I. Situación actual
El pueblo colombiano ha padecido la tiranía de un régimen especial que desde principios de siglo y con el respaldo de la burguesía, se instaló en el gobierno al frente y en la dirección del Estado. Un régimen de la mafia y los paramilitares, saqueador de los bienes públicos a través de la corrupción y dedicado a sembrar el hambre entre quienes con su trabajo producen la riqueza social. Un régimen que utiliza sistemáticamente el método típico de la mafia y los paramilitares: asesinato de dirigentes y activistas, violencia extrema contra todo opositor.
El actual estallido social es el resultado de las afrentas causadas por ese régimen. La paciencia y resignación del pueblo se han transformado en rebeldía y lucha contra sus verdugos. La juventud proletaria integrada por los hijos de obreros, de campesinos, de pequeños propietarios, se ha colocado al frente del combate callejero a donde han afluido también, los trabajadores informales y el ejército de desempleados, los pequeños propietarios de la ciudad y los campesinos quienes han cumplido un destacado papel en esta batalla, junto con un sector minoritario de obreros industriales conscientes y decididos a romper la mordaza impuesta por las camarillas sindicales.
Las causas más profundas del estallido social anidan en la crisis económica en la que desde el 2008 se debate el capitalismo mundial y que por efectos de la pandemia, se recrudeció en el 2020 acompañada de una terrible crisis sanitaria, todo lo cual, agravó y aceleró al crisis social mundial, que particularmente en Colombia, desató la rebelión popular sumiendo al régimen de la mafia y los paramilitares en una crisis política, por su incapacidad para resolver las necesidades del pueblo.
Del carácter reaccionario de la burguesía y los terratenientes, puede esperarse que apelen a una dictadura militar abierta para resolver la crisis política de los gobernantes, pero con el riesgo de desencadenar una guerra civil que pronto se transformaría en una guerra popular por todo el poder. Por eso acuden primero al acuerdo entre los partidos reaccionarios y reformistas para darle a la crisis política de los gobernantes una salida “institucional”, “constitucional”, que preserve la dictadura de los capitalistas con ropaje democrático.
Pero la situación de crisis en el gobierno de las clases dominantes, agudiza su división, las debilita y abre grietas por donde puede abrirse paso el ascendente movimiento de masas que no quiere seguir gobernado por este régimen; y si bien es un movimiento predominantemente espontáneo, representa el inicio de un ascenso en la Revolución que necesita la sociedad colombiana. Por este camino se puede transformar la crisis política en una situación revolucionaria donde de la rebelión se salte a la insurrección ya no solo contra el régimen de la mafia o contra otro gobierno sustituto, sino contra todo el Estado, contra todo el sistema capitalista, por un nuevo Estado de los obreros y campesinos, por una nueva sociedad no basada en la explotación sino en la colaboración entre sus miembros.
He ahí la razón de la propuesta que hoy presentamos al pueblo colombiano, atendiendo a la necesidad de un programa inmediato de lucha, que una en un solo torrente todos los diversos arroyos de combatientes, todos los sectores del pueblo enemigos del régimen mafioso y del Estado terrorista.
Un Programa cuya condición inicial es derribar el régimen de la mafia uribista, para resolver desde abajo las reivindicaciones más sentidas e inmediatas, como preámbulo de la lucha revolucionaria por una nueva sociedad.
II. Para solventar los terribles sufrimientos del pueblo colombiano:
• ¡Por la vida y la libertad!
Poner fin al terrorismo estatal, la militarización de la sociedad y las hordas asesinas paramilitares.
¡Libertad para los presos políticos y los detenidos en las protestas sociales! Entrega vivos de los desaparecidos.
Disolución del Esmad y destacamentos de las fuerzas militares comprometidos en masacres, violaciones y asesinato de dirigentes populares. Castigo a los instigadores y perpetradores. No más fuero militar para los asesinos del pueblo.
• ¡Contra el hambre!
Alza general de salarios, subsidio a los desempleados y subempleados.
No más despidos y cierre de empresas. Empleo formal, estabilidad laboral y acabar la tercerización e intermediación laboral. Abolir la ley 50 de 1990 y el Decreto 1174.
No más nuevas y leoninas reformas laborales, pensionales y tributarias.
Congelar el precio de los servicios públicos. Rebajar y congelar el precio de la gasolina y acabar con la privatización de las vías y sus cobros de peajes.
• ¡Contra la privatización de la salud!
Abolir la Ley 100 de 1993, enterrar completamente el proyecto de Ley 010 de 2020 y rechazar toda reforma que atente contra la salud pública que debe cubrir a toda la población. Suprimir el aporte a la salud del 16% cobrado a los pensionados.
Controlar y acabar la pandemia realizando pruebas gratuitas masivas y vacunación inmediata de toda la población. Fortalecimiento material y científico de la estructura sanitaria.
• ¡Educación pública universal y gratuita!
Adecuar las instituciones para contrarrestar la pandemia, garantizar la vida de alumnos, maestros y familiares. Acceso real gratuito a las universidades, colegios y escuelas públicas. Condonación de las deudas con el ICETEX.
• ¡Vivienda digna para el pueblo!
Condonar las asfixiantes deudas con las corporaciones bancarias. Promover planes de construcción de vivienda popular.
• ¡Protección especial a la mujer y los niños!
Legalizar el aborto asistido gratuitamente por el Estado. Medidas de prevención y castigo a todo acto de violencia verbal, sicológica o física. Trato especial para las mujeres embarazadas y lactantes. Igualdad real de salarios y promoción a los cargos de dirección en todos los ámbitos. Empleo para mujeres cabeza de hogar. Ampliación de guarderías infantiles públicas diurnas y nocturnas.
• ¡Auxilios para los pequeños y medianos propietarios!
¡No más ruina en el campo! Condonar las deudas y dar apoyo financiero y técnico a los campesinos pobres y medios. Garantizar la compra de las cosechas a precios justos. Atender los problemas centenarios del campo en cuanto a salud, educación y servicios. Condonar las deudas a los pequeños y medianos empresarios.
¡No al envenenamiento de la población con glifosato! Legalizar los cultivos de coca, marihuana y amapola y planear con las comunidades su sustitución.
¡Reparación real a las víctimas de la guerra!
• ¡Ayuda y respeto a las minorías!
Cumplir los acuerdos firmados y las exigencias especiales de los pueblos indígenas, comunidades negras y demás etnias. Respeto de su cultura, costumbres y autoridades. Educación bilingüe y promoción de la igualdad.
• ¡No más destrucción de la naturaleza!
Freno a las explotaciones devastadoras de la naturaleza y los ecosistemas. No al fracking en la extracción de gas y petróleo.
III. Estas reivindicaciones no se conquistan concertando con los capitalistas y sus gobernantes, sino venciéndolos en la lucha de clases. Lo cual implica inmediatamente:
• Alianza de los obreros, campesinos, masas del pueblo, y todas las fuerzas democráticas partidarias de tumbar el régimen paramilitar de la mafia y constituir un nuevo gobierno de todas estas fuerzas.
• Generalizar y consolidar las formas asamblearias de organización de las masas, surgidas desde la base al fragor de los paros y huelgas políticas, porque tienden a ser la forma embrionaria de un nuevo poder.
Las Asambleas y Comités populares son la forma de construir desde ahora el gobierno de un nuevo Estado donde los obreros y campesinos sean los dueños del poder construido de abajo hacia arriba, legislativo y ejecutivo al mismo tiempo, elector de sus representantes por democracia directa de los trabajadores, con funcionarios asalariados como los obreros.
• Fortalecer y consolidar las formas de lucha directa y de organización (Grupos de Choque o Primera Línea, Guardias o Milicias Obreras y Populares) para avanzar a formas superiores necesarias para la derrota definitiva de los enemigos mediante una Revolución.
• Luchar por un gobierno revolucionario de quienes todo lo producen: los obreros y los campesinos. No más gobiernos de los capitalistas ni de los reformistas obedientes e insertos en la reaccionaria Constitución burguesa.
IV. Todo triunfo temporal, relativo, se debe consolidar con el triunfo de la Revolución:
• Hacer la Revolución, ley ineludible en la sociedad, mediante la cual las clases oprimidas derrocan a sus opresores. La Revolución que necesita Colombia debe descargar su filo contra los imperialistas, la burguesía y los terratenientes, clases socias y lacayas del imperialismo.
• Constituir como destacamento de vanguardia, el Partido político de la clase obrera, fuerza social dirigente de la Revolución.
• Concretar la alianza obrera campesina, fuerza principal de la Revolución, y de estas clases con todas las fuerzas democráticas partidarias de cambiar el sistema capitalista basado en la explotación del trabajo por un nuevo sistema socialista basado en la cooperación de los trabajadores.
• Garantizar el armamento general del pueblo para asumir el poder político en la forma de un nuevo Estado, como condición indispensable para proceder a la abolición de toda clase de explotación, confiscar sin indemnización los bienes y capital financiero de los monopolios, eliminar las imposiciones políticas y militares, constitutivas del yugo imperialista estrangulador de la sociedad colombiana, socializar los grandes medios de producción capitalista y nacionalizar toda la tierra y los recursos naturales. Los obreros y los campesinos deben ser los dueños y administradores de toda la producción social.
Unión Obrera Comunista (mlm)
Colombia, mayo 2021