Publicado en Puka Inti/Sol Rojo.
Desde
Cuba se ha emitido al mundo la noticia sobre los alcances que han tenido las
negociaciones entre la guerrilla, el gobierno colombiano y el imperialismo en
torno a la “paz”, entendida ésta como la desmovilización del aparato militar de
las FARC.
“Sé que están preocupados de si somos comunistas. Quiero que quede bien
claro, no somos comunistas. Yo
no soy Comunista ni tampoco el movimiento, pero no tenemos que decir que somos
anti-comunistas por agradar al extranjero”. La Habana, Enero 13, 1959.
"Según
mi opinión el presidente Obama es un hombre honesto". Raúl Castro
Resulta
grotesco y agresivo para los revolucionarios del planeta mirar las imágenes de
un agencioso revisionista como Raúl Castro apretujando las manos de Timoleón Jiménez, cándido comandante de las
Farc y de Juan Manuel Santos, uno de los representantes del Estado más cruento,
represivo, corrupto y pro imperialista de América Latina: Colombia.
Cuando
los
comunistas y demás pueblos alentábamos sobre la necesidad de luchar en
contra de los regímenes reformistas, sobre todo aquellos que
levantaban el
discurso del “socialismo del siglo XXI,” la “revolución
ciudadana” o el llamado “bolivarianismo”,
lo hacíamos conscientes de que dichos procesos estaban ajenos a los
requerimientos del proletariado, masas y
pueblos oprimidos del mundo; que básicamente se ajustaban a sumarios
reformistas-restauradores que tratan de dinamizar los viejos Estados que desde
hace muchos años viven crisis y bancarrota.
Este
salvataje solo podía ser llevado a cabo desde el discurso seudo revolucionario,
“antiimperialista,” de todas formas se
constituyó en la única manera de poder contar con la participación más dinámica
de un aliado estratégico como el revisionismo y el oportunismo para movilizar a
las masas en esa aventura socialdemócrata, y desde luego, que profundice el
desarme ideológico de las organizaciones populares de tal forma que éstas
pierdan su capacidad de respuesta o combate en contra de estos verdaderos
engendros del imperialismo.
Sin
perder la objetividad, la lucha contra estos seudo procesos “revolucionarios”
también se hizo extensiva a las expresiones armadas del reformismo. Y sin lugar
a dudas la guerrilla colombiana ha favorecido a esta corriente. Han coludido
con Morales, Correa, Ortega, Chávez, Maduro, Dilma Rousseff y otros por impulsar regímenes que se han dado
modos por profundizar las condiciones de opresión de las naciones y ahondar en
la democracia burgués-terrateniente como un hálito al capitalismo burocrático.
El
régimen de Rafael Correa, después de plegar de manera solícita al plan
imperialista de combatir a la insurgencia y movilizar a la frontera con Colombia
a más de once mil efectivos, de haber dado de baja a muchos guerrilleros, de
haberlos capturado y entregado al gobierno colombiano, también se mostró atento
a manifestar que “la lucha armada en Colombia es una fracaso, que es el momento propicio
para establecer un diálogo de las partes”:
“Si alguna vez las Farc quiso
lograr justicia social por medio de la lucha armada, pues ese objetivo se
perdió, es ahora o nunca que las Farc y los demás grupos irregulares
colombianos pueden lograr la paz y hacerle un bien a Colombia y al continente
entero” (…) “Dios quiera que este proceso de paz que se ha
iniciado llegue a un feliz término”
"Si necesitan de nuevo
que Ecuador facilite espacios para esas conversaciones, pues
obviamente nos tiene a su disposición"
Hugo Chávez, más allá de su discurso
rimbombantemente rojo, “antiimperialista”, “revolucionario” no se salía de la
huella y del andar restaurador para sostener que:
“Yo creo que la guerrilla colombiana debería considerar
seriamente el llamado de algunos de nosotros que hemos hecho con todo respeto.
El mundo de hoy no es el mismo mundo de los años 60. Creo que no hay
condiciones en Colombia para que ellos en un plazo previsible puedan tomar el
poder.
Quizá
Evo Morales fue el que supo simplificar lo cardinal del pensamiento revisionista
cuando manifestó: “no son tiempos para levantar las armas. ¡Qué bueno sería
que las FARC de Colombia dejen las armas y, así como nuestros países, [hagan] una
revolución democrática y cultural!”.
Esto es lo medular de la nueva estrategia imperialista. A partir de las
capitulaciones, desmovilizaciones y acuerdos de paz, propiciar la idea de que
la lucha armada quedó relegada al pasado, que la vía al “poder” es electoral,
pacífica y “democrática”. Y no lo duden trabajadores explotados y pueblos
oprimidos del mundo, si el imperialismo, la reacción y el revisionismo avala
este camino es precisamente porque es el incorrecto para el proletariado,
pueblos y naciones oprimidas.
Pero
las FARC no llegan solo con el reformismo latinoamericano a este proceso.
Devienen de la mano del Papa y su nueva cruzada; del revisionismo cubano y
desde luego, del imperialismo, quién en última instancia ha acreditado el
proceso de “paz”.
El
revisionismo cubano que hoy en día es
más descarado, más anti revolucionario, más anti comunista y aparejado en su
espíritu religioso-papal de vieja data
ha sido incidental y determinante en toda esta bancarrota. Se ha
convertido en el más sólido catalizador entre el revisionismo armado, el
revisionismo desarmado, el viejo estado y el imperialismo. Desde ahí se ha
cerrado la pinza para concretar la emboscada política a los revolucionarios y
arrastrarlos a vivir las “libertades” que profesa el imperialismo yanqui y la
ilusión constitucionalista de la democracia burguesa.
La
influencia de Fidel Castro en las FARC ha sido permanente. Se muestra de manera
más evidente después de la crisis generada con el secuestro de Ingrid Betancourt
por parte de las FARC.
Al
respecto Fidel Castro de forma recurrente “llamaba” a las FARC a la liberación de
los prisioneros, entre ellos de la candidata a la presidencia de Colombia. I.
Betancourt. Precisamente antes que esto suceda y los aparatos represivos de
Colombia liberen a la retenida, Castro salió a manifestar que: “se abría un
capítulo de paz para Colombia, proceso que Cuba viene apoyando desde hace más
de 20 años como el más conveniente para la unidad y liberación de los pueblos
de nuestra América, utilizando nuevas vías en las complejas y especiales
circunstancias actuales, después del hundimiento de la URSS”.
Es
claro como Castro opera como un desmovilizador ideológico alineándose abiertamente
al discurso reaccionario e imperialista.
Fidel
Castro lo dice, desde hace 20 años que
venían trabajando por colaborar con el imperialismo para “rendir” a las FARC,
enaltecer la “paz” burguesa y mandar al trasto a la insurgencia colombiana que
ajenos a su génesis[1] vive los desafueros
oportunistas de sus comandantes. Hoy, bajo el paraguas ideológico de Jrushov disponen de las farsas revisionistas del
renegado de Kautsky del que se nutren para sostener patrañas como las de ganar la mayoría en el parlamento para
exigir al gobierno concesiones para el proletariado, negando la urgencia e
insoslayable necesidad de destrucción del viejo Estado como requerimiento
insoslayable en la construcción del Nuevo Poder. Por el contrario, termina anidando en la reforma estatal, fortalecer el caduco
sistema de gobierno desde donde pretenden arrancar ciertas reivindicaciones a
favor de las masas que en nada soluciona los antagonismos de clase.
Pero
el momento que viven las FARC bajo la dirección de la comandancia entreguista
deviene en todo un proceso arriado históricamente. Además de las limitaciones
de su programa, miopía política y sobre todo la ambigüedad ideológica ha
prevalecido el foquismo y militarismo pequeño burgués, claro, entendido esto no
como una concepción militar sino como una concepción política que se aloja
esencialmente en una visión clasista pequeño burguesa de la sociedad y de la
guerra, aspecto diametralmente opuesto a la visión y estrategia del
proletariado.
¿TRAICIÓN
DE LAS FARC? Consideramos que básicamente ha sido la comandancia de las FARC
las que han traicionado a sus combatientes y al pueblo. ¿Por qué?, porque los
campesinos pobres y el pueblo que han militaron y/o apoyaron dicho proceso lo
hicieron porque consideraron que tenían en él una alternativa de lucha en
contra del poder estatal, la miseria, el hambre, la desocupación.
La
comandancia de las FARC traicionaron a los miles de guerrilleros que murieron convictos
de la “revolución” y que fueron arrastrados a hacer el sacrificio supremo en
nombre de la “revolución” sin pensar siquiera que dicho proceso no pasaba de
ser sino un eufemismo pequeño burgués
que tarde o temprano iba a tener el corolario que hoy tiene.
La
dirigencia de las FARC capitula. De reformistas armados pasan a reformistas
desarmados. De todas maneras siempre tenían de por medio el tema
constitucionalista, legal, parlamentario, como panacea, que pretendían
utilizarla por varias vías, aún desde la presión armada. Hay que analizar lo
que sucedió con la Unión Patriótica en
1985, donde las FARC y otros grupos guerrilleros convergieron en una intención
electorera y aún ahí, en los espacios de movilidad burguesa no tuvieron la
permeabilidad que esperaban del viejo estado para su burocratismo.
No hay nada extraordinario que resaltar en
este proceso, salvo el hecho de que la reacción y el imperialismo se aprovechan
de estas “variantes políticas” para querer mostrarle al mundo que la vía armada
está agotada, que la vía “pacífica” al “socialismo” y que las transformaciones
sociales pueden y deben levantarse desde la tarima política electorera,
burocrática.
Sin
duda en filas de esta guerrilla habrán combatientes honestos, equivocados ideológicamente,
pero honestos, que no estén de acuerdo con el paso que están dando sus
comandantes y que con toda seguridad querrán seguir con la lucha armada. Pero
la voluntad de lucha no alcanza sin ideología correcta, método y objetivos
coherentes con las contradicciones que existen al interior de Colombia. Cualquier
esfuerzo vital será intrascendente e innecesario si se da continuidad al error
histórico que ha venido arrastrando la comandancia de las FARC por algo más de
cinco décadas.
Los guerrilleros que se nieguen a continuar con
el desarme y la capitulación nada harán sino le imprimen, a la guerra, un giro
que los conduzcan a transitar el camino de la Guerra Popular, que es la guerra
del pueblo dirigida por un verdadero Partido Comunista.
El
método radical (lucha armada) no es sinónimo de que la propuesta política e
ideológica sea radical o transformadora. No porque las FARC hayan sido las
guerrillas más viejas y numerosas de América; porque hayan desplegado exitosos
combates en contra de las fuerzas represivas de Colombia quiere decir que su
programa lo lleve más lejos. De ninguna manera, radicales en el método pero
ideológicamente no disparaban sino cañonazos de pólvora mojada, levedades
reformistas que no son antagónicas con el viejo estado, tanto así que no ha
sido difícil para el viejo estado y para la dirigencia fariana dejar de lado
más de cincuenta años de un cruento vertedero de sangre: más de 300 mil
muertos, desplazados, pueblos enteros entregados a la ferocidad del aparato
estatal, a los paramilitares y todo en nombre de una hipérbole revolucionaria
que tiene un epitafio no diferente al de las ratas de MODAVEF en el Perú, el
FMLN, FSLN y otras guerrillas que terminaron serviles al imperialismo: perfeccionando la vieja democracia burguesa
que se presenta como permeable aun para sus detractores, y como portaestandartes de procesos
reformistas y reestructuradores, verdaderos conjuradores de la revolución
cierta, aquella dirigida por el proletariado y que no conoce otra meta u
objetivo que nos sea el comunismo por medio de Guerra Popular.
¿Qué
se viene ahora?
La
Paz. Como dice Obama a coro con Raúl Castro: “la paz”. Si, es cierto, Paz entre
el viejo estado, la comandancia de las FARC y el imperialismo. Esto no quiere
decir en absoluto la PAZ para el pueblo. Pero hay que estar claros, es una paz
pegada con babas, una paz de escritorio. Y no vengan acá con ese discurso de que
la guerrilla desmovilizada desde el Congreso o cualquier otra tarima burguesa
va exigir una reforma agraria revolucionaria
como “condiciona” la comandancia capituladora. No, eso no existe, eso no va a
suceder, porque decir eso es irse contra los más elementales principios del
marxismo, no entender o ser demasiado bribón para pensar que el viejo estado
burgués-terrateniente va a dar paso a una reforma porque los desmovilizados la
propongan o la pregonen o porque a estas alturas de la historia a algún
despistado comandante se le ocurre que en pleno siglo XXI la burguesía puede ser revolucionaria y de un plumazo
democratizar los medios de producción eliminar la semifeudalidad y como si eso
fuese poco emprender con un proceso de liberación nacional. Eso no va a
suceder, definitivamente.
La reforma agraria sin el poder en las manos del
proletariado que garantice la eliminación de relaciones de producción
precarias, semifeudales, no es nada, no lleva a ningún lado, es un espejismo.
Es la verdad. El viejo estado acomodará cualquier reforma o “revolución” a la
dictadura que se ejercita en el sistema de estado.
Todavía
no ha llegado la paz, aún no hemos firmado el acuerdo…”Timoleón Jiménez.
Es
así como entiende la paz la comandancia de las FARC, la simplifica a la “firma”
de un documento donde consideran se habrán saturado o dirimido las
contradicciones fundamentales que existen en Colombia.
¿Qué
pide la comandancia capituladora de las FARC a cambio de la firma? Entre otros,
curules para asambleas departamentales y concejos municipales. Reforma agraria.
Entrega de armas, esto más allá de que los comandantes traidores hablen de
“dejación de armas” que en términos semánticos viene a ser lo mismo. Abordar el
tratamiento al tema narcotráfico. Es decir los comandantes se suman al esfuerzo
del estado, de la DEA (imperialismo) al control del narcotráfico. Participación política….
Habría
que preguntarse ¿qué está dispuesta las FARC a hacer para poder adosarse a la
vieja democracia burgués-terrateniente? ¿Qué le entregan al viejo Estado? Mucho,
muchísimo: la sangre de miles de combatientes que se creyeron el discurso de la
“revolución” bolivariana. Centenares de miles de desaparecidos, torturados,
encarcelados, desplazados. Pero no solo eso, sino que debe pedir la libertad de sus
combatientes detenidos y a cambio tolerar que Santos también sea “condescendiente”
con los paramilitares y deje paulatinamente en libertad a comandantes
paramilitares acusados de los crímenes más execrables que se puedan imaginar. Además,
la comandancia capituladora tendrá que “lidiar” con los disidentes, entonces la
comandancia terminará por convertirse en nido de delatores de aquellos
guerrilleros que no creen en el proceso, que elementalmente “desconfían” del
régimen narcoparamilitar y desde luego del estado.
No
se puede soslayar el desarme de los guerrilleros, eso es decidor. Tienen que
entregar las armas. No es lo esencial pero si es importante ya que se propicia
el desarme del pueblo en general de tal manera que no puedan desarrollar en el
camino la posibilidad de línea ideológica correcta, la estrategia militar
proletaria. La reacción sabe bien que ahí las cosas son diferentes en la
propuesta revolucionaria. ¿Por qué el tema de las armas es importante y no
fundamental? Porque las armas pueden estar en manos de cualquiera, empero
diferente es si están en manos de combatientes dirigidos por la ideología
correcta. "El que sea correcta o no la línea ideológica y política lo
decide todo. Cuando la línea del Partido es correcta, lo tenemos todo: si no
tenemos hombres, los tendremos; si no tenemos fusiles, los conseguiremos, y si
no tenemos el Poder, lo conquistaremos. Si la línea es incorrecta, perderemos
lo que hemos obtenido". Presidente Mao.
Que
las FARC y posiblemente el ELN firmen su desmovilización bajo el discurso de la
paz no quiere decir que en Colombia se hayan saldado las contradicciones
fundamentales:
¿Nación-imperialismo? En absoluto. El estado
colombiano es quizá el más fiel siervo y lacayo del imperialismo yanqui. Y no
solo eso, es su garrotero en América del Sur, su instrumento violento.
¿Proletariado-gran burguesía?
El régimen de explotación a los trabajadores se mantiene sin cambio alguno. Por
el contrario, el proceso de monopolización de los medios de producción va en
acenso. Los niveles de explotación del proletariado en Colombia se vuelven cada
vez más dramático.
¿Masas-semifeudalidad? La tierra ha sido
disputada por el estado, latifundistas, paramilitares, narcotraficantes y las
guerrillas, que han encontrado en el control de la tierra, la producción y en
el desplazamiento de los campesinos pobres una interesante figura económica
para financiar la “revolución” o la violencia paramilitar. Es decir, no se ha
avanzado nada en términos que permitan sostener que las condiciones que generan
violencia revolucionaria hayan sido eliminadas, por el contrario, se sostienen,
evolucionan y la responsabilidad compartida entre la guerrilla y el estado es
evidente. Del otro lado, los campesinos pobres, los sin tierra, con pocas o
ninguna posibilidad de luchar por la tierra concentrada por los grandes
terratenientes (de distinto cuño). No se diga de las relaciones de producción
en el campo donde campesinos pobres, guerrilleros de tropa y otros son
obligados a trabajar la tierra por sus mandos en condiciones neo esclavistas y
feudales. No diferente con los pequeños productores del campo que se veían
obligados a “entregar voluntariamente” parte de su producción o “impuesto” a
las fuerzas irregulares, recreando de esta manera relaciones de producción
extremadamente precarias y peligrosas con sus agresores.
La
incidencia que tiene la concreción de acuerdos de paz en América Latina es
importante. En el Ecuador el revisionismo apurado se muestra, se pronuncia. El
PCMLE declara que la “la lucha política demanda la utilización de
todas las formas y medios de acción”. Claro, de manera sesgada sostienen que
la más importante es la lucha armada pero lo hace desde ese permanente y
sostenido esfuerzo electorero del que no se han desembarazado jamás.
El llamado Partido Comunista Ecuatoriano como que
desde su revisionismo se muestra más directo: “El Partido Comunista Ecuatoriano saluda la histórica decisión
alcanzada, entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarios
de Colombia, FARC-EP para avanzar en la salida política y negociada al
conflicto armado colombiano, y felicitamos el decidido y frontal apoyo del
Gobierno Cubano como mediador en el proceso de negociaciones”. Estos
miserables tienen un discurso más próximo a MOVADEF del Perú.
Y es desde este discurso que acá en el Ecuador, que
históricamente ha sido utilizado como la “trastienda” de la guerrilla
colombiana, el proceso de capitulación emprendido por la comandancia de las
FARC será utilizado una y mil veces para querer deslegitimar la lucha
proletaria, popular y campesina. La violencia revolucionaria, la guerra popular
será mostrada como extemporánea, como la vía “destinada” a ser derrotada y se
levantarán las tarimas de la democracia burguesa, del camino burocrático para
desmovilizar a la clase y al pueblo.
“Hay quienes nos ridiculizan calificándonos de
partidarios de la teoría de la omnipotencia de la guerra. Sí, somos partidarios
de la teoría de la guerra revolucionaria; es no es malo; es bueno, es marxista”.
Presidente Mao Tse-tung
No
habrá paz mientras Colombia sea una semi colonia, semi feudal. No habrá paz
mientras haya explotación de una clase a otra. No habrá paz mientras Colombia
sea una nación oprimida por el imperialismo. No habrá paz mientas el
campesinado pobre no tenga acceso a la propiedad de la tierra que hoy trabaja
al servicio de cualquiera de los actores de la guerra violenta en Colombia.
Pero tratemos de ser más objetivos aún, no puede haber paz mientras el
proletariado y sus aliados no tengan el Poder en sus manos y construyan nuevo
estado, nuevo poder. Hablar de paz por encima de lo manifestado es cosa sino de
rufianes.
El
proletariado y pueblo del Ecuador se solidariza con el proletariado y pueblo de
Colombia, históricamente explotado, oprimido y agredido por el imperialismo, la
gran burguesía, grandes terratenientes coludidos con el revisionismo y el
oportunismo.
El
Partido Comunista del Ecuador Sol-Rojo saluda a los maoístas de Colombia y en
plena manifestación internacionalista se suma al esfuerzo del proletariado y
pueblo de Colombia, a los combatientes traicionados, al pueblo oprimido, por
fortalecer las condiciones subjetivas que permitan el pronto desarrollo de la
Guerra Popular en Colombia, siempre bajo
égida del proletariado y al servicio de la Gran Revolución Proletaria Mundial.
¡A
ORGANIZAR LA GUERRA POPULAR EN COLOMBIA BAJO DIRECCIÓN PROLETARIA!
NO
BASTA COMBATIR AL IMPERIALISMO, A LA GRAN BURGUESÍA Y A LOS GRANDES
TERRATENIENTES, ES IMPORTANTE HACER EXTENSIVA LA GUERRA AL REVISIONISMO Y AL
OPORTUNISMO.
¡NADA
HABREMOS HECHO SINO DERROTAMOS AL REVISIONISMO!
¡EL
PODER NACE DE LA PUNTA DEL FUSIL!
¡VIVA
EL MARXISMO-LENINISMO-MAOÍSMO!
¡VIVA
LA GUERRA POPULAR EN LA INDIA, TURQUÍA, FILIPINAS Y PERÚ!
A
CONQUISTAR EL SOL ROJO DE LA LIBERACIÓN: ¡EL COMUNISMO!
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