Huelgas fracasan con dirección oportunista.
Traducción Enrique Chiappa
Traducción Enrique Chiappa
Desempleo en alta, renta del trabajador en baja;
represión en alta, derechos de los trabajadores en baja; falsas promesas en
alta, credibilidad de la gestión Dilma en baja; corrupción en alta, salud y
educación en baja: esta es la hamaca a que el pueblo brasileño está sometido
con la gestión petista del viejo Estado brasileño. Entregando los anillos y los
dedos para salvar algunas sinecuras, PT y PCdoB, pilotando la corporativización del movimiento sindical, implementada por
Luiz Inácio Mussolini da Silva, sabotean las categorías en huelga hasta
llevarlas a la derrota en sus reivindicaciones.
La táctica de los nuevos sindicalistas vendidos es sabotear
de todas las formas posibles para vaciar asambleas e invalidar la decisión por
la lucha combativa cuando las masas están muy activas. Cuando no pueden impedir
la huelga, trabajan todo el tiempo para hacerla fracasar sustituyendo por
acuerdos más tacaños. A veces promueven huelgas, principalmente de funcionarios
públicos, con el único objetivo de desgastar el gerente de turno (alcaldes o
gobernadores de partidos opuestos al PT), usan los trabajadores como masa de
maniobras en interminables manifestaciones y, en general, se esfuerzan para
prolongar las huelgas por meses.
La táctica de la huelga prolongada es para colocar las
masas a merced de sus maniobras, pues, cuando los negociadores de los gobiernos
amenazan cortar meses enteros de salarios, los sindicalistas vendidos negocian
el no descuento de los días parados, aceptando terminar la huelga. Entonces
cacarean que fue una victoria que no hayan sido descontados los días parados.
Ese fue el truco usado para finalizar la larga y combativa huelga de los
profesores de Paraná.
La cooptación de las ocho centrales sindicales por la
gestión petista coloca una camisa de fuerza en los trabajadores brasileños y
prácticamente ha impedido la realización de la Huelga General, única manera
posible de frenar las medidas antipueblo, encaminadas al congreso por los
gerentes de turno en los últimos trece años del PT y su frente oportunista electorera.
Para dar otro ejemplo de cómo se repite el desgaste sufrido
por los trabajadores, citamos el caso de las universidades federales y estaduales.
En el primer semestre eran más de sesenta universidades paradas. Y, tras 139
días de huelga, la vuelta al trabajo aconteció sin haber conquistado sus
reivindicaciones, por el contrario, además de no obtener avances en sus demandas,
tuvieron que pasar a negociar para evitar más perjuicios como el descuento de
los días parados. Los funcionarios administrativos, muchos con más de cuatro
meses parados, también concluyeron la huelga aceptando 5,6% a recibir a partir
de 2016 y 5% sólo en 2017.
Podríamos citar, también, la huelga de los funcionarios
del INSS, cuya reivindicación de reajuste del 27% fue reducida a cerca de 10% a
ser pagada en dos cuotas en 2016 y 2017. Esto después de más de setenta días
parados.
En el momento en que escribimos este editorial, se
inician las huelgas de los bancarios y de los petroleros, con sus direcciones
más preocupadas en salvar el PT y lo que resta de su gestión. Es muy probable
que estas categorías vean repetidas las traiciones que ya ocurrieron en el
pasado, practicadas por estas mismas direcciones.
Acontece que los burócratas, encastillados en la
mayoría de las entidades, administran las huelgas de la forma más despolitizada
posible, sin mostrar para los trabajadores el verdadero carácter de este Estado
semicolonial brasileño, y claro, de su nefasta gestión. Las centrales
sindicales no hacen nada para organizar una Huelga General. Pero pretender esto
sería exigir demasiado de estos canallas que, juntamente con el latifundio, la
gran burguesía y el imperialismo, chupan la sangre de la clase obrera y del
pueblo brasileño.
A los trabajadores sólo resta dar a esos sindicalistas
el ultimátum: o cuidan de nuestros intereses o salen. La hora es de decisión,
como bien hicieron los obreros del Estaleiro Mauá, que echaron los mercachifles
de acuerdos del sindicato y de la CUT. Crear el movimiento por la Huelga
General en todas las categorías, aprovechando para barrer de las direcciones
sindicales la mafia carrerista y oficialista.
Este es el camino de luchas en las ciudades, que,
uniéndose a la combativa lucha por la tierra que traban los campesinos, más agrega
para la concretización de una Revolución de Nueva Democracia, Agraria y Antiimperialista.
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