
aprovechar en beneficio de la revolución socialista las dificultades que
la guerra causa a los gobiernos, así como la indignación de las masas.
La política de los socialchovinistas, que justifican la guerra desde el punto de vista burgués sobre los movimientos de liberación, que admiten la "defensa de la patria", que votan en favor de los créditos de guerra y participan en los ministerios, etcétera, es una traición abierta al socialismo, que sólo puede explicarse, como veremos más adelante, por el triunfo del oportunismo y de la política obrera nacional-liberal en el seno de la mayoría de los partidos europeos.
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Engels, aun condenando como condenaban la guerra, se pusieron constantemente, desde 1854-1855 hasta 1870-1871 y en 1876-1877, de parte de tal o cual Estado beligerante, una vez que la guerra, pese a todo, había estallado.
Todas estas referencias constituyen una indignante desna turalización de las ideas de Marx y Engels para complacer a la burguesía y a los oportunistas, de la misma manera que los escritos de los anarquistas Guillaume y Cía. tergiversan las ideas de Marx y Engels para justificar el anarquismo. La guerra de 1870-1871 fue, por parte de Alemania, una guerra históricamente progresista hasta la derrota de Napoleón III, pues él, de acuerdo con el zar, había oprimido a Alemania durante largos años, manteniendo en ella el fraccionamiento feudal. Pero en cuanto la guerra se trasformó en un saqueo de Francia (con la anexión de Alsacia-Lorena), Marx y Engels condenaron resueltamente a los alemanes. E incluso al comienzo mismo de la guerra, Marx y Engels aprobaron la negativa de Bebel y Liebknecht a votar los créditos y aconsejaron a los socialdemócratas no mezclarse con la burguesía, sino defender los intereses independientes, de clase, del proletariado. Extender esta apreciación sobre una guerra progresista burguesa y de liberación nacional a la guerra imperialista actual, es mofarse de la verdad. Lo mismo puede decirse -- y con mayor razón -- de la guerra de 1854-1855 y de todas las guerras del siglo XIX, cuando no existían ni el imperialismo actual, ni las condiciones objetivas ya maduras para el socialismo, ni partidos socialistas de masas en todos los países beligerantes es decir, en una época en que no se daban precisamente las condiciones en que se basaba el manifiesto de Basilea para trazar la tactica de la "revolucion proletaria" en relación con la guerra entre las grandes potencias.
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Quienes invocan hoy la actitud de Marx ante las guerras de la época de la burguesía progresista y olvidan las palabras de Marx, de que "los obreros no tienen patria" -- palabras que se refieren precisamente a la época de la burguesía reaccionaria y caduca, a la época de la revolución socialista --, tergiversan desvergonzadamente a Marx y sustituyen el punto de vista socialista por un punto de vista burgués.
más acabado
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varios países (Inglaterra, Italia, Holanda y Bulgaria) se llegó, con este motivo, a la escisión. Ningún marxista dudaba de que el oportunismo expresa la política burguesa en el movimiento obrero, los intereses de la pequeña burguesía y de la alianza de una ínfima porción de obreros aburguesados con "su" burguesía, contra los intereses de las masas proletarias, oprimidas.
Las condiciones objetivas de fines del siglo XIX reforzaron especialmente el oportunismo, trasformando la utilización de la legalidad burguesa en servilismo ante ella, creando una pequeña capa burocrática y aristocrática de la clase obrera e incorporando a las filas de los partidos socialdemócratas a muchos "compañeros de ruta" pequeñoburgueses.
La guerra aceleró este desarrollo, convirtiendo el oportunismo en socialchovinismo, y la alianza secreta de los oportunistas con la burguesía en una alianza abierta. Además, las autoridades militares han declarado en todas partes el estado de guerra y amordazado a las masas obreras, cuyos viejos jefes se han pasado, casi en su totalidad, al campo de la burguesía.
La base económica del oportunismo y del socialchovinismo es la misma: los intereses de una capa ínfima de obreros privilegiados y de la pequeña burguesía, que defienden su situación excepcional y su "derecho" a recibir unas migajas de los beneficios que obtiene "su" burguesía nacional del saqueo de otras naciones, de las ventajas que le da su situación de gran potencia, etc.
El contenido ideológico y político del oportunismo y del socialchovinismo es el mismo: la colaboración de las clases en vez de la lucha entre ellas, la renuncia a los medios revolucionarios de lucha y la ayuda a "su" gobierno en su difícil situación, en lugar de aprovechar sus dificultades en favor de la
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revolución. Si consideramos todos los países europeos en su conjunto,
sin detenernos en personalidades aisladas (aunque se trate de las más
prestigiosas), veremos que precisamente la corriente oportunista
ha sido el principal sostén del socialchovinismo, y que del campo
revolucionario se alza, casi en todas partes, una protesta más o menos
consecuente contra esa corriente. Y si examinamos, por ejemplo, la
manera cómo se agruparon las diversas corrientes en el Congreso
Socialista Internacional de Stuttgart, en 1907, veremos que el marxismo
internacional se pronunció contra el imperialismo, mientras que el
oportunismo internacional se manifestó ya entonces en su favor.
los obreros con "su" burguesía nacional y la
escisión de la clase obrera revolucionaria
internacional
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la mayoría en las direcciones de los sindicatos, etc. Hoy, la unidad con los oportunistas significa de hecho la subordinación de la clase obrera a "su" burguesía nacional y la alianza con ella para oprimir a otras naciones y luchar por los privile gios de toda gran potencia, lo cual representa la escisión del proletariado revolucionario de todos los países.
Por dura que sea, en algunos casos, la lucha contra los oportunistas, que dominan en muchas organizaciones, y sean cuales fueren en los distintos países las peculiaridades que adopte el proceso de depuración de los partidos obreros para desembarazarse de los oportunistas, este proceso es inevitable y fecundo. El socialismo reformista agoniza; el socialismo que renace "será revolucionario, intransigente e insurreccional", según la acertada expresión del socialista francés Paul Golay
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en favor de la oposición, etc. Kautsky, que en 1909 escribió todo un
libro sobre la inminencia de una época de revoluciones y sobre las
relaciones entre la guerra y la revolución ¡ Kautsky, que en 1912 firmó
el manifiesto de Basilea sobre la utilización revolucionaria de la
guerra que se avecinaba, ahora justifica y exalta el socialchovinismo
por todos los medios y, como Plejánov, se une a la burguesía para
ridiculizar toda idea de revolución, toda iniciativa en el sentido de
una lucha revolucionaria directa.
La clase obrera no puede cumplir su misión revolucionaria universal sin librar una guerra implacable contra esa actitud de renegados, contra esa falta de principios, contra esa actitud servil hacia el oportunismo y contra ese increíble envilecimiento teórico del marxismo. El kautskismo no es fruto del azar, sino el producto social de las contradicciones de la II Internacional, de la combinación de la fidelidad verbal al marxismo con la sumisión, de hecho, al oportunismo.
Esta falsedad esencial del "kautskismo" se manifiesta de distintas formas en diferentes países. En Holanda, Roland Holst, a la vez que rechaza la idea de la defensa de la patria, aboga por la unidad con el partido de los oportunistas. En Rusia, Trotski, que también rechaza esa idea, defiende asimis mo la unidad con el grupo oportunista y chovinista de Nasha Zariá. En Rumania, Rakovski declara la guerra al oportunismo por considerarlo culpable de la bancarrota de la II Internacional, pero al mismo tiempo está dispuesto a admitir la legitimidad de la idea de la defensa de la patria. Todas estas no son más que manifestaciones del mal que los marxistas holandeses (Gorter y Pannekoek) han llamado el "radicalismo pasivo" y que se reduce a la suplantación del marxismo revolucionario por un eclecticismo en teoría, y por el servilismo o la impotencia ante el oportunismo en la práctica.
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de la socialdemocracia revolucionaria
El manifiesto de Basilea se refiere directamente al ejemplo de la Comuna de París, es decir, a la trasformación de una guerra entre gobiernos en guerra civil. Hace medio siglo el proletariado era demasiado débil; las condiciones objetivas del socialismo no estaban aún maduras; entre los movimientos revolucionarios de todos los países beligerantes no podía haber coordinación ni cooperación; el entusiasmo de una parte de los obreros de París por la "ideología nacional" (la tradición de 1792) fue manifestación de su debilidad pequeñoburguesa, como señaló Marx en su oportunidad, y fue una de las causas del fracaso de la Comuna. Medio siglo después de ésta han
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desaparecido las condiciones que debilitaban entonces a la revolución, y
hoy sería imperdonable en un socialista admitir la renuncia a actuar
precisamente en el espíritu de los comuneros de París.
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Uno de los resultados útiles de esta contienda será, indudablemente, acabar, a la vez, con el oportunismo y el anarquismo. Sin renunciar en ningún caso, y cualesquiera sean las circunstancias, a aprovechar la menor posibilidad legal para organizar las masas y propagar el socialismo, los partidos socialdemócratas deben romper con toda actitud servil ante la legalidad. "Disparad vosotros primero, señores burgueses"[4], escribía Engels, aludiendo precisamente a la guerra civil y a nuestra necesidad de violar la legalidad burguesa después que la burguesía la haya violado. La crisis ha demostrado que la burguesía la viola en todos los países, incluso en los más libres, y que no se puede llevar a las masas a la revolución sin crear una organización clandestina que propague, discuta, aprecie y prepare los medios revolucionarios de lucha. Así, en Alemania, todo lo que se hace de honesto por los socialistas, se hace contra el vil oportunismo y el hipócrita "kautskismo", y se hace precisamente en la clandestinidad. En Inglaterra envían a presidio a los que distribuyen llamamientos impresos invitando al pueblo a no presentarse a filas.
Considerar que el repudio de los métodos ilegales de propaganda y la mofa de ellos en la prensa legal es compatible con la pertenencia al partido socialdemócrata, es traicionar al socialismo.
en la guerra imperialista
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lucionaria no puede dejar de desear la derrota de su gobierno; no puede
dejar de ver que existe una relación entre los reveses militares de este
gobierno y las facilidades que éstos crean para su derrocamiento. Sólo
el burgués que piense que la guerra iniciada por los gobiernos terminará
indefectiblemente como una guerra entre gobiernos, y que además así lo
desea, encuentra "ridícula" o "absurda" la idea de que los socialistas
de todas las naciones beligerantes expresen el deseo de que todos
"sus" gobiernos sean derrotados. Por el contrario, justamente esa
posición respondería al pensamiento más íntimo de todo obrero conciente y
se situaría en el marco de nuestra actividad encaminada a la
trasformación de la guerra imperialista en guerra civil.
Es indudable que la importante labor de agitación contra la guerra, efectuada por una parte de los socialistas ingleses, alemanes y rusos, "debilitó la potencia militar" de sus respectivos gobiernos, pero tal agitación fue un mérito de los socialistas. Estos deben explicar a las masas que para ellas no hay salvación fuera del derrocamiento revolucionario de "sus" gobiernos y que las dificultades con que tropiezan estos gobiernos en la guerra actual deben ser aprovechadas con ese fin.
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miento revolucionario se puede alcanzar una paz sin anexiones, sin opresión de las naciones y sin saqueos, una paz sin gérmenes de nuevas guerras entre los gobiernos de hoy y las clases dominantes en la actualidad. Semejante engaño sólo haría el juego a la diplomacia secreta de los gobiernos beligerantes y a sus planes contrarrevolucionarios. Quien desee una paz firme y democrática, debe pronunciarse en favor de la guerra civil contra los gobiernos y la burguesía.
a la autodeterminación
Los socialistas no pueden alcanzar su elevado objetivo sin luchar contra toda opresión de las naciones. Por ello deben exigir absolutamente que los partidos socialdemócratas de los países opresores (sobre todo de las llamadas "grandes" potencias) reconozcan y defiendan el derecho de las naciones oprimidas a la autodeterminación, y justamente en el sentido político de esta palabra, es decir, el derecho a la separación política. El socialista de una gran potencia o de una nación poseedora de colonias, que no defiende este derecho, es un chovinista.
La defensa de este derecho no solamente no estimula la formación de pequeños Estados, sino que, por el contrario,
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conduce a que se constituyan, del modo más libre, más deciclido y por lo
tanto más amplio y universal, grandes Estados o federaciones de Estados
que son más ventajosos para las masas y más adecuados para el
desarrollo económico.
A su vez, los socialistas de las naciones oprimidas deben luchar absolutamente por la unidad plena (incluida la unidad orgánica) de los obreros de las naciones oprimidas y opresoras. La idea de una separación jurídica entre una y otra nación (la llamada "autonomía cultural nacional" propugnada por Bauer y Renner) es una idea reaccionaria.
El imperialismo es la época de la opresión creciente de las naciones del mundo entero por un puñado de "grandes" potencias, razón por la cual la lucha por la revolución socialista internacional contra el imperialismo es imposible sin el reconocimiento del derecho de las naciones a la autodeterminación. "Un pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre" (Marx y Engels). Un proletariado que acepte que su nación ejerza la menor violencia sobre otras naciones no puede ser socialista
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